//extra 2//
Jungkook
Taehyung había insistido en ir a la fiesta de Hyeji, por mí no había problema en realidad y mucho menos para Hyeji, siempre nos daba nuestro espacio, afortunadamente. Pero ya se estaba tardando demasiado en estar listo y tenía que haber pasado por Hyeji hace veinte minutos.
— ¡Taehyung, me iré sin ti!
Vi a mi amigo salir de su habitación aparentemente listo, al verlo vestido así: pantalones ochenteros, camisola de algo que no era seda pero lo parecía y sandalias, las ganas de dejarlo aquí incrementaron. Y los anteojos en la nuca, oh Dios...
— ¿Qué me miras?
— ¿Por qué te vistes como mi mamá cuando tenía 20?
— Idiota.
Me reí por la cara de Taehyung ante mi comentario, pero es que era verdad, se vestía muy raro... Aunque aún así seguía consiguiendo chicas.
— ¿Eunbi no te ha mencionado algo sobre tu vestimenta?
— Sí.— Se volvió a mí.— Y le encanta.— Lo dijo tan seguro que sabía que eso no era verdad.— Y nos vamos en tu motocicleta. Mi auto está en el taller.
— ¿Qué?
Bajamos al estacionamiento del edificio, subimos a la moto y todo el camino Taehyung se vio obligado a sostenerse de los barrotes de la parte trasera. Por nada del mundo dejaría que Hyeji y Jin vieran a Tae sosteniéndose de mí; demasiadas burlas sufría.
Hyeji seguía siendo la misma chica que conocí en mi fiesta de cumpleaños: seria, algo amargada y sarcástica. Aunque claro, ahora era mi novia, y no sólo tenía esas características malas; era linda, tímida y muy curiosa, sin embargo no dejaba las otras tres de lado. Un segundo podía estar roja por mis cumplidos, el otro podía estar burlándose de mi existencia. Y no me desagradaba, porque yo era igual con ella.
Llegamos a la casa de Hyeji, y yo no sabía cómo mierda nos iríamos los tres en la motocicleta, aunque, Hyeji era muy pequeña y fácil podría irse frente a mí.
— Espera aquí.— Le ordené a Taehyung.— Iré por ella y a saludar a mis suegros.
— De acuerdo.
Corrí por el camino de piedras que daba a la puerta principal y justo cuando iba a tocar el timbre, la puerta se abrió y Hyeji apareció en ella.
— Llegas tarde.
Rasqué mi nuca, miré al piso y mostré un tímida sonrisa. No era la primera vez que pasaba. Sin embargo, cuando mis ojos recorrieron de abajo a arriba a Hyeji, mi sonrisa creció, ahora siendo una confiada y emocionada.
Ella lucía sexy, a su manera claro, y podía apostar que no lo sabía. En este tipo de salidas, solía vestir un par de jeans y blusas geniales o shorts, pero ahora llevaba un vestido de mezclilla ajustado, que contorneaba muy bien su cintura y caderas, las cuales tenían figura y sólo yo era capaz de admirar cuando estaba en su casa.
Bajo el vestido, llevaba una blusa gris oscuro desgastada con el estampado de Pink Floyd, la cual le llegaba sobre el ombligo y aunque hubiera querido ver eso, estaba aliviado que el vestido cubriera esa parte. Y lo mejor de todo es que llevaba sus Converse de siempre.
El término "linda" le quedaba muy corto a Hyeji ahora. Y aunque lo "sensual" era desconocido para ella, comenzaba a notarse.
— ¿Y tus padres?— Omití mi disculpa. Ella entrecerró los ojos, así que me incliné para besarla y entré a su casa.
— En el patio.
Me siguió, yo crucé el recibidor, pasando por la gigantesca estancia. Antes de seguir, cogí su mano.
— Hey amigo.— Saludé vagamente a su hermano menor, Jikyun, el chico estaba jugando en su consola así que sabía que sólo recibiría su movimiento de cabeza, lo cual así fue.
Llegué a la puerta que daba al patio, empujé la malla contra los insectos y ahí estaban mis suegros sentados en la mesa de picnic. Él fumando, ella bebiendo su té de las tardes y como siempre, hablando de la granja.
— Buenas noches.— Saludé alegre, quedándome de pie a unos metros con Hyeji a mi lado.
