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v e i n t i t r e s (i)

Aparté mi cuaderno de matemáticas de mi escritorio y extendí el brazo para alcanzar mi teléfono móvil, muerto desde que Yoongi desapareció del mapa. Sólo esperaba que no fuera literalmente, porque de ser así me llevaría un disgusto muy grande y unos cuantos suspensos de más. Habíamos hablado por chat un par de días, como siempre, como si él no se hubiera quedado dormido en mi regazo o como si no nos hubiéramos intentado besar. No podía dejar de pensar en eso. Me di golpes con la pared porque uno) Yoongi no me gustaba, dos) el podría creer que sí, y tres) la habría cagado con él. Al final, como él no parecía molesto, dejé de dar vueltas al tema. Mi cabeza pudo concentrarse por fin en seguir estudiando matemáticas durante las vacaciones, pero de un día a otro Yoongi dejó de hablarme. Mi primera hipótesis fue que se le había roto su teléfono móvil, así que fui a su apartamento dando brinquitos el día de Año Nuevo, por la noche, simplemente para desearle un buen año. Llamé a la puerta un par de veces, después al timbre, y luego volví a aporrear la puerta. No hubo respuesta.

¡Está muerto! O dormido... ¡O muerto! Esperé unos cuantos minutos, intentando ver el interior de la minúscula casa por un ventanuco cercano a la puerta. Estaba oscuro, sin luz, sin nadie en el interior. Tampoco logré escuchar nada. Vale, Yoongi de por sí era silencioso y no armaba mucho escándalo, pero era demasiado extraño que, aunque estuviera durmiendo, no me abriera la puerta de su apartamento con su cara de querer matar hasta a un gatito inocente.

Fue entonces cuando comenzó mi trabajo de investigación. Si Im Aerin era capaz de encontrar gangas en cualquier tienda, también era capaz de saber dónde estaba o qué le había pasado a Yoongi. Empecé por creerme agente especial -o algo así- y por intentar abrir la puerta de su apartamento. Oí la voz ronca de un señor cerca de mí, hablando en un dialecto que yo no entendía. Supuse que me estaba riñendo por intentar forzar la cerradura. Me giré con una sonrisa inocente, aparentando no estar haciendo nada ilegal, y me topé con un hombre mayor bastante encorvado agitando un bastón de madera.

— Ho-hola, ahjussi. — dije, saludando al anciano con una leve reverencia.

— ¿Qué haces, chica?

— Me he olvidado las llaves dentro y estaba intentando abrir la puerta. — me excusé rápidamente, ganándome una mala mirada por parte del señor. No me creía; eso estaba claro. Señalé la madera pintada de azul con los pulgares. — Mis llaves están ahí dentro.

— ¿Dentro de la casa del niño de Daegu? — cuando pronunció el nombre de la ciudad, me di cuenta de que su acento era similar al de Yoongi, bastante más fuerte y notorio.

— Sí. — asentí con rapidez.

— Mira, soy un viejo, pero no un tonto. Venga, lárgate. — me pidió, alzando el brazo y agitando su cachava en el aire, haciendo un gesto descarado para que yo bajara las escaleras del edificio y me marchara. Me contuve y no resoplé con hastío. ¿Por qué aquel hombre se había metido en mis asuntos? Era algo típico que hacían los señores mayores, de ochenta años o más.

— Pero, señor, tengo que recuperar mis llaves. — repetí, volviéndome hacia la puerta e intentando abrirla de nuevo. Esperé a que el hombre se marchara para quitarme una de las horquillas de mi pelo y utilizarla a modo de llave, como hacían en las películas de acción. Siempre funcionaba, así que supuse que a mí también me tenía que funcionar.

— Chica, vete de aquí ya. Tu amigo no está aquí.

— Ya, señor, por eso estoy intentando abrir la maldita puerta.

— Qué maleducados sois los adolescentes de hoy en día... — protestó, agitando la cabeza. Yo puse los ojos en blanco; empezaba a perder la calma. — No sé quien eres, pero estoy seguro de que el niño de Daegu no quiere tu visita. Márchate, chica, márchate.

— ¿Sabe si se ha marchado hace poco?— pregunté yo, dejando de girar el picaporte de la puerta y agitarla sin mucho éxito. Mi expresión se suavizó en cuanto me giré hacia el anciano; no quería que me respondiera cualquier grosería si veía mi cara de (literalmente) pocos amigos.

