Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Lección 40: Secretos

Jimin llegó exactamente quince minutos después que me sentara sobre el arcén. Se burló de mi apariencia y me obligó a esperar fuera del coche que había rentado a fin de que estuviera presentable.

Debo reconocer que el mocoso sabía muy bien el estilo de cada cual en el grupo. Solo tardó un par de minutos en asaltar la boutique más cercana para que yo pudiera cambiarme a unos jeans rotos en la rodilla de color gris y una remera de mangas largas negra.

Hasta unos zapatos compró. Eran unas deportivas Adidas en blanco y negro para combinar. Entré al lavado del centro comercial y casi tomé una ducha. Me sentía un poco incómodo pero el baño de las mañanas tendría que esperar.

Fuimos a desayunar a una de las cafeterías del centro, cerca de Hollywood Boulevard. La mañana comenzaba a caldearse entre el ir y venir de miles de personas, el turismo en el paseo de las estrellas y el olor a comida frita impregnando el ambiente. Pedí un expreso sin nada de azúcar y tres croissants para desayunar. Jimin quiso un cappuccino descafeinado y unas donas.

—Bueno, ya estás presentable y casi con el estómago lleno. Habla, tengo todo el día para servir de terapeuta—procalmó el castaño sorbiendo su café. Genial, esto era peor. Soborno por información.

—No tengo mucho que contar.

—Yoongi, por favor. Es obvio que te pasó un tren por arriba ayer por la noche. Vamos nos seas tacaño y escúpelo todo.

—¡Estoy comiendo! Nada de escupir—Grité golpeando la mesa y me gané las miradas agresivas de las personas alrededor. Esbocé un lo siento con los labios y me concentré en mi taza de café como si fuera todo un arte.

—Está bien, creo que tendré que suponer y tú contestarás como quieras ¿Vale?

Respondí con una especie de gruñido que solo consiguió que Jimin sonriera más. Maldita sea.

—Bueno, veamos. Mi suposición, te emborrachaste en la fiesta de ayer.

—Eso es obvio, que poca imaginación tienes.

—No interrumpas. Como decía, te emborrachaste en la fiesta después que Rapmon se fuera. De hecho la excusa de pasar el rato fue muy pobre, piensa en algo mejor la próxima vez.

—Deja de molestarme.

—Aun no termino. Entonces conociste alguna chica maja y sexy y te fuiste de juerga con ella. Hoy por la mañana no recuerdas casi nada y amaneciste en algún lado del muelle preguntándote qué diablos había sido eso, porque hasta ahora en seis años que te conozco nunca lo habías hecho. No interrumpas, y ahora probablemente hayas embarazado a alguien y te preocupe que Lena se entere porque es evidente que aun sigues enamorado de ella y…

—¡Joder, cómo fui tan estúpido!

Otra vez conseguí que las miradas se posaran en nosotros al punto de derramar lo que quedaba del café sobre la mesa.

—Lo siento, lo siento. Pagaré los daños—le dije a la camarera que había llegado a asistirnos. Ella negó con la cabeza y yo enrojecí de vergüenza. Después de ese incidente Jimin y yo salimos al calor extenuante de Los Ángeles.

Hasta que el mocoso no lo había sugerido no me había dado cuenta de que esta vez no nos habíamos cuidado, que era posible que yo…solo de pensarlo me entraban náuseas.

—Hey Yoong’s, ¿Por qué no entramos al auto? Estás pálido. Vamos.

Jimin me sacó casi físicamente hasta que el aire fresco del coche me golpeó en la cara. Nos sentamos en el asiento de los pasajeros. Yo con los ojos cerrados y el mocoso con su celular.

—¿A quién le tecleas?

—Nada importante y dime qué pasa. No es tan grave lo que dije, bueno si un poco escabroso pero no será el primero ni el último. Cálmate quieres.

—Jimin—lo miré casi con ansiedad—Solo acertaste una parte de la historia. La chica de ayer por la noche, con la que me fui de la fiesta no fue una desconocida. Estuve con Lena, estuvimos juntos y fue una locura que solo recuerdo a medias. Vive a menos de diez minutos del muelle y yo…Joder...

Golpeé con rabia el asiento del copiloto. Mis nudillos volvieron a sangrar y entonces recordé otro fragmento de la noche anterior. Mierda, mierda y más mierda, por qué tuve que hacer eso.

—Entonces sí que es complicado. Vamos. Tienes que hablar con ella cuanto antes. Preguntarle en que día está y esas cosas, porque parece que te olvidaste de la regla número uno de los rollos. No me mires así, sé que no sueles hacer esto, pero no puedes andar por ahí donando tu esperma como una promoción de año nuevo. Piensa más con el de arriba y no con…

—¡Cállate Jimin, cállate de una buena vez! Lena no quiere verme. De hecho tuve que emborracharme para que me soportara. Estaba ebrio, no recuerdo muy bien lo que le dije o lo que ella pudo decirme a mí mientras sucedía. Esta mañana sin embargo…me trató como un extraño ¿Sabes lo que casi me dijo? Que solo había sido sexo y nada más.  No pude con tanto. Aun me siento mareado. No puedo soportar eso. Sexo o no. Sobrio o ebrio, sé que no he podido superarlo y ahora…

—Hey, ¿Qué hacen en medio de la calle? El tráfico está insoportable y ustedes disfrutan sentados aquí.

Era Kookie. Con un bolso de viaje al hombro y en unos pantalones cortos hasta la rodilla. Lucía radiante, como si hubiera estado al aire libre últimamente y de hecho caí en la cuenta que desde ayer en la tarde noche no le veía. Qué había estado haciendo.

—Maleducado. Estoy en plena sesión de terapia y así apareces. Por lo visto todo salió bien. No me llamaste hasta ahora.

—Estoy feliz si es lo que quieres saber y fue buena idea volver en el jet. Me ahorraste un día de percances. Aunque me hubiera gustado estar más tiempo con Angie. Los husos horarios son una locura.

—Frenen ustedes dos. Por alguna casualidad fuiste a…

—Sí, fue a Madrid, fue a España solo para dar una disculpa y recibir una oportunidad. Tuvo las bolas, como tú sueles decir, de soltar lo que sentía y tú deberías hacer lo mismo. Acorralar a Lena contra la pared y sacarle ese maldito secreto que ya nos afecta a todos.

—¿Secreto?

—Jimin te dije que no…

—Ahora que empezaron van hasta el final. Vamos Kookie, es evidente que sabes algo y se lo has dicho a Jimin ¿Qué es esto, otro complot?

Ambos chicos intercambian miradas hasta que el maknae suspiró dramáticamente. Maldita sea con el suspense.

—Yoongi solo sé lo que la propia Lena dejó escapar aquel día antes de que…bueno, de que sucediera lo de ustedes. Me dijo que tenía algo que ocultar. Algo que cambiará tu manera de pensar sobre ella y que tampoco podía confiarme a mí. Parece que es grave y que por eso su padre la presionaba a regresar a Los Ángeles. A decir verdad Yoon, cuando la conocí me dijo que no sería por mucho tiempo. Que solo completaría el semestre antes de regresar, pero su padre cambio de opinión en esa cena. Ella quería decirte eso el día que yo me despedí de mi novia. No sé si lo conseguiría pero parece que no. Es todo lo que sé. Lo siento.

—Creo que tienes dos opciones, hyung—dijo Jimin palmeándome el hombro—O le preguntas directamente y de paso tocas el otro tema, o de lo contrario contratas un detective y la investigas.

—¡Jimin eso es casi ilegal! Has visto muchas pelis con Tae.

—Mira su estado Kook. Está hecho polvo. Tiene que entender qué le sucede, merece la verdad.

—Sí, pero ya nos hemos metido demasiado. ¿No crees que es mejor parar?

—Ya, dejen de hablar como si no estuviera aquí. Préstame el coche Jimin.

—Pero como…

—Ya, pide un taxi. Tengo que aclararme cuanto antes.

—Hyung, aun tienes resaca y…

—¡Sal del coche o cállate y conduce!

El castaño levantó las manos en señal de rendición. Jungkook hizo una mueca extraña pero no me criticó.

—Vale, como quieras.

Minutos después aparcaba frente a la casa de ella. La música electrónica salía por las ventanas y alguien estaba en la piscina. Parecía una fiesta de bikinis y los tres enrojecimos al ver unas chicas casi sin nada salpicándose en la alberca.

Una de ellas era la morena que había entrado esta mañana. Lily, recordé no sin esfuerzo. A ella me dirigí y enseguida nos recibieron chillidos y exclamaciones. Jimin estaba en su salsa firmando autógrafos mientras yo trataba de llevarme a Lily fuera del bullicioso círculo. Jungkook se unió a la distracción y le agradecí con un gesto de cabeza.

—¿Lily, verdad?

—Se puede saber por qué volviste. Mis padres están a punto de regresar y Lena no está en casa si es lo que quieres saber.

Remarcó la pequeña sin mirarme a los ojos. La tomé del brazo al borde de un ataque de nervios.

—¿Qué haces, estás loco? Lena…no…

—Escúchame bien niña, sé cuándo me están mintiendo y estoy seguro de que ella está aquí. Lo más probable en su habitación, con ese pijama nefasto lleno de animales felpudos que se pone cuando está de malas o tiene gripe. Ya he visto eso antes. Y si no me dejas entrar pues tendré que hacerlo a la fuerza. Tengo que hablar con ella, es urgente.

Los ojos de la chica se abrieron de par en par. Temí que comenzara a gritar por mi brusquedad, pero en su lugar sonrió de una forma casi adorable. Pero qué diablos.

—Sabes, Min Yoon Gi. Voy a traicionar a mi hermanastra porque en serio es una idiota. Quisiera a alguien como tú en el futuro. Alguien capaz de recordar hasta lo que hago cuando me deprimo, eso es demasiado dulce para no ceder.

No dije nada, qué podía decir ante eso. Solté a la chica que se enfundó en una camiseta antes de guiarme escaleras arriba. Los chicos seguían rodeados de público y creí escuchar a Jungkook cantando.

Tendría que compensarlos de alguna manera. Pasamos por la cocina y solo tuve que mirar la nevera para que los nervios me atenazaran el estómago. Un recuerdo grabado a fuego en mi cerebro y de no ser por el carraspeo de Lily hubiera divagado más.

Llegamos al pasillo que daba a las habitaciones y la primera puerta tenía una cláusula de no molestar ¿En serio? Lily tocó tres veces antes de hacerme un guiño.

—¿Qué quieres ahora Liliana? No es suficiente con tus amigas las pesadas. Te dije que no estoy para…

Pero Lena enmudeció por completo al encontrarme en su umbral. Tenía los ojos hinchados y efectivamente el pijama de animales de peluche la acompañaba.

—Bueno yo me voy saliendo. No se maten, por favor. No podré deshacerme de los cuerpos después.

Respondió la pequeña morena antes de correr por el pasillo. Lena seguía anclada al picaporte como si le faltara el aire.

Qué esperas, toma la incitativa.

La voz de Jimin ahora era parte de mi conciencia. Jodida, vida. No lo pensé dos veces y traspasé el umbral, la tomé del brazo y cerré la puerta tras de mí.

—¿Pero se puede saber qué diablos haces? Mi padre puede…

—No, esta vez no me iré hasta que me lo cuentes todo. Hasta que me digas la verdad. Ni siquiera puedo concentrarme viéndote así tan…tan miserable. Vamos, mi amor, no me hagas esto y dime la verdad. Es solo eso, después, después podrás echarme como te venga en gana. No me importa, pero me debes eso Lena. Si alguna vez sentiste algo por mí me debes contar.

