Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 11

Salí de mi habitación cerrando la puerta lentamente, sintiéndome casi como una espía, mirando hacía todas las direcciones, deseando no encontrarme con nadie indeseado. Ya sabrán de quien habló, sí, me refiero al mismísimo Marcus Coop, que después de lo sucedido el día anterior en aquella acalorada conversación, de sólo recordarlo se me encendían las mejillas de la vergüenza, por eso quería evitar chocarme con él a toda costa.

Giré la llave sobre la cerradura, una vez que la puerta estaba cerrada, guardé la llave en el interior de mi cartera. Me giré en dirección al pasillo, y fue allí cuando me percaté de aquello, aquella imagen me fue tan familiar que arraigó un escalofrió por toda mi espalda, y produjo un encendido calor ascendente, desde mi pecho a mis mejillas. Doblé mis rodillas hasta quedar en cuclillas, extendí mi mano y tomé aquello que había causado aquella sensación en mí. Una flor amarilla. Ya había visto esta escena antes, varios años atrás, en mi niñez. Mi corazón se aceleró como loco, palpitando descontroladamente.

Llevé la flor a mi nariz, respiré profundo, percibiendo la fragancia de los pétalos, era tan dulzona y embriagadora. Una delicia. La vez anterior que había recibido una flor amarilla la había pisado con mi propio pie. Una acción cobarde y cruel por mi parte, debo confesar totalmente avergonzada. Pero, ¿Qué debería hacer esta vez con la flor?

Abrí mi bolso, mirando el interior con frustración, sabía que me arrepentiría de esta acción más tarde, no sé porque, pero estaba segura de ello. Tomé el libro de historia del arte, y abriéndolo por la mitad aproximadamente, coloqué la flor entre sus páginas, con sumo cuidado, mientras los dedos me temblaran ligeramente, como si estuviera cometiendo algún crimen, lo cerré y guardé el libro de vuelta en el bolso.

Me quedé unos segundos quieta, mirando a la nada, pensando en lo que acababa de hacer, ¿Acaso guardar aquella flor significaba aceptar algo?, no lo sabía con certeza, ni siquiera sabía que me había impulsado, en primer lugar, a conservarla.

Corrí por el pasillo de la universidad, pensando que llegaría tarde, me paré frente a la puerta del curso de anatomía, tenía historia del arte nuevamente, eso significaba sentarme junto a Lea nuevamente. Refunfuñé como si me encontrara rabiosa, esa idea no me agradaba ni un poco.

Me senté en el banco que me había asignado yo misma desde el primer día, minutos después llegó la princesita, y como esperaba, me saludo con una estúpida sonrisa y se sentó a mi lado.

- ¡Buenos días, compañera! - ¿En serio, no podía poner una cara más estúpida en la mañana?

- Hola - le respondí secamente, mientras sacaba mi cuaderno y mi libro, dejándolos sobre la mesa.

Minutos después entró el profesor, con un rostro muy poco amigable, parecía que se había levantado por el lado incorrecto de la cama. Se sentó en la silla de su escritorio, como si su cuerpo pesara una tonelada. ¿Qué le había sucedido?

- Disculpen la demora - comenzó a hablar, mientras fruncía el entrecejo al mismo tiempo - Tuvimos una junta con los miembros directivos, la institución está sufriendo muchos problemas eléctricos últimamente... - y como si sus palabras fueran algún tipo de invocación, repentinamente la luz se fue, dejando la sala a completa oscuridad, la única luz provenía del brillo artificial de los huesos plásticos de los esqueletos, parecía que estuviéramos en una casa de brujas, esa idea me causó cierta gracia.

A mi lado alguien lanzó un grito agudo, que casi perfora mis tímpanos como si de una daga se tratara, me llevé el dedo índice al oído, realmente eso dolió. Un momento, ¿Quién había gritado?, ¿Lea?

- Diana, tengo miedo - me dijo la princesita mientras se aferraba a mi antebrazo como un parásito chupa sangre. ¿Esto es real?

Sacudí mi brazo, intentando que la estúpida niña me soltara, pero parecía aferrarse aun más fuerte, ¿En serio esperaba que la consolara?

