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CAPÍTULO 18

Froté mis palmas contra mis ojos, mientras las lágrimas caían sin detenerse.

— ¡Diana! Espera, no te vayas — mi corazón se heló al escuchar su voz, nunca pensé que saldría a buscarme. No me volteé, no quería que me viera llorar, así que me aclaré la voz, para que no se notara que estaba llorando y le respondí dándole la espalda.

— Voy a dar una vuelta y vuelvo.

— No te enojes. ¡Es que Marcus es un idiota!, ¡Me saca de quicios!, a partir de ahora trataré de ignorarlo para no arruinar las vacaciones — ¿Qué?, ¿Acaso pensaba que estaba enojada porque estaban discutiendo?, ¡Qué ciego es!

— No estoy enojada por eso — dije y di un giro leve del rostro para verlo parcialmente, procurando que él no pudiera percatarse de mi rostro sonrosado por las lágrimas.

— ¿Entonces?

— El viaje me mareó un poco. Necesito tomar algo de aire para recomponerme.

Vi de reojo como Nicholas hizo una expresión de incredulidad. Pensaba que le estaba mintiendo, y tenía razón, no estaba mareada por el viaje, pero tampoco estaba enojada por la discusión que tuvieron, sólo estaba triste. Nunca en la vida me sentí tan frustrada. Podía sentir como me atacaba un dolor al pecho, que me sofocaba, incluso mis manos temblaban ligeramente. Era difícil de soportar. Tenía deseos de girarme allí mismo y gritarle todo lo que estaba guardando en mi corazón desde hacía mucho tiempo: ¡Te amo!, ¡TE AMO! Eso gritaba todo en mi cuerpo y él no lo notaba. Retuve la necesidad de delatar mi amor, no podía arruinarlo ahora, tenía miedo que me rechazara, se veía muy enamorado de Lea, y sería aún más doloroso si prefiere a la princesita sobre mí. Soy una cobarde, lo reconozco, aunque duela y no intente hacer nada para cambiarlo. Siempre actuando a espaldas de Nicholas, arruinando sus relaciones, y ahora, planeando arruinar también la que tenía con Lea. No soy la heroína de un drama romántico, no, soy la villana, la harpía que busca separar a la pareja protagonista. Nunca podré ser yo la novia. Pero tengo palabra, y la cumpliré, le prometí a Helen que si al terminar las vacaciones no me había ganado el amor de Nicholas me rendiría, y lo haría realmente, pero por eso ahora mismo tenía que dar todo de mí, y acabo de darme cuanta con lo que pasó en esa discusión que tuvieron Marcus y Nicholas, que no será fácil, y que tendré que recurrir a planes sucios. No podía perder más tiempo. Y fue en ese momento que dejé de llorar. Mi corazón se endureció y se volvió frío. Tenía que volverme fuerte. Estaba determinada.

— Deja que te acompañe, no vayas sola si te sientes mal.

Me giré, ya no lloraba, pero en mi rostro aún estaban las señales de que lo estuve haciendo. Era vergonzoso que me viera así, y nunca le mostraría mi rostro de esta manera, odiaba que me vean como débil, pero estaba desesperada, quería tocar su corazón, de la manera que sea. Y si me veía llorando podía despertar en él un sentimiento de protección, y de ahí encausar el sentimiento a algo mayor, hasta convertirlo en una persona que no pueda vivir sin mí.

Nicholas se sorprendió al verme con los ojos llorosos. El corrió a abrazarme. Me abrazó con fuerza. Pude sentir como sus brazos me apresaban, y sus puños se ceñían a mi ropa. Yo lo envolví de igual forma, y recargué mi rostro en su hombro, mientras ocultaba una sonrisa contra su piel.

— Lo siento — masculló cerca de mi oído. Mi corazón se aceleró al sentir como su aliento cosquilleaba mi piel — Prometo ya no pelear más. Tendremos un buen descanso de la facultad. Sin peleas ni discusiones.

Fruncí el ceño, realmente es un chico lento.

— No estaba llorando por eso — confesé mientras un calor insoportable se apoderaba de mi cuerpo, la cercanía de Nicholas era peligrosa para mi salud mental.

— ¿Entonces? — preguntó preocupado mientras deshacía el abrazo.

