Lección 9: Sentimientos difíciles
Aun no podía creerlo. Por lo visto, me estaba poniendo la soga al cuello, yo solita. Pensé que estar cerca de él podía ser manejable, pero nunca conté que cuando se refería a que haríamos los deberes en un lugar donde no nos molestaran, en mi cabeza nunca estuvo la posibilidad de que ese sitio fuera su habitación.
Siempre había sido de las personas que concordaban que la mejor forma de describir a otras era fijándose en como disponían los objetos en los lugares propios. Sin embargo con Jungkook, todo era diferente, aun cuando se había esforzado por aparentar orden en su cuarto, era fácilmente reconocible que por lo general reinaría el caos.
Algo, que si mi madre fuera la que estuviera en esta situación apuntaría como un intento para tratar de impresionar. Aun así a mí no me importaba como fueran los detalles de su habitación, ni los pósteres de Queen en la pared en una alusión evidente al rock, que parecía ser uno de sus géneros musicales, ni de los dibujos en la puerta frente a su armario o el hecho de que guardara una foto familiar cerca de la mesita de noche.
Aun cuando aquel espacio lleno de detalles que podrían unirse al rompecabezas que era él para mí, sabía que su presencia lo llenaba todo a punto de eclipsar lo demás y entonces tuve que admitir mi peor miedo en los últimos días.
No había avanzado nada, lo amaba si es posible con más fuerza que antes y lo peor es que estaba aterrada, lo suficientemente aterrada para no decirle o corresponderle, aunque mi cuerpo se empeñara en dejarme en ridículo cuando él se atrevía a más.
Sinceramente estaba loca por dejar la casa Bangtan, había pasado de la vergüenza ante los esfuerzos de los otros para que funcionara al terror de casi caer en la tentación de su boca. No podría hacerlo, al menos no sin sucumbir a la arrolladora personalidad que tenía y por eso me recriminé todo el camino de vuelta a la empresa de mi madre.
—Llegas cinco minutos tarde-dijo Juliana, la asistente de mamá.
Torcí el gesto, no estaba de humor con tantas cosas con el nombre y los ojos marrones de Jungkook en la cabeza.
Alcancé el piso cincuenta y siete sin ánimos.
El salón de reuniones de mi madre y lo que servía de despacho personal se alzaba al frente, lleno de muebles de diseñador y puertas de cristal plegables. Traspasé el umbral, retorciendo las correas de la pequeña mochila que llevaba. Tenía un sentimiento extraño de que algo no saldría bien.
—Hola, pequeñita ¿Fue bien lo de tu amigo?
Le di un beso en la mejilla mientras me sentaba a su lado. Por lo visto la última reunión había ido bien, por la cara sonriente que tenía. Al menos alguien aquí estaba segura de sus sentimientos.
—Supongo, que sí ¿Y bien, qué tenías que decirme tan urgente?
La línea que aparece en su pálido entrecejo me hace arrepentirme de la pregunta. Las únicas veces que mi madre hace eso es cuando está enfadada conmigo, cosa algo rara o cuando nos vamos a mudar y...
—Sé que últimamente no has estado bien, Gi, no puedo pasar todo el tiempo que quisiera contigo por el trabajo y... ¿Recuerdas las vacaciones de navidad?
Asiento atolondradamente sin saber muy bien adónde quiere llegar. A decir verdad es el mejor tiempo que hemos pasado en familia, pero...
—Bueno, la verdad es que tu padre y yo, hemos decidido regresar.
—¡Eso es genial! ¿Cuándo me lo ibas a contar? Aunque...
—Hija...sé lo que estás pensando y como siempre no te equivocas...nos mudamos a Madrid la próxima semana...
Las manos de mi madre están frías y yo debo estar en shock. Ni siquiera puedo hablar y no sé por qué me falta el aire de repente.
—Oh, nena...no llores, lo siento por ese chico que has encontrado, pero tarde o temprano sería así...Vamos, cuando regreses a Madrid podrás estar con gente que conoces de verdad... ¿Te acuerdas de Rodrigo y Leah? Ellos...
Mi madre continúa intentando sacarme del estado de perplejidad en el que me sumerjo y ahora lamento mil veces no haberle dicho hoy. Voy a perderte sin siquiera intentarlo.
—Hey, que porque lo mires tanto no le van a salir alas...
—¿Eh?
Suga tuerce el gesto y yo vuelvo a mirar a la nada. Aun me pregunto qué fue lo de esa noche. Ya no me duele tanto la cabeza, pero ese rostro sin nombre sigue apareciendo en mis sueños.
Es algo tan extraño que no me he sentido con ánimo para comentárselo a los demás. Jimin me explicó que un chico llamado Sam fue el que contactó con Rapmon y según supone quien me salvó de los matones que me atacaron, sin embargo yo no recuerdo ningún chico y sigo teniendo la imagen clara de una muchacha pálida y menuda antes de desmayarme. Es frustrante. Hago un borrón en la hoja donde se supone estoy agregando las letras, hoy no es mi día.
—¿Qué te pasa, Hob? No me mires así, llevas tres horas rezongando y eso en ti, por muy post-traumatizado que estés no deja de ser raro.
Últimamente Suga se ha vuelto mucho más perceptivo y creo que en eso su novia tiene peso. Barajo mentalmente si decirle o no mi descabellada idea, pero al final no me queda otra.
—¿Creerías que estoy loco si fuera de nuevo al metro?
Suga me mira sin pestañear. Ruedo los ojos casi disgustado.
—Hay algo que no sabes sobre el accidente. Sí, ese chico que se llama Sam, creo...no, estoy seguro de que me estaba siguiendo en el metro desde días antes. Es raro, pero también creo que no es un chico...hyung estoy seguro que antes de desmayarme vi a una mujer...
—Hob, nunca has sido muy cuerdo que digamos pero ¿Cómo diantres va a ser una chica? Además estabas medio inconsciente creo que...
—¡No, no lo entiendes! Y por eso no había dicho nada antes. Hace un mes que sucedió, tú empezabas con Lena así que no me acompañabas al underground como antes. Rapmon comenzó a liarse con esa morena y al final iba yo solo, pero él estuvo ahí la vez que apareció un chico como describió Jimin en lo de Big Cloud. Es la única persona que ha logrado presionarme bailando hyung, y desde entonces, no sé cómo pero me fui obsesionando. Estoy seguro que esa noche, era ella.
—A ver si lo entiendo, llevas un mes, exponiéndote a terminar en una zanja o algo peor, porque un chico que tu supones... No sé por qué es una chica, te retó a un duelo de break y te patearon el culo.
—No con ese dramatismo, pero sí, exactamente eso...
—¿Puedo ser sincero, Hob?
—Por supuesto.
—Estás más perturbado de lo que creía, pero aun así, te lo debo...
Suga se levanta del sofá que ocupamos en el estudio y marca unos números en su celular antes de completar lo que ya su expresión delata.
—Vayamos de cacería.
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