Capítulo único
Desde el primer instante en el que creí sentir algo por ti, lo negué rotundamente. Recién había superado a un amor, como para volver a caer en el infierno al que cupido solía destinarme. Tal vez pude haber hecho algo para evitarlo, algo como salir con personas nuevas o darme tiempo, pero no hice nada de eso, y en su lugar, comencé a entregarme a ti emocionalmente.
Cada vez que te acercabas a mi pupitre, sonreía sin haberme dado cuenta. Cuando estábamos juntos, disfrutaba de tu compañía mucho más que con otras personas; y si nos quedábamos solos, en mi mente solo existía un solo pensamiento que no dejaba de repetir "no lo arruines, no lo arruines", un pensamiento que me agobiaba haciéndome pensar meticulosamente lo que debía decir por ti.
Apenas pasaron los días, creo que se trató de una semana o dos, nuestros amigos en común notaron mi comportamiento raro.
Siempre trate de no ser obvio para que no lo notaras. Si hubiera tenido un solo por qué a mis sentimientos, tal vez las cosas hubieran sido totalmente diferentes. Fui cauteloso y traté de mantener nuestra amistad intacta, y aun así, mi cuerpo reaccionaba inconscientemente por ti. A veces me perdía viéndote, y al suceder esto, sonreía como un completo idiota. Ahí fue donde ellos lo notaron, porque el brillo en mis ojos al verte era distinto; según me contaron, lucían como los ojos de un niño pequeño al descubrir que su familia le compró el juguete que tanto quería.
Fue entonces donde yo mismo me puse la soga al cuello.
¿Cómo podía negarlo?, era más que obvio que mis intenciones contigo eran ser más que amigos. Y ellos lo entendían así, pero lo veían de una manera positiva, tan pero tan positiva que terminó por ahogarme.
Aquellos que fueron los primeros en enterarse parecían estar contentos. «¡Él es gay —decían—, tienes una gran oportunidad de poder llegar a ser algo más con él!»; siempre creyeron que lucíamos lindos juntos, y que seríamos el típico cliché de Wattpad en el que dos mejores amigos se enamoran para siempre. Hubiera deseado ser tan positivo como ellos, pero mi perspectiva era totalmente diferente. Pero ni aunque quisiera podía verlo de esa manera, puesto que cada vez que me llamabas mejor amigo dolía más que recibir un choque eléctrico. Porque, aunque no lo vieras, los amigos normales no solían hacer las cosas que nosotros hacíamos. Nunca me amarías, así que cuál era el punto de jugar un juego en el que ya estaba destinado a perder.
Dolía, y al mismo tiempo fracturaba mi corazón lentamente.
Pronto los días fueron pasando como si nada; un día nuevo, un descubrimiento nuevo sobre mi amor por ti. Pero había algo que me inquietaba, y es que desde hace tiempo, tú comenzaste a alejarte poco a poco de mí. Al principio fue, supongo, por el chico que te gustaba. Había días en los que no hablábamos, porque todo el tiempo que tenías libre lo gastabas con él, y cuando finalmente se iba y te aburrías, ibas a charlar un rato conmigo. Al menos esa fue mi prespectiva.
Noté esto y de inmediato hablé con alguien sobre ello. Me parecía raro, pero en aquel entonces sentía que no era necesario preocuparse por algo tan sencillo como aquello. Sí, admito que me mataba el hecho de verte ser un poquito feliz con alguien más que no era yo, pero por lo menos lucías en paz, lo que yo quería.
Pero de un día a otro desapareciste como si fueras simple vapor.
Un día ya no me hablaste. Creí que era algo normal, ya que comúnmente sucedía de esa forma en las últimas semanas. Sin embargo, ese día se transformó en dos días, luego fueron tres, cuatro, cinco, y seis, hasta que llegamos a no hablar por una semana. Me percaté de esto y me alerté. Traté de averiguar qué sucedía. Pero parecía que estabas bien, no lucías cómo si hubiera algún motivo o circunstancia por la cual me hubieras olvidado así, tan repentinamente. Parecía que el viento cambió tu mente, porque de un momento a otro, en un cerrar y abrir de ojos, desapareciste de mi vista.
Traté de dejar las cosas así, "él volverá, como siempre" pensé. Supuse que solo tratabas de socializar más, ir más allá de los límites de tu día a día. Supuse que sería bueno para ti, sobre todo porque jamás socializaste lo suficiente.
Entonces, la semana que yo creí que no importaba del todo, se transformó en dos semanas enteras sin saber nada sobre ti, sin escuchar un hola que fuera dirigido para mi persona.
"¿Fue algo que dije lo que le molestó?" pensaba todos los días al verte.