¡Esperen un momento!, ¿Ahora estaba llorando?

Escuché un pequeño sollozo proveniente de mí compañera de banco. Sentí un pequeño apretujón en mi pecho, como si mi corazón se encogiera, ¿Acaso estaba sintiendo lástima por ella?

― Diana, perdón, pero le tengo miedo a la oscuridad ― dijo aferrándose a mi brazo aun más fuerte.

Levanté mi mano libre, y di pequeñas palmaditas sobre la cabeza de Lea, intentando tranquilizarla. Realmente no podía creer que yo estuviera haciendo esto.

Volvió la luz, y sinceramente sentí su regreso como una clase de milagro, ya que no podía soportar más esta situación.

Miré a mi lado, percatándome del rostro de Lea, envuelto en lágrimas, se veía tan pequeña e indefensa, ¿Acaso eso es lo que le gusta a Nicholas?, ¿Alguien tan frágil que necesita ser protegido constantemente?, tal vez él lo veía tierno, pero yo lo tomaba como una persona patética, ciertamente no se merecía a Nicholas.

Lea soltó mi brazo lentamente mientras se tallaba un ojo con el puño cerrado. Que cuadro más patético, ¿Qué edad tenía?, ¿Cinco?

- Eres una buena amiga - dijo en un susurro, esbozando una sincera sonrisa.

¿Amiga?, creo que realmente interpretó mal las cosas. Porque yo sea la mejor amiga de su novio, no significaba que por consecuencia también lo fuera de ella. Yo la detestaba, nunca podría verla como una amiga.

- ¿Ya lo ven? - preguntó el profesor refiriéndose al corte de luz -No se pueden dictar clases en estas condiciones. Bueno ahora abran el manual en el capítulo que tenemos pendiente para la clase de hoy.

Abrí el libro delante de mí, encontrándome con la flor amarilla, aplastada justo entre la última hoja del capítulo nueve y la primera del capítulo diez. Qué coincidencia.

- ¿Y esa flor? - preguntó Lea mirando la margarita con los ojos brillosos - ¿Acaso tienes novio?, ¡Cuéntame!- exigió entusiasmada, dando pequeños saltitos en su asiento.

Mi rostro se tiñó de rojo escarlata, y la vena de mi cuello palpitó frenética.

- Emm - balbuceé un poco, esquivé sus ojos, por miedo a que descubriera la vergüenza en mi cara - No es lo que piensas - ¡Ya cállate!, ¡Esto parecía una pesadilla infinita de nunca acabar!

- ¡Vamos!, ¡Somos amigas!, tienes que contarme todos los detalles, ¿Es lindo? - preguntó lo último lanzando una risilla acallada, por temor a que el profesor nos descubriera hablando en mitad de su lección sobre el estilo jónico y no sé qué otras cosas.

Me presioné el puente de la nariz con frustración, esta princesita mimada estaba colmando mi paciencia.

- No es lo que piensas, es un amigo de la infancia - le dije sin pensar, la verdad es que Marcus ni siquiera era mi amigo, ni mucho menos, pero era una buena excusa para acabar con su interrogatorio.

- De la amistad al amor solo hay un paso - me dijo con una enorme sonrisa en el rostro mientras señalaba al techo como si esa fuera una posición especial para recitar un sabio proverbio.

Sentí como mi garganta quemó en vergüenza, tartamudeé cosas ininteligibles, sin saber que responder. Por suerte el profesor salió a mi rescate.

- Bonho y compañía. Veo que están muy entusiasmadas por la clase - nos interrumpió el profesor, mirándonos con unos ojos asesinos que podrían condenar a cualquiera a una vida de tortura.

- Lo sentimos, profesor - dijimos ambas a coro.

Por suerte nuestra conversación acabó allí, y Lea no volvió a tocar el tema por el resto de la clase, para mi suerte, pero a pesar de que no volvió a hablarme, de igual manera ya no le presté atención a las palabras del profesor, primero no podía sacarme esa flor de la cabeza, la cual traían a mí recuerdos de la infancia, y al mismo tiempo me preguntaba por qué me había sonrojado cuando Lea me preguntó si Marcus era mi novio, e incluso había insinuado que podríamos serlo en el futuro. Esa posibilidad debería asquearme, no avergonzarme. ¿Qué estaba pasando conmigo?

Pasada dos horas, tocó el timbre que indicaba la culminación de la clase, Lea se levantó y se quedó parada a lado de la mesa, mirándome con una estúpida sonrisa plasmada en su boca roja. ¿Estaba esperándome para salir juntas?, ¡Ni de broma!

- Eh, adelántate, tengo que hablar unas cosas con el profesor - me excusé con la primera mentira que vino a mi mente.

Lea, por supuesto, se creyó mi mentira ingenuamente, y despidiéndose, con aquella idiota sonrisa que parecía pegada a su cara, se fue por la puerta.

Esperé que todos salieran del curso, incluso el profesor hasta quedarme sola.

Caminé lentamente entre las filas de pupitres, y un maniquí en especial llamó mi atención. Tenía el torso desnudo, mostrando los órganos internos, corazón, pulmones y otros más que no recuerdo, pero su rostro me era familiar al de Nicholas de una manera muy absurda. Obviamente no podía comparar la belleza de Nicholas con este muñeco de silicona, pero me vi tentada a hablarle. Sé que acabo de sonar como una loca, pero necesitaba hablar de mis sentimientos con alguien, aun que sea un muñeco muerto, que obviamente no escucharía lo que diría, pero bueno, no había nadie aquí para juzgarme como una demente, estaba completamente sola en el aula.

Me paré, enderezando la espalda, como si se tratara de que tuviera que enfrentarme a algo peligroso.

- Nicholas - susurré - Sé que nunca te lo he dicho, pero ya no puedo soportarlo. Estos sentimientos que he estado guardando durante mucho tiempo cada vez se vuelven más pesado, haciéndolos imposible seguir sosteniéndolos en el interior de mi corazón - me detuve en seco, esto era muy difícil de confesar, incluso a un maniquí - Te amo. Te amo - repetí, por si el muñeco no había escuchado bien la primera vez - Siempre lo hice. Ya no puedo seguir negándolo al mundo, ya no puedo seguir ocultándotelo. Amo todo de ti. Absolutamente todo. Tus virtudes y defectos. Todo. Tu voz y tus silencios. Cada centímetro de tu cuerpo y cada rincón de tu alma y pensamiento. No hay nada de ti que no me guste, porque eres perfecto para mí - sentí como un nudo hizo presión en mi garganta, pero lo detuve allí, no lloraría, debía permanecer fuerte. Escabullí mis dedos en el interior del muñeco, sacando el corazón de plástico, lo miré como algo valioso y lejano al mismo tiempo, aun que lo tuviera justo sobre mis dedos - Sólo espero que algún día tu corazón me pertenezca, como él mío siempre ha sido tuyo.

Mis dedos temblaron haciendo que el corazón cayera al suelo, rodando hasta esconderse debajo del escritorio del profesor.

Mis manos viajaron hasta las mejillas sonrojadas del maniquí, las aprisione con fuerza, como si el muñeco pudiera resistirse a mi toque.

- Te amo - dije con fuerza - ¡TE AMO! - grité, y sin poder controlar mis movimientos, mi cuerpo se movió solo, chocando mi boca con la del maniquí. Moví mis labios con desespero y hambre, pero lo único que sentí en mi boca fue un horrible sabor a plástico y pintura vieja.

- ¿Qué estás haciendo? - preguntó una voz familiar, haciendo que mi piel se erizara de inmediato.

Reaccioné de inmediato, salí corriendo, traspasé la puerta del aula y corrí al baño, estando segura que con la velocidad que me escapé el profesor no había llegado a ver mi rostro.

Me encerré en el primer cubículo respirando con dificultad. Mi corazón latía de manera poco normal, sentí que me iba a dar un infarto. Eso estuvo cerca.

Mis ojos bajaron a mis manos, y lo que vi hizo que me atragantara con mi propia saliva, comencé a toser hasta que pude recuperar el aire.

Me había traído conmigo la cabeza del maniquí.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro