Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3. Capítulo 2.

Hi~ Mis chiquitos, hoy tenemos el inicio de los panicos del pobre Ash porque no tenemos piedad con él, pero conocer a Eiji realmente cambia su perspectiva de vida, la de ambos, en verdad, así que vamos cachando como se acercan.

Mil gracias por leer.

Realmente está pasando, Ash toma una inmensa bocanada de aire frente al espejo pasándose erráticamente el cepillo con la esperanza de que los dientes de bambú domen su melena rubia con ayuda del agua, es en vano, los mechones se alzan orgullosamente como si fueran espigas de trigo y de repente, todo luce mal. Su camisa blanca. Su chaqueta de mezclilla. Sus jeans de moda. Sus zapatillas rojas. Son converse. Sus favoritas. El primer regalo que su hermano le dio apenas recibió su primer cheque. Son sus prendas de confort. Debería sentirse cool porque se está atreviendo a salir de su casa, pero no.

Va a salir con Eiji.

Está jodido.

No lo malentiendan, no es que él sea un ermitaño que habite una cueva, sin embargo, mientras más tiempo pasa más complicado se vuelve retomar cosas que antes eran normales y ni debía pensarlas, poco a poco queda incapacitado por sus traumas y se paraliza, entrando en un ciclo vicioso en dónde su zona segura se hace cada vez más minúscula, pronto, ni siquiera él cabrá.

Por eso se ofreció a salir, llegó a un punto sin retorno en donde: o cambia o se rinde, le da terror encontrarse en esta misma situación dentro de diez años. No la aguantará. Si las heridas ya se lo están comiendo vivo, ¿se volverá un saco de huesos unido por la inercia? No. Debe cambiar.

—Te ves guapo. —Por supuesto su hermano se burla, está acomodado en el marco de la puerta con una sonrisa repleta de orgullo y esperanza, ese es otro punto, si Ash se independiza, Griffin tendrá más libertad para hacer su vida—. No estés nervioso.

—¿Quién está nervioso? —Ash se revuelve el pelo, arruinando el trabajo previo por la soberbia.

—Cuando yo salí por primera vez con Max me sentí igual. —Griff entra al baño tomando asiento en el borde de la bañera, usa la cortina para no congelarse con la porcelana y aunque odia que en estos momentos lo vea tan vulnerable, agradece infinitamente tenerlo acá—. Estarán bien.

—¿Por qué nos estás comparando con el viejo y contigo? Es asqueroso.

—Oye. —Griffin endurece la voz con falsa molestia—. ¿Qué tenemos de asqueroso?

—Todo.

—Todo. —Sonríe—. Veamos si piensas eso en un par de semanas más, ya quiero verte con Eiji.

—No estoy saliendo con él porque tenga algún interés.

—Pues para no tener "ningún interés" te tomaste bastantes molestias consiguiendo su celular.

—Quería un compañero para salir, contigo me aburro.

—Lo que digas. —Griffin tararea—. Divina juventud.

Ash suspira mirándose en el espejo, es acá cuando se percata de que un brillante sonrojo yace en sus mejillas haciéndolo consciente de lo caliente que está su cara y de lo rápido que palpita su corazón, hace mucho no sale con un ¿amigo? No. Eiji no es su amigo. Ash solo ha tenido un mejor amigo y las cosas acabaron de la mierda porque es un inadaptado que no puede explicar lo que le pasa y prefiere huir en vez de confrontar, debió darle mucha ansiedad a Shorter a raíz de su presencia intermitente y ¿a quién engaña? Probablemente le termine haciendo lo mismo a Eiji.

Conoce sus ciclos tóxicos, en algún punto se verá abrumado por la bondad y se esfumará igual que las cenizas de un cigarro, Ash ya ha anticipado el final, miles de ellos, cada uno es más feo que el anterior y aun así, guarda la esperanza de que esto salga bien y de que él pueda cambiar.

¿No es ingenuo de su parte? Quizás por eso está tiritando como un chiguagua con frío enfrente del baño.

—Le mentí. —Confiesa—. No tenemos nada en común, no sé de qué hablaré con él, se aburrirá y me odiará. —A su hermano le deberían irritar estos berrinches de niño—. No sé porque le doy tanta importancia, ni siquiera debería haberme cambiado ropa, si ya me rechazará debería ser con algo cómodo, un pijama o mis playeras favoritas ¿no crees? Podría llevar una frazada igual.

—Aslan. —Su hermano se inclina y tiene el cielo en los ojos—. Las cosas irán bien con ustedes.

—No, no es cierto.

—Sí es cierto, te lo prometo.

—¡¿Cómo puedes saberlo?!

—Porque es la primera vez que te veo tan motivado con algo, así que, pase lo que pase con Eiji hoy, ya es una victoria para ti. Saliste de la casa. Te expusiste. Te sacaste de tu zona de confort.

—Esa es una manera demasiado optimista de leer la situación. —Le regaña, más el mayor solo ríe y así es imposible estar enojado—. No sé hacer amigos.

—Hacer amigos siendo adulto es casi imposible. —Bufa—. Tienes a los compañeros de trabajo pero no es lo mismo.

—Es fácil decirlo para ti porque tu cumpleaños estuvo lleno de personas. —Si Ash celebrara el suyo el cuarto estaría vacío, Max y Griff estarían ahí por compromiso, por pena. Y eso le duele.

—De todas esas personas que asistieron solo considero a una de ