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Lección 10: Cronómetro

Vuelvo a comprobar mi teléfono y es inútil. Estoy seguro de que ella ya ha regresado. Ahora bajo el intermitente ruido de la lluvia que golpea las calles y las sombrillas en Seúl, mi angustia crece cada segundo.

Pensé que estábamos bien, pero ha pasado una semana desde la última vez que la llamé y no he tenido más respuestas, ni siquiera mis mensajes, estoy preocupado como nunca lo había estado en mi vida.

Temo que ese día en la empresa haya sido un sueño dulce para ahora despertar en medio de una tormenta infernal. Así es cuando se trata de April, no hay blanco ni negro, solo gris y eternidad. Sigue siendo una carga pesada y tóxica a la que me he vuelto adicto, pero en el fondo es la excusa que le pongo para no dejar a la deriva a un ángel que nunca ha conocido la luz. Lo intento una última vez y sin mucha paciencia le pido al encargado de la recepción que me deje subir.

El señor Shen, que ya debe estar harto de mis preguntas me deja finalmente y el reflejo de mi cuerpo entero me demuestra cuán roto puedo estar en medio de esta angustia.

Mi cabello está húmedo y las botas no tienen nada que envidiarle al charco de la esquina, pero la pena que cargo es aún más descuidada que mi desaliñado aspecto. Estoy frente a su umbral y dudo antes de tocar el timbre.

No me queda mucha fe y reconsidero el ridículo que estoy haciendo cuando la puerta se abre finalmente. April lleva un cubre bocas aun cuando permanece en casa. Aferro el pomo de mi sombrilla solo para hacer algo con mis nervios. Ella sigue mirándome como si dirigirse hacia una dirección fuera de las últimas decisiones a tomar.

—Hola.

Dice finalmente y descarto la idea de que tenga gripe. Su voz no se oye congestionada y comienzo a pensar algo peor. Quizás estoy paranoico y he visto demasiados doramas con Tae, pero…

—Vamos, entra, afuera te vas a congelar.

Asiento esperando encontrar un tiradero de cristales rotos y olor a Ginebra como aquella noche, pero gracias a Dios, no es así. April cierra detrás de mí y como es la regla va descalza. Aunque no necesariamente como si se lo propusiera. Las profundas ojeras en su rostro quieren esconderse sin éxito.

—Tengo té de manzana, aún está caliente.

Se dirige a la cocina y la sigo en silencio. Me entretengo en su figura esbelta y percibo que ha adelgazado. Aun cuando los jeans azules y el suéter de cachemir blanco lo intenten disimular, mi April no es la misma de siempre.

—Iba a llamarte, pero se me averió el celular. Estoy desconectada…Auch. No deja…no es nada…

No cabe duda, algo le han hecho a mi ángel recientemente, para que el más mínimo tacto la haga huir asustada, o para que no pare de hablar como si quisiera distraerme de lo que para mí ya es obvio. Aun cuando se empeña en que no sucedió yo…

—No lo hagas, por favor…

Sus ojos color ámbar se detienen con una pregunta que le contorsiona el rostro. Me acerco al punto de invadir su espacio personal. El temblor en su cuerpo hace que deje las tazas sobre la encimera.

No me importa y mi manos le quitan el cubre bocas. Las lágrimas corren inmediatamente. Era eso y me siento el hombre más desgraciado sobre la faz de la tierra. No puedo contenerme y le suelto lleno de rabia. Hijo de puta, cómo puedes golpear a una mujer, cuando vienes de una de ellas, maldito abusador…

—No, no lo digas…tú no te mezcles en lo que yo soy la única culpable…solo…

No dejo que termine y la abrazo como si así lograra unir mi alma a la suya. April solloza más fuerte y yo lloro por dentro. Quiero matarlo, por hacerla sufrir, por hacernos esto, pero no puedo decirle eso a ella. En su lugar me obligo a calmarme y la abrazo más.

—Lo siento, lo siento tanto, Jimin…

—Shh, no tienes por qué sentirlo. Tú eres la víctima aquí, no debes disculparte ¿Entiendes?

—Pero…

—Pero nada, puedes llorar todo lo que quieras, estaré siempre a tu lado, sin importar qué. Te amo April Matters, y es mi deber ser fuerte por los dos.

Ella enmudece ante una confesión que llevo tiempo guardándome. Sé que va a decir que no lo merece por la forma en la que tiemblan sus labios pero no le doy tiempo.

La beso como si fuera la última vez y la primera de un por siempre. La beso y sé que no es deseo lo que nos enlaza ahora. He decidido cumplir mi promesa. A partir de hoy, no habrá más cicatrices.


Estoy de los nervios, por eso no me importa comportarme como una neurótica total.

—Odio que nos hagan esto. Por qué ahora, justo cuando todo va sobre ruedas tienes que sugerirlo.

—No es una opción, es algo que ya sabías, Lena. Si tu amigo no se hubiera accidentado, en la cena, padre te lo hubiera dicho.

—¡No lo defiendas! No tengo dos años de edad para que me manipulen de una forma tan indignante. ¡Tengo una vida!

Aaron pone los ojos en blanco y sé que no ganaré esta discusión. Desde esa fallida reunión entre mi familia y la de Yoongi, todo ha ido de mal en peor. Al menos para mí. A mi padre se le hundieron los planes de que regresara a Los Ángeles en enero y ahora dejaba claramente sus opiniones sobre mi novio.

Otro obstáculo en nuestra relación. Por otro lado los Min se habían comportado suspicaces en cuanto a nosotros. No hablábamos sobre ello, pero mi padre no había aprobado que pasara navidad y año nuevo con mi novio en lugar que con ellos en L.A. y ahora quería la revancha.

—No voy a insistir más Len. Como no te has cansado de decir, eres mayorcita para tomar tus propias decisiones.

La puerta de mi habitación se cierra y yo me hundo en el colchón. Mañana se supone que debo presentar el examen de fin de semestre y en lo único que puedo pensar es en cuan jodida está mi relación con papá. Mi celular me saca de esa marea turbulenta. Es Yoongi y como es la regla no puedo evitar sonreír.

—Hola, nena, te extrañaba ¿Qué tal la facultad?

Desde que la cuenta regresiva para el inicio de la gira comenzó casi no podemos estar juntos. A excepción de esa fallida cena de presentación con nuestras familias y la recuperación de Hobi no hemos podido pasar tiempo y eso sinceramente es frustrante.

—Mañana tengo examen y lo único que hago es extrañarte. Supongo que tendré que desvelarme para salir de eso rápido.

Oigo su risa después de eso. Sé que soy cursi, una total chica fresa, pero no me importa. En este instante es el único que puede sacarme de la tormenta que he comenzado a crear dentro de mi cabeza.

—Vale, yo también tengo un saco de quejas sobre los chicos y sobrevivo, pero si tienes examen, creo que lo mejor es que no te moleste más ¿Cómo te fue con Aaron?

Refunfuño perceptiblemente y ambos terminamos riendo.

—Creo que ya sabes la respuesta. Mi hermano es el rey de lo cabezones, pero qué le voy hacer. No te he preguntado de los preparativos porque sé que deben estar en condiciones de exportar el estrés, pero…

—Pero…

Por un instante tengo ganas de hablarle de mi discusión con padre por lo de ese maldito viaje, es solo que…Al final desisto. No quiero cargarlo con más preocupaciones.

—Ya déjalo, nada importante, mejor empiezo a estudiar o el señor Choi me hará sashimi…Beso.

—Vale, no te estreses de más. Otro beso. Te amo.

Corto antes de devolverle el “te amo”, sé que es injusto hasta conmigo misma, pero por alguna razón hoy estoy más susceptible de lo normal. Respiro profundo y busco mis apuntes de química orgánica. Va a ser una larga noche y mi cronómetro personal se opone a detenerse. Solo espero ser tan fuerte como él y aferrarme a su amor.

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