Advertencia: Capítulo algo fuerte, se recomienda discreción.

Taehyung.

Era lunes por la mañana cuando decidí salir de mi habitación e ir por algo de comer, pues debido a que estaba muy lastimado y mi cuerpo se encontraba muy débil, no podía si quería levantarme de mi cama.

Estaba acostumbrado, era normal que Hoseok me golpease tanto que causaba que me quedara postrado en cama por 3 días o incluso más.

Esto era constante, pero aquella vez que salí de casa para regar aquel jardín delantero, creí que finalmente moriría, pero al parecer yo aún no estaba listo para morir de esa forma.

Mis pasos eran lentos y no podía hacer movimientos muy bruscos, si me viera al espejo, lo único que se vislumbraría sería un muy delgado cuerpo con innumerables hematomas y lesiones por todo el cuerpo, una cara totalmente pálida y demacrada, pero lo más importante, un cuerpo sin vida y sin alma, perdido en el fondo del abismo, tratando de vivir y aferrarse a la cruda realidad.

Al terminar de bajar las escaleras, justo iba entrando mi peor pesadilla, Jung Hoseok, él portaba la misma ropa del día anterior, tambaleante, se acercó a mi lo suficiente como para poder oler el horrible olor del alcohol.

Al intentar alejarme de él por su fuerte olor del alcohol, este simplemente me tomo de mis brazos y estampo contra la pared más cercana, un gemido de dolor salió de mis labios, al tiempo que sentía los labios Jung posarse sobre los míos bruscamente mientras comenzaba a tocarme.

—No quiero, suéltame por favor —apartándolo de mi, vi como fruncía ceño y su expresión cambiaba a una de enfado

—¿Acabas de negarte y te atreviste a empujarme? —con rabia, estampó un golpe en mi mejilla tomando con fuerza mi brazo llevándome arriba sin importarle si me estaba lastimando

—¡Hoseok, por favor, déjame, no quiero! —una vez más me solté de su fuerte agarre

—¡Cállate! ¡Tú no mandas aquí, vas a a hacer lo que yo quiera! —tomándome con fuerza de mi cabello, me tiro sobre mi cama

—¡Quítate, me duele, estás lastimándome! —mis gritos y sollozos podían escucharse por toda la casa

—¡Dije que te calles!

Y con la fuerza suficiente, un golpe se estampó en mi rostro dejándome aturdido por un momento y durante ese pequeño instante, mi mente comenzó a nublarse.

Lo último que vi, fue como rasgaba mi ropa y dejaba dolorosas marcas por todo mi cuerpo para después simplemente caer inconsciente.

Cuando desperté, ya había anochecido y Hoseok ya no se encontraba en la casa, por mis piernas sangre se deslizaba junto con sus fluidos.

Con dificultad me paré y me dirigí al pequeño baño que mi habitación tenía, al estar ahí, pude verme el espejo todas esas marcas y algunos moretones.

Me sentía sucio, una basura que no podía hacer nada más que ser el juguete personal de mi novio, si es que se le podía llamar así.

Lentamente, preparé la bañera y me metí en ella, la sangre paró y comencé a lavarme mi cuerpo, aún dolía, dolía cuando pasaba mis manos por los lugares que él tocó, mis lágrimas no tardaron en salir y no pude desear más que nada en el mundo haber muerto hace mucho tiempo.

Y llega el momento en el que te cansas. Te cansas de mentirte a ti mismo, de esperar que alguien te ayude, de siempre estar para los demás pero que ellos no estén para ti.

Te cansas de creer que todo mejorará y que las cosas cambiaran. Te cansas de las decepciones, de las mentiras, de llorar, de fingir una sonrisa cuando realmente te sientes una mierda, de fingir, de las promesas, de todo.

Te cansas de decirte a ti mismo "está bien" cuando no es así. Te cansas. Y lo pero es que nunca nadie se da cuenta de cómo eso te hace sentir.

"Cuando me di cuenta, estaba cansado de vivir una maldita mentira."