Estaba a punto de salir de la casa, acomodó por última vez su corbata y se dio una ultima vista en el espejo, tomó sus llaves y justo cuando su mano iba a girar la perilla una mano más blanca que la suya lo detuvo.

-¿A dónde crees que vas, Milo?

El nombrado empalidecio cunado se dio cuenta que aquel hombre lo miraba de manera amenazante y con claras intenciones de impedir su salida.

- al trabajo, ¿A donde más iría?, tengo una junta y necesito llegar tempra....

Ni siquiera termino la frase cuando la mano de ese muchacho se estampó en su mejilla haciéndolo girar el rastro.

- ¡No irás a ningún lado! ¡Oiste!

Aquel chico tomó a Milo con una fuerza casi titánica arrojandolo al sillón más cercano subiéndose encima del rubio deshaciendo su corbata y rompiendo su camisa, repitiéndole a Milo una y otra vez que era suyo y que no podía salir sin su permiso a la par que pasaba su boca descaradamente por el torso ahora desnudo del rubio, de un movimiento rápido le dio la vuelta al cuerpo de Milo volviendo a pasar esos labios por su espalda.

Solo podia susurrar un "no", cerrar los ojos y rogarle a todos los dioses porque lo dejará ir, que lo perdonará como las veces anteriores y que parara pero al parecer nadie escuchó la voz de Milo, nadie acudió a salvarlo de aquel monstruo que ahora se encontraba ingresando dos de sus dedos en su interior, dilatando su ser para lo que seguia, las lágrimas caían de sus ojos al sentir esa intromisión tan brusca y sin el cariño que tiempo atras ese hombre detrás suyo le habia profesado.

Milo sintió como sus pantalones dejaban de cubrir sus extremidades inferiores y como las manos de ese muchacho se encargaban de separar sus piernas y volvió a sentir como el cuerpo detras suyo se acercaba con la clara intención de penetrarlo, el dolor se apoderó de el y ...

Milo despertó, con el corazón agitado y la piel empapada en sudor, sólo había sido un sueño, no, una pesadilla que se repetía una y otra vez, que seguiría siendo real de no haber sido por Camus y su apoyo incondicional, que seguiría siendo real de no haber sido por que decidió dejar atrás a ese chico y a su supuesto "amor" y "protección", se levantó y se dio cuenta que en el calendario estaba un pequeño círculo rojo, eso era la señal, Ángelo y Afrodita llegarían en alguno de los vuelos de ese día y tendría que arreglar la casa y preparar una deliciosa cena.

En cuanto estuvo todo listo dio aviso a Camus y Shura, partirían con dirección al aeropuerto a esperar por sus visitantes, aunque no fuera una buena idea o aunque Milo estuviese muriéndose de nervios.

El aeropuerto internacional de Grecia recibía por primera vez a dos hombres que buscaban con la mirada a un tercero, los pares de ojos recorrían la sala una y otra vez, de izquierda a derecha, pasando por cada rostro, por cada persona a su alrededor y por fin lo vieron, sentado en una de las sillas atento a las personas que iban y venían.

El encuentro de los tres fue emotivo, un abrazo y lagrimas de felicidad, las preguntas básicas en el vocabulario de un amigo que ha pasado meses sin verte, sonrisas sinceras y algunas felicitaciones, despues de todo habían logrado sus objetivos.

Fuera del aeropuerto Milo y Camus esperaban a los tres muchachos que salían con una bella sonrisa en cada uno de sus rostros, demostrando su felicidad y cuanto se habían extrañado.

🔅🔅🔅

Al salir de aquel recinto se encontraron con su nuevo compañero de trabajo, estaba sentado en una de las bancas del parque esperandolos con la azulada mirada puesta en ellos que se acercaban con un semblante serio y lleno de preguntas hacía su ahora acompañante.

No les insitaba confianza, aparentemente tendría la misma edad que ellos, no más de 24 años, pero su mirada tenía aun tintes infantiles que se completaban con los mechones rubios que caían sobre su frente, se acercaron un poco más a él a presentarse pero aquel muchacho se adelantó.

— Soy Shaka Zaniah y el jefe me ha dicho que me uniría a ustedes y a su misión.

— si, es correcto, pero hay algo que tienes que saber antes de poder acompañarnos. — dijo uno de ellos.

— tendrás que poner atención e informarle de cada detalle al jefe, ademas de cumplir al pie de la letra las órdenes dichas por él, ¿Entendido, Shaka? —  dijo el otro muchacho.

Solo se limitó a asentir, sabía que cosa se tenía que hacer, el mismo jefe le había dicho cuales serían sus tareas y de no cumplirlas, cuales serían sus consecuencias, en ese instante le temblaron hasta las uñas pero se mantuvo firme, ahora estaba frente a sus nuevos compañeros. 

— como ya nos vamos entendiendo, te diré mi nombre, soy Aioria Leonis, encargado de la tecnología, encantado de conocerte. —  dijo aquel muchacho castaño de mirada verdosa a la par que extendía una de sus manos en seña de amistad.

— el gusto es mio — respondió Shaka estrechado la mano del castaño.

— que gusto conocerte yo soy...

No le dio tiempo de presentarse pues su teléfono comenzó a sonar, al  tomarlo entre sus manos vio con un poco de miedo el número en la pantalla, presionó el botón y llevo el auricular a su oído.

— Diga, estoy a sus órdenes.

"Tengo el plan perfecto, por fin, Milo Acrab pagará por sus errores" la otra voz del otro lado de la línea pronuncio esas palabras como si de eso dependiera su vida.

— ¿Requiere nuestra presencia? — preguntó aquel muchacho que apenas y podía creer lo que se jefe le había dicho.

"Si, los tres tiene que venir".

No dio tiempo de responder, terminó la llamada y aquel chico se dispuso a notificar a sus compañeros sobre la petición de aquel que hace un par de horas habían dejado en la oficina, tragaron grueso, esto no iba por buen camino y seguramente las consecuencias de este descabellado plan terminarían en muy malos términos.

Dan R