Admito que me carcomía el verte feliz con alguien más que no se trataba de mí. Porque cuando él llego, ese estúpido que lo único que hizo fue que tú cortaras las líneas que nos unían, solo parecías estar más interesado en él que en mí. Éramos mejores amigos, o eso creía, pero no lucíamos como tales. Él, con cualquier palabra, así se tratara de un chiste malo, te hacía reír a carcajadas —¿en realidad reías por el chiste o solo para llamar su atención?—; en cambio yo, debía hacer hasta malabares para lograr sacarte una pequeña sonrisa. ¿Quién de los dos era el que se había equivocado?.
"Hace un mes solía ser tu cómplice, ahora parece que ni nos conocemos. ¿Cómo es que nuestra amistad se hundió tan profundo como la Atlántida?" repetía en mi cabeza cada vez que recordaba los buenos tiempos que pasábamos.
Aún seguía queriéndote como lo hice el primer día, de esa forma tan pura y emocional tan típica de mí. Tú siempre fuiste el chico que escondía sus emociones y parecía impredecible; yo siempre fui aquel chico dulce que no le importaba demostrar sus emociones, y que incluso, hacía que sus actividades diarias parecieran una rutina. Nunca quise admitir que no encajaríamos, nunca he sido del tipo que te gusta, así que solo pretendía que tal vez tenía una oportunidad.
¿Sabes?, solo quería algo perfecto, algo que me hiciera ver que en verdad valiera la pena enfrentarse al fuego y a mil mares por amor. Solo quería eso, una gota del amor que nunca supiste dar.
Supongo que me equivoqué al creer que el amor podía cambiarte, porque tú no eres del tipo que cambia.
Siempre me pregunté, ¿por qué nunca hablaste conmigo sobre lo que verdaderamente sucedía, y así poder evitar todo el desastre que ambos causamos con nuestras acciones?, ¿por qué reservarlo para ti mismo dejándome con una duda que no me dejaba dormir por las noche, y que me hacía llorar hasta que hacía que mis ojos terminaran secándose?, ¿por qué querido Jonathan, por qué?.
Cada vez que nos acercábamos más, solo quería encontrar coordenadas que nos pudieran unir en una relación en la que fuéramos más que amigos, en la que el tú y yo fuera para siempre. Pero entonces los momentos de claridad fueron apagándose, poco a poco, lo único que quería era documentar lo que sucedía con nosotros; lo único que importaba entonces era quién seguía con el pecho abierto, y quién ya había coagulado, quién podía seguir compartiendo sus emociones, y quién había cortado todas las líneas que nos conectaban. ¿Quién fue el que realmente se equivocó más?.
Porque aunque no fueras mi mejor pretendiente, solo quería que nuestras emociones se coordinaran. Desde que lo recuerdo, siempre quise oírte decirme algo que verdaderamente demostrara el cariño que tú podías enseñar. Entonces, lo que de verdad necesitaba era saber cómo ordeñar una piedra para conseguir que lo dijeras.
Pasaban días, pasaban las horas y parecía que cada segundo se volvía más eterno. Estaría bien, lo sabía, ¿pero cuándo?. En tu corazón solo había un hueco, y en mi cabeza solo quedaban recuerdos. Podría mirar meses atrás, ver el pasado, y nunca hubiera pensado que podrías llegar a ser tan frío como lo fuiste. Como un fantasma, solo quedaba la ilusión de lo que sucedió.
Imagino que mi sanación comenzó a mediados de abril, donde finalmente colapsé.
Recuerdo bien, que aunque no estabas conmigo, trataba aún de atraer tu atención. Sabía bien que te dejabas llevar más por el físico que por otras cosas, por lo que siempre traté de cambiarme para gustarte. Hacia ejercicio hasta sudar por chorros, cuidaba estrictamente lo que comía, solía usar mascarillas en mi cara —las cuales odiaba— para tratar de ser más lindo y obtener tu amor. Vaya que me cegué profundamente y toqué fondo; lo único bueno de hacerlo, es que ya no puedes hundirte más, solo puedes nadar hacia arriba.
Sigue impregnado en mi memoria ese día. Estaba triste al ver tus fotos junto al chico que amabas, el cual nunca te correspondió, y me sentí peor de lo que ya estaba. Entonces imaginé lo que podría llegar a suceder si fuera más delgado y tuviera un mejor cuerpo, tal vez, solo tal vez, obtendría tu atención. Ahí fue donde colapsé.
Me alejé de la sala y caminé hasta mi habitación enfurecido. Hice un desastre ahí; golpeé almohadas, patee el colchón, derribé cosas que estaban a mi alrededor en un ataque de histeria. Grité más de lo que podía y lloré hasta que me cansé. Francamente, quería lucir lo suficientemente guapo solo para ti, no para mí.
Fui hasta mi tocador y me vi al espejo. Me encontraba hecho un desastre andante. Sequé mis lágrimas y entonces pensé: "si tienes que cambiar lo que eres para gustarle, ¿quién es el que está mal?".
En aquel momento, entendí algo realmente importante: tal vez no valías la pena después de todo. Lloré más de lo que esperaba, no obstante, ayudó a mi corazón más de lo que yo esperaba.
Poco a poco, con pequeñas acciones al día, fui purgando mis emociones desde mi corazón. Hablando con otras personas sobre ello, documentándolo para escribir sobre ello después, saliendo de vez en cuando conmigo mismo, e incluso, llorando hasta que me quedara dormido; todo esto influyó de una manera enorme en mis pensamiento, haciendo cambiar a mi mente sobre lo que creía que era correcto y lo que era incorrecto. Empecé a cuidar de mí mismo de la misma manera en la que solía ir a cuidarte. Y lo hice, a principios de mayo sané enteramente. Me tomó alrededor de tres semanas el lograr aquella hazaña, pero lo había conseguido finalmente.
Cuando finalmente me sentía feliz, cuando volví a disfrutar de lo que eran los días con sol, volviste y arruinaste todo.
Me sentí enojado, molesto de pies a cabeza. ¿Por qué después de alejarte volvías a tratar de hacer las cosas bien?, ¿por qué si antes no parecías querer regresar, ahora me pides que nos quedemos hasta la noche y te de mis días?. No era justo que trataras de ser mi amigo de nuevo, después de las terapias y las mentiras por las que tuve que pasar, y aunque no lo admitiera, aún me gustabas lo suficiente como para que olvidara lo que sentía.
No me diste una explicación, por más que la pedí. Solo dijiste que lo olvidaste, como si eso fuera posible a esas alturas. Pensé que eras demasiado orgulloso como para admitir que habías cometido un error, ¿por qué mentir diciendo que no lo recordabas, sabiendo que a mí nunca me gustaron las mentiras?.
Recuerdo bien, que ese día no quise hablar en un tiempo contigo, aunque me moría de las ganas por hacerlo. No me podías convencer en un solo día de que todo volvería a estar bien, pero ahora ya no te estaba esperando. ¿Por qué te habías alejado tanto tiempo, para que un día simplemente quisieras que te volviera a querer como si nada yo sintiera?.
El tiempo siguió su curso y avanzó. Parecía que todo volvía a ser como antes. Me empezaste a buscar, y yo no pude a negarme más. Hablábamos de nuevo hasta tarde, nos sentábamos juntos en clases, fuimos de nuevo esa pareja de amigos que realmente quería ser. Me sentía completo de nuevo, aunque en mis adentros sabía que de nuevo te alejarías algún día. Sabía que no podía ser perfecto para siempre, y que aún debían muchas que aclarar entre ambos, porque los secretos y mentiras fueron lo que nos mató.
Posteriormente, llegaron los finales de junio y ahí fue donde realmente me sentí más triste que antes. Una tarde mientras hablábamos por facebook, decidiste tocar el tema sobre el amor; preguntaste si me había enamorado nuevamente de alguien que no valía la pena, a lo que respondí con un fuerte sí. Seguiste preguntando hasta que te cansé. Entonces entendí lo que querías saber, a lo que viniste ese día. Lo admití. Admití que lo que sentía era más que amistad. Lo admití todo. Eso era lo que tú querías que hiciera, o al menos así parecía.
Creo que te sentiste mejor después de eso. Me parece que un día te oí decir la verdad acerca de tu ausencia; por lo que entendí, fue para ayudarme a superarte, porque lo descubriste desde hace meses y solo fingiste no saberlo.
Sé que tus intenciones fueron buenas, si es que realmente fue por eso, pero no fue la mejor manera de hacerlo. Había muchos más caminos que pudiste tomar, pero igualmente respeto tu decisión, así como tú respetaste mi amor.
Ahora mientras duermes, yo escribo este cuento y un par de canciones para ti, para que cuando despiertes y las leas estés más tranquilo. Tal vez no sea la versión completa, pero sí una que resuma lo que verdaderamente sentí para ti; ¿qué otra cosa podría hacer, más que escribir durante las noches en las que me siento triste?.
Porque siempre fuiste mi flaco, porque nunca nadie te querrá tanto como yo, porque nunca nadie amará cada cosa que haces, hasta cuando me llamas estúpido por las cosas que hago, de la manera en la que lo hago. O por lo menos, no ha llegado alguien que lo haga así.
Te amo, mi flaco.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro