Lección 21: La otra parte de mí
Maratón 4/10 🐰
Amaneció antes de lo que esperaba y una llamada de Kookie fue lo que sirvió de despertador. No pensaba volver hasta el lunes, pero como buen tonto me había olvidado que la próxima semana comenzaría la parte asiática de la gira.
Después de escuchar que Yoongi y el líder se habían peleado y el pedido habitual de Kook de su tarta con chocolate y arándanos, que por cierto ya me había tomado el trabajo de traer de casa de mis padres.
Me concentré en la chica de los cabellos color bronce que aun daba vueltas entre las sábanas. No recordaba bien el punto de la noche en que April había entrado a mi habitación como una niña pequeña que acaba de tener una pesadilla y había pedido que le hiciera espacio en la cama.
Ambos habíamos sido víctima de un sueño espeso desde entonces y ahora estaba ahí, recién despertada con la mirada cargada de estrellas y solo para mí.
—¿Por qué me miras de esa forma?
Una almohada chocó contra mí y a eso le siguieron más risas.
—Ahora veras…
—No me gusta que…oh…Jimin…para…no…
Las carcajadas de April llenaban la estancia como la mejor de las músicas mientras le hacía cosquillas por todas partes.
—¡Basta, no juegas limpio!
—Nunca dije que lo hiciera. Tengo que hablarte de algo.
—¿Eh?
Las manos pequeñas y delicadas de April quedaron sobre mi pecho. Separadas únicamente de mi piel por la fina tela de la playera que utilizaba para dormir. Miré esos grandes ojos color ámbar y sentí que me perdía. Como le decía que debíamos volver cuanto antes o mis amigos corrían el riesgo de mandarlo todo al diablo.
—Y…
—Debemos irnos antes.
Ambos habíamos hablado al mismo tiempo, pero ahora la despreocupada sonrisa que comenzaba adorar en su rostro se oscureció. April se quedó en silencio como si así garantizara que yo no había dicho nada. No sabía cómo hacerle entender por qué así que probé con la verdad.
—Surgió un problema con los chicos y es casi de vida o muerte que regrese a Seúl. Perdóname…por favor…
—Ya…
—April…
Ella salió de debajo de mí y se sentó de espaldas en la cama. No pude resistir la tentación de recargar mi barbilla en su hombro. Seguía oliendo a vainilla y a pintalabios de fresa. Inhalé sobre su pelo y tuve miedo de flaquear.
—A veces olvido quién eres Park…es solo que todo iba tan bien que por un instante pensé en quedarme así para siempre, vaya estupidez.
—Hey—dije tomando su mentón entre mis dedos—No es una estupidez. Ayer fue sino el mejor de los días, el mejor de mi vida. No te pongas triste ¿Vale?
—No, no lo haré y…cuándo te vas…digo de gira…
Sé que se esforzaba por no dar a entender que le molestaba pero su rostro se había convertido en una máscara imperturbable que me recordaba los cambios de humor de Suga. No pude más y contra cualquier pronóstico terminé dándole vuelta a la posición que ocupábamos y ahora ella estaba debajo nuevamente.
Bajé la cabeza y suspiré sobre sus labios intencionadamente. April no apartó la vista de mí, mucho menos cuando me decidí a tomar su boca. No fue tierno, esta vez era algo más complejo y sugerente.
Al punto que me descubrí con las manos en sus caderas. Algo en lo que debía haberme detenido, pero no sucedió. April me arrancó la playera de un tirón y antes que pudiera romper más el beso, era yo el que miraba desde abajo caer su cabellera como una cortina entre nosotros.
—Quiero que sepas que quizás me arrepienta de lo que estoy a punto de hacer, pero si no lo hago corro el riesgo de perderte y no quiero hacerlo. De eso estoy completamente segura…
—Nena…
—Shh…no me interrumpas, Park Jimin, este fin de semana me ha bastado para saber que te quiero en mi vida a tiempo completo, así que cuando estés de gira en Dios sabe dónde, hay de ti si osas siquiera mirar a otra…
—Pero…
—Pero nada, ya te dije que me arrepentiré, pero lo voy a decir de todas formas…yo…te amo ¿Vale? Y eso significa que te pertenezco tanto como tú me perteneces, así que mídete con las fans o es muy probable que…
No la dejé terminar. ¿Estaba soñando? No podía ser verdad. Cuando el aire no nos daba para más me atreví a preguntarle, más bien a exigirle.
—Repítelo, repítelo solo para mí.
La sonrisa que apareció en el rostro de April acabó de agrietarme el corazón. Era obvio que moriría a manos de ella y su curiosa forma de marcar territorio. Sus manos enmarcaron mi cara y yo me negaba a perder un detalle de lo que iba a salir de sus labios. Fue casi un susurro imperceptible, que terminó de disparar la granada que ya cargaba en el pecho.
—Te amo, mi ángel, desde el primer momento y creo que no podré librarme de eso ya nunca más.
***
No estoy muy convencida de que haya quedado bien. Camino solo lo justo para enfocar el lienzo. Las alas grises y los ojos profundos del ángel me miran como si también se preguntaran lo mismo. El contestador vuelve a pitar comunicando que hay nuevos mensajes. Lo tengo programado para que los guarde y no me moleste, pero es tal mi grado de encaprichamiento que decido oírlos en tiempo real.
—Señorita Wang, le comunicamos que este próximo miércoles la galería Feng estará disponible para una prueba de sus últimas xilografías. Por favor confirme antes de llenar una solicitud.
—Ah, vaya lío—pulso a por el segundo y es la voz de Issabelle la que sale disparada.
—Oye, chica del arte ¿Cuándo darás señales de vida? Me siento abandonada aquí. Llámame cuando puedas, tengo un buen rollo que contarte.
Paso al siguiente y es ahora Lena. Bueno, no es que me queden muchos contactos importantes, solo que la voz de mi amiga no suena como normalmente.
—Hola, Mei. Tengo algo que contarte personalmente. Por favor, llámame en cuanto oigas esto.
Frunzo el ceño y estoy a punto de levantar el auricular cuando una última persona llena la línea.
—Hola, muñeca. Sé que has estado ocupada los últimos días, pero quisiera verte antes de irnos de gira. Será este lunes. Bueno….como sea, solo quería que supieras.
Tae termina la llamada y yo me quedo suspendida en una disyuntiva. Mi amiga o mi candidato potencial a novio. Me estrujo las manos contra el rostro y el espejo del recibidor me deja ver los churretes de oleo que ahora embadurnan mi cara.
Doy asco y no tengo idea de dónde pueda estar Tae. Vuelvo a mirar el ángel que ha terminado ocupando el centro del lienzo y ahora pareciera más interrogador aun. Estoy tan cansada que no me importa seguir decorando la alfombra con huellas de pintura mientras voy camino del lavado.
Me aclaro el rostro y descubro las marcadas ojeras que me acompañan desde hace semanas. Al final decido tomar una ducha rápida y no muy conforme me embuto en unos vaqueros azules y un suéter de cuello alto de color blanco.
Cepillo mi cabello, anotando mentalmente la necesidad de un corte y me aplico rímel y pinta labios. No ha mejorado mucho pero al menos no apesto. Tomo las llaves y mi móvil.
He decidido romper mi régimen de inanición post creativo en el café de la esquina y contestar mis llamadas. Debo regresar a por una sombrilla porque ha comenzado a lloviznar hace poco.
El ambiente distendido que me recibe me deja respirar con normalidad y marco el número de Lena después de ordenar un café con leche y magdalenas de fresa. Al cuarto bip la línea se estabiliza.
—Hola—dice mi mejor amiga y ahora si me quedaban dudas de que estaba mal, ya estoy totalmente convencida.
—¿Pasa algo, Len?
La respuesta se demora un poco y el ruido de agua cayendo de fondo me hace pensar lo peor. No estuve allí cuando pasó pero Aaron fue muy ilustrativo en cuanto a la magnitud de la pesadilla.
—Lena ¿Dónde estás exactamente? Voy para allá…
—No, no hace falta Mei. Diablos, hasta tú lo pensaste ¿Verdad?
Me callo de golpe. Es verdad que pasó por mi mente, pero…
—Claro que lo pensaste. De todas formas no me quedarían fuerzas para ser una suicida otra vez…
—Amiga…
—Déjalo, Mei, la razón por la que te marqué es más importante aún ¿Recuerdas el pacto?
No solíamos hablar sobre ello. Era parte de la promesa que garantizaría la recuperación de mi mejor amiga, pero ahora ese tema volvía a nosotros si es posible con más fuerza. Tomé una preciosa bocanada de aire.
El camarero trajo mi pedido e hizo una pregunta con las cejas. Moví una mano para que se fuera. Por lo visto yo estaba a punto de caer desmayada. Lena también suspiró del otro lado de la línea.
—Bueno, pues voy a cumplirlo.
—Así eso signifique que…
—Que he de terminar con él. Sí, esa es la parte que más duele, por eso quería verte y no tener que decirlo por teléfono.
—Hay, Lena, es peor de lo que creía. Te estás rompiendo el corazón tu misma…y… ¿fuiste capaz de decirle…?
Un sollozo falsea su voz y yo aprieto más la servilleta en mi otra mano.
—No puedo siquiera mirarlo de frente ahora y lo peor es que se van mañana Mei. Ahora todo se ha complicado más, los chicos discutieron esta mañana y Aaron fue a buscarme a su casa…
—Pero…
—No sé en qué estaba pensando pero no pasará mucho para que se dé cuenta que algo anda mal. Ha estado mal desde esa maldita cena.
—Lena, creo que la mentira los acabará lastimando aún más ¿Qué piensas hacer ahora? —trato de sonar convincente pero el nudo que tengo en la garganta me lo impide. Diablos, por qué ella no puede ser feliz, al menos una vez.
—No lo sé, y lo peor es que me quedo sin tiempo. Pensé en despedirme sin que se diera cuenta. Total y estará dos semanas en Japón, ahora solo sé que me duele…
—Ya lo sé, nena y quisiera estar ahora a tu lado para darte una abrazo pero si tomaste la decisión de mentir por amor, creo que no tienes de otra que ir hasta el final. Quisiera que las cosas no hubieran resultado así, quizás debí haber sido mejor amiga y nunca haberte permitido enamorarte de un idol.
—Ya es tarde para eso ¿No crees?
Asiento como si Lena pudiera verme. Me hierve la cabeza en este momento. Mi amiga se despide con otra disculpa a la que yo también me disculpo, no sé ni por qué exactamente. Ahora llueve con un poco de más saña sobre la ciudad.
El café se ha enfriado y no he tocado ni la primera de mis magdalenas. No tengo valor para ver a Tae después de saber de la posible ruptura de Lena. No tengo valor para lastimar un ángel.
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