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Lección 2: Una máquina de hacer problemas

Esta vez sí que se me pasó la hora para llegar tarde. En serio, Gi, que no puedes coordinar tus ideas, y para colmo el primer día después de las vacaciones de año nuevo. Maldigo un poco más mientras corro a la entrada de la facultad.

A estas horas el señor Kim ya debe haber llegado al salón. Enfilo al pasillo como una mancha nerviosa que intenta competir contra el reloj justo cuando otra persona decide interponerse en mi camino.

Genial, el choque es inevitable y termino a diez centímetros del piso por obra y gracia del imprudente que acaba de atropellarme. Sé que es un chico por la mano fuerte que sostiene mi brazo. Solo que no estoy preparada para encontrarme con quien es realmente cuando identifico el rostro que sigue atormentándome en sueños.

Jungkook parece igual de atolondrado que yo, al punto de ruborizarse e intentar articular palabras sin ningún éxito. Mi traicionero corazón parece no hacerme caso y decide complicarlo todo. Sin embargo lo obligo a callarse lo mejor que puedo y aun cuando temo a lo que pueda salir de este encuentro, intento saludar.

—Jungkook...

Mi voz sale cortada, pero estoy segura de que me ha escuchado por la forma en que sus hermosos ojos marrones se abren de golpe. Ya para de pensar así en él. Contrólate. Me regaño a mí misma, solo lo justo para zafarme del agarre del chico del polo negro.

—Ha pasado tiempo...te ves...más hermosa...

Lo dice en un susurro que logra congelarme el alma. Sus ojos han ido de arriba abajo en mi cuerpo y debo ser del color de un tomate. Por qué me haces esto.

—Feliz año nuevo por cierto...ah...ya me tengo que ir...

Digo con más brusquedad de la que pretendía mientras me dispongo a darle la espalda a la perturbadora presencia que sigue siendo Jeon Jungkook para mí. No cuento con su faceta perseverante para hacerlo todo más complicado.

—Espera, Angie...te olvidas de algo...

Es tarde cuando él llega frente a mí y una pequeña distancia separa nuestras respiraciones. No puedo evitar mirar dentro de esos ojos llenos de pequeñas estrellas.

Quiero decirle que lo olvide, que seamos otra vez esos perfectos desconocidos que deambulaban por su lado del pasillo sin más preocupación que llegar a tiempo a clase, sin embargo me trago toda clase de dudas cuando su mano aparta mi flequillo.

—No te alejes de mí por favor...sé que me porté como el peor de los idiotas y que aun sin saberlo del todo te hice daño...pero, no me destierres de tu vida de esa forma...yo...

Sin saberlo mi mano se une a la suya. Mi mejor intento de sonrisa se encarga de aliviar el desasosiego en el rostro del chico. Quizás esté cometiendo el peor error de mi vida pero aun así...

—Siempre seré tu amiga...Jungkook...a pesar de todo.

—Oh, debimos haber traído las palomitas y unas sodas. Esto se pone mejor que cualquier dorama.

Rodé los ojos ante el comentario de Taehyung. Si el maknae sospechaba solo por un segundo lo que hacíamos a su espalda...estoy seguro de que nos mataría sin remordimiento alguno.

"Solo como una medida de precaución". Habíamos prometido después del desastre que causó la relación secreta de Suga y ahora nos turnábamos para ver los progresos de Jungkook con la pelirroja. Si Jin hyung se entera...

—Ya déjame los binoculares a mí—Taehyung me arrebató ese cachivache y esta vez no me contuve de golpearle su cabezota color fresa. Tonto decolorado.

—¿Qué pasa Chimmie? Acordamos no llamar la atención ¿Por qué me golpeas?

—Deja de hacerte el tonto. Deberíamos parar por hoy. Si nos pescan acechando en uno de los pasillos de la universidad, puedes dar por sentado de que todo se arruinará. A decir verdad solo lo hago porque tengo miedo de que le partan el corazón otra vez a nuestro Kookie.

El peli rosa hizo un puchero antes de abrazarme por el cuello.

—Por eso acordamos hacer esto. Ninguno de nosotros toleraría otro corazón roto en dominio Bangtan.

Odio ir de compras. Es molesto y además debo de disfrazarme casi al estilo momia para que no me descubran. Sin embargo...

—¿Crees que estas van bien con los camarones?

Lena alzó un paquete de gambas y yo contuve el impulso de poner los ojos en blanco. Podría cocinar rayos y yo los encontraría deliciosos. No entiendo por qué se pone tan nerviosa. Es solo una cena familiar y ya pasó la prueba de estar en la misma habitación con mis padres.

—Sí, lo que tú digas, mocosa.

Una ceja se alza en su pálido rostro y antes de que empiece la guerra la tomo por los hombros y casi la empujo detrás del estante de los productos en conserva.

—¡Min Yoon Gi!

La beso antes de que termine de estallar. Dios, me está costando un mundo controlarme cuando se pone así. Nos soltamos solo para apoyar la frente en la del otro. Esos ojos azules como el mar me vuelven a interrogar.

—Odio que juegues sucio ¿De veras estoy tan insoportable?

Asiento para acto seguido besarla detrás de la oreja izquierda.

—Todo irá bien con nuestros padres. No te estreses de más ¿Vale?

La escucho farfullar algo como...si claro, pero al final termina por relajarse en mis brazos. Nos volvemos a mirar y ahora la sonrisa nos llega a los dos al mismo tiempo.

—Creo que tienes razón ¿Qué podría salir mal?


Todo podría ser una catástrofe. Pero qué más da, al menos he conseguido que Angie no me saque de su vida por completo. Aunque la palabra "amigo" me dejó un poco decepcionado. Nos despedimos cuando terminó la última hora.

Vi como desaparecía dentro del convertible negro que la traía cada día a la universidad y no sé si fueron celos o impotencia, pero en serio deseé ser yo el responsable de llevarla a casa en lugar del chofer.

Aun así arrastré mi cuerpo a la práctica donde lo más seguro es que acabaría más muerto que vivo, teniendo en cuenta que en los últimos días Hobi había tomado una costumbre extrema de entrenar como si fuéramos a los juegos olímpicos.

—Hola, Kook-me saludaron en la puerta del salón de prácticas.

Asentí a modo de contestación. La verdad es que la poca energía que me quedaba se la había llevado Angie a donde fuera que estuviera en esos momentos.

Siempre seré tu amiga...a pesar de todo...

Retumbaba en mi cabeza cuando Jimin y Taehyung decidieron cercarme de ambos lados.

—Arriba ese ánimo, Kook.

Jimin mostró su estúpida sonrisa de despreocupado. Puse los ojos en blanco, pero al final le devolví el gesto. No importaba cuan hundido me sintiera. Mis hyungs siempre estarían ahí para rescatarme de mí mismo.



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