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Se encontraba en la misma situación de hace días, perdido entre los ojos de aquel español, refugiado entre las dos gemas oscuras, como si aquello le diera el alivio que necesitaba, como si aquella acción le diera mucho más de lo que podía pedir y resistir, bendita la suerte de haberlo encontrado, bendita la suerte que él lo haya seguido.
Fue él, el único culpable de lo que ahora estaba por hacer era nada más y nada menos que su culpa, no, no era de él la culpa, en asuntos del corazón, dicen por ahí, no existen reglas de dos y valla que tenían razón, nunca, jamás en su vida se imagino volver a ponerle nombre a su insomnio, apellido a sus nervios, nacionalidad a sus fantasias y edad a sus sentimientos, pero ahora volvía a hacerlo quedando aquello como: Shura Alshat, español, 23.
No espero ni un minuto ni una invitación, se lanzó a donde su mente traicionera lo guiaba, a unirse con esos rosados y delgados labios, probar de nuevo el alivio y la paz en labios de un español, lo hizo, Milo lo beso, con delicadeza, con ansia, con pasión, con fuerza, con todo menos malicia; lo besó con la fiereza de una estrella fugaz, con la belleza del sol en el alba, con la violencia del arcoiris que aparece en el cielo, con todo lo que su roto corazón podía ofrecer.
Shura también se culpaba por haberse dejado a la deriva a los deseos de Eros, por haber dejado que aquel rubio le hiciera volverse loco, pero a veces el corazón tiene motivos que la razón no comprende; no lo detuvo, no lo hizo pues se perdió, su cordura, sus sentidos, él; logró probar la libertad en brazos y en los labios de un extraño que más bien ya no era un desconocido.
— ¿Has pensado en lo que te he dicho? — pregunto el español
Milo negó con la cabeza, había considerado aceptar la propuesta de Shura y salir de ahí, pero si lo hacía seria como estar huyendo del destino, queriendo evadir lo que debía enfrentar, si aceptaba irse estaría siendo, según sus ideas, un cobarde, un cobarde que huye de la batalla sin ni siquiera haber comenzado y él no era un cobarde.
—Ya sabes la respuesta, agradezco lo que estás haciendo por mí, pero esta vez me temo, no podré ser libre si no enfrento esto de frente.
—Te comprendo, aunque rechaces esa propuesta, no voy a aceptar que rechaces una pequeña salida, un paseo por las calles de esta ciudad, ¿me concedes esta pequeña petición, por favor? — Shura extendió una de sus manos y Milo la tomó, salieron de la casa, seguidos por Ángelo y Afrodita quienes iban a otro lugar y finalmente por Camus que decidió tomar aire.
※※※
Preparados y con el plan en la cabeza, dispuestos a todo, a cumplir con la venganza de aquel que sonreía de manera amplia ante ellos, con la intención sin fundamentos de hacerle pagar a Milo todo lo que aparentemente era culpa suya pero que de culpable solo podía tener la suerte de haber estado ahí en el momento menos oportuno y haberse dejado llevar por sus sentimientos, dicen que el amor es ciego, que puede ser cruel, la enfermedad y la cura, la bala que mata y el antídoto que resucita a los muertos, el bien y el mal, el cielo y el infierno en un mismo sentimiento.
Aquel muchacho tomó su teléfono, tenía que llamar a una persona que seguro estaría feliz de escuchar la buena nueva que le tenía, la belleza española que había llegado con Milo tenía mucho más "jugo" del que pudo imaginar y ahora estaba a punto de hacer, según sus palabras, una obra de caridad.
—Señor Alshat, un gusto saludarlo.
"joven Hemal, el gusto es todo mio, ¿a qué se debe el honor de su llamada?" la voz del otro lado de la línea disimilaba el nerviosismo que la voz del muchacho le provocaba
—Solo le llame para darle una buena noticia, su hijo está en tierras griegas y me temo, se ha desviado del camino, supongo estará complacido si le ayudo a llevarlo de vuelta con usted.