Percibí el temblor que le recorrió el cuerpo y tuve ganas de abrazarla. Lena se alejó de mí como si el tacto de mi mano en su brazo la quemara.

—¿En serio quieres oír? Creo que te irás corriendo antes de que termine.

—Ya te dije que no me importa. Nena, por favor.

Las lágrimas rodaban por sus mejillas y yo me sentía peor a cada segundo. Era una tortura forzarla así, pero me estaba volviendo loco, me estaba convirtiendo en un náufrago y ella tenía la respuesta.

—Vale, entonces, siéntate. Es largo lo que te tengo que decir.

Me dejé caer sobre la esquina de su cama. El mismo edredón color turquesa sobre el que tantas veces había estado me recibió en silencio. Lena no se sentó. En su lugar comenzó a dar vueltas por la habitación sin mirar a nada en especial.

Yo comencé a divagar también observando los muebles y los pocos libros que había acomodado en aquel espacio que de no ser por ella y el edredón hubiera dudado de a quién pertenecía. Su voz era un murmullo amortiguado por el llanto mientras intentaba hablar.

Hace dos años y unos meses mi madre se suicidó después de crisis y peleas en las que yo siempre fui testigo. La verdad no recuerdo que ella fuera muy cariñosa conmigo, es decir, con nosotros. Cuando era pequeña me daba cuenta que las demás niñas estaban siempre pegadas a sus madres, yo era diferente. Papá era quién me llevaba al colegio o quién me acompañaba al centro comercial. Quien me enseñó a andar en bici. Quien me hizo la primera trenza más enredada de la vida. Sí, yo era diferente y mi madre también. Ella parecía aletargada cada día y cuando yo me equivocaba no tardaba en estallar en una discusión incompresible que terminaba con mi padre detrás de la puerta de mi habitación diciendo que todo estaría bien. Que mamá estaba enferma y que no era su culpa. Tardé trece años en enterarme y ni siquiera por ellos de lo que sucedía. Depresión post parto, emocionalmente inestable, palabras que hasta hoy llevo muy dentro. Los años pasaron y yo me convertí en una joven universitaria. Mamá se acercó un poco más a mí y a Aaron en ese tiempo. Creo que se estaba despidiendo y no fuimos capaces de verlo antes. Papá ya no llegaba a la misma hora de siempre. El trabajo de mi hermano, la universidad, más horas de soledad para que no viéramos las discusiones, para que no me diera cuenta de que tomaba más sus pastillas para dormir. Fue una tarde de febrero cuando recién llegaba de la universidad y entonces comprendí qué eran esos lamentos en la noche y cómo había creído escuchar a papá gritando y luego el motor de un coche encenderse y ella gritarle traidor. Mi madre se propuso dejarlo todo en claro ese día y aún recuerdo el agua desbordándose por la barandilla de nuestra antigua casa. Agua enrojecida por una mujer que después de tomar suficientes pastillas como para sedar un animal se había cortado las venas. Pero eso no fue lo peor, no, la tragedia vino seis meses después. Mis pesadillas crecieron al punto de no poder dormir.  Las cosas se empezaron a torcer y cuando mi padre compró esta casa y dijo que probablemente había encontrado a otra mujer…  No pude soportarlo más. No se sabe que se está deprimido hasta que los demás te etiquetan, no se sabe lo que uno mismo puede hacer para lastimarse hasta que se está tan en lo profundo. Creo que era genético y quizás por eso lo hice. Yo no usé una navaja de afeitar, Yoon. Yo misma me rasgué la muñeca con un cuchillo de cocina y gracias a Aaron estoy aquí. Dicen que estaba sedada y que lo próximo que quería era tomarla con mi otra muñeca. Los meses que siguieron a eso…bueno, pues la clínica es un lugar sombrío. A veces pierdes la noción del tiempo y ser evaluada una y otra vez, ser vigilada hasta cuando vas al baño por automutilarte, es agotador. Cuatro meses después y diez de la muerte de mamá me dieron el alta y mi padre ya vivía aquí. Empezó la rehabilitación y como estaba más aletargada que el más insulso de los vegetales, Aaron sugirió que pasara tiempo con él en Corea. Fuimos a ver a mi abuela, quien no tiene ni la más mínima idea de por qué tengo esta cicatriz que fingí ser el producto de un accidente y ya sabes lo demás. Creí que podía salvarme y te juro que no quería enamorarme de ti, de nadie en especial. Soy demasiado peligrosa y al igual que mi madre emocionalmente inestable. Tenía un plazo de caducidad y no te lo dije, luego hice lo que se me da mejor y eso es lastimar a la gente y ahora…ahora solo mírame…te estoy terminando de apuñalar y ni siquiera…

Los sollozos la ahogaron por completo. Yo lloraba en silencio también, cuando le ofrecí mis brazos. Lena se hizo un pequeño ovillo alrededor de mí. Le besé la cabeza e inhalé el aroma de su cabello. Temblaba alarmantemente y temí que tuviera fiebre.

Se me olvidó la razón por la que podía estar enfadado con ella, se me olvidó la insistencia cuando todo parecía cobrar forma en su razonamiento. No era tiempo de juzgarla, sino de darle mis hombros para que se apoyara, de ofrecerle más de mi corazón para que el suyo descansara.

Estábamos más rotos por dentro de lo que podíamos calcular y aun así yo cometía la arrogancia de desear salvarla a ella también. Lo entendía y si ella me pedía que me fuera lo haría aun con el corazón dividido. Ahora si es que era posible, la amaba aún más.

—¿No vas a decir nada, verdad? Estaba segura de que sería así, por eso te voy a dejar ir nuevamente. No quiero que cargues con un peso mayor.

Miré su rostro pequeño y delicado. Estábamos tan cerca que podía sentir el golpeteo de su corazón contra mi pecho. Mis pulgares se llevaron algunas lágrimas. No podía casi hablar.

—Lo único que sé es que no quiero irme aun. No es lástima, mi amor, no es pena, ni siquiera es remordimiento. Yo hubiera hecho algo peor en tu lugar.

—Yoongi…

—No lo estoy inventando Len, como no inventé esa propuesta que rechazaste hace casi un mes. Aun te amo. Mi cuerpo y mi alma se rehúsan a querer a otra persona. Aun te amo y ahora si es posible más. Quiero que seas la madre de mis hijos algún día. No importa cuándo, no importa cuánto me rechaces. Voy a esperarte hasta que estés lista, voy a esperarte aún más allá de esta vida y las que tenga que reencarnar. No se pueden separar las piezas una vez que encuentras la indicada. No se puede estar así de incompleto para siempre.

Lena no dijo nada después de eso y en su lugar me abrazó más fuerte. Sentí que cerraba una puerta dolorosa de mi vida para dejar paso a lo inesperado. La chica entre mis brazos se fue calmando hasta que su respiración fue un murmullo acompasado. Me quedé allí lo suficiente para admirarla por una última vez hasta saber Dios cuándo.

Le pedí como un hombre desesperado que nos volviéramos a unir mientras la arropaba debajo del edredón. La besé en la frente y deseando tener algo más que dejarle que un recuerdo tan volátil tomé uno de los cuadernos de su escritorio y garabateé una nota.

"Desde hoy y en lo adelante, quiero que sepas que no estás sola. Aún detrás de esta distancia que debemos tomar, yo estaré para escucharte, estaré añorando verte en cada esquina de cualquier ciudad. Estaré buscándote en cada estrella que compartimos. Solo tendrás que mirar, mi pequeña Luna y entonces sabrás que aun te amo, mucho más que la infinidad."

MYG

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro