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t r e i n t a y o c h o

Subí las escaleras del instituto tan rápido que estuve a punto de morir de un infarto pulmonar, pero conseguí llegar a clase viva y con la esperanza de que todos los insectos que tenía como compañeros no se hubieran arremolinado ya en torno a la nueva lista que colgaba de una pared de corcho. Me quedé cerca del atril del profesor y me apoyé en él, tratando de recuperar el oxígeno que había perdido en la carrera de la puerta al aula, y intenté mirar la lista. Además de ser miope, toda la gente estaba en corro mirando el puñetero papel. Vi a la pobre Sojin ponerse de puntillas para intentar ver su nombre y posición en la lista, pero era tan bajita que ni siquiera podía verla dando saltitos. Una mano apareció entre los cuerpos, cogió la muñeca de Sojin y tiró de ella, haciendo que desapareciera entre la multitud de golpe, como si estuviera dentro de una película de terror. Después de llevarme un buen trauma, me acerqué poco a poco a la corchera y me metí entre los insectos a base de empujones. Era mucho más alta que la mayoría de las chicas y esa mayoría, por mi ley del odio aleatorio, me caían mal. Así que me puse enfrente de la lista, casi pegada a la pared, y no dejé que vieran el papel con sus nombres. Ignoré empujones, quejas y demás. ¿Qué más daba? Era fin de curso y no iba a volver a ver a nadie de aquella clase a excepción de Sojin y Yoongi; si me daban igual al inicio de las clases, al final me importaban poco menos que una mierda.

La lista, la dichosa lista... Nunca había llegado a criticar aquel modo de ''incentivar'' a los alumnos a ser los mejores, pero reconocía que no ver tu nombre en el primer puesto era bastante desagradable y desmotivador. Hice una mueca similar a un puchero y continué bajando en la lista, buscando desesperadamente mi nombre, aunque no pude evitar reírme con incredulidad al ver a Chungho en ocupando el número uno, el puesto del mejor alumno del curso. Quizá habría tenido que elegirlo a él como profesor particular en vez de elegir a Yoongi.  Deseché la idea en cuanto vi a Yoongi siguiéndole de cerca a Chungho. Un par de décimas más en su nota media y el idiota de patas de pollo se habría graduado como el mejor de la clase. No encontraba Im Aerin escrito por ninguna parte, y por eso empecé a releer la lista de arriba a abajo, utilizando mi dedo índice como guía. Alguien señaló uno de los puestos de la lista por mí.

— Estás ahí. Eres la quinta. — me explicó Sojin, que había conseguido ponerse delante del resto y estaba mirándome con ojos brillantes, como si estuviera orgullosa.

Aunque no era el resultado al que aspiraba o el que esperaba después de no hacer los últimos exámenes, estaba feliz. Pocas veces estaba tan contenta, ni siquiera cuando me llegaba uno de los pedidos que hacía por internet o cuando mi madre preparaba mi comida favorita. ¡Hasta mis poros sudaban alegría! Aplaudí con ímpetu, exultante, me aparté para que el resto viera la lista con sus calificaciones y lo único que se me ocurrió fue achuchar a Sojin, que me dio unas palmaditas en la parte media de la espalda.

— ¿Qué está pasando? — oí a mi derecha. Me giré, todavía abrazada a Sojin, y vi a Yoongi lanzar su mochila al suelo, de mala gana. Llegaba tarde, pero por su cara de ''soy un amargado y estoy cabreado con el mundo'', supuse que no le importaba mucho llegar a clase unos diez minutos después de que sonara el timbre.

— ¡La lista con las notas! — dijo la más bajita — ¡Aerin es el número cinco!

— ¡Por el culo te la hinc- — estuve a punto de decirlo, pero Yoongi chasqueó la lengua y me interrumpió.

— Bah, ya la miraré luego.

— Eres el segundo de la clase, tío. — le dije yo, acercándome a él y poniendo mis manos en sus hombros para agitarle como si estuviera sufriendo un terremoto. — ¡Eres el nuevo Einstein!

— No sé qué coño te pasa, pero cálmate antes de que te hierva la sangre.

— ¡Estoy contenta!

— ¿Además de estar drogada?

Rodé los ojos. — Ugh, Yoongi, eres el chico alternativo y emo de la clase, eso ya lo sabemos, pero no tienes por qué destruir mi ilusión siempre.

Se dejó caer en la silla de su pupitre después de arrastrarla, estiró las piernas, echó la cabeza hacia atrás, se quedó mirando al techo y suspiró con cansancio. En cuanto Sojin se marchó a hablar con sus amigas de otro curso al pasillo, aproveché que mi antiguo sitio estaba vacío y me senté al lado de él, observándole con cuidado. Recordé que respondió a mi último mensaje a las cinco de la mañana. Con razón ha llegado tarde...

— ¿Quieres que te de unas cuantas pastillas para dormir? — bromeé.

Yoongi, de repente, despeinó mi pelo -aun más- y me dio un golpe suave en la frente con la palma de su mano. — Estabas preocupada porque ibas a ser la última de la clase y al final te vas a graduar como una de las cinco mejores.

— No me despeines, joder. ¡No te haces una idea de lo que me cuesta peinarme por las mañanas!

— Pero si ni siquiera lo haces. — replicó rápidamente. No dije nada porque tenía razón, pero fingí estar molesta y ofendida de todas formas. Imité su postura y me hundí en la silla.

— Tú, el chico nuevo que no tenía pinta ni de sacar un cero, te gradúas como el segundo mejor del curso.

— ¿Me tienes envidia?

Yoongi pertenecía al uno por ciento de personas con las que tenía una confianza suficiente como para no mentirles, así que no vi la necesidad de hacerlo y asentí sin mucha energía. Sí, envidiaba a Yoongi. Él era inteligente, tenía talento para la música, sacaba muy buenas notas sin apenas esforzarse, era libre de hacer lo que quisiera porque no estaba presionado por sus padres y, además, cada vez me parecía más guapo. Quise convencerme a mí misma de que Yoongi era igual de feo que una máscara de pestañas grumosa o que el estampado de piel de leopardo, pero resultó ser imposible, así que no me quedaba más remedio que admitirlo.

Golpeé sin mucha fuerza su brazo. Él respondió al instante dándome de nuevo en la cabeza, y en menos de dos segundos estaba intentando protegerme de sus golpes, entre risillas, aunque era como si estuviera jugando con un gatito. De momento, Yoongi no había sacado sus garras y no me hacía demasiado daño, pero a lo mejor se le cruzaba un cable. O a lo mejor veo demasiadas películas de asesinos locos. En cuanto Yoongi escuchó la puerta del aula cerrarse con un golpe y vio que nuestra tutora se subía al banzo que le separaba de nosotros, dejó de pegarme e hizo como si no pasara nada, aunque noté que estaba aguantando la risa. Antes de irme a mi sitio, hice que se riera al golpear su costado. Solíamos ''pelearnos'' cada vez más  a menudo.

La profesora gritó para que cada bicho -vamos, alumno- se sentara de una vez y dejara de mirar la hipnótica lista. Dejó un papel sobre el atril para leerlo, se aclaró la garganta y contó en silencio para asegurarse de que estaban todos sus alumnos. Todo el mundo miraba a la mujer con expectación... Menos yo, que descubrí que una mota de sombra de ojos en mi mejilla y me apresuré a limpiarla, mirándome en el espejo que siempre llevaba conmigo. De fondo escuchaba a la profesora hablar, pero para mí no era más que un murmullo lejano. Presté atención cuando la pequeñísima mancha grisácea desapareció de mi cara.

— Será a Busan, porque el presupuesto de este año es menor y no hay tiempo suficiente para hacer un viaje internacional. — escuché. — No es obligatorio, pero recordad que sigue siendo un viaje de estudios dentro del calendario escolar, así que, por favor, portaos bien. Vais a graduaros y empezaréis la universidad dentro de poco, no os comportéis como niños de primaria. Daré la autorización a los interesados antes del recreo.

Por el contexto, creí que hablaban de alguna excursión a Busan antes de nuestro examen de acceso a la universidad. De todas formas, me giré hacia Haneul  y le pregunté qué estaba pasando.

— Un viaje de fin de curso a Busan la semana que viene. — me contestó, con desgana, mascando chicle cual vaca rumiando el pasto.

— Oh. ¡Yoongi! — exclamé en un susurro, columpiándome en la silla peligrosamente hacia atrás para llamar la atención del pelinegro. — ¡Yoongi! — Él dejó de mirar por la ventana para mirarme a mí, enarcando ambas cejas. — ¿Irás?

Se encogió de brazos, pero me lo tomé como un ''no'' y supuse que tendría que convencerle más tarde, a la hora del recreo, aunque no me aguanté y me levanté antes de que la profesora se fuera y nos dejara solos con una manada de orangutanes. O sea, con el resto de la clase y Sojin. Me hice un hueco entre Yoongi y su compañero de pupitre, me quedé de cuclillas, escondida de la profesora -que ni siquiera se dio cuenta de que yo faltaba en mi sitio- y apoyé mis codos sobre las rodillas de Yoongi. Él hizo como si yo no estuviera ahí, aunque a su compañero le costó más fingir y huyó al creer que yo iba a hacer algo indecoroso.

— Parece que vas a tocarme la flauta, y no precisamente algo de Fauré. — dijo Yoongi, mirando hacia abajo en cuanto la profesora dejó la puerta abierta tras ella y en cuanto el setenta por ciento de la clase se fue.

— Vendrás a Busan conmigo, ¿verdad? — le miré con los ojos de una corderita —
¿Verdad, verdad, verdad?

— No quiero ir a Busan, ni siquiera me gusta la playa y me niego a andar siete kilómetros.

— ¿Eh?

— ¿Por qué no has prestado atención? — bufó — ¿No has oído lo que ha dicho? Tenemos que caminar siete kilómetros al día.

— Eso no es nada, cuando vamos a Myeong-dong-

— Siete. Kilómetros.

Resoplé. — ¡Pero sería nuestro viaje de fin de curso! Ah... Ya entiendo. Estás ocupado. Bueno, no pasa nada. —empujé la montura de mis gafas hacia atrás, algo nerviosa al pensar que Yoongi podría estar ya a punto de entrar en la agencia. No sabía si había hecho audiciones, pero cada vez que le preguntaba, lo negaba, y eso me hacía creer que me estaba mintiendo. Mi intuición femenina me lo decía.

Se quedó un momento callado, como si le estuviera dando vueltas al asunto. — De todas formas, ¿qué hago yo en Busan?

— ¡Respirar el aire puro y fresco del mar y buscar inspiración para tus letras en la bellísima naturaleza salvaje de Busan!

— Joder, qué coñazo. Y Busan no tiene naturaleza salvaje que yo sepa.

— Ay, vamos, no me digas que prefieres apuntarte al club del jubilado y viajar a algún templo en la montaña.

— Pues sí, la verdad... Oye, — se rio suavemente. Fue inesperadamente inesperado. — levántate de ahí antes de que la gente crea que me la estás chupando.

— Ew, ¿pero cómo van a creer que...? ¿Cómo...? ㅡ agité la cabeza y terminé sentándome de nuevo en la silla libre que Yoongi tenía al lado. Prefería que la gente no tuviera ideas equivocadas a pesar de que me parecía una estupidez. Ni drogada, ni borracha y mucho menos ni muerta se me ocurriría meneársela a alguien en medio de una clase bajo ninguna circunstancia. La mayoría de la gente de clase se había marchado al pasillo, a gritar como unos corta-césped averiados.

Al rato, Sojin apareció, mirando hacia el pasillo con algo de suspicacia, como si hubiera escuchado algún disparate. Se acercó a nosotros deprisa, entre horrorizada y curiosa, frunció el ceño y se sentó en las sillas que teníamos delante.

ㅡ Están diciendo que-

Mi móvil vibró de repente, haciendo que me sobresaltara de una manera ridícula y vergonzosa. Me reí después a causa de mi estupidez y miré los mensajes reflejados en la pantalla de mi teléfono, fingiendo estar sorprendida.

diosssssss que ascoooo
11:16

en serioo?
11:16

aerin pq querias chuparsela a yoongi??
11:16
q desesperada jajajjajaj
11:16

solo quiere atención
11:17

seria asqueroso hasta si fueran novios pero no lo son!
11:17

pobre yoongi tiene que tener un trauma 😂😂
11:17

nunca estaran juntos
11:17
lo unico que quiere esa zorra es atención y yoongi es demasiado bueno cn ella
11:17

Le enseñé los mensajes a Yoongi, y él, sin pensárselo dos veces, me lo arrebató de las manos y tecleó algo antes de que yo recuperara mi teléfono móvil. Sojin nos miraba extrañada, como si estuviera viendo un asombroso partido de tenis o de ping-pong.

Miré lo que Yoongi había escrito.

Y si estamos juntos de verdad?
11:18


Agarré el cuello de su camisa blanca sin previo avisó y tiré de él hacia mí hasta que su oreja quedó a la altura de mi boca y así poder susurrarle al oído.

ㅡ ¿Por qué has escrito eso?

Me miró, divertido, se encogió de hombros y me agarró del hombro para poder hablarme en bajo. ㅡ ¿No quieres jugar al despiste? ㅡ me susurró.

ㅡ ¿Yo? Yo siempre quiero jugar.

ㅡ ¿Qué pasa? ㅡ nos preguntó Sojin, con la boca entreabierta.

ㅡ Nada, que han invitado a Aerin a una partida del Fifa y no se atreve  a ir. ㅡ mintió Yoongi por mí.

