Lección 42: Reencuentro
La chica pelirroja y quien evidentemente era su novio se besaban de aquella forma que yo solía envidiar en las películas y que tenía la capacidad de gritarle al resto de que estábamos asistiendo a un momento demasiado íntimo para siquiera opinar. Aun así uno de aquellos chicos que Issabelle tanto me había comentado, el rubio platinado para ser exacta, fue el primero en dejar saber su opinión.
—Oh, por favor. Que alguien detenga la sesión de cariño gratuita. Estoy cansado y se me están secando las piernas aquí.
—Sí, Kookie suelta a la pelirroja y ayúdanos con el equipaje. Señoritas tenemos órdenes de…
—Tae, por favor que maleducado eres.
Jin reprendió al peli azul y hasta entonces su mirada no había caído con todo el peso sobre mí. Me sentí pequeña y tuve ganas de esconderme detrás de Issabelle. Los enamorados ya se habían separado y la chica lucía sus mejillas tan sonrojadas casi como su cabello.
El chico moreno que ellos habían llamado Kookie, la abrazaba por la cintura y el espectáculo no podía ser más raro. El resto del personal femenino parecía furibundo y los chicos hacían lo imposible por no mirar a las chicas directamente.
—Hola para Angie, Mei, Issabelle y creo que es April ¿no?
La aludida asintió recolocándose las gafas de sol, por lo visto yo no era bienvenida a los ojos de Jin. Me lo merecía y esta vez terminé dando un paso atrás de Issabelle. Ella lo percibió incluso antes de que lograra escabullirme y creo que estaba a punto de decirme algo cuando su novio la tomó por el brazo.
—Tenemos que hablar—pronunció él y antes de que mi amiga protestara la alejó del grupo hacia una zona de perfecto césped que debía ser el patio trasero de la casa. Jin continuó repartiendo órdenes como parecía ser la norma.
—Tae y Jungkook bajen el equipaje. Hobi, Jimin y Suga enséñenle la entrada a nuestras invitadas, no refunfuñes Kook. Ya tendrás tiempo de sobra de estar con tu novia. Las visitas no se reciben en la calle.
Hubo de todo tipo de reacciones pero obedientemente todos hicieron su parte. Estando desprotegida vi pasar la procesión de chicos y chicas frente a mí hasta que solo quedamos Jin y yo sobre el arcén. Me temblaban las manos y temí que pasara de largo ignorándome por completo.
—Creo que no estoy seguro de la razón por la que estás aquí ¿Va todo bien?
Estaba claro de que no me lo iba a poner fácil, contando lo que había hecho con su reputación, contando el perjuicio que alguien tan insignificante como yo le había causado. Dibujé círculos con mi pie izquierdo mientras evitaba mirarlo a los ojos.
—No, la verdad nada está bien. Yo…te debo una disculpa Jin, por esa noche…por lo que hice después y…
—No es real si no me miras a los ojos Ritsuki. No es real si no puedo ver tu alma.
Él era así y hasta ahora descubría que me gustaba más allá de una amistad. Levanté la vista del suelo y allí estaba. Jin me miraba con esa paz que parecía emanar a todas horas. Comprensivo, pero muy en el fondo enfadado, muy en el fondo sabía que la forma en que decía mi nombre era un indicio de cuánto me había equivocado.
—Lo siento. Sé que he esperado demasiado para decirlo pero es la verdad. No debí de reaccionar así, pero…
Esperaba realmente que me interrumpiera, que aplacara mi desasosiego con un ya no importa y repitiera las palabras de aquella noche.
¿Se puede hacer tan tarde para uno con seis meses en medio?
Jin no me interrumpió y ya no soporté la calma. Mis manos se hicieron un nudo entre ellas mientras trataba de controlarme. Dile la verdad, me había aconsejado Issabelle, pero qué verdad le iba hacer cambiar de opinión sobre mí.
—Hey hyung ¿vamos a cocinar o pedimos algo para entregar en casa?
Taehyung había aparecido en la puerta con un inalámbrico en la mano. Jin no dejó de mirarme de esa forma que ya estaba consiguiendo sacarme de quicio.
—Tenemos invitadas, es obvio que vamos a cocinar.
—Genial, te aviso que hay un alto porcentaje de nosotros que es capaz de incendiar la cocina sin supervisión. Ya sabes que…
—Iré en cuanto aclare un asunto con Ritsu. No te preocupes.
—Okay…buena suerte.
El peli azul se despidió no muy convencido. Jin arqueó una ceja incitándome a hablar. Creo que había conseguido cabrearme con su actitud fría.
Ya te dije que lo siento, cómo querías que reaccionara si me besaste y luego dijiste que me amabas. Fue mi primer beso, diablos, nadie se había acercado tanto a mí. Nadie había logrado llenar mis sueños.
Nadie me había hecho sentir tan viva con solo un pequeño roce de nuestros labios y a la vez tan desdichada como para no creer una palabra. No quise darte esa bofetada, no fui conciente de que había más lentes sobre los dos de lo que podía imaginar.
Tú te fuiste de gira, yo me tuve que quedar a lidiar con la otra parte del desastre. Por qué me miras así.
Creo que no pude sostener más tantas preguntas y unas traicioneras lágrimas rodaron por mis mejillas.
Vi como él intentaba decir algo pero me encargué de cortar el inútil llanto con el dorso de mis manos. No me había equivocado. Jamás sería esa chica en aquel vestido lavanda. Jamás sería suficiente para alcanzarlo a él.
—Pero nada, creo que ya no queda nada que podamos decirnos. Gracias por recibirme. Te están esperando.
Salí disparada a la calle y fue una suerte haber encontrado un taxi tan pronto. Mi teléfono comenzó a sonar como loco. Era Issabelle y tuve que hacer un esfuerzo para contener el llanto que me sacudía el cuerpo.
—¿Se puede saber por qué te has ido así? ¿Estás llorando? Oh…ese Seok-Jin, va escucharme cuando…
—No, Iz, todo está bien. Ya me disculpé. No había más que hacer y decidí no robarles más tiempo. Debo abrir dentro de unas horas.
—Entonces yo voy también. Sé que no estás en condiciones.
—No, olvídalo y quédate con tu novio. Hace meses que no se ven y deben de tener mucho de qué hablar para ponerse al día. No le digas nada a Jin. Él es el menos culpable en esta historia. Estaré bien, estoy acostumbrada a este tipo de despedidas. No te preocupes.
—Madre Woo…
—No pudo ser, mi pequeña, no pudo ser, pero para mí es suficiente. Nos vemos en casa.
Corté la llamada y me abracé a mí misma. Estaba dispuesta a entrar en una especie de letargo hasta que el auto se detuvo repentinamente.
—¿Pero qué estás loco? —gritó el chofer y yo desperté de la especie de sopor que me había envuelto. El conductor que casi provoca el accidente salió de una camioneta muy parecida…Dios Mío pero qué…
Jin abrió la puerta del pasajero del taxi con un solo movimiento. Jadeaba y el pelo se le había pegado a la frente por el evidente esfuerzo.
—No, no aceptaré que te vayas otra vez de esa manera. Sé que hay mucho más que un lo siento, sé que hay mucho más y me lo debes de decir. Ritsu…
—¡Está obstruyendo el tráfico demente!
Gritó alguien de la fila que ya se había formado detrás del taxi. El conductor mascullaba blasfemias también y mi nerviosismo aumentaba al ver a Jin como una pared humana que sostenía la puerta sin dejar de mirarme.
—No me importa obstruir el tráfico, no me importa destruir una ciudad si con eso consigo que la mujer que amo me explique por qué me rechazó, así que cállese y mire hacia delante, le pagaré por la espera.
Casi sonreí. Cómo alguien tan amable y paciente como él podía tener ese genio. Era una locura, y yo era muy idiota por no creer en lo que era evidente.
Todo en él lo delataba, todo en él me gritaba que debía dejar atrás esa marea de complejos que se habían convertido en una segunda piel para mí y escuchar a mi corazón.
—Ritsu, si aún sientes algo por mí, si alguna vez sentiste algo por mí, quiero decirte que aquella noche fui demasiado brusco, que no debí decirte eso, pero debes comprender que desde la primera vez que te vi tuve ese loco sentimiento de que eras la indicada. De que podía concebir un futuro contigo y por eso, por eso…
—Por eso me besaste—dije abandonando el taxi—Dígame cuánto es señor—me dirigí al taxista y la multitud detrás del auto siguió pitando enardecida.
—Señorita, usted me ha traído problemas y tiene que…
—Tome, quédese con el cambio.
Jin le pagó al sujeto y debe haber sido suficiente como para que no dijera más nada y se incorporara al tráfico. Tuve que correr a la acera para no ser atropellada. Jin sostenía mi mano y repentinamente me sentí mejor.
Ambos nos miramos con la respiración agitada. Nunca había besado a alguien por iniciativa propia, de hecho, restando esa vez con el propio Jin nunca antes había sucedido. Por eso no supe muy bien lo que hacía pero aun así lo intenté.
Creo que hasta él se sorprendió cuando mis labios tocaron los suyos. Jin solo tardó unos segundos en entender lo que yo no había tratado de formar con palabras. Sus manos se cerraron alrededor de mi cintura y tuve que ponerme en puntas a fin de no perder el equilibrio.
Un aplauso lejano se coló en mis oídos cuando nos separamos. Eran los chicos que habían saltado la distancia que nos separaba de la casa y nos vitoreaban de una extraña forma.
—¡Bien hyung, así se hace!
Alguien gritó y vi el rubor crecer en las mejillas de Jin. Se veía tan adorable que no pude evitar recostarme contra él. Su aroma me abrazó por completo y quise que nos quedáramos así para siempre. Él susurró sobre mi cabello.
—Espero que eso haya sido un sí Ritsuki, o de lo contrario tendrás que ponerme una orden de alejamiento.
—¿Y por qué haría eso? —mencioné encontrando esos ojos marrones llenos de estrellas y bondad.
—Porque si no eres mi novia, me convertiré en tu acosador número uno.
La sonrisa nos tironeaba a ambos en las comisuras. Creo que comenzaba a gustarme que me abrazaran de aquella manera. Oculté mi cabeza en su pecho y sentí como sus manos recorrían las hebras de mi cabello lentamente.
—No necesitarás esa orden Kim Seok-Jin, esta vez soy yo la que no te dejará escapar.
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