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Capítulo 5

Jimin caminaba, mirando fijamente hacia enfrente, tratando de no parecer afectado. Mas internamente se encontraba gritando. Su mente llenándose de diversas preguntas que no hacían más que atormentarle.

Su curiosidad le hacía preguntarse: ¿Qué estaría pensando Yoongi? ¿Qué opinaría Taehyung acerca de ello? Ni siquiera tuvo el valor para mirarle a los ojos... Y pensándolo bien, lo prefería así. No quería, bajo ninguna circunstancia observar el rostro confuso de su mejor amigo o siquiera imaginar lo que sentía.

Entre pasillos, giros hacia la izquierda o derecha y algunas otras direcciones por las que les guiaba Jackson, Jimin se preguntó seriamente si la casa del chico no se trataba del castillo de Drácula. O, claro está, una versión más reducida de éste.

Se preguntó también cómo sería posible regresar a la sala de estar entre tantas puertas y pasillos. ¡La casa parecía un laberinto!

Finalmente, Jackson les dio la bienvenida a su habitación.

—Ésta es mi humilde habitación. —Habló, siendo consciente de que ésta no tenía nada de humilde, y soltó una pequeña risa luego de que unos cuantos segundos transcurrieron. Se abrió paso entre ella y, finalmente abrió el armario, un gran armario que dejó a Jimin con los ojos abiertos como platos, era uno gigante, como de esos que muestran en las películas, aquellos que incluso parecen una habitación más del hogar. Jimin parpadeó, comparado a su armario eso era demasiado, pues él simplemente tenía un pequeño armario, uno que apenas y era suficiente para albergar su ropa.

El mayor de los tres, alzó el brazo, en un gesto que claramente indicaba que debían pasar. Así lo hicieron.

—Siete minutos. —Les recordó Jackson, dedicando a ambos una sonrisa sugerente, llena de complicidad. Finalmente lanzó un guiño y cerró la puerta de madera para darles privacidad.

Entonces finalmente comenzó el verdadero infierno. Bueno, hay que admitirlo, tampoco era para tanto, sin embargo, Jimin sí lo veía así, y se encontraba sumamente intranquilo, tanto que apenas podía respirar con regularidad. Los nervios le carcomían completamente, y su corazón acelerado delataba lo nervioso que se sentía. Lo asfixiante e incómodo que estaba siendo aquello.

Yoongi se encontró tan inmerso en sí mismo, que no cayó en cuenta del estado de Jimin. Sacó el móvil de su bolsillo del pantalón y colocó el cronómetro, activando además una alarma que sonaría dentro de los siete minutos establecidos.

—Siete minutos corriendo. —Sonrió, justo después de presionar el botón en la pantalla de su móvil, tratando de aligerar el ambiente, sus rosadas encías alzándose y haciéndole lucir tierno en demasía, tanto que Jimin se sintió débil a causa de ello.

El rubio le miró, y pudo jurar que la sonrisa de Yoongi tenía el único propósito de derretir su corazón, justo como el chocolate que es derretido en baño María.

Se forzó a sonreír, pero no pudo ofrecer más que una pequeña sonrisa.

—Bien, tratemos de aprovechar el tiempo, si nos quedamos callados se sentirá eterno e increíblemente incómodo.

Jimin se obligó a calmarse, contando mentalmente hasta tres. Inhalando y exhalando lentamente.

—¿Te parece si nos hacemos preguntas? Es lo único que se me ocurre para matar el tiempo. Además, tampoco está de más, creo que hay mucho que aún no sabemos el uno del otro. —Jimin volvió a asentir.— Bien, comencemos con... —Yoongi hizo una pausa, llevando su mano hacia la barbilla en un gesto de duda, por lo cual Jimin creyó que realmente no tenía una pregunta formulada, ni siquiera creía que Yoongi se interesara por indagar en su desdichada y mediocre vida.

Eran amigos, sí, sin embargo, su lazo había ido deteriorándose con el pasar del tiempo.

Cuando Taehyung y Yoongi comenzaron a salir, para ser exactos.

