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t r e i n t a y c i n c o

— ¿Vendrías al cine conmigo? Mañana. Después de las clases del conservatorio. Hay descuento en las entradas... — dijo Aerin, jugueteando con un trozo de hierba que había arrancado de cuajo.

— ¿Es otra cita?

Aerin me miró algo extrañada, con el ceño fruncido. Se alejó un poco de mí, así que uno de los auriculares que compartíamos cayó al suelo. — Eh... No, no es una cita. — aclaró. — Pero quiero que vengas conmigo. Siempre voy al cine con mi padre, y para una vez que tengo un amigo... Deberías venir. Los cines de Myeong-dong son gigantescos.

— Tengo clase. ¿Por qué no convences a Sojin para que vaya contigo?

— Porfa— insistió. Pataleó; en cualquier momento iba a echarse a llorar como una niña pequeña de tres años rogando por unos caramelos a su madre. — La sesión de cine es a las siete y media, y nuestras clases terminan a las siete. ¡No es ninguna película de esas romanticonas! Ni de Disney, lo prometo.

No me gustaba demasiado el cine. Estaba cansado, tenía que ensayar para las audiciones y para los exámenes de piano, tenía que estudiar para conseguir graduarme del  instituto y no tenía tiempo que perder. Aerin se encontraba en una situación parecida o incluso peor. Y aún así se empeñaba en estar más de dos jodidas horas encerrada en un cine. Suspiré. — No tengo demasiadas ganas de ir.

Aerin se dio por vencida y no dijo nada más al respecto. Utilizó su terrible bolso azul a modo de almohada y se tumbó en el césped con un suspiro. Me resultó extraño. Ella era demasiado escrupulosa y odiaba el campo y los bichos, pero aún así se tumbaba en el césped de un parque como si no fuera consciente de la de mierda que tenía el suelo. Se quedó mirando al cielo. Yo hice lo mismo. No era un fan del color rosa, y de hecho empezaba a repugnarme, pero admitía que el tono rosado que tomaba el cielo al atardecer era bastante llamativo.

— ¿Te imaginas que somos daltónicos y que el cielo no es azul, ni rosa? ¿Y si los daltónicos son las personas que ven cómo son los colores de verdad?

— ¿Pero qué coño dices? — bufé. Luego no pude evitar reírme al ver a Aerin. Parecía decirlo completamente en serio.

— Tío, imagínatelo. ¿Y si el azul que conocemos no es el azul de verdad?

— No sé a qué vienen estas reflexiones filosóficas tan de repente.

— La vida es como las olas del mar, vienen y van. — hizo un gesto con la mano, imitando el movimiento de una ola. — Mira, rima y todo. Aprovéchalo y ponlo en alguno de tus raps.

— Ni de coña.

— Ya me lo agradecerás más tarde, cuando seas un súper famoso conocido hasta por los pingüinos de la Antártida y tengas que regalarme un Rolex por mi cumpleaños con una notita que diga: ''gracias por los aportes a mi música, Aerin''. — sonó seria, pero después me miró y me sonrió. Sus ojos, a pesar de ser más redondos que los del resto, siempre formaban una línea delgada cuando sonreía. Lo gracioso del asunto es que Aerin creía que era la persona más fea y con más defectos del mundo cuando realmente no era así. Me parecía injusto que yo pensara todo lo contrario. — Llegarás a ser alguien grande. Bueno, sabes a lo que me refiero, ¿no? Creo que es demasiado tarde para que des el estirón. Me refiero a que harás algo grande. Que la gente te conocerá.

— Espero que tu poder de la clarividencia funcione. — me reí con amargura. Los dos soñábamos en grande, y los dos nos preguntábamos si íbamos a ser capaces de conseguir aquellos sueños.

— Claro que sí funciona, tío. Las personas a las que nunca se escucha son las que hacen las canciones para las radios, las películas que la gente ve y los libros que leen. Esas personas son las que ganan al final del juego, las que saben que han hecho algo bien después de tanto tiempo en el silencio. — continuó. — Creo que tu eres una de ellas.

No supe qué contestar. A veces, ya fuera por su infinita pesadez o por sus confesiones fuera de lugar, Aerin me dejaba sin palabras. Quizá su cabeza no funcionaba demasiado bien con los logaritmos y las derivadas, pero tenía ideas buenas. Era una mente brillante eclipsada por las del resto. Era tan poco mediocre que acababa desplazada.

Me reí, incrédulo, sin llegar a creerme del todo lo que acababa de decir.

— ¿Sabes? — continuó. — A veces... Me jode que la gente tenga que acallarte porque no piensas igual que ellos. Es simplemente una cuestión de respeto: yo respeto su opinión de mierda, o la ignoro, y todos contentos. Pero, cuando piensas fuera de la caja, sólo tienes dos opciones. O te amoldas a lo que piensa el resto o te acribillan con sus opiniones sin argumento.

— Piensas como si fueras Einstein o la descubridora de la cura para el cáncer. — comenté, observando su rostro inexpresivo.

— ¿Y qué tiene de malo? — protestó.

— Nada. — me encogí de hombros. — Eso es bueno. A lo mejor eres la nueva premio Nobel en unos cuantos años.

— Puedo notar el sarcasmo en tu voz.

Le di un golpe suave en el hombro. — Lo digo en serio. Todos los genios son unos inadaptados alguna vez en su vida.

— ¿¡Me estás llamando inadaptada!?

— Sí, pero también estoy diciendo que eres impresionante.

Aerin sonrió con dulzura, algo satisfecha, como si lo que le acababa de decir hubiera sido como un chute de sus grasas saturadas favoritas. Empujó la montura de sus gafas un par de veces. Empezaba a creer que era algo así como un tic nervioso, aunque también empezaba a parecerme más mona cada vez que lo hacía. Se veía más aniñada. Eso sí, cuando cambiaba radicalmente de tema - uno de sus talentos- me hacía enfermar. Rodé los ojos en cuanto lo hizo.

— Entonces, ¿mañana vendrás al cine conmigo o no?

— Que no, pesada.

 Rodó los ojos, imitándome. — Eres un mal amigo.

— Tú también eres una mala amiga.

— Bah, lo que tú digas. — miró el reloj de correa marrón de su muñeca. Se reincorporó tan del golpe que su pelo terminó hecho un desastre. Bueno, Aerin eran un desastre en sí. — ¡Van a ser casi las nueve de la noche, tío!

No había anochecido del todo, así que me parecía imposible que fuera tan tarde. Habíamos escuchado unas cuantas canciones, Aerin me había explicado con señales similares a las de un ritual vudú unos cuantos apartados del tema de biología y habíamos hablado, nada más. No podía haber pasado el tiempo suficiente como para que fueran las nueve de la noche. Miré la pantalla de mi teléfono y fingí no estar sorprendido. Sí, iban a ser las nueve de la noche. Llevábamos algo más de dos horas sentados en el césped sin hacer nada.

Aerin se levantó retorciéndose como un gato lesionado. Sacudió su vestido de tela fina y maldijo al darse cuenta de que se había roto las medias que llevaba debajo. Entre el pelo revuelto, las medias rotas y los ojos llorosos, Aerin parecía una vagabunda. No hice comentarios al respecto. Me limité a aceptar su ayuda y a coger la mano que me tendía para levantarme del suelo. Tiró de mí con tanta fuerza que estuvo a punto de caerse hacia atrás.

Caminamos a paso rápido por el largo paseo de cerezos en flor. Ya no había mucha gente por allí -sólo algunas parejas demasiado empalagosas-. Aerin llamaba a sus padres para avisarles de que estaba sana y salva. No entendía como unos padres tan simpáticos podían ser tan estrictos a la vez.

Llegamos a la parada de bus cercana al conservatorio. Aerin tenía que subirse a uno distinto al mío. Esperó con impaciencia, sin dejar de moverse de un lado a otro. No paró hasta que golpeé de mala gana su espinilla.

— ¿Por qué no paras quieta? Joder, párate.

— Ay, todavía quedan cinco minutos para que llegue el autobús... — no supe de qué se quejaba. Mi bus tardaba cuatro minutos más que el suyo. — Mis padres van a matarme. No, primero harán que me muera del hambre y luego me torturarán con alguna de sus charlas.  Y después-

— Vaya, una pena.

— Yoongi. — tomó mis hombros. Hizo que me girara. Me miró con toda la seriedad del mundo a los ojos, pero sabía que bromeaba. Aguantó la mirada dos escasos segundos. — Si muero, quiero que heredes todos mis discos y todos mis libros, ¿vale? Asegúrate de cuidarlos bien. ¡Y que donen mis órganos!

— Vale.

— Genial- ¡Eh, ahí llega mi bus! — dio un par de brinquitos. Se despidió de mi con la mano. Me pregunté donde se había quedado su cansancio, ese que llevaba arrastrando desde por la mañana. — Nos vemos en el circo, Yoongi. Ah, y mañana vendrás sea como sea al cine conmigo. Es una afirmación, y además de ser una afirmación, es una obligación.

El enorme autobús casi vacío se posicionó casi delante de ella. Aerin se subió  dando una zancada larga. Antes de picar su billete, miró hacia atrás, directamente hacia mí.

— El concierto de piano es dentro de dos semanas. El jueves. Por favor, ven a verme. — dijo, con voz muy suave, asomando la cabeza por las puertas de cristal que amenazaron con romperle el cuello.

Ni siquiera me despedí de ella. Sólo vi cómo se sentaba al fondo y cómo se volvía a poner los auriculares. Tendría que decirle en algún momento que en dos semanas iba a estar muy ocupado, pero supuse que no debía ''matar su ilusión'', como decía la idiota de ella.

*****

— Hola, hola, siento llegar tarde. — jadeé. Abrí la mano a modo de saludo, me retiré los mechones de pelo que se habían pegado a mi cara al correr y reanudé la marcha, muchísimo más despacio. Había estado a punto de perderme la película que tanto quería ir a ver. Era de acción, una de esas superproducciones norteamericanas que con frecuencia tocaban el mercado coreano. No eran muy de mi gusto; sólo quería ver la película porque salía uno de los mejores actores del mundo entero. Después de subir los pocos escalones de la entrada del cine, me dirigí al único chico que era capaz de aguantarme una sesión entera. — No sé cómo he logrado convencerte para venir al cine conmigo.

Minho se encogió de hombros, tranquilo. — La película parece ser buena. Ya he comprado las entradas... — me tendió un papel rosado, sonriendo con timidez.

— ¿Qué? ¡No hacía falta! Gracias de todas formas. — le dije, cogiendo la entrada algo dudosa. Esperé a que Minho subiera un par de escalones más para caminar a su lado.

Miré mi reloj  y me horroricé al darme cuenta de que la película estaba a punto de comenzar. Sin casi darme cuenta, eché a correr hacia la puerta del cine y entré a la sala correspondiente lo más rápido que pude. Ni siquiera compré palomitas, y eso para mí era un delito contra cualquier película. Me senté en la primera butaca libre que vi. Minho entró a la sala rato después, algo desorientado, buscándome con la mirada. Alargué el brazo para agarrar su muñeca y tirar de él para que se sentara en la butaca de mi izquierda. Pareció sorprendido cuando notó que le empujaba.

— Uy, uy, ¡ya empieza! —ahogué un gritito. Oí la risa de Minho.

Que él estuviera allí conmigo no era una historia tan larga: como no había logrado convencer a Yoongi para que viniera a ver la película para comentarla conmigo -porque yo era ese tipo de persona que no sabía cerrar la boca en las películas-, se me ocurrió en el último momento que Song Minho podría acompañarme. Le escuché hablar con su pandilla de amigos sobre la película en uno de los recesos, así que me acerqué a él y le pregunté si quería venir conmigo. Fin de la historia. Le dejé bien claro que no era una cita o algo así, que sólo iba con él porque no quería ver la película sola, rodeada de gente desconocida. Minho aceptó sin pensárselo. Dejó a sus amigos tirados por mí, y Yoongi se pasó toda la tarde -o eso me hizo creer- encerrado en el conservatorio, ensayando para sus conciertos y audiciones en una de las cabinas de la última planta.

Minho resultó ser más hablador de lo que pensaba y la película fue más entretenida de lo que esperaba. Eso sí, el muy listillo intentó acercarse a mí más de lo que debía, creyendo que yo era una tonta que caía en sus jueguecitos como las piedras al suelo. Tuve que esquivar su mano varias veces y tuve que alejarme un poco hacia el lado contrario para evitar que colocara su diestra sobre mi pierna. Cuando las luces de la sala se encendieron, Minho me tendió su mano como todo un caballero para ayudarme a levantarme de la butaca, pero hice como si nada y me puse de pie yo solita, bien digna. Avergonzado, se pasó la mano por la nuca.

— ¿Te apetece ir a algún otro lado? — me preguntó mientras salíamos del cine. — Podemos ir al arcade-

— No tengo mucho tiempo. — contesté rápidamente. Rebusqué mi cartera en el bolso, busqué el importe exacto de la entrada y se lo di a Minho. Él no quiso aceptar el dinero, así que no me quedó otra que coger su mano y dejar los billetes sobre su palma. Cerré sus dedos con fuerza. ㅡ Quédatelo. ¡Hasta mañana!

Hice ademán de irme, pero me detuvo. ㅡ Eh, Aerin, quédate sólo un rato. Si quieres, puedo acompañarte a casa...

Inspiré todo el aire que pude y lo solté en un suspiro lento. ㅡ Bueno... ㅡ sabía que iba a tener cargo de conciencia si le decía a Minho que se fuera a freír churros, pero sabía también que si aceptaba su propuesta iba a sentirme incómoda en menos de un pestañeo. Cavilé muy bien la idea. ㅡ Tengo que volver a mi casa antes de la hora de la cena, así que...

Minho sonrió ampliamente. No dejé que cogiera mi mano, pero caminé a su lado todo el tiempo, hablando de lo "buena" que había sido la película. Al parecer, a Minho le había encantado. Me enteré de que era el cierto el rumor de que era el trainee de una agencia, y todo apuntaba a que iba a debutar pronto con algún grupo. No me dio mucha más información, pero no sabía que estaba hablando con Im Aerin, la reina de los buscadores en internet y la única persona capaz de leer a la página de wikipedia sobre alguien horas y horas. Paseamos hasta  pararnos en el primer paso de peatones de todo el recorrido.

Ignoré a Minho un par de segundos y saludé tímidamente al chico bajito de pelo negro que estaba al otro lado de la carretera. Yoongi no correspondió a mi saludo, ni siquiera hizo un gesto apático con la cabeza. Desvió la mirada hacia los coches, metió las manos en los bolsillos y se puso a tararear la canción que estaba escuchando a través de sus auriculares blancos. Me sentí algo decepcionada, pero luego recordé que estaba con Minho y encontré algo de sentido al comportamiento de Yoongi. Ellos no se llevaban nada bien.

El semáforo se puso en verde, indicando que podíamos cruzar la carretera sin ningún peligro. No me quedó otro remedio que casi darme e bruces con Yoongi, y a pesar de que le saludé con una sonrisa, él se limitó a murmurar un frío e insulso "hola". Él siguió con su camino, y Minho y yo, con el nuestro, en dirección contraria.

*****
Yoonguita

Yoooooooonggggggui
22:39
puedes ayudarme con mis deberes de armonía dos segundos?
22:39

espero que sigas vivo 😣
22:50

Ahora no puedo
23:00

joooooder
23:00
estoy empezando a estresarme con tantos exámenes
23:00
y acabamos de empezar la semana
23:00
qué divertido!!!1!
23:00

y ahora puedes ayudarme?
23:16

No
23:30
Podrías aprender a hacer los ejercicios de armonía tú solita. Yo no voy a estar en el puto examen para decirte lo que tienes que hacer
23:30

sólo es una dudita
23:30
ugh has sonado exactamente como mi madre... que mal rollo tío
23:30

Estoy ocupado
23:47

a estas horas? haciendo el qué? 😏😏
23:48
podrías estar ocupado conmigo
23:48
QUIERO DECIR
23:48
ayudándome
23:48

Haz los deberes tú sola
23:50
No es mi culpa si ya no sabes cómo cojones seguir. Te lo he explicado todo de mil formas distintas. Deberías entenderlo ya
23:50

joder tío sólo son dos putos minutos
23:50
vamos
23:50
te he ayudado con biología
23:50
simbiosis~~
23:50

La simbiosis es tu excusa para disculpar tu egoísmo
23:59

qué te pasa
23:59
la menopausia? tan pronto?
23:59
crees que si realmente fuera egoísta te ayudaría tanto?
23:59

Tampoco me sirves de mucho
00:05

vaya, en serio?
00:05
entonces no sé quién estaba rogando por ayuda porque biología le sacaba de sus casillas...
00:05
quizá yo no haya sido la persona que ha enviado un formulario entero para que alguien consiga una plaza en una agencia
00:05
no lo sé
00:05
quién puede servirte de ayuda entonces?
00:05

Si lo haces es porque estás planeando tu puto futuro
00:06
Sólo enviaste ese vídeo porque tienes la falsa esperanza de que yo consiga entrar en la agencia y de que me haga famoso
00:06
Y porque tienes la absurda fantasía de tener un amigo que sea "idol"
00:06
Crees que va a ser todo de color rosa?
00:06

nada va a ser de color rosa
00:07
pero sería muy gracioso que tú entraras a esa puta agencia gracias a mí
00:07

Tú sólo habrías enviado el vídeo. Nada más.
00:07

pero he sido yo quien ha dado el primer paso por ti
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cobarde
00:07

Egoísta
00:08
No sé si utilizando a Song de acompañante vas a sentirte menos sola
00:08
El otro día estuve pensando en las cosas que hacías bien
00:08
Y una de ellas es perder el tiempo. Por eso suspendes, porque prefieres ver películas a aprovechar los minutos y estudiar por conseguir tu sueño de ser cirujana. No dejas de ir por ahí en vez de conseguir lo que realmente quieres
00:09
Si es verdad que ese es tu objetivo
00:09
Felicidades, eres la mejor en perder el tiempo
00:09

buenas noches 💖
✔ leído a las 00:09

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BUENO, CHIKS, ESTAMOS EN EL PUNTO ÁLGIDO DEL FFIC, #AEGI ESTÁN ENFADADOS

o celoso(s)

jejejejejejeje

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