Antes de comenzar, me disculpo por no haber actualizado, me han acortado mucho mi tiempo libre, recién comienzo un nuevo semestre en la universidad y ya me han cargado proyectos de las 8 materias que llevo. He decidido que haré lo posible por actualizar una vez por semana, espero me comprendan y sin más preámbulos comencemos el capitulo.

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Un par de días más su rutina era la misma, oficina, recorrido, bar y castigo; se comenzaba a hastiar mucho más de lo que estaba por el ultimo acontecimiento de su día a día pero tendría que tener la fuerza y el coraje necesario para poder soportarlo quien sabe por cuánto tiempo más, ahora respiraba hondo desde el otro lado de su escritorio, viendo la pantalla de su computadora con pereza, esperando a que aquel reloj de pared enfrente de él diera la hora exacta.

Se apoyó en una de sus manos y sin pensar cayó en un sueño placentero que no tenía desde la primera vez que aquellos puños se lanzaban furiosos sobre su blanco rostro, su respiración calmada solo denotaba paz y tranquilidad una que alguien como él anhelaba tener a diario, cada noche después de volver de aquel bar; el sonido de una alarma lo despertó, era hora de salir de ahí rumbo a su siguiente trabajo al aire libre, por las culturales calles de la tan hermosa Granada, por aquellas bellas paredes de las construcciones musulmanas más impresionantes en territorio hispano.

Todo parecía marchar bien, su voz guiaba a aquellos que le seguían, distintos rostros con la misma expresión de asombro, admirando cada detalle en las paredes y en los jardines aledaños, cámaras haciendo el sonido común de guardar recuerdos, pasos de un lugar a otro, sus explicaciones y lo mucho que sabía de aquella parte de su patria hacía de su labor el más exquisito patio de juegos para las mentes dispuestas a conocer un poco más.

Ni siquiera se dio cuenta cuando su jornada terminó, ahora se dirigía al bar en las afueras de su amada cuna, esa cuna que Shura denominaba como "la cuna de todos su buenos males o la cuna de todos sus bienes malos", ambas con la presencia escondida de su sufrimiento y de su alegría, de su dicha y su desgracia, de su cielo y de su infierno en el mismo lugar.

Entro como de costumbre saludando al dueño de aquel lugar que se había convertido en un amigo, le llamaban "Death Mask" aunque su nombre real era Ángelo, un Italiano que escapo de su patria y de sus responsabilidades para poder tener la vida que siempre quiso, una vida quizá no con todas las comodidades pero si feliz, prefería estar ahí que en su natal Italia detrás del escritorio firmando y leyendo papeles aburridos; estaba por dar comienzo el pequeño espectáculo que Shura otorgaba cada noche, sintiéndose libre aunque solo fueran un par de minutos.

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Aquel contrato estaba en sus manos y solamente tenían que firmarlo, Camus y Milo sonrieron con una clara muestra de satisfacción, esa noche pasarían a un bar cercano a celebrar aquel triunfo, eso era lo que merecían por tan buen esfuerzo; las pacificas calles de Granada los trasladaban por un momento a Grecia, con ese aire que golpea el rostro con delicadeza y el cielo ya casi oscuro sobre sus cabezas solo podía reafirmar aquella tranquilidad.

Se adentraron en aquel bar, sencillo pero acogedor, decorado con telas rojas y luces amarillas de un brillo muy tenue, tomaron asiento en una de las mesas frente al escenario de madera con reflejantes apuntando al centro de este, se miraron un poco extrañados, eso en absoluto parecía un burdel, ni mucho menos una cosa similar pero tenía aquel proscenio; estaban tan perdidos en aquel asunto que ni siquiera notaron como aquel italiano se acercaba a ellos.

- ¿desean alguna bebida? - preguntó el italiano con una sonrisa amable

-La especialidad de la casa - respondió Milo

Asintió con la cabeza y dio media vuelta, luego de unos minutos regresaba con dos vasos de cerveza espumosa y de un olor exquisito, los puso frente a cada uno y se retiró de ahí, pronto sería la tan ansiada hora para aquel muchacho que estaba detrás de la cortina del escenario acomodando una bonita mascara en su rostro, no permitiría que su "publico" viera cuan infeliz era su vida fuera de ese lugar, aislado de los acordes de una guitarra.

Las luces se apagaron totalmente y los reflectores se dirigieron a la persona que se encontraba en medio de aquel escenario con la típica pose de un experto bailarín, la melodía comenzó a sonar y los pasos de Shura se hacían uno solo con aquellas notas, dejó que el sonido se fusionará con su piel, dejó que aquellas palabras le hicieran el amor con la cadencia y la pasión de un amante fortuito y verdadero, dejo su dolor abandonado en una esquina de ese bar y se sodomizó ante el placer de la danza.

Los azules ojos de Milo no se despegaron ni un solo segundo de aquel muchacho, se clavaron en sus manos flexibles y en la espontaneidad de sus caderas, se perdió entre la realidad y la fantasía que aquellos movimientos provocaban, una dimensión alterna donde no había nada más que el compás de un cuerpo envuelto en notas musicales; Camus también estaba fascinado, nunca en su vida se imaginó ver a un varón bailando en ausencia de una dama sin embargo no le dio importancia a ese asunto.

La música soltó su última nota y la última palabra a la par del freno que Shura puso a sus movimientos, los aplausos no se hicieron esperar, Shura hizo una pequeña reverencia y salió del escenario por detrás de la roja cortina encontrándose frente a frente con el italiano.

-Magnifico como siempre

-Te lo agradezco, sabes que amo hacer esta clase de cosas aunque... -Guardó silencio, Ángelo lo sabía pues la primera vez que llego con el rostro destrozado, Death fue el único que, de cierto modo, pudo reconfortar su alma.

-Lo sé, no tienes que recordarlo Shura, quiero hacerte una propuesta

Sus oscuros ojos se desorbitaron, ¿una propuesta? ¿Así, tan de repente?, bien sabía que aquello no iba por buen camino, no cuando se trataba de la mente del italiano y las ideas que surgían de esta, podrían ser más que jefe-empleado, eran amigos pero esa clase de espontaneidad aun le seguía sorprendiendo.

-Te escucho.

La sonrisa burlona en sus labios no se hizo esperar, estaba casi seguro que no se negaría, no esta vez, no después de todo lo que había pasado, Death Mask sabía del infierno que aquel muchacho sufría cada que abría la puerta de su casa y apostaría hasta su alma afirmando que las palabras que salieran de la boca del español serian afirmativas.

-Ven conmigo y con Afrodita a Suecia, estoy seguro que sería el último lugar dónde ese cerdo te buscaría.

-No puedo, no dejare a mi madre

-Ella puede venir estoy casi seguro que a Dita no le importara; Shura, escucha - Ángelo tomo de los hombros al de cabellos negros - lo que llevas dentro puede ser la más bella y dulce flor o también el más letal y mortífero licor solo tienes que decidir cual de los dos marcará tu destino

Solo pudo sonreír con tientes de melancolía y volvió a negar, Suecia sonaba al paraíso, pero... para alguien como él, las puertas del jardín predilecto estaban cerradas hasta nuevo aviso y custodiadas por un ángel deformado y que más bien, parecía ser uno de los vasallos del bajo mundo astral.

Salió de ahí con su pago entre las manos y como de costumbre con el miedo anidándose en su piel y recorriendo cada célula de su cuerpo, arrasando con la tranquilidad y la paz de su alma, encerrando la sonrisa en una cárcel de interminable tortura.

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Despues de ver a ese muchacho desaparecer tras el escenario, Camus y Milo dejaron en la mesa una suma de 20 euros cada uno y salieron de ese lugar con dirección a su alojamiento, definitivamente volverían todas las noches, ambos estaban fascinados y embelesados por aquello que habían visto.

¿Magia española?, ¿Magia artística?, que importaba, ciertamente había algo ahí que estarían encantados de descubrir, mientras tanto solo había que descansar y prepararse para unos cuantos asuntos legales más y el resto del mes seria solo diversión en tierra española.

Dan R