c u a r e n t a y u n o
El viaje de vuelta a Seúl fue peor de lo que esperaba. Alguien con resaca vomitó en los asientos traseros y poco a poco la gente fue devolviendo en cadena, como un jodido dominó. Algunos chicos estuvieron de ''fiesta salvaje'' la noche anterior. No sabía cómo habían conseguido la bebida. Mi única hipótesis era que se habían bebido el alcohol de los botiquines de las cabañas. Y de ahí la tremenda resaca que tenían. Aerin, aprovechando que llevaba un bote de colonia en su mochila, se echó unos seis litros para no oler el vómito. También se echó bálsamo para los labios debajo de la nariz.
— ¿Quieres? Es un truco que utilizan los forenses para no oler a muerto. — soltó, ofreciéndome el pequeño bote metálico. Negué con la cabeza. — Eres todo un hombretón. Te da igual oler a muerto... Y luego utilizas mi champú.
— Eres una rencorosa de mierda.
— Perdono, pero no olvido. ¿O era al revés? — se encogió de hombros. Aerin sacó una bolsa de moras de goma. Era la segunda de todo el viaje, y apenas llevábamos una hora en el autobús. También me ofreció. Como la ignoré, Aerin cogió mi mano y dejó un puñado de moras en ella. — No sé cuántas veces te habré dicho que dejes de creer que haces la fotosíntesis. Tienes sangre, Yoongi, no savia bruta y elaborada.
— La única bruta aquí eres tú.
— Seamos sinceros, a tu lado cualquier persona es bruta. Eres como una niña. — replicó. Al ver mi cara de fastidio, sonrió.
Las reacciones de Aerin siempre eran distintas a las del resto. Bueno, Aerin de por sí era distinta. Me esperaba que ella se entristeciera en cuanto le dije que estaba dentro de la agencia. Di por supuesto que ella sabría que tenía que irme, que lo más probable era que dejáramos de vernos. Pero Aerin no dejaba de sonreír y de imaginarse su vida futura junto a un idol. Que estuviera feliz no me aliviaba del todo. Conocía a Aerin lo suficiente para saber que, en cuanto llegara a casa, lloraría como una puta magdalena. Se ahogaría en sus propias lágrimas. O eso creía yo. Durante el viaje no parecía muy desanimada. Todo lo contrario. No tenía ni idea de qué llevaban las moras que estaba masticando, pero seguro que no era nada bueno. Estaba hiperactiva, como si se hubiera tomado diez cafés bien cargados.
El silencio del autobús era bastante inusual. Todo el mundo debía tener resaca, menos nosotros y Haneul. Resultó ser la única del equipo zorra que se quedó durmiendo en la habitación. Aerin estuvo toda la noche despierta sólo para grabar vídeos de Haneul roncando. Yo estuve con Aerin. Fue más divertido que ver su caída. Pinté la cara a zorra uno con uno de los pintalabios de Aerin, uno de los que tiraron al váter, y aprovechando la coyuntura, pasé su cepillo de dientes por el suelo. Terminó marrón por culpa de la suciedad. Hice lo mismo con el cepillo de Soyoung, y como estaba como una jodida cuba, se lo di y le dije que se lavara los dientes. Fue asqueroso, pero me reí.
Y como estuve despierto toda la noche, tenía sueño. Me apoyé contra el cristal de la ventana. Aerin, al instante, se recostó contra mi hombro. Ella comía con desgana sus moras chiclosas. Me quedé dormido antes de que ella intentara meter una en mi boca. Seguro que la muy cabrona tenía la intención de ahogarme. Retrocedió y no lo hizo. Volví a notar su peso sobre mi hombro. Supuse que ella también se había quedado dormida.
Sentí un golpe suave en la mejilla, casi como una caricia. Había dormido un par de horas, quizá algo más porque ya estaba atardeciendo. Reconocí algunos edificios altos. Definitivamente, aquello ya no era Busan. Estiré los brazos y me di cuenta de que Aerin me observaba. Parecía absorta.
— ¿Qué? — dije. Todavía me costaba abrir los ojos.
— ¡Buenos días, princesa! ¿Has dormido bien? — Aerin sonó sarcástica, como de costumbre. — Vamos a llegar ya.
Guardé silencio. Miré por la ventana a los rascacielos y a las anchísimas carreteras de las avenidas de Seúl. Vi las vías del tren y la pasarela elevada que cruzaba todos los puñeteros días. No podían quedar más de cinco minutos para que el viaje terminara. Concluí que no había estado demasiado mal. Había descubierto que la urraca era el espíritu animal de Aerin y que me resultaba más guapa de lo que creía. Había pasado demasiado tiempo con ella. Lo curioso es que no llegué a cansarme de Aerin. Con otras personas me era mucho más fácil decirles que me dejaran en paz después de un rato porque llegaban a saturarme. Aerin era la persona más pesada del universo y yo conseguía aguantarla. Maravillas de la naturaleza.