— Es que... — me callé unos segundos y me removí nerviosa. Pude ver en el rostro de Nicholas como acrecentaba la preocupación. Mi plan estaba funcionando, en este momento sólo pensaba en mí, y en nadie más. Tal vez elegí mal la carrera. No tuve que haberme anotado para estudiar Filosofía y Letras, sino Teatro y Cine, sería una gran actriz de telenovela mexicana.

— ¿Qué pasa? — me animaba a hablar mientras me sostenía las manos con delicadeza, pero de una manera reconfortante.

—La canción me puso triste — dije y al final ahogué un quejido como si intentara evitar llorar de nuevo, aunque en realidad ya no tenía deseos de derramar ni una lágrima.

— ¿Por qué?

— Es que hay alguien que me gusta — este es mi momento. Mi corazón se aceleró con nerviosismo, podía arruinarlo todo, por eso debía tener mucho cuidado con cada palabra que diría a continuación.

— ¿Quién?

— No... no puedo decirte — bajé la mirada al suelo luego de decir aquellas palabras. Simulé estar avergonzada y sentí como Nicholas aumentaba la fuerza con la que me sostenía las manos.

— ¿Por qué no?

— En serio, no puedo decirte.

— ¿No confías en mí?

— ¡No es eso! — estaba funcionando, podía ver de reojo como en la mirada de Nicholas se encendía el interés, estaba desesperado por saber quién me gustaba.

— ¿Entonces por qué no puedes?, yo siempre te conté todo, siempre supiste quien me gustaba. ¿No puedes confiar de la misma manera que yo confío en ti?

— Quisiera decirte, pero en serio no puedo decirte quien es — volví a levantar la vista para encararlo. Le mostré una expresión triste y desesperada, una de dolor, una que estaba sufriendo por amor.

— ¿Lo conozco? — lo vi fruncir el ceño. Ahora tenía miedo de saber quién me gustaba, estaba preocupado.

— Sí — dije con miedo fingido, intentando que Nicholas interprete el peligro en mi respuesta. Quería que se vuelva loco, que se rompa la cabeza pensando en mí, que se preocupe pensando a quien le pertenecía mi corazón, lo quería ver encendido en celos. Lo quería sólo para mí.

— ¡Dime quien es! — Nicholas había cambiado la expresión de su cara, estaba enojado. ¿Eran celos?, no podía saberlo con exactitud, sentía el deseo de sonreír, me sentía victoriosa, pero frené mis labios antes de levantar una sonrisa y lo miré con los ojos destilando arrepentimiento — ¿Por qué no puedes decirme quién es? — dijo esta vez más calmado, luego de ver mi expresión de cachorrito arrepentido.

— Porque tengo miedo. Tengo miedo de que sepas quien es y de cómo puedas reaccionar.

— Es alguien que me cae mal, ¿Por eso no quieres decirme quién es?

Lo miré fijamente y no le respondí. Ante mi silencio la expresión rabiada en el rostro de Nicholas se acentuó. Quería verlo más loco, más desesperado, que rogara por saber que guardo en mi corazón.

— Respóndeme.

— ¡Nick! — justo a tiempo.

Lea salió por la puerta principal y vio de Nicholas a mí, cuando me vio con la cara llorosa su boca se abrió sorprendida.

— ¿Qué pasó? — preguntó preocupada.

— Diana estaba...

— No — detuve las palabras de Nicholas antes de que dijera algo más — Por favor no le digas. Por favor — le dije en una súplica.

Nicholas asintió levemente, podía ver que estaba más calmado, pero igual podía percibir la tensión en su cuerpo.

— Diana estaba descompuesta por el viaje.

— Oh, pobrecita. En mi cartera tengo unas pastillas para el mareo.

— No, está bien. Gracias. Tomar un poco de aire me hizo bien.

— ¡Ah, qué bien! — y con eso Lea se olvidó de mí, tomó a Nicholas de la mano y lo empujó suavemente en dirección a la casa — Hay algo que quiero mostrarte.

Nicholas me miró sin saber qué hacer. Estaba dividido entre quedarse para averiguar que me sucedía y en obedecer a su novia. Sentí una punzada en el corazón cuando se giró en dirección a la puerta de entrada, pero ya sabía que la elegiría a ella, pero igual dolió, pero la próxima vez me elegirá a mí, me prometí eso a mí misma. Nicholas mientras caminaba se giró y me dijo: — Luego hablaremos bien — a lo que yo le respondí con una sonrisa triste.

