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ㅤㅤㅤㅤNacio en el seno de una familia donde puras mujeres nacían, mujeres bastante especiales a ojos del resto pues poseían características que las hacían fáciles de identificar como personas de este clan. Nació muy lejos de lo que era el origen de todo pero se llevo consigo aquel peso.
Aunque ella odia tener está característica de su familia.
Sus primeros años de vida los paso en una pequeña granja alejada del resto, viviendo con una hermana mayor que poseía sus mismos rasgos y incluso era más hermosa que ella. Su hermana era su principal fuente de inspiración pues pese a cargar con el peso de su familia ella vivía sin temor, vivía disfrutando esa oportunidad de estar viva pues siempre decía que el hecho de nacer en este mundo ya era una total bendición.
Aunque cuando ella se enamoró de un hombre que había llegado a la localidad las cosas cambiaron.
Estaba sentada en una silla de madera, de frente al comedor mientras ante sus ojos una nota estaba alado del desayuno. Sus ojos simplemente leían una y otra vez aquella nota, mientras tanto parecía que todo el mundo se quedaba quieto.
"Espero que el dinero que deje en mi habitación te sirva, él me dijo que se casaría conmigo si lo acompañaba a Estados Unidos. Recuerda que te quiero mucho, Milka."
La mano que sostenía la cuchara temblaba ligeramente y sus labios estaban un poco abiertos, como si intentarán decir algo. Cuando dejo caer la cuchara llevo sus manos hacia su rostro, cubriéndolo mientras en sus ojos se visualiza la desesperación, grito ante la situación de estar sola y sin su amada hermana, no aceptaba la idea de perderla de un momento a otro. Sus lágrimas no se hicieron esperar, no recuerda cuanto tiempo lloro pero solo sabía que cuando aquel hombre apareció sus ojos estaban lo suficientemente rojos y su rostro empapado de lágrimas saladas.
La apariencia de ese hombre, tenía el cabello negro y arreglado, aunque no parecía ser muy mayor pues parecía tener entre veinte uno y veinte dos años. El permaneció de pie unos minutos mientras ella seguía llorando, totalmente abatida por la idea de que su hermana se fue.
"Llorar no hará que vuelva, pero está bien que lo hagas" su voz era baja y firme, sonaba seguro de lo que decía.
Cuando se calmó un poco, Milka lo miro con esos ojos tristes, su expresión pintaba ojos abiertos en su totalidad y labios curvos aguantando lágrimas.
Intento hablar hasta que por fin un hilo de voz salió.
"¿Quién eres...?" su voz sonaba quebrada en su totalidad.
Aquel hombre se acercó a ella, poniéndose en cuclillas para limpiar los restos de lágrimas de su rostro. Formó una sonrisa muy suave en su rostro y abrazo a la niña.
"Tranquila, puedes confiar en mí, todo estará bien" Milka se abalanzó sobre el desconocido, era un mar de lágrimas.
Ahora mismo estaba hundida en el profundo océano, ahogándose. Incluso después de que aquel muchacho la llevara de la mano hacia su hogar, una pequeña casa que a la vez era un consultorio médico, donde las paredes estaban decoradas con insectos como mariposas y cienpies, todos ellos disecados.
Él le dio un nuevo hogar y le dio comida , aún así ella no quiso hablar y comer durante mucho tiempo, simplemente permanecía en un rincón de la habitación mirando hacía un punto fijo todo el día, su cabello incluso había crecido bastante y cubría parte de su rostro. La única luz que entraba a su habitación era por un pequeño espacio entre las cortinas, por donde cada cierto tiempo se paraba un ave pequeña. Siempre era la misma ave.
Después de tanto tiempo en la misma posición, entre la oscuridad y la depresión finalmente el doctor se decidió para sacarla de la habitación pues no soportaba verla así. Al no estar comiendo el suficiente tiempo ni siquiera podía estar de pie sin marearse, estaba totalmente mal.
Uso una silla de ruedas, Milka nunca había visto una hasta ese momento, cuando la saco de su habitación hacia el mundo exterior la luz del sol la hizo poner una mueca pues no la había visto hace un tiempo. Lo primero que vió apenas salió fue como la misma ave que siempre se ponía en su ventana se posaba sobre un reposabrazos de la silla de ruedas. La pequeña ave la miraba fijamente.
— Mira, es un mergulo atlántico, es demasiado extraño que uno este en este sitio sinceramente — el doctor señalo aquel hecho, sonriendo. — seguramente viajo hasta aquí para verte salir de casa —
Milka levanto la mano, en la cual el ave se posó caminando por toda la extremidad hasta estar sobre su hombro. El rostro de Milka se iluminó un poco al ver al pequeño recostado sobre ella.
— Demos una vuelta por el pueblo, seguro mucha gente querrá conocerte ya que te pareces bastante a Ivica — ese era el nombre de su hermana.
Cuando el hombre empujó la silla de ruedas para avanzar, Milka miro a todos lados en silencio, la gente pasaba con sus compras de la mañana y los niños corrían de un lado a otro jugando entre ellos. En un momento la silla de ruedas se detuvo, pues alguien se había parado a saludar al médico, era una jovencita de cabello castaño.
— Doctor Bael, es un gusto verlo, hacía tiempo que no lo veía caminar por aquí — ella sonrió, era muy linda.
— Estuve bastante ocupado estos días y no pude dar mi vuelta diaria — le devolvió la sonrisa, Milka simplemente veía esa interacción. — por cierto Milka ¿Cómo ha estado tu hermano? —
Ella se llevó una mano a los labios, su expresión cambio ligeramente a una un poco apagada.
— Él no ha salido de su habitación, se la pasa leyendo libro tras libro e incluso dejo de salir a jugar — sonaba preocupada.
— Supongo que la partida de Dane lo afecto bastante, mis totales condolencias — la muchacha bajo ligeramente la cabeza y a los segundos la volvió a levantar.
— No se preocupe, doctor, estoy segura que Nikola podrá salir adelante en nombre de nuestro hermano — una sonrisa se formo en sus labios, una triste sonrisa.
— Confío en él... Por cierto, quería presentarte a alguien, mírala — Angelina miro a la niña en silla de ruedas, tal vez por estar pensando en otra cosa no la había notado. — ella es Milka, es hermana de Ivica y comparte tu nombre¿No es lindo? —
— ¿Ivica? ¿La chica que se fue con el comerciante? — pregunto, Milka se mordió los labios con fuerza algo que la hija de los Tesla noto. — ¡Lo lamento mucho! No era mi intención hacerte sentir mal —
Se agacho ligeramente, más el ave sobre el hombro de Milka la alejó al mismo tiempo que salió volando lejos de allí.
— No te preocupes, linda, es mejor que regreses a casa antes de que te regañen — el doctor sonrió.
Ella con un rostro algo desanimado por la reacción de la chica, asintió retirándose del lugar rápidamente. Milka miro sus manos mientras intentaba despejar su mente de pensamientos crueles hacía ella misma.
— No te sientas mal Milka, no fue su intención — acaricio la cabeza de la niña. — Milka es una gran chica, seguro serían grandes amigas así que recuerda su nombre —
El rostro del doctor estaba contento, sonriendo para darle ánimos a la chica que solamente lo miraba. Dieron un par de vueltas más por la localidad, la gente del pueblo recibía con los brazos abiertos a la pequeña chica y uno que otro le mencionaba su parecido con su hermana sin tener malas intenciones con eso, eran comentarios inocentes y algo ignorantes ¡Pero es cierto! Sus rostros, la belleza que reflejaban junto con ese cabello blanco como la nieve las hacía ver casi idénticas.
Cuando llegaron a casa, el doctor la cargo en sus brazos y la llevo hasta su habitación, quitando sus zapatos con cuidado y recostandola en la cama incluso la cubrió con una manta como a una hija.
Los ojos de Milka miraban al doctor, en silencio esperando si tenía algo que decir. En el fondo de su corazón la tormenta seguía fuertemente, el océano que era su corazón seguía igual de revuelto pero al menos había obtenido algo de paz momentánea al ver a tanta gente tratándola igual de bien que su hermana.
El doctor le dio un beso en la frente, saliendo de la habitación sin decirle nada, el rostro de ese hombre era amable y suave.
Cuando estuvo sola, los ojos de Milka soltaron pequeñas lágrimas entre la oscuridad de la noche. Aquella ave estaba parada en la ventana.
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