— Se fue hace un par de días y no ha vuelto a venir por aquí.

— ¿Sabe a dónde pudo ir?

— Y yo que sé, chica, tampoco estoy muy informado...

Suspiré y me di por satisfecha con la información. — Bueno, gracias, ahjussi. — volví a hacer una reverencia para despedirme del anciano, que hizo un gesto apático con la cabeza y se marchó murmurando algo en dirección contraria.

La fase dos de mi trabajo de investigación fue saber si Yoongi había hablado con más personas antes de desaparecer de la faz de la tierra. Primero pensé en preguntar a Soyoung, porque al parecer no se había rendido y seguía intentando tener algo con mi único amigo, pero recordé que Yoongi me dijo que había bloqueado su contacto antes de Navidad. Sólo me quedaba Haneul, pero dudaba que Yoongi hablara con esa zorra. Apenas tenía pistas para saber qué le había ocurrido a Yoongi; lo único que sabía era que había desaparecido dos días antes del uno de enero. Una idea vino a mi cabeza y pasó por ella fugazmente: ¿y si al final se ha marchado a Daegu para pasar un par de días con sus padres? Aquello tenía sentido, pensé, y la única forma de corroborarlo era inspeccionar su apartamento -porque a lo mejor así encontraba información útil como la compra de un billete de tren o autobús por internet, o algo similar-. Retrocedí unos cuantos metros y volví a subir las escaleras del edificio de apartamentos, de dos en dos, dando zancadas largas para llegar cuanto antes.

Me pegué a la puerta, me quité las dos horquillas que recogían algunos mechones de mi pelo, las deformé con las manos y las introduje en la cerradura.

— ¿Otra vez aquí, chica?

Me sobresalté al oír la voz del anciano de antes. Me di la vuelta con las manos juntas en la espalda, sonriendo, aparentando no estar molesta y escondiendo el estropicio de la cerradura. No supe qué decir, así que me limité a encogerme de brazos.

—El niño de Daegu no quiere tu visita, ¿no te queda claro?

— Somos amigos. —solté. —Sólo quiero recuperar mis llaves y saber a dónde ha ido. ¿De veras no tiene ni idea de dónde ha podido ir? ¿A qué hora se marchó? ¿Llevaba algo? ¿Una maleta?

—Se marchó sobre estas horas hacia allí. — harto de que yo le bombardeara con preguntas, el hombre se apoyó en la barandilla del balcón y señaló con su bastón hacia el sur, hacia un edificio alto con muchas ventanas con luz.

Reconocí el edificio enseguida: era el hospital. Hice un a reverencia por enésima vez, di las gracias al anciano y quité las horquillas de la cerradura antes de salir corriendo hacia la gran avenida que cortaba el barrio en dos partes. Me cansé al bajar las escaleras, así que terminé caminando a paso rápido, nada más. Así que Yoongi estaba en el hospital. Si había ido a pie él solito, tampoco podía ser tan grave... Recordé que llevaba casi dos días y medio sin saber nada de Yoongi y empecé a preocuparme algo más. ¿Y si le ha dado un infarto pulmonar? ¿¡Y si le han detectado cáncer!? Sí, definitivamente tenía que dejar de ser tan tremendista. Era uno de mis pocos propósitos para el nuevo año, junto a aprobar todo y entrar en la universidad más prestigiosa de Corea con la mejor nota del curso.

Llegué al hospital pasados unos largos minutos. No era un lugar precisamente tranquilo, y los lugares abarrotados de gente solían agobiarme, pero los hospitales para mí eran distintos. Me gustaban, al contrario que a muchas personas, quizá porque mi única vocación era la de médico. Entré, esquivando a unas cuantas enfermeras que hablaban animadamente sobre su jornada. Busqué algo parecido a una recepción donde pudieran darme algo de información útil. Vi un mostrador demasiado grande para la única persona que estaba sentada detrás, hablando por teléfono mientras ordenaba unos papeles. No tuve que ponerme de puntillas para poder apoyar los antebrazos sobre el mostrador. La mujer que sujetaba el teléfono colgó y me miró interrogante.

ㅡ ¿En qué puedo ayudarle?

ㅡMe gustaría saber si un amigo está aquí. ㅡ dije. La mujer no parecía demasiado convencida, pero arrastró la silla con ruedas en la que estaba sentada por el suelo y se acercó a un teclado.

ㅡ ¿Cuál es su nombre?

ㅡ Min Yoongi.ㅡ respondí sin titubear.