En el momento que Nicholas entró a la casa mi cuerpo perdió toda fuerza. No podía creer lo que había hecho, ni sabía de dónde había sacado el valor para hacerlo. Las rodillas me temblaban y me sentían como una gelatina. Caminé temblando hasta el árbol más cercano y me sostuve de él para no caerme. Nunca había enfrentado a Nicholas de manera tan directa. ¡Mierda!, ¿Qué pasará ahora?

Comencé a caminar cuando sentí que las fuerzas volvían a mi cuerpo. Tenía el bosque frente a mí, necesitaba perderme un rato, así que ingresé en él.

Caminé internándome entre los árboles y me senté en una roca. Me agaché y me tomé la cabeza con ambas manos. ¿Y ahora qué?, ya no había marcha atrás, lo que sucedería de ahora en adelante era fundamental en la relación que tenía con Nicholas. Después de esta semana podía pasar de todo, podíamos seguir como estábamos, podía vencer la barrera y convertirnos en más que amigo, o lo peor, y a lo que más le temía, era que nuestra relación se dañara. Perder a Nicholas era algo que no quería ni imaginarme, de pensar en esa posibilidad me asustaba y abría un dolor en mi pecho. ¡Basta!, todavía no sucedió nada de eso, ya tendría tiempo de lamentarme una vez que termine la semana. Ahora debía concentrarme en sólo una cosa, si no quería conocer lo que se siente perder a quien amas: Robarle... no, mejor dicho, recuperar a Nicholas de las garras de la princesita.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando sentí como unas pisadas se acercaban en mi dirección. Levanté la vista y fruncí el ceño al verlo.

— Gracias por la cálida recibida.

— ¿Qué haces aquí?

— Estaba preocupado por ti, pero ver con la cara que me recibes, parece que me preocupé por nada.

— ¿Qué me puede pasar?

— La última vez que saliste sola te perdiste en el bosque, y casi pierdes el pie.

— De eso pasó mucho, y ya no soy una niña.

— Pero te puedes perder igual.

—Después de que te fuiste a España volvimos todos los años. Me conozco el bosque como la palma de mi mano — mis propias palabras me dieron una idea. En la casa hay algunas personas que no conocen el bosque tan bien como yo, incluso hay una personita que le tiene miedo a la oscuridad.

— ¿Por qué estas sonriendo malvadamente?

Lo miré ofendida y él caminó hasta mí para sentarse a mi lado. ¿Qué hace este patán aquí?, acaso no puedo tener un segundo de paz.

— Lo que estés tramando, no lo hagas. Te vas a arrepentir.

— Si no sabes lo que estoy tramando. ¿Ahora puedes leer mi mente?

— No, pero te conozco bien, que es casi lo mismo.

— ¿Así?, ¿Qué estoy pensando ahora?

— Seguro algo así como: ¿Qué hace este patán aquí?, ¿No puede dejarme en paz?

— Wow, ¡Impresionante!, es justo lo que estaba pensando cuando te vi.

— ¿Eso quiere decir que te impresioné? — preguntó moviendo sus cejas de manera sugerente.

Reí de manera burlona — Nunca — dije y fingió un puchero al recibir mi respuesta. Lancé un bufido por su expresión, está muy equivocado si piensa que con su carita de perrito huérfano puede comprar mi corazón. Marcus primero se sorprendió por mi reacción, pero luego lanzó una carcajada. Sus ojos me miraron con detenimiento una vez que su sesión de risas se acabó, su mirada estremeció mi cuerpo. Me miraba con tanta intensidad y pasión.

— No lo hagas— ¡Otra vez con eso! — No sé con exactitud que estas planeando, pero sé que no es nada bueno. Te vas a arrepentir.

— ¡No sabes nada!, ¡Cállate! — estaba enfadada, no quería escuchar lo que tenía que decir. Estaba dispuesta a ser la villana si eso me daría a Nicholas.

— Sí lo sé, me arrepiento de tantas cosas. Si no hubiera sido tan tonto de niño posiblemente ahora no me odiarías tanto.

— Bueno, en eso tienes razón.

— Es que no sabía cómo actuar, como expresarte mis sentimientos. Solamente mirabas a Nicholas y eso me volvía... ¡Me vuelve loco!, no sabía cómo llamar tu atención, por eso te molestaba. Pero no importa lo que haga ahora, parece que no puedes perdonarme.