Jamás habían querido hacer sentir incómodo a Jimin, ni mucho menos hacerlo de lado, pero eran conscientes de que lo habían hecho y la culpa les carcomía, por eso estaban siempre queriendo compensarle.

Jimin les sonreía y les recalcaba cada tanto que no debían preocuparse por él.

Siempre tan puro, tan humilde y noble. Taehyung y Yoongi querían guardarlo en una cajita de cristal para protegerlo de todo mal. En definitiva, el mundo no merecía a Park Jimin

—Tómate tu tiempo. —Habló Jimin rompiendo el incómodo silencio, sintiéndose decepcionado y extrañamente aliviado al creer que Yoongi se tardaría más de la cuenta formulando una pregunta. E interiormente deseaba que fuese así, pues se encontraba demasiado nervioso como para mantener una conversación siquiera.

Yoongi negó rápidamente y sonrió.

—No hace falta, en realidad hay una pregunta que lleva demasiado tiempo rondando en mi cabeza... Sólo estaba tratando de encontrar el valor para soltarla...

Inevitablemente el corazón de Jimin comenzó a latir con frenesí.

—O-oh... ¿Y cuál es? —Cuestionó, sintiéndose repentinamente acalorado. Estaba seguro de que sus nervios eran palpables, y se odiaba porque era consciente del efecto que Min Yoongi causaba en él.

—Yo... —Comenzó Yoongi, tratando de encontrar su voz.— ¿En verdad no te interesa encontrar el amor? Es decir... ¿Nunca te has enamorado? —Soltó finalmente, mordisqueando su labio ante la atenta mirada del menor. Era capaz de sentir el carmesí que había invadido sus mejillas, y era consciente de que eso mismo le había ocurrido al rubio.

Observó a Jimin parpadear repetidas veces, como si no pudiese creer que le hubiese soltado aquellas preguntas. Como si realmente estuviese sorprendido. Se extrañó, pues sabía que Taehyung solía preguntar aquello, le había escuchado preguntárselo, más veces de las que había siquiera podido contar.

Jimin relamió sus labios. Abrió la boca, pero ni siquiera una mísera sílaba fue capaz de abandonar sus labios, se quedó mudo, como si de pronto hubiese perdido la capacidad de hablar.

Los segundos transcurrieron con rapidez, creando de nueva cuenta un silencio incómodo para ambos. Finalmente tomó una gran bocanada de aire, inhalando y exhalando brevemente, como si de alguna manera aquello pudiese alejar mágicamente los nervios que se arremolinaban en su sistema.

—Vaya, otra vez con la misma pregunta de siempre. —Soltó, sin siquiera parecer sorprendido, dejo una risita brotar de sus labios en un intento de aligerar el ambiente, pues el aura que les envolvía se sentía demasiado tenso e incómodo.— ¿Qué tipo de obsesión tienen con mi vida amorosa? —Negó con la cabeza, una sonrisa dibujándose en sus labios.— Me pregunto sinceramente si algún día dejarán de preguntarlo.

—Oh, por favor. —Rio Yoongi, tomándose la situación a la ligera.— No creo que sea nada del otro mundo, Jimin. Podrías simplemente responder con sinceridad, no te matará. —Se encogió de hombros, ofreciéndole una cálida sonrisa a su menor.— Vamos, sabes que no se lo diría a nadie.

Lo que Yoongi en definitiva no podía captar era que sus palabras eran en vano, pues en ese preciso momento Jimin estaba muriéndose de ganas de dejar salir a la luz su más grande secreto. La confesión de su amor. Por dentro moría, las dudas carcomiéndole vivo. En definitiva, Yoongi no era ni remotamente consciente del debate mental que estaba causándole. Y le odió por ello.

Los segundos transcurrieron nuevamente en un silencio mortal, con un Yoongi que finalmente estaba dispuesto a rendirse y desistir, pues no pensaba insistir si aquello resultaba realmente tan difícil para el menor.

Iba a abrir la boca para hablar, pero se vio interrumpido por la voz de Jimin.

—Bien, es demasiado tarde para arrepentimientos...

Yoongi se quedó mudo, tratando de descifrar a qué se refería el rubio, sin embargo, sus pensamientos se vieron repentinamente interrumpidos cuando sintió los brazos de Jimin rodearle los hombros. Se alarmó, queriendo cuestionarle, abrir la boca para protestar, pero aquello pasó a un segundo plano cuando sintió los labios del contrario posarse sobre los suyos.

Y, además de la sorpresa, un gran conjunto de emociones le invadieron.

Confusión, impresión, incredulidad, curiosidad.

Pero, sobre todo, no se negó a corresponder.

Porque una chispa se incendió en su corazón, una que le hizo caer en cuenta de que aquella sensación había estado anhelando experimentarla hacia mucho tiempo.

Para su sorpresa, se encontró a sí mismo correspondiendo con vehemencia a aquel beso robado. Disfrutándolo.

Sin ganas de separarse y buscar explicación, rodeó al menor por la cintura, hundiéndose de lleno en la exquisita sensación que le brindaba aquel choque de labios, besándole con parsimonia, como si quisiera disfrutar de lleno aquello.

Jimin le devolvía el beso con tal voracidad, que incluso ambos sintieron un aumento en la temperatura.

Yoongi bajó sus besos hacia la curvatura del cuello del menor, aspirando con suavidad su dulce aroma a vainilla, soltó un suspiro, deseando complacer enteramente al chico.

Y aquello estaba mal, terriblemente mal, pero lo anhelaba, y eso era lo más confuso de todo aquello.

Mentiría si dijera que la moral no formaba parte de él, pero justo ahora había decidido ignorarla completamente, así que la había bloqueado, logrando que ésta no se encontrara ni por asomo en su cabeza.

Mordisqueó con suavidad la piel del menor, sintiéndole tenso. E interiormente cantó victoria, a Min Yoongi le encantaba sentirse deseado. Pero no lo admitiría.

Escuchó un pequeño jadeo abandonar los labios rojizos del menor, que se encontraban así debido al tiempo que había estado apresándolos contra sus dientes. Y aquello fue su incentivo para volver a la realidad.

¿Qué carajos?

Se separó, cayendo en cuenta de lo que estaba haciendo, su respiración se había agitado e inhaló tratando de llenar sus pulmones con el preciado oxígeno para darse calma, cerró los ojos y pegó su frente a la contraria, con el propósito de calmar también a su alocado corazón.

Jimin fue el primero en hablar.

—¿E-esto responde a tu pregunta? —Cuestionó tímidamente.

Yoongi le miró sin decir palabra.

—Qué... —Comenzó— ¿Qué rayos fue eso?

Jimin mordisqueó su labio, sintiendo sus mejillas en demasía calientes. Buscó nuevamente las agallas para admitir aquello que tanto había estado guardando.

—Sí, siempre he querido encontrar el amor, y sí; estoy enamorado...

Yoongi le miró atentamente a los ojos, sintiendo que su corazón comenzaba a desatarse, desbocado.

—Estoy enamorado de alguien a quien no puedo tener —Soltó, completamente desanimado, su voz quebrada delatando lo dolido que se encontraba.— Estoy enamorado de alguien que ya tiene a alguien más... —Estaba hecho un manojo de nervios. Tanto que incluso las palmas de sus manos se encontraban perladas en sudor.— Min Yoongi, he estado enamorado de tí desde el día en que te conocí. Y no sabes cuánto estuve deseando decirlo, pero no podía simplemente hacerlo... En un principio creí que se trataba de admiración, pero eventualmente me di cuenta de que era más que admiración, me había enamorado de ti sin siquiera saberlo... yo... Lo siento. —Hizo una breve pausa, mentalizándose para lo que diría a continuación.— Obviamente no estás forzado a corresponder ni nada por el estilo, estás con Taehyung y respeto eso, no quisiera que te confundas por mi culpa, así que olvida–

Sus palabras fueron detenidas abruptamente por los labios de Yoongi, posándose sobre los suyos nuevamente.

Besándole, como si realmente nada importara y simplemente quisiera disfrutar aquellos momentos de privacidad.

Pero Jimin sabía que probablemente no estaba pensando con claridad, que seguramente le besaba por lástima.

Aun así, correspondió al beso, aferrándose a una tonta esperanza.

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