Los dos sonreímos con aparente inocencia para que Sojin no sospechara nada -aunque sonreír a la vez sólo lo hacía parecer más sospechoso- y dejamos que pasara el tiempo, hablando sobre lo rápido que se había pasado el curso y sobre el viaje a Busan.

*****

No sabía qué cojones hacía sentado en  un autobús de ida a Busan. Aerin era la responsable de todo aquello. Ella me había convencido con su técnica infalible de enviarme mil mensajes por minuto. Fui uno de los primeros en llegar al autobús. No mentiría si dijera que tuve un cabreo gigantesco cuando me di cuenta de que Aerin no llegaba. Seguía estando débil después de salir del hospital, así que luego me preocupé un poquito por ella. El sitio que había guardado para Aerin a mi lado seguía vacío.

Hasta que llegó Soyoung. Llevaba unos pantalones excesivamente cortos. Creí que iba en bikini. Pero resultó ser todo lo contrario. Me miró con una sonrisita.

ㅡ ¿Está libre? ¿Puedo sentarme contigo?

ㅡ No. ㅡ contesté, tajante. Me puse los auriculares para que viera que me importaba una mierda lo que me dijera a continuación.

ㅡ Pero no está reservado para nadie...ㅡ dijo, y se sentó como si le hubiera dado permiso. ㅡ ¿O está reservado para tu novia? Aerin dice que eres su novio. Ella sólo se dedica a mentir y-

Señalé con el índice por la ventana. Vi a Aerin arrastrando una terrible mochila naranja, corriendo para llegar cuanto antes. ㅡ Ahí viene mi novia.

Sólo miré a Soyoung para ver su reacción. Frunció los labios y se quedó sentada de brazos cruzados, resignada y celosa. Me limité a apoyar la cabeza contra el cristal de la ventana. Esperé a que Aerin subiera al autobús en silencio, ignorando a Zorra número dos.

ㅡ Hola, ㅡ jadeó Aerin, subiéndose las gafas. Le hice una seña para que echara a Soyoung de allí. ㅡ ¿puedes quitarte? Es una pregunta retórica, la respuesta es un sí. Vamos, muévete.

ㅡ Busca otro sitio, yo he llegado antes.

ㅡ Busca a otro chico, yo he llegado antes. ㅡ soltó Aerin. ㅡ No voy a pedírtelo por favor, así que largo.

ㅡ ¡Profe...!

Hice que Soyoung se callara levantándome y empujándola para pasar por delante de ella. Me senté en los asientos de delante, desocupados. Aerin no tardó en hacer lo mismo. Suspiró y se echó el pelo hacia delante. Se abanicó con las manos.

ㅡ Esa zorra ya me ha puesto de mal humor.

ㅡ ¿Cuándo no estás de mal humor?

ㅡ Ja, ja. Qué gracioso. ㅡ me hizo burla.

Teníamos por delante casi tres horas de viaje en autobús. Reclinamos nuestros asientos para joder a Soyoung y a Haneul. La Zorra uno se acabó sentando con su amiga con la intención de fastidiarnos el viaje, pero no entendían que se metían con el orgullo de Daegu y su amiga. Su novia fingida. Lo que fuera.

Si se me ocurrió fingir el novio de Aerin era sólo para que las zorras y el resto de la clase la dejaran en paz. Bueno, luego pensé por un momento que quizá lo único que quería es que Aerin fuera mi novia de verdad. Quizá solo estaba buscando una excusa. Lo más gracioso es que me pareció lógico.

Puse algo de música a todo volumen para tapar los gritos del resto. Al ser un viaje de fin de curso todo el puto mundo chillaba. Sólo nos íbamos a Busan. Bueno, realmente ni siquiera íbamos a la capital de la provincia. Íbamos a un pueblo pesquero para "aprender las viejas costumbres". Vamos, que íbamos a dormir en unas putas cabañas de pescadores. A Aerin casi le dio un paro cardíaco al enterarse de que no iba a Busan para saciar su sed consumista, pero le amenacé con romper su colección de maquillaje y al final, vino.

Notaba su mano casi sobre la mía. Estaba algo adormecido y el suave traqueteo del autobús no ayudaba mucho. Quería abrazarla. Me contuve.  Pero cogí su mano. Primero rocé su meñique con el mío, después continué rozando sus dedos. No puso pegas. No se quejó. Me lo tomé como una señal para entrelazar nuestros dedos, y sin casi darme cuenta, lo hice.

Mordí el pulgar de mi mano contraria, sonriendo. Miré hacia la ventana para evitar que Aerin me viera, aunque podía hacerlo porque mi imagen se reflejaba en el cristal. No podía creer que estaba agarrando la mano de la chica que me gustaba.

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