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Sus pasos eran delicados como una tormenta que emerge del cielo y choca contra la tierra, sus manos acompañaban sus movimientos, la gente lo observaba embelesada por tan magna obra de arte que era cuando se dejaba inundar por aquellas melodías españolas, sus cortos cabellos negros hacían un camino en el aire, todo ello era mágico, para él y para los espectadores, la sangre le hervía de emoción y el corazón se aceleraba de tal manera que pareciese se saldría de su pecho en cualquier momento; sus ojos estaban cerrados pero podía jurar ver el escenario en donde estaba y la cara de sorpresa de su público.

Aquella canción dio fin y él se detuvo, abrió sus oscuros ojos y recibió aplausos y elogios como cada noche, era un hombre de 23 años, que se supone no debería hacer esa clase de cosas, sobre todo por el estatus de su familia, ¿qué dirían los amigos de su padre si se enterasen de aquella pasión?, realmente no le importaba, su vida ya era una mierda después de todo, bajo del escenario con la sonrisa de siempre, pronto se desvaneció cunado vio a ese hombre levantarse de su asiento y caminar en su dirección.

No podía ser posible, aquel hombre no podía estar ahí, ese era, en palabras de su padre, un lugar para escoria, lo tomó con brusquedad de uno de sus brazos y lo sacó a la fuerza sin dejarlo tan siquiera recibir su pago, su tío lo llevo de la misma manera a la puerta de su casa, sus nervios le traicionaban en ese instante y el miedo podía olerse en su piel, no era la primera vez que alguno de sus familiares o amigos de sus padres lo descubrían bailando flamenco en un bar de Granada y tampoco sería la primera vez que lo sacaran de ahí en contra de su voluntad para regresarlo a su prisión.

La puerta se abrió después de unos segundos, su padre lo miro con desprecio, agradeció el favor y se despidió de aquel otro hombre, lo tomó de la misma manera que su tío, sin cuidado y sin importarle que su brazo saliera lastimado, lo arrastro hasta la sala y ahí lo arrojó al suelo, no espero a que se levantara, un golpe certero a su mandíbula, un golpe que le dolió en el alma y que provocó que un pequeño hilo de sangre saliera sin permiso de la comisura de sus labios.

— ¡Bastardo! —Gritó su padre y sin darle tregua comenzó a soltar más golpes directo a su rostro, su piel pálida estaba ya tornándose de un color violeta.

No decía nada, ni siquiera trataba de defenderse, Shura no estaba dispuesto a luchar, no porque no quisiera si no porque si lo hacía, su madre pagaría en su lugar y prefería mil veces ser él quien recibiera los golpes de un maldito cerdo a que su madre terminara destrozada; su vida era una completa mierda una bazofia llena de basura y de mentiras, una vida que estaría dispuesto a cambiar aunque tuviese que vender su alma.

— ¡esto es lo que se merecen los bastardos como tú!, ¡el baile es solo para malditos raritos y mujeres!

Sus labios permanecían cerrados ante palabras de dolor, era como si en el momento en que aquel hombre que llamaba padre comenzara sus agresiones, Shura se hubiese convertido en un simple muñeco sin vida y sin alma, un simple objeto al que podían hacerle cuanto quisieran, cuando quisieran y como quisieran; aunque en el fondo estuviese deseando poder ser un poco más fuerte y poder regresar todos aquellos golpes recibidos en contra de su voluntad pero por su propia decisión.

— ¡Lárgate! — le dijo ese hombre.

Shura simplemente se levantó y se fue en dirección a su habitación la que cerró con llave, aprovechando la soledad y la cama de la noche para curar sus heridas físicas y tratar de reparar tan siquiera un poco las heridas de su alma, era un recipiente agrietado y lleno de suciedad, un impuro y un maldito no obstante también era una bonita figura de mármol blanco que podía hacer magia con su cuerpo y esas dos partes de él eran sin duda alguna lo que lo hacían diferente a la mierda que tenía como familia.

Hace tiempo su madre le había dicho que siguiera su corazón e hiciera lo que amaba sin importar que dijeran de ello así que siguiendo aquel consejo había estudiado turismo y estaba trabajando por las mañanas en la empresa más famosa de turismo en España, hacia también la función de guía turístico y en las noches realizaba su pasión, años atrás se había quedado maravillado con la danza de su amada madre patria y decidió hacerlo descubriendo en ella la liberación de su alma aunque su cuerpo estuviese condenado a las paredes de su hogar. 

Su desgracia llegó la primera vez que su padre se enteró de lo que hacía y le propino la primera paliza de su vida, aquella vez sintió que su alma se rompía en mil pedazos pero no se rindió, nunca lo hizo, nuca dejo de ir a aquel bar y no dejaría de hacerlo pues solo ahí podía ser libre aunque solo fueran un par de horas, después de aquel día, cada cierto tiempo le tocaba recibir aquellos afilados puños en su rostro, sucedía cada vez que uno de sus familiares metía sus malditas narices en donde no les llamaban y siempre terminaba pagando las consecuencias.

Algunas veces pensó en salir de ese infierno, conseguir un departamento en otra ciudad o en otro país y olvidarse de esa mísera vida que llevaba, no le importaba el dinero de su padre ni el maldito honor de su apellido, sin embargo no podía dejar a su madre en ese lugar, esa mujer era un ángel y no podía pagarle de ese modo todo lo que había hecho por él, se quedaría ahí hasta que se le ocurriera una forma para escapar de ahí junto a su madre y no ser descubiertos por el monstruo progenitor de su persona, peor sobre todo tenía que convencer a su madre de hacerlo y no tener que estar bajo la tentativa de hacerlo sin su consentimiento.

Salió del baño y sin previo aviso se tiró en la cama, se cubrió con la frazada y de a poco sus cansados ojos se cerraron dando paso a un profundo sueño que seguro duraría hasta que el sol se dignara en salir.

Dan R 

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