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CAPÍTULO 24

Nicholas y yo nos bajamos del auto, ambos en silencio. Cuando me desperté esta mañana, luego de encontrar la margarita, Nicholas fue el primero en llamar a la habitación, y para mi sorpresa no estaba en búsqueda de Lea, no señor, quería hablar conmigo. Mi plan marchaba a la perfección, estaba captando su atención, tanto que incluso estaba influyendo en su humor. Le di una rápida mirada, y el rostro de Nicholas delató, aun que fuera en un gesto leve, allí estaba, ese fastidio plasmado en sus cejas, y en sus ojos entornados y oscuros.

— Tenemos que hablar — me exigió. Sabía que tenía muchas dudas y que buscaría respuestas, y no era para menos, ayer se había llevado la impresión más grande de su vida.

Al principio Marcus se negó, al ser mi "novio", creía que ahora había ganado cierta decisión sobre mí, ¡Qué equivocado estaba! En otros momentos le hubiera tratado como a un impertinente y como a la persona más molesta del mundo, pero ahora estaba metida en el papel de buena novia, así que opté por decir:

— Marcus — nunca lo llamaría por esos apodos estúpidos de parejas, como amorcito u osito, simplemente pensarlo era repulsivo —tengo que hablar con Nicholas, sobre todo esto... — nos señalé.

— ¿Te refieres a nosotros? — Marcus degustó el "nosotros" como si esa palabra tuviera algún sabor delicioso.

— Sí, nosotros, debo explicárselo. Debe ser una gran sorpresa para él.

— Incluso lo es para mí — se cruzó de brazos, entre juguetón y desconfiado.

— Por favor — supliqué entornando los ojos y modulando las palabras con dulzura.

— Está bien —acordó vencido — pero no se tarden.

Sonreí victoriosa, deseaba decirle un "No te importa lo que haga", o un "No eres mi dueño, ¿Quién te has creído?", pero tuve que tragarme esas frases, tenía que fingir que en verdad me gustaba, y que iba en serio con nuestra relación.

Marcus sonrió de manera pícara y tomándome por desprevenida me plantó un beso en los labios. Estaba tan sorprendida que no pude reaccionar, solo sentí sus labios sobre los míos, percatándome de su textura suave y levemente abultada. Su aliento era cálido y sabía a dulce y café. Marcus prolongó el beso lo más que pudo, quería que Nicholas se percatara de ello, y sí lo hizo, ya que me besó frente a él. Cuando nos separamos, busqué rápido a Nicholas con la mirada, y lo descubrí frunciendo el ceño.

— Vuelve pronto, no me hagas extrañarte mucho rato — dijo Marcus mientras nos alejábamos de la puerta. Yo no le respondí nada, pues estaba bastante ocupada concentrada en el torbellino que se había despertado en mi vientre. Al principio pensé que eran nauseas por haber besado al patán, pero sabía bien que no lo eran, eran un sentimiento muy diferente, que me alteraba todo el cuerpo, me ponía nerviosa y saboteaba el latido de mi corazón.

Ahora me encontraba sentada con Nicholas en una pastelería. Era incómodo, y el silencio que reinaba en esta mesa hacía las cosas aun más insoportables, tanto que me sentía tentada de huir en cuanto me sacara los ojos de encima.

— Tenemos, mucho... mucho de qué hablar — Nicholas fue el primero en romper el silencio — pero primero, ¿Qué quieres tomar?

Su pregunta me tomó algo desprevenida, pensé que empezaría por lo importante. ¿Qué quería tomar?, eso realmente no me importaba mucho en este momento. Pero la verdadera pregunta que no me atrevía a formular en voz alta era: ¿Por qué una pastelería?, solo Dios sabe lo que pasó por la cabeza de Nicholas al estacionar el auto frente a este local. Tal vez pensó que lo dulce "endulzaría" nuestra charla, y le parecería menos agria la idea de Marcus y yo saliendo.

Al final ambos acordamos en pedir unos batidos de chocolate. El pensaba que teníamos gustos similares, y por eso siempre tomábamos lo mismo, pero la verdad era que siempre pedía lo mismo que él adrede, la razón era infantil, pero me gustaba sentir los mismos sabores, me parecía que de aquella manera podía estar más cercana a él, y conocer mejor sus gustos.

— ¿Sabes?, me es difícil aceptarlo.

— Nicholas...

— Rompiste nuestra promesa.

— ¿De qué hablas? — solía recordar todas nuestras promesas, pero ahora no sabía de que estaba hablando.

Nicholas suspiró fastidiado. Estaba molesto, muy molesto.

— Me prometiste que nunca te dejarías engañar por él. ¡Qué nunca le harías caso!

Quise decir algo más, pero Nicholas no me dio lugar, siguió hablando, quejándose y reclamando.

— ¿Marcus?, ¿En serio?, ¿Todo este tiempo estuviste enamorada de él?... es que, no me lo creo, si siempre lo odiaste.

— ¿Nunca escuchaste que del odio al amor hay un solo paso? — pregunté y la expresión de Nicholas fue una poesía. Verlo de esta manera, tan alterado, enojado y preocupado me generaba un placer indescriptible, y era todo para mí. Me sentía satisfecha con los resultados que estaba obteniendo, la semana terminaría y yo obtendría lo que por tanto tiempo desee: a Nicholas.

— ¿Es una broma?, ¿Olvidaste todas las bromas?

— Esas bromas las hizo de niño. Ya maduró — era algo irónico que estuviera usando aquella escusa, si bien ya había madurado, yo todavía no lo había podido perdonar — Ahora me trata diferente.

— ¿Cómo es diferente?

— Ahora es muy tierno — si no tuviera que permanecer en mi papel, en ese momento hubiera estado destornillándome de risa, pero me contuve de reírme de mis propias palabras que sonaban absurdas y de la expresión de Nicholas, porque mis palabras fueron para él como una bofetada, que le impactaron de lleno, tanto que incluso se quedó sin palabras.

Balbuceé tímidamente, y me encogí en mi lugar. Nicholas suavizó la expresión, pensando que había logrado intimidarme, pero era todo lo contrario, la que llevaba la conversación era yo. Yo le estaba haciendo decir y sentir todas aquellas cosas.

— Lo siento, pero es muy difícil.

— ¿Puedes aceptar nuestra relación? — le pregunté cohibida, como si tuviera miedo a que no nos diera su bendición, y la verdad es que no la quería, deseaba escuchar un: "No puedes estar con él", que me proclamara como suya, que hirviera de celos, todo eso quería.

— No, no puedo — bajé la mirada de inmediato. Nicholas pensó que estaba aguantando las lágrimas, pero la realidad era que estaba ocultando mi sonrisa triunfante — No confió en él, y nunca lo haré.

— Pero... yo lo quiero — Nicholas recibió las palabras con una expresión de rabia.

Nicholas pareció meditarlo, y luego de sopesar unos segundos, dejó en claro cuál sería su papel en mi "relación".

— No me interpondré entre ustedes — no era lo que quería escuchar, pero la expresión en el rostro de Nicholas me decía que eso no era todo lo que tenía para decir— pero no lo acepto. No estoy de acuerdo con que... — pareció que nombrarlo le era imposible — ese patán sea tu novio. Pero si lo quieres lo voy a respetar, pero a la primera que haga le daré la paliza más grande de su vida. Lo mandaré directo al hospital. Es más, cuando lleguemos tendré una larga charla con él.

Sonreí con ternura, realmente adoraba la forma en la que cuidaba de mí.

— Gracias — dije con una iluminada sonrisa. Él cambió su expresión, y me respondió con una sonrisa igual de brillante. Realmente amaba a este hombre.

Luego de esa charla, y de que termináramos de tomar nuestros batidos, Nicholas se levantó de su asiento para acercarse a la caja a pagar lo que consumimos. Este era el momento de avanzar un escalón más en mi plan.

Me aseguré que Nicholas estuviera lo suficiente concentrado en la camarera cuando le cobrara por los dos batidos, escabullí los dedos en el bolsillo de su chaqueta hasta dar con lo que buscaba. Saqué su celular móvil, velozmente, no tenía mucho tiempo. Desbloqueé el celular y fui directo a la mensajería. El primer chat fue el que precisaba. Rodeé los ojos al leer el nombre del contacto, ¿Bebé hermosa?, y tenía hasta unos corazones.

"Bebé: Te estoy esperando en el bosque. Te tengo preparada una sorpresa que te va a encantar. Te amo" Escribí y luego de agregarle algunos emoticones de corazones y besos lo envié. No tuve tiempo de escribir algo mejor, o de pensar algo más romántico. Luego de asegurarme de que el mensaje fue enviado lo eliminé para borrar toda evidencia. Volví a dejar el móvil en su lugar cuando vi que Nicholas caminaba de regreso.

— ¿Ya volvemos a la casa? — le pregunté.

— Sí, pero antes hagamos las compras para la cena.

— Quiero hamburguesas — me levanté de la silla feliz, no porque fuéramos a comprar hamburguesas, sino porque tardaríamos más en volver, lo que significaba más tiempo a solas con Nicholas.

Tardamos un poco más de una hora en volver a la casa de la abuela de Helen. Ya estaba atardeciendo y como consecuencia bajando la temperatura.

— Te extrañé — ese fue Marcus que me recibió con un abrazo. Su contacto no me causaba la reacción que siempre esperé. Siempre me imaginé que si recibía algún abrazo de Marcus vomitaría en el acto, pero ahora que estaba ocurriendo, sucedía algo totalmente contrario, una sonrisa se instalaba en mis labios y una sensación cálida se despertaba en mi pecho. Tal vez estaba aprendiendo a tolerar la cercanía de Marcus, intentaba luchar contra mí misma, convencerme que no debía perdonarlo, que su abrazo debía causarme repelús inmediato, pero mi cuerpo no me hacía caso, se encendía a su cercanía, e incluso me trasmitía confort y seguridad.

Nicholas miró a Marcus con una expresión de amenaza al ver que no deshacía el abrazo, pero Marcus estaba tan concentrado en mí, que ni siquiera se percató de la mirada asesina que le enviaba Nicholas.

— Juro que te castraré si le haces algo — lo amenazó esta vez con palabras.

Marcus por primera vez fijó su vista en algo que no era yo. Levantó una ceja de manera interrogativa, y lanzando una carcajada le respondió:

— No te preocupes. Sólo le haré cosas que le hagan sentir bien — sus palabras salieron acompañadas de una mirada lasciva, dando a entender que sus palabras tenían doble sentido.

Todo pasó tan rápido que apenas pude ver que sucedió. Nicholas le plantó el puño en la boca, provocando que Marcus cayera sobre el sillón. Se llevó los dedos a los labios, y sus yemas se tiñeron de rojo. Mi corazón se aceleró al ver que tenía el labio partido.

— Y te lo advertí.

Marcus se levantó del sillón y mirándose los dedos ensangrentados sonrió con cinismo.

— Pegas como una niñita.

— No te hagas el listo.

Nicholas se acercó a Marcus furtivamente, dispuesto a partirle la cara nuevamente, y Marcus se preparó para propinarle una tanda de golpes como respuesta, pero los detuve antes de que cada uno hiciera su cometido. En mi mente me decía que debía propinarle otro golpe en ese rostro que llevaba Marcus, había sido un idiota con lo que había dicho, y todo para provocar a Nicholas, pero a pesar de lo que pensaba, actué de una manera contraria, me interpuse entre ellos y empujé a Nicholas con todas mis fuerzas y lo miré con la mejor expresión enojada que tenía. Nicholas me miró sorprendido, nunca se esperó que me pusiera del lado de Marcus. Incluso Marcus se vio impresionado cuando tomé su mano y lo saqué de la sala.

— ¿A dónde me llevas?

— Al baño, tenemos que limpiar tu cara. Estás hecho un desastre.

—Seré un desastre pero incluso así sigo siendo atractivo.

Lo miré para contradecirlo, pero tenía razón, a pesar de tener el labio sangrando seguía viéndose salvajemente hermoso.

— Duele — se quejó cuando le puse el algodón con desinfectante en el labio. Estaba sentado sobre el inodoro mientras yo, que estaba parada a su lado, le curaba la herida con cuidado.

— No seas un bebé llorón — lo reté.

Marcus detuvo mis dedos sobre sus labios provocando que se me resbalara el algodón. Su acción provocó en mí un fuego que quemó mi cuerpo por dentro, fuego que fue alimentado, a cada segundo, por el tacto de nuestros dedos.

— ¿Sabes que no es verdad?, ¿No?

— ¿Qué cosa? — le pregunté sin saber de que hablaba.

— Sobre que no te haría nada. Yo te respeto, sólo lo dije para molestar a Nicholas.

— Sí, y mira como saliste por molestarlo — le dije señalando a su labio.

— Me sorprendiste. Nunca creí que saldrías a defenderme.

— Cuando te golpeó me asusté — esta no era una mentira, incluso ahora me latía el corazón asustado, y me temblaba levemente el cuerpo.

Marcus percibió cómo temblaban mis falanges, así que acercó mis dedos aun más a sus labios y los besó con detenimiento, era un beso suave, casi superficial.

— Yo me asusté cuando te vi en medio de nosotros dos. No quiero que vuelvas a intervenir de esa manera en una pelea. Es peligroso — Marcus me rodeó la cintura con la mano que tenía libre y me atrajo a su cuerpo.

No le respondí nada a sus palabras, estaba lo suficientemente nerviosa y avergonzada como para proferir cualquier palabra.

— ¿Lo prometes? — insistió reforzando el agarre a mi cintura.

Sólo pude responderle con un asentimiento de cabeza. Él me miró satisfecho y elevó un poco su rostro para igualarlo con el mío. Sus labios estaban tan cerca que podía sentir su respiración chocando contra los míos. Lo vi sonreír y una fracción de segundo después se encontraba sobre mi boca, iniciando un beso lento, porque se detenía a saborear mis labios con parsimonia, pícaro, porque jugaba con su lengua pretendiendo que le diera acceso a mi boca, y cariñoso, porque estaba siendo sumamente gentil.

¿Debería detener el beso?, se supone que lo odio y no quiero besarlo, pero si soy su novia, se supone que no debería repugnarme su beso. Pero lo extraño era que no me repugnaban sus labios, a pesar que no le correspondía el beso, y mantenía mi cuerpo estático, las sensaciones que me abrumaban no eran de asco, no, todo lo contrario. Me sentía como una fogata, encendida a fuego vivo, con chispas que se alteran violentas, y calor sofocante. No lo pensé mucho más, esta vez hice lo que mi cuerpo pedía y no lo que mi cerebro decía, me dejé llevar por Marcus, abrí la boca y dejé que me profanara los labios apasionadamente. Incluso participé. Intercambié pequeños besos, pero cuando succioné su labio con fuerza se detuvo abruptamente.

— Auch... — se quejó y supe lo que había sucedido. Le había vuelto a abrir la herida e incluso había ensuciado mis propios labios de su sangre.

— Lo siento — me disculpé realmente avergonzada. El sentimiento de culpa era real.

— No importa — exclamó entornando una sonrisa de alegría y luego me abrazó con fuerza— Soy tan feliz en estos momentos — Marcus escondió su rostro en mi hombro y lo escuché inhalar el perfume de mi cabello — Te amo tanto.

Yo le rodeé el cuello mientras el corazón me palpitaba desbocado. ¿Por qué estaba tan nerviosa?, ¿Por el beso?, ¿Por su "Te amo tanto"?, o ¿Por qué estaba empezando a sentir culpa por engañarlo?

Mis pensamientos se interrumpieron cuando escuché ruido del otro lado del baño, la casa parecía estar alterándose.

— ¿Te pudiste comunicar con Lea? — esa era la voz de Jeremy.

— No contesta el teléfono — Nicholas sonaba asustado, sumamente preocupado, tanto que había pronunciado aquella respuesta con la voz entrecortada.      

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