"Si, joven Hemal, le estaría muy agradecido".
—Entonces le mandaré la dirección y ahí nos reuniremos, luego le daré los detalles. — sin dejarle terminar, colgó e inmediatamente le mando la dirección de la casa del griego y como lo había planeado, salió acompañado de sus tres informantes.
Frente a la casa de color blanco estaban las cuatro personas, Aioria ingreso la llave que había conseguido gracias a Camus y abrió la puerta principal, comprobando con alegría que se encontraba totalmente vacía, Shaka ingreso después de él, seguido de su jefe y por ultimo del otro muchacho.
—Esperaremos a nuestros queridos invitados aquí, ¿les parece?
Solo asintieron, era lo único que les quedaba, después de todo prometieron estar ahí en todo momento, ahora solo quedaba esperar que los habitantes de la casa atravesaran la puerta principal, en realidad solo le importaba uno de ellos, el que había provocado su locura y por quien estaba haciendo todo esto, aquel que había lastimado y que lo había lastimado a él también.
※※※
Un par de horas fuera y regresaron, fin de semana, sin ningún plan para el trabajo, solo querían llegar y poner un buen maratón de películas acompañado de palomitas y un montón de dulces más, era el plan perfecto, después de todo Milo y Shura habían dado comienzo a una relación, solo regresaban tres personas a casa, el italiano y su pareja habían decidido explorar un poco más la ciudad.
Caminaban tranquilamente por la calle que les conducía a su hogar, hablando de cosas triviales, el trabajo y como es que Shura había llevado consigo el flamenco hasta Grecia y como había sido aceptado y alabado por todos los presentes en aquel bar, uno cuantos metros antes Milo se detuvo de forma abrupta, frente a la casa estaban dos autos negro de vidrios polarizados, Shura y Camus hicieron lo mismo, con un poco de miedo siguieron su camino hasta la puerta principal.
La mano de Milo temblaba y ni siquiera había metido la llave en la cerradura y ya estaba muriéndose de los nervios, en cuanto lo logro su mano giro la perilla y la puerta se abrió de lleno, dejando ver a cuatro figuras dentro de la casa, dos de ellas ingresaron por las retinas del griego poniendo frente a sus ojos los recuerdos más dolorosos de su existencia.
—Shaka Zaniah, Aioria Leonis y Aldebaran Elnath, ¿qué hacen aquí? — Camus se adelantó a preguntarles qué diablos estaba pasando mientras Shura tomaba con fuerza la mano de Milo tratando de calmarlo, se le notaba el miedo en los ojos.
—Yo puedo responderte, mi querido Camus — aquel muchacho caminaba lentamente, como si quisiera poner aún más tensión en el ambiente. — Pero antes de responder tu duda, déjame saludar, Milo Acrab, es un gusto volver a verte, amor mio.
Milo empalideció, no podía creerlo, no, su mundo se derrumbó en mil pedazos en ese mismo instante, ya no había nada que pudieran hacer, ya no podía escapar, pero se sentía atrapado, sin fuerza, como su alma lo hubiese abandonado a su suerte, a la deriva en ese momento en donde más le necesitaba, se armó de valor, si no era ahora, no tendría ya jamás otra oportunidad.
—Hemal, Mu Hemal ¿qué es lo que quieres de mi?
Dan R
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Ya sé, ya sé, me están tirando piedras imaginarias por corromper al inocente y tierno borreguito del zodiaco, pero pues ese era mi plan desde el principio, bueno solo les digo que este es el penúltimo capitulo, y ya sé que no hay muchos momentos románticos entre Shura y Milo pero la verdad no es muy de mi estilo, les pido disculpas por eso.
Muchas gracias por apoyar esta historia
ya saben, cuídense mucho, nos leemos en el próximo capitulo y ya saben, si tienen alguna duda preguntenme.
Dan R
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