Lección 18: Uno de muchos encuentros
Maratón 1/10 🐰
Busan, sábado antes de la pelea del NamYoon
(Bromance Rap Monster + Suga)
No sabía que saldría de esta visita a casa de mis padres. La verdad no esperaba que April quisiera ser incluida en ese plan, para mí todo se arreglaría conque ella visitara las tiendas del hotel mientras yo veía a mi familia y luego iríamos juntos a pasear por la ciudad, solo no conté con la escena de la habitación y todo se me fue de las manos desde entonces.
—¿Crees que este estará bien?
April me mira de reojo mientras se vuelve a probar por encima del albornoz un vestido de verano color melocotón de mangas largas y la falda suelta hasta la rodilla. Se vería perfecta hasta en un costal de arroz pero sé que es importante para ella por eso me acerco y examino la ropa como si fuera mía.
—Oh, lo sabía, no te gusta. Entonces…
No la dejo terminar y mis labios buscan los de ella en un beso perezoso. Oigo como la percha suena contra el piso en clara alusión de que el vestido ha abandonado sus manos y ahora estas acarician mi pelo. La abrazo por la cintura hasta que nos volvemos a mirar.
—Estarás hermosa tal cual eres, no lo dudes—le toco la punta de la nariz con la mía y ella suspira contra mi boca.
—Apuesto a que esta es tu estrategia cuando quieres llevar a una chica a la cama—dice risueña y me vuelve a besar.
Esta vez me encargo de interrumpirla cuando su mano tanateaba debajo de mi camisa. No quiero pensar en algo como eso cuando estoy a punto de ver a mis padres. Aprovecho y le doy la vuelta y ahora queda de frente al espejo del armario y yo detrás.
—Fingiré que no escuché nada. Apresúrate te espero en el lobi.
Acaricio el lóbulo de su oreja izquierda y ella cierra los ojos. Salgo de la habitación consultando el teléfono y es obvio que mi madre ya ha llamado preguntando por mi media hora de retraso.
Decido explicarlo una vez allí, porque de alertarla saldría por el techo. Ahora que lo pienso, desde que estaba en preparatoria no llevo una chica a la casa y para ser honestos aquella vez solo fue porque mi madre quería hacerme una foto con traje y la chica de la noche del baile de graduación. Hacía siglos y ahora…
—Ah…sigues aquí pensé que estarías ya en el lobi. Bueno, ahora si estoy lista ¿Pasa algo?
Claro que sí, April, pasa que has conseguido congelarme en el lugar con tu presencia. Camino los cuatro pasos que nos separan frente al ascensor y tomo una de sus delicadas manos entre las mías, le beso los nudillos y ella sonríe.
—¿Puedo decirte que eres la criatura más hermosa que he visto en esta tierra?
Creo ver un leve rubor en sus mejillas, pero si April se había mostrado tímida o vulnerable fue en cuestión de segundos que cambió por una actitud más seductora. Sus ojos delineados como los de una gata resplandecieron antes de tomarme del brazo y casi susurrar.
—Yo también tendría otro tanto que decirte.
***
Estaba nerviosa. Eso era un hecho consumado y me preocupaba la impresión que pudiera causar en los padres de Jimin. Por un golpe de suerte había incluido un vestido de mangas largas en mi equipaje. En parte porque tenía miedo que alguna u otra sombra de los antiguos moretones se dejara ver. Ahora estaba el inconveniente de lo que sería el resto de la velada.
No podía quejarme de Jimin, de hecho era yo la que le había propuesto acompañarle y aunque creí ver un momento de compresible duda él solo lo adornó todo con una de sus despreocupadas sonrisas. El taxi se detuvo finalmente frente a un complejo de casas residenciales.
De esas salidas de un libro de cuentos, con jardín delantero y bancos para pasear en las tardes. Un parque crecía frondoso al otro lado de la inmaculada gravilla y comprendí inmediatamente que entraría a un hogar.
Jimin pagó al chofer y me sostuvo la puerta hasta que pude ver mejor las estructuras de estilo colonial llenas de trepadoras flores silvestres. Sentí una mano en mi hombro y casi salté en el lugar. Jimin me echó una mirada meditabunda y hasta ahora me había dado cuenta que él no había pronunciado una palabra desde que salimos del hotel. Algo muy poco usual.
—No tienes que sentirte obligada a nada April. Solo sé tú misma.
Era como si me hubiera estado leyendo el rostro todo ese tiempo. Asentí mirando al frente y un mal presentimiento me hizo temblar. Aun con las mangas largas, la tela de mi vestido era muy fina.
La calidez de una chaqueta de cuero cayó sobre mis hombros y sin decir nada más Jimin tomó mi mano y ambos comenzamos a subir por el caminito que daba al complejo.
Torcimos a la derecha y allí los jardines se abrían en tres casas de las que resaltaba una de color azul turquesa con los ventanales pintados de blanco. No tuve que preguntar para saber que ese sería nuestro destino.
Jimin tocó el timbre mientras yo seguía haciendo un escrutinio de toda la estancia. Desde las campanillas en el porche hasta la alfombra del felpudo o un perezoso gato sobre el columpio en el jardín.
Se oyó ruido procedente de adentro y entonces mi paisaje hasta ahora lleno de objetos, animales y flores se concentró en el chico del cabello color caramelo, la camisa azul cielo y los pantalones vaqueros negros.
Él era hermoso de eso yo no podía tener la menor duda. Hermoso y dulce, pero a la vez fuerte y peligroso. Peligroso porque es ese tipo de hombre del que una se puede enamorar apasionadamente y por ende sufrir hasta el cansancio por una decepción.
En mi caso, parecía que era él el enamorado y la forma en que lo había dicho, la forma en la que me había tocado hacía apenas unos minutos atrás, con deseo pero sin segundas intenciones, con una sensibilidad que nunca había experimentado en mi vida, eso era lo que más me asustaba.
La puerta se abrió finalmente y un chico algo desgreñado llenó el umbral. Lo primero que identifiqué fue el parentesco, algo que me costaba pues al principio tenía la apreciación de que todos los chicos asiáticos eran iguales.
Colosal equivocación teniendo en cuenta de que llevaba los últimos meses compartiendo mis horarios con varios chicos del todo diferentes en cada sesión fotográfica, y en el caso de Jimin a quién ya podía reconocer entre un millón de personas, hasta por la forma de caminar, bueno pues…
—¿No vas a saludarme hermanito?
—¿Quién es ella? —dijo el muchacho en clara alusión a mí. Jimin rio despreocupadamente mientras le revolvía más el despeinado cabello.
—Ji Soo, eres un idiota ¿Dónde está mamá?
El hermano mayor traspasó el umbral hasta abrazar al más pequeño que se retorcía entre falsas muecas de asco porque era obvio que extrañaba a su hermano. Me quedé en el umbral sin saber qué hacer hasta que los dos hermanos pararon de bromear. Jimin me dedicó una intensa mirada antes de contestarle la pregunta al tal Ji Soo.
—Ella es April y con eso te basta pequeño mocoso. Ahora deja de mirarla en modo pervertido y dile a mis padres que ya llegué.
—Eso no hace falta ¿Dónde se ha visto? Tú madre estaba la mar de preocupada por tu retraso Chim ¿Y quién es esta señorita?
—Una cosa a la vez papá ¿Es que todo el mundo tiene ojos para ella y no para mí?
Jimin se hizo el ofendido mientras quien yo bien suponía como el señor Park se acercaba a ofrecerme la mano.
—Un placer ¿señorita?
—Matters, quiero decir April, solo April.
—Ah…April, lindo nombre, soy el padre de estos dos muchachos incorregibles. Moon Ae, es una alegría que estés aquí.
—Gracias.
—Ya papá, no intentes quitarle la novia a mi hermano. No ves el trabajo que le ha costado mantenerla viva…no me tapes la boca ChimChim…
—¡Niños! ¿Pero qué…? Oh…Jiminnie, oh mi precioso niño…
La señora Park, con un delantal color rosa de dibujos de animales estaba de pie junto a sus hijos. Jimin la rodeó con sus brazos y madre e hijo intentaron mantener las lágrimas a raya mientras yo asistía a una demostración gratis de lo que debía ser una familia.
Una verdadera muestra de lo que él siempre tendría y yo no. El señor Park pareció darse cuenta de mis pensamientos y una mano tocó mi hombro a modo de confortación.
—Sé bienvenida, hija mía. Esta también es tu casa.
No pude contestar más que con una sonrisa tímida. Por dentro temblaba como una hoja al sol de primavera. La mirada color chocolate de Jimin me encontró del otro lado del salón y por unos instantes fue todo lo que pude percibir, como si no hubiera tiempo más allá de ese vínculo que estábamos compartiendo, como si faltaran miles de historias por construir y este fuera el inicio de muchos encuentros.
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