ㅡ Oh, sí. Aquí está. ㅡ miró a la pantalla del ordenador entornando los ojos y después señaló algún número que yo no vi con el dedo. ㅡ Está en la quinta planta, en digestivo.

ㅡ ¿Diges...? ¿Qué le ha pasado?

ㅡ Yo no tengo acceso a los informes médicos, y ahora ninguno de ellos trabaja. ㅡ me miró como si se compadeciera de mí.

ㅡ Entonces, ¿en qué habitación está?

ㅡ 538.

ㅡ Vale, ¡gracias!

De repente, sentí enfado. Cabreo. Ira. ¿¡Cómo ese gilipollas no me había dicho que estaba en un puñetero hospital!? Estaba tan enfadada de repente que pulsé el botón del ascensor con tanta fuerza que lo hundí. Unos hombres que subieron conmigo a la quinta planta no dejaron de mirarme entre asombrados y extrañados porque probablemente creían que yo era el jodido Hulk por apretar así el botón.

No me hizo falta caminar mucho para encontrar la habitación 538. Caminé hacia allí enfadada, dispuesta a entrar como un huracán y a zarandear a Yoongi independientemente de su estado, pero me detuve en seco al ver la puerta entreabierta. A través de la rendija pude ver una cama de hospital vacía y otra ocupada por un chico de cabello azabache. Suspiré. Yoongi parecía el de siempre, sólo que vestido de blanco y con una vía de suero conectada al brazo. Me pensé mejor lo de zarandearle... no era una buena idea.

Aún así, abrí la puerta de golpe, haciendo que se sobresaltara y diera un brinquito en la cama.

ㅡ ¿Qué hay, zorra? ¿Te lo estás pasando bien en el hospital?

ㅡ Ay, no, tú no... ㅡ lloriqueó, o al menos fingió hacerlo. Yoongi hizo una mueca de disgusto, aunque sabía que en el fondo escondía una sonrisilla. ㅡ No te acerques más, no me grites.

Aunque quería hacerlo, mantuve un tono de voz tranquilo y suave. ㅡ ¿Qué te ha pasado? ㅡ le pregunté, observándole bien. Estaba mucho más pálido, más ojeroso y más débil. Paseé por la habitación en busca de algún historial, de algo que me sirviera para saber qué le había ocurrido a Yoongi. Encontré una carpeta beige colgada a los pies de la cama, así que la ojeé. ㅡ Apendicitis. Tío, podrías haber muerto y ni siquiera me has avisado.

ㅡ ¿Cómo me voy a morir de una puta apendicitis?

ㅡ Fácil: tu apéndice se hincha, explota, daña el peritoneo-

ㅡ ¿Por qué me hablas en un idioma que no entiendo? ¿Qué coño es el peritoneo?

ㅡ Lo que recubre el estómago. ㅡ le expliqué, haciendo señas con mis manos sobre mi tripa. ㅡ Bueno, ¡que podrías haberte muerto!

ㅡ Bah, menudo problema.

ㅡ Tío, es serio. Tienen que quitarte el apéndice.

ㅡ Bueno, hay gente que vive con un solo riñón, ¿no? No creo que me pase nada si me extirpan el apéndice.

Hice una mueca, no muy convencida. ㅡ La cosa se puede complicar.

ㅡ ¿Cuándo dejarás de ser tan tremendista? ㅡ bufó, mirando al techo. ㅡ Oye, estoy pasándolas putas y no quiero aguantarte.

ㅡ ¿Me estás echando?

ㅡ Sí.

Solté una carcajada sarcástica. ㅡ Pues ahora me voy a quedar para joderte. ㅡ sentencié, sentándome a los pies de Yoongi. ㅡ Y me voy a quedar tooooooda la noche contigo.

ㅡ Joder. ㅡ chasqueó la lengua, aparentemente molesto, rodó los ojos con un suspiro demasiado dramático y me señaló con los ojos entrecerrados. ㅡ ¿Sabes? Nada de esto habría pasado si yo no te hubiera dejado mi chaqueta aquel día.

ㅡ Pero si fue hace meses, idiota.

ㅡ ¿Y qué más da? Los virus se acumulan.

ㅡ Woah, quizá te den un Nobel por ese descubrimiento. ㅡ volví a coger la carpeta marrón con hojas y las releeí. Vi una fecha rodeada y un permiso aún sin firmar. ㅡ ¿Te operan mañana?

ㅡ Sí.

ㅡ Bien, tengo unas cuantas horas para convencerte de que me pongas como tu heredera en tu testamento vital antes de que mueras.

ㅡ Joder, cállate.

ㅡ ¿Tienes miedo...? ㅡ escondí una sonrisilla divertida tras una cortina de pelo. Después lo retiré de mi cara con un manotazo. ㅡ No llegan a sedarte del todo, te abren de aquí ㅡ señalé mi esternón ㅡ a aquí ㅡ puse el índice sobre mi ombligo ㅡ y mueven tus intestinos para buscar el apéndic-

Yoongi me empujó con las pocas fuerzas que tenía e hizo que me cayera de la cama. Me quejé, pero él me ignoró y se puso a mirar por la ventana hasta que se quedó dormido para el resto de la noche. Llamé a mi madre para decirle que me quedaría en el hospital para cuidar de Yoongi, y sorprendentemente no puso ninguna objección. Él se quedó dormido como un tronco, y yo, sentada en una silla que trajo una enfermera, me quedé observándole como una acosadora loca todo el tiempo, jugueteando con algunos mechones de su pelo.

*****

La luz blanca del hospital era tan molesta que volví a cerrar los ojos. El efecto de la anestesia se me estaba pasando. Por un lado quería seguir durmiendo, pero por otro quería despertarme para ver qué coño me dolía tanto. Se suponía que ya me habían quitado el apéndice. ¿No debería haber dejado de dolerme la tripa ya?

Oí como alguien canturreaba algo a mi lado. Supuse que era Aerin por el tono irritante de su voz. Abrí los ojos de una vez por todas, viéndola a ella y al resto de la habitación.

Me sonrió triunfante. Estaba tan desorientado que tardé en darme cuenta de que sostenía un pequeño bote con algo marrón dentro.

ㅡ ¡Es tu apéndice!

ㅡ Ew. Te lo regalo. ㅡ fue lo primero que dije al despertar después de la operación.

Aerin enarcó las cejas. ㅡ He oído cosas como "te regalo mi corazón", pero de ahí a que me regales tu apéndice... Prefiero un pulmón o parte de tu hígado. Es más útil.

Emití un quejido suave, casi un ronroneo. Me dolía la zona donde los cabrones de los médicos habían hecho la incisión. Debía de ser una herida pequeña, pero dolía demasiado.

ㅡ Me duele, joder. ¿Es que los médicos no saben hacer nada bien?

ㅡ Eh, ㅡ Aerin sonó ofendida, pero ¿cuándo no se ofendía? ㅡ los médicos lo han hecho bien. Lo que pasa es que eres una nenaza y no tienes tolerancia al dolor. Imagina estar casi una semana con dos ovarios hinchados, desangránd-

ㅡ Cállate. Tu voz me molesta.

Me obedeció. Apoyó un codo sobre el colchón y sujetó su cabeza con el puño. Suspiró, y después de un buen rato en silencio, volvió a hablar. ㅡ Acabo de darme cuenta de que no te he dicho "¡Feliz Año Nuevo!" y todas esas mierdas, así que feliz Año Nuevo, tío.

ㅡ Sí, lo que tú digas.

ㅡ Año nuevo, Yoongi nuevo. ¡Esta vez sin apéndice!

ㅡ Qué graciosa.

ㅡ ¿De veras te duele mucho? ㅡ Yo asentí. Aerin miró hacia atrás, como si sintiera que alguien la estaba mirando. Se volvió hacia mí y acarició con suavidad mi hombro. ㅡ Sana, sana, culito de rana, si no sana hoy, sanará mañana.

Se acercó a mí lo más deprisa que pudo y me dio un beso en la mejilla. Un beso se verdad. Nada de poner sus pulgares. Pegó sus labios cálidos a mi cara un par de segundos. Quise volver a dormirme de golpe para evitar sonreír. Pero no pude, y lo hice antes de que Aerin se retirara.

Dio un par de palmaditas en mi hombro. ㅡ Hala, ya está. ¿Ves? ¿A que ya no te duele?

ㅡ Sí. Todavía me duele.

ㅡ ¿Por qué estás sonriendo tanto?

ㅡ ¿Eh? Por nada...

Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba sonriendo como un gilipollas. Pero si sólo te ha dado un beso en la mejilla, subnormal.

*********

Remember when Yoongi tuvo apendicitis y todo bangtan se presentó en el hospital para hacerse fotos con él lmao



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