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Luego de haber recibido aquella llamada regresaron sobre sus pasos hasta la oficina principal donde aquel muchacho los esperaba con una mirada maliciosa y una sonrisa de oreja a oreja, era definitivamente uno de esos días sin descanso pero demasiado tranquilo como para quejarse.

Después de casi media hora escuchando los planes que su jefe tenía para ellos, los tres muchachos salieron de nuevo rumbo a la casa del griego, tomando de nuevo una posición estratégica.

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El auto del griego aparcó frente a la casa y todos descendieron de aquel vehículo, Camus fue el primero en entrar a la casa seguido de Afrodita y Death Mask, tras ellos caminaba Shura quien era seguido por un nervioso Milo quien veía en todas direcciones como si alguien le estuviese observando con malas intenciones, el español se percató del cambio tan repentino de aquel chico así que detuvo sus pasos y tomo la mano del rubio llamando su atención.

- Milo, ¿Te sientes bien?

Esa voz lo sacó de sus pensamientos devolviendo a la realidad, dándose cuenta que quizá solo era paranoia suya pero podría jurar que alguien lo observaba sumandole que aun tenía viva la imagen de su pesadilla, ese chico que le dio lo mejor y lo peor de su vida.

- Si, estoy bien, no te preocupes por eso Shura.

El español tomo de los hombros a Milo y lo sacudió un poco queriendo con esa acción hacer reaccionar un poco al griego cuya mirada estaba tan pérdida en un punto que parecía que la vida se le iba de a poco.

- dime la verdad, ¿Que pasa?, ¿es por Ángelo y Afrodita? - de verdad se había preocupado.

- No es por ellos, eso solo que... - sacudió un poco la cabeza, no era el lugar para hablar de ello. - vayamos adentro, ahí te contaré.

Solo asintió, entraron a casa ante la mirada de las tres personas faltantes, ninguna preguntó la razón de la demora y eso a Milo le quitaba un gran peso de encima, no obstante aun debía una explicación pero para ello tendrían toda la tarde; los invitados degustaron con entusiasmo la cena preparada por el griego para después elegir una de las habitaciones, aun, disponibles en casa del rubio quedándose finalmente con el cuarto vecino al de Camus que a su vez tenía de vecino a Milo y este a Shura.

Después de cenar, Camus salió a dar un paseo por las calles de esa ciudad, pensando en el cambio de actitud de Milo y la posible razón de aquello, se preocupaba pues a menudo recordaba el sufrimiento de su amigo al estar en una relación amorosa con aquel hombre que solo le pudo dar sufrimiento, no podía, no, no iba a permitir que él volviera a ese lugar.

Iba perdido en sus pensamientos que no se dio cuenta que dos muchachos le seguían de cerca, uno rubio y el otro castaño, atentos a sus pasos y a las acciones del pelirrojo, con sigilo se acercaron a él, uno a cada lado, tomaron cautivos sus brazos y le susurraron al oído "tendrás que venir con nosotros por un momento", a Camus se le heló la sangre y todos sus sentidos se pusieron alerta, eso le daba muy mala espina pero tampoco podía oponerse, después de todo tenía un arma apuntándole directo a la cabeza.

Dentro de la casa de Milo, Afrodita y Death se encerraron en su habitación mientras el español esperaba al griego sentado en el sillón con los nervios de punta, lo vio llegar un poco más calmado pero con el semblante sin el brillo que tenía la primera vez que lo vio.

-Sé que pasa algo, Milo, te lo ruego, dime que sucede, tú me ayudaste a salir de ese maldito lugar, ahora quiero hacer lo mismo por ti. - Shura tomo las manos del griego y las acuno entre las suyas.

- Es complicado, me duele de tan solo recordar, te conté un poco de mi fracaso amoroso con aquel muchacho del que no me gusta recordar su nombre - Shura asintió, claro que esa vez en el avión no pudo creer que alguien como Milo hubiese estado en una relación de esas. - es mucho más profundo de lo que parece, por lo que sé, después de terminar él se obsesiono con migo y ha buscado la manera de volver a verme y tengo la sensación de estar bajo su mirada de nuevo.

-Vaya, eso es muy complicado, puedo proponerte algo. - Milo alzo la mirada hasta chocar con los ojos del español, ¿una propuesta? - ven conmigo, vayámonos de aquí, no puedo decirte que a otro país pero sí puedo decirte que podemos ir a otra ciudad, lejos de aquí, a una isla de Grecia, vayámonos Milo, deja atrás todo esto, empieza de nuevo, ¿Dónde se fue el Griego que me saco de España?, ¡lo quiero de vuelta Milo!, ¡de vuelta!.

Las pálidas manos del español subieron hasta sus mejillas, limpiando las gruesas gotas que bajaban de los ojos de Milo, ¿irse? ¿Acaso Shura se había vuelto loco?, no dijo nada, dejo que esas manos blancas le brindaran el cariño que se le había negado hace mucho; por su parte, Shura se limitaba a seguir con su tarea de limpiar todo rastro de amargura de aquel rostro, sus ojos pasaron una y otra vez por la cara de Milo admirando cada parte de el, como si delante suyo tuviera una obra de arte, una obra que se estaba cayendo a pedazos y de un momento a otro lo acuno entre sus brazos como queriendo protegerlo, como él lo había hecho aquella noche en el bar de Granada.

Los minutos pasaron, Milo estaba más tranquilo pero continuo así, perdido en los orbes oscuros de Shura, buscando mucho más consuelo, buscando la tranquilidad que le había brindado en ese pequeño lapso de tiempo, sintiendo que los papeles estaban invertidos, ahora era él quien era consolado por aquel muchacho cuyos ojos parecían tener la mitad de la vida que deberían tener, por aquel muchacho que a esas alturas aún era un extraño, estaba siendo consolado por aquel chico cuya alma estaba igual o incluso más rota que la suya; volvió a derramar lágrimas, no quería volver a ese mundo oscuro, no quería, no; Shura no supo que hacer, solo atinó a acercarse demasiado a Milo y estando en esa posición, unió sus labios con los del griego quien al instante paro su llanto.

- ¿qué? ¿Por qué lo hiciste? - preguntó Milo confundido y pasando sus dedos por sus labios donde aún estaba la sensación más cálida que había experimentado.

-Quería que pararas de llorar, lo siento. - Shura se disculpó, eso había sido el más estúpido impulso que había tenido pero algo dentro de él le dijo que lo hiciera.

-Pues... lo lograste

-no podía verte de esa manera, lo siento de nuevo. - Milo sonrió, nunca había visto a Shura sonrojado por la vergüenza y esa vista, a los ojos del griego, fue una de las mejores de su vida, una que alivio un poco el dolor.

-No te disculpes, por cierto, suerte que te encontré.

-Suerte que te seguí.

Una sonrisa sincera de parte de ambos, se levantaron de aquel sillón y fueron directo a sus respectivas habitaciones, antes de separarse Milo tomo el brazo de Shura y devolvió aquel gesto que le hizo parar su llanto sorprendiendo al español pero desencadenando una sonrisa; Milo ingreso a su habitación al igual que Shura pero a diferencia del español, el griego aún tenía un pendiente: Camus, sabía que a menudo salía por largo rato de casa y que a veces llegaba al día siguiente, aun sabiendo eso estaba preocupado, sin embargo se limitó a descansar, aun debía atravesar la más terrible de las tormentas.

Dan R.

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!esto se va a descontrolar!

Aviso: por cuestiones de la actual situación de varios pises devido al mentado virus, mi país (México) ha suspendido clases en todos los niveles y a mi también me tocó pero me han dejado mucho pero mucho trabajo, tratare de actualizar como lo he estado haciendolo más no prometo nada.

Cuídense mucho y les agradezco su paciencia y su apoyo para esta historia.

Dan R


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