También descubrí durante el viaje que Aerin me gustaba de verdad. Realmente no sabía que sentía por ella. Sólo supuse que me gustaba, nada más. Sonreía como un inútil cuando ella lo hacía y siempre estaba intentando acercarme a Aerin. Creo que era bastante obvio.
Pero no me atrevía a decírselo. Además, ella era bastante avispada. ¿No se daría cuenta de un momento a otro? Si se lo decía, era capaz de matarme allí mismo. No dejaba de recordar sus palabras. Aerin prefería antes una carrera universitaria que un chico.
El autobús se detuvo frente al instituto. Todo el mundo se bajó como pudo, la mayoría a trompicones. Aerin se encargó de coger su maleta, la de Sojin y la mía. Se despidió de su amiga con un abrazo, como si no se fueran a ver nunca más. Aún quedaban un par de semanas de clase y una jodida prueba de acceso que hacer. Yo me alejé poco a poco. Quería llegar a casa y dormir aún más. Los viajes de casi seis horas en autobús eran muy agotadores.
Oí las ruedas de la enorme maleta de Aerin golpearse contra el suelo. Vino corriendo hacia mí para alcanzarme. ㅡ Te acompaño.
ㅡ Joder, sólo quería deshacerme de ti.
ㅡ Sólo serán unos minutitos más... ㅡ dijo, con una risilla.
Recorrimos el camino de siempre de vuelta a casa. Me irritaba tener que arrastrar una maleta, pero no me quedaba otra que joderme y aguantarme. Aerin estuvo callada. Debía estar igual de cansada que yo. Bostecé. Ella se contagió segundos después. Caminamos por la avenida de todos los putos días. Empezaba a ser demasiado monótono. Como si Aerin me hubiera leído el pensamiento -o como si fuera clarividente se verdad; llegaba a asustarme con sus gilipolleces- soltó:
ㅡ Seguro que estás deseando empezar tu nueva rutina de trainee.
Enarqué una ceja. ㅡ ¿Y eso a qué viene?
ㅡ No dejo de pensarlo. ㅡ sonrió por enésima vez, emocionada. ㅡ ¡Eres el trainee de una nueva agencia! ¿Sabes si hay más chicos? ¿Y yo puedo entrar? Quiero acompañarte algún día.
ㅡ No lo sé.
ㅡ Jo. ㅡ hizo un puchero.
ㅡ ¿No estás triste?
Pareció sorprenderle mi pregunta. ㅡ No. ¡Me alegra que vayas a conseguir tu sueño! De verdad, cero ironía.
Me hizo sonreír con amargura. ㅡ Tendré que irme.
ㅡ Bueno, ¿para qué están los teléfonos? Y tampoco te creas que Seúl es tan grande. No pienses que no voy a verte nunca jamás en la vida. ㅡ dijo. Hizo un gesto con la mano, quitándole hierro al asunto. ㅡ No te preocupes por eso. Ya nos las arreglaremos cuando seas un idol súper famoso con un montón de fans locas. Seguro que si me ven contigo, saltan las alarmas y se arma un buen escándalo.
No sabía si me gustaba que fuera tan positiva. Más bien, Aerin era poco realista. Siempre omitía lo que pasaba en la realidad si no le gustaba, y por esa lógica supuse que no le agradaba del todo que tuviera que distanciarme de ella.
Caminó algo más despacio antes de llegar al paso elevado de las vías. Se fue quedando atrás. Me giré para verla.
ㅡ Hasta nunca. ㅡ me despedí.
ㅡ Oye, espera.
Vi como se acercaba a mí. No tenía ni la más mínima idea de lo que iba a hacer, pero de todas formas dejé que Aerin se plantara enfrente de mi cara. Yo estaba subido a la pasarela, así que ella tuvo que ponerse de puntillas para quedarse a mi altura. Volvía a tener a Aerin tan cerca que sólo pensé en besarla.
Ella debía estar pensando lo mismo. No supe quién besó a quién. Quise atribuirme la hazaña de besar a Aerin, pero ella fue una milésima de segundo más rápida.
No me lo creía. Mi mente no procesaba absolutamente nada. Los labios de Aerin eran suaves y cálidos, pero como estaba en blanco, no me di mucha cuenta. Sólo correspondí al beso hasta que moví -sin querer- mis labios sobre los suyos.
Y Aerin se alejó de repente. Llegué a rozar su mano, pero no logré agarrarla y no pude detenerla. Estaba rojísima, como si fuera a explotar, y tenía las gafas en la punta de la nariz. Empujó la montura varias veces mientras salía despavorida.
Estuve un par de segundos quieto, viendo cómo Aerin se volvía una figura lejana. Luego sonreí. Quise ocultar mi sonrisa y me mordí el labio inferior. Fue todavía peor. Me dejé caer sobre la maleta y me quedé sentado en ella. Me reí tapándome la cara. No me lo creía. Y había sido verdad. No era un puto sueño. Me había besado con Aerin, y fue un puto beso de verdad. ¡De verdad!
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funfact: en el 100% de mis ffs Yoongi es un malhablado y siempre termino hablando como el yoongs de mis ffs en la vida real ggg
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