— ¡Kookie!— La señora Kim se giró para verme y sonrió.— Es verdad, Hyeji me comentó algo de una fiesta.
El señor Kim me dio la mirada que siempre me daba cuando íbamos a salir, yo asentí.
— Los quiero temprano aquí.— Fue lo único que dijo.
— No se preocupen, la traeré sana y salva, como siempre.
Hyeji se acercó a ellos para despedirse, observé todo y joder, ese maldito pero bendito vestido. Se inclinó dos veces para despedirse de cada uno de sus padres y la mezclilla se le subía. ¿Cómo demonios se iría así en la moto?
Entramos a la casa, nos despedimos de Jikyun y salimos por la puerta principal. Taehyung nos esperaba recargado en la motocicleta, pero al vernos se enderezó. Hyeji se ocultó tras de mí para reír y yo sonreí divertido ante tal acción.
— Se van a reír de nosotros cuando lleguemos.— Dije irritado, Taehyung tras de mí, Hyeji enfrente. Pero a ellos no les importaba en lo más mínimo.— Taehyung, volverás a casa en Uber.
— ¡Yah!
— ¡Yah, nada! Ya dije.— Sentencié y sin dejarlo hablar, hice que la motocicleta arrancara.
Cuando llegamos a la casa donde era la fiesta, los chicos que estaban en el patio delantero se nos quedaron viendo, muchos de ellos reían tras sus vasos rojos tal y como yo dije. A Taehyung le importó una mierda, Hyeji reía silenciosamente. Taehyung caminaba frente a nosotros, Hyeji y yo íbamos caminando tras él tomados de la mano.
Y algo que no me esperé nunca sucedió.
No habíamos dado ni cuatro pasos dentro de la fiesta cuando tres chicos llegaron con nosotros, no, con Hyeji. Y varias chicas que pasaban por ahí y la reconocieron, se detuvieron para saludarla. Los chicos no se iban, sin embargo. Moría por pegarla más a mi cuerpo, pero por el momento nuestro agarre de manos era suficiente.
Odiaba ser celoso. Sabía controlarme, pero cuando los chicos miraban a mi chica como si tuviera oportunidad con ella, entonces no me controlaba. Y un maldito la miraba así en estos momentos.
Pero ella hablaba con ellos sin darse cuenta, era risueña y alegre. Los veía simplemente como compañeros de escuela.
— Él es Jeon Jungkook, por cierto.— Hyeji apretó su agarré, se giró a verme y volvió con los chicos.— Mi novio.
— Hey.— Saludó uno.— Habíamos escuchado de ti.
— Me alegro.
Hyeji me dedicó rápido al escuchar mi respuesta tan seca. ¡Ella ni siquiera se daba cuenta que ellos estaban coqueteando con miradas y gestos! Ay mi pequeña y adorable Hyeji...
— Espero que disfrutes la fiesta.— Mingyu, al único que reconocía y era el más notorio entre todos, se lo dijo exclusivamente a mi pequeña. Carraspeé mi garganta.— Cierto, que la disfruten.
Los tres se retiraron. Hyeji se giró a verme y como lo esperaba, su ceño estaba fruncido. Yo sólo me encogí de hombros. Tenía que hacer que Hyeji no fuera tan despistada, podría ser peligroso si yo o alguien de confianza no estuviera con ella.
Taehyung ya no estaba.
Caminamos entre toda la multitud. La gente estaba por todas partes, era obvio que no sólo eran los de la carrera de Periodismo. ¿Y desde cuándo Hyeji es tan popular? No había podido darle un jodido beso sin que alguien llegara a interrumpir. Ciertamente era la primera vez que veníamos a una fiesta por parte de Hyeji, nunca imaginé que fuera así.
Estaba feliz porque mi pequeña por fin había superado esa etapa en la que se cerraba al mundo y sólo veía la parte mala y molesta de las personas, ahora tenía amigos y muchos personas querían serlo. Aunque en su mayoría eran chicos en busca de algo más, también había chicas agradables.
Pero me molestaba el hecho que Hyeji no notara las intenciones más allá de una relación amistosa. Era nueva en esto de hacer amigos y muchos se podían aprovechar de eso.
Tenía que ponerle solución.
— Princesa, ven aquí.— Palmeé mi muslo derecho, invitándola a que tomara asiento.
Recién llegábamos de bailar un par de canciones. Hyeji me miró confundida mientras bebía de su vaso rojo, pero aún así se sentó y se aseguró pasando uno de sus brazos por mis hombros.
— ¿Qué tramas?
— Nada.— Reí por su acusación. Entrecerró sus ojos sin creerme. Amaba que hiciera eso, era como si intentara ver a través de mí y al final no conseguía nada, haciendo rabietas.— Me faltan dedos si cuento a todos los chicos que te han saludado o mirado desde que llegamos aquí.
— ¿Estás celoso?
— Síp. Pero ese no es el punto que quiero tratar.
Hyeji sonrió, haciendo vibrar su pecho por una risa silenciosa mientras negaba con la cabeza.
— ¿Entonces? No dramatices. Me miran sólo porque es a la primera fiesta que asisto de ellos. O de la escuela. O que me miran en un ambiente así.
— Debo aceptar que muchas personas te miran por esa razón, sin embargo, hay personas, todos hombres, que te miran como si te quisieran comer. Sus ojos brillan y no los pueden sacar de ti. ¡Incluso muerden sus labios, maldita sea!
Hyeji arqueó una ceja. Creo que por fin lo entendía. Tomé una gran bocanada de aire para seguir hablando, pero ella me ganó.
— ¿Así como me has mirado tú toda la noche?
— ¿Qué?— Me sorprendí.
¿De verdad había estado así toda la noche? Podía sentir mi cara caliente de la vergüenza, apreté mis labios y miré a otra parte, Hyeji soltó una sonora carcajada. Sus pequeñas manos tomaron mi rostro y lo giraron en su dirección.
— Mientras tú has estado notado como esos chicos me miran, yo he notado como me has mirado tú.
— ¿Qué? ¿Por qué
Hyeji me miró como si fuera obvio y así lo sentí igual aunque no supiera la razón aún. Ella sonrió, me dio un beso rápido y soltó una risita.
— Porque eres el único que me importa.
Sentí un remolino de emoción en mi estómago al escucharla decir eso, la sonrisa nació de mis labios y me acerqué para besarla. Sin embargo, eso no quita que me arrepentía de ser tan notorio, ahora había quedado como un maldito pervertido.
— Princesa, pude haber parado si te sentías incómoda. ¿Por qué no me lo dijiste?
Entonces, Hyeji se sonrojó como era costumbre. Infló sus mejillas, acto que hacía cuando no sabía si decir o no lo que tenía en mente. Con mis ojos la obligué a que me dijera lo que pensaba. Ella miró a otra parte y soltó un suspiro. Podía sentirla temblar.
— Porque...— Su voz salía nerviosa.— Porque me gustó que me vieras así.— Soltó por fin, dejándome sin aliento. ¿Qué?— Es la primera vez que me miras así...— Tragó duro, siéndole más difícil hablar.— Fue un sentimiento... Caliente. Y me gustó.
Wow.
Mi corazón palpitaba tan fuerte que podía sentirlo hasta en mi garganta. Hyeji seguía sin verme, estaba avergonzada, ¡pero no tenía por qué!
Tomé su mentón, girándola levemente hasta estar cara a cara. Estaba colorada y yo sonreía.
— Mírame.— Pedí con voz ronca, ella dudó pero lo hizo.— Sin duda, no es la primera vez que te miro de esa manera. Es la primera vez que lo notaste.— Ella abrió sus ojos de par en par.— Y a eso es a lo que voy. Eres tan inocente que no ves más allá de las intenciones verdaderas, cariño.
— Oh... Entonces soy una ciega.
Negué con la cabeza divertido. Necesitaba seguir con esta conversación, pero en un lugar más privado, no rodeado de fiesteros que todo les gustaba grabar para Snapchat. Hice que se pusiera de pie, le tomé de la mano y me aventuré con ella por toda la casa hasta encontrar un lugar solo, el cual fue el balcón del patio trasero, a nuestra vista teníamos a toda la gente que festejaba en los jardines, pero ellos difícilmente nos veían porque estábamos en un punto ciego.
Justo en este punto ciego, había un sofá de los tres que estaban, era el más grande y a sus lados estaban los pequeños y cuadrados. Me senté en el centro del grande, ella seguía de pie sin soltarme la mano, así que con la que tenía libre, tomé su cintura y la jalé, ella chocó conmigo y para no estrellarse, tuvo que sentarse a horcajadas sobre mí. Sus piernas flexianadas a mis lados. Me miró confundida.
Tenía que utilizar lo kinestésico esta vez.
— Ha pasado mucho tiempo desde que te conocí.— Comencé. Mis manos reposaban en sus tobillos.— Y en este tiempo, has entrado al gimnasio, has cambiado tu look de cabello y estilo de ropa, ¿no es cierto?— Ella asintió sin dudarlo.— Todo esto son factores que han hecho que las facciones de tu cara y la figura de tu cuerpo cambien. No mucho, pero hay diferencia. Por ejemplo, de la cara, ahora luces más madura, tus rasgos están más afilados y eso hace que ya no tengas cara de una niña linda. Ahora eres una mujer bella.— Sonreí, causando que ella sonriera también.— Y sobre el cuerpo...— Mis manos se atrevieron a comenzar un recorrido suave por sus piernas, ella se sobresaltó, pero le gustaba, podía sentirlo. Rocé su trasero con la yema de mis dedos y terminé el recorrido en sus caderas.— Has conseguido un poco de curvas, niña.— Dije mientras delineaba su cintura con el mismo agarre.— Y eso mata a los hombres.
Hyeji mordió su labio inferior desde adentro. Sentía que mis manos empezaban a incomodarle, pero cuando estaba por retirarlas, ella las mantuvo sobre ella.
— ¿Eso quiere decir que ya no ves como una niña?— Preguntó un poco ilusionada.
¿Acaso esto había sido un complejo para ella? ¿Por qué nunca me lo dijo?
— Nunca lo he hecho, princesa.
Y al verla sonreír tan contenta, supe que había sido un jodido complejo para ella. Y ahora no quería ni pensar en lo que ella llegaba a sentir cuando estábamos en un lugar lleno de chicas que intentaban lucir sensuales pero muchas veces sólo podían resultar patéticas, y seguro Hyeji no sabía que las chicas eran intentos fallidos, y mucho menos sabía que la sensualidad que ella estaba mostrando era meramente natural.
Ah, diablos... Si tan sólo supiera todo lo que me hace sentir cuando sólo está en sus shorts cortos de pijama de aquí para allá en casa. Se asustaría...
— Nunca lo comenté por miedo de ser insuficiente.
Ahora me sentía el culpable de todo esto.
— Yo nunca lo comenté por miedo a que te sientas presionada.
Hyeji apretó sus puños, tratando de tomar valor no sé para qué. No me miraba, de nuevo. Sin embargo, esta vez no tuve que hacer que volteara a verme. Ella lo hizo por su cuenta, totalmente decidida para algo.
— Entonces, si hago esto...— Y me quedé inmóvil al sentir sus pequeñas manos sobre mi abdomen, acariciándolo y sin duda, me quedé sin alma al ver como ella encajaba su cabeza en mi cuello con cuidado y lo besaba lentamente.— ¿No seré una maldita loca?— Su aliento chocó contra mi piel, un cosquilleo bajaba por mi abdomen.
— Hyeji, para.— Ordené sin pensarlo dos veces.
— ¿Qué?— Volvió a estar frente a mí, podía ver la decepción en sus ojos.— ¿Hice algo mal?
Negué con la cabeza rápidamente.
— No hiciste nada, ese es el problema.— Ella arqueó una ceja, me observó y entonces lo notó. Había comenzado a sudar frío, mi respiración era superficial y mi cuerpo ardía.— Hiciste prácticamente nada y mira cómo me has dejado.
— Oh...
— Exacto, oh. Y si sigues no me podré controlar y si no me controlo...
— ¿Si no te controlas, qué?
Disparé mi mirada a sus ojos. Sus ojos curiosos me desafiaban en este momento, mi corazón volvía a latir su fuerza y sentía como tenerla sobre mí me hacía arder. Contrólate, Jeon. Ella seguía exigiendo mi contestación. No pude soltar una respuesta bien elaborada, sin embargo ella captó el punto.
— Tu primera vez tiene que ser muy especial.
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LO QUE TANTO ESPERABAN NENASSSSS
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