— Es cierto, no puedo perdonarte y te odio por eso — Marcus me miró con dolor y me sentí culpable, tal vez ya debería perdonarlo, pero mi orgullo es fuerte y me negaba rotundamente a hacer las paces con él.

— Por eso, tampoco me puedo perdonar a mí mismo, la culpa y el arrepentimiento soy insoportable, y no quiero que pases por lo mismo. Que hagas algo de lo que puedas arrepentirte después. Sé que me odias y todo eso, pero te pido, por favor, que me escuches esta vez.

Me miró seriamente, estaba preocupado por mí, podía verlo en sus ojos. Mi corazón se removió inquieto, pero me negaba a aceptar cualquier cosa que provenga de Marcus, aunque sea un consejo.

— Entiendo lo que dices, pero ya tengo todo decidido. No necesito tus consejos.

Marcus me miró dolido. Mis palabas le habían lastimado como muchas otras veces. Estaba segura que yo le hacía más daño del que él me hizo cuando éramos niños, esa era venganza, y aunque el daño no se equiparara a las bromas de niños, nunca superé la humillación que me hizo pasar. Él se levantó de mi lado y se disponía a marcharse, pero antes de iniciar la marcha de regreso, me dijo una última cosa.

— Diana, lo que sientes por Nicholas no es amor. No estás enamorada, confundes el sentimiento. Sólo es un amor ideal, una obsesión enfermiza.

Sus últimas palabras causaron en mí una conmoción. Una obsesión enfermiza. Nunca lo había visto de ese lado. No, me negaba a creerlo, era amor, lo sentía en mí con seguridad, con fuerza, con locura y desesperación, podía ser el amor más doloroso y dañino, pero no era obsesión, no lo era, no podía serlo. Fruncí el ceño enojada, lo que Marcus está haciendo es lo mismo que yo intento con Nicholas, quiere cambiar mi corazón, pero no dejaré que lo haga, mi amor no es tan débil, nada podrá cambiarlo.

— No dejes que tus celos digan estupideces. Por qué no te guste verme enamorada de otro, no significa que puedes culparme por amarlo como lo hago. Es mi corazón y voy a amar a quien quiera.

— ¡Eres una hipócrita!, aquí la única que no deja amar a otro, eres tú, Diana. ¿Cuántas veces saboteaste las relaciones de Nicholas?, ¿Por qué no lo dejas ser feliz con otra? — Marcus me miró expectante, esperando una respuesta de mí que nunca llegó, no sabía que responder a eso— ¡Yo te respondo!, porque eres egoísta, y si tú no puedes ser feliz, nadie más lo será.

— ¡No hables, y me digas hipócrita!, tú eres el egoísta, tú eres el que no se rinde. ¿Cuántas veces te rechacé y sigues insistiendo detrás de mí? — el enfado que sentía me impulsó a levantarme de la roca que usaba como asiento. Lo miré desafiante, esperando a que hablara para volver a contradecirlo.

— Es diferente...

— No, no lo es.

— Sí, sí lo es, yo nunca me interpuse entre Nicholas y tú. Si puedes ser feliz con él, voy a rendirme, ¿No te lo dije antes?

Era cierto, lo había prometido en el viaje a la casa de la abuela, había prometido dejar de insistir si lo mío funcionaba con Nicholas. Bajé la vista un segundo y luego la volvía a levantar para encarar a Marcus, ¿Qué podía decirle?, ¿Cómo terminaría esto?, ¿Estaba encausando bien mis acciones?, ¿En verdad lo que sentía por Nicholas no era amor?, fruncí el ceño de inmediato, lo que Marcus quería era hacerme dudar de mis sentimientos.

— Bueno, espero que te rindas entonces, y cuando Nicholas y yo estemos juntos espero no verte nunca más en mi vida.

Los labios de Marcus temblaron ligeramente y tuvo que morderlos para que se detuvieran en su movimiento gelatinoso. Miró hacía otra dirección, no podía verme, no podía verme con el corazón lastimado, herido por mí. Mis palabras habían sido las más dolorosas, pero me sentía en peligro, sentía que mis sentimientos podían tambalear, no quería dudar, por eso necesitaba defenderme y no conocía otra manera más que dañándolo.

— Bueno, en ese caso, entonces da lo mejor de ti. Y que seas muy feliz con Nicholas.

— Sí, lo seré.

Y con eso Marcus se pegó la vuelta y se alejó, volviendo en dirección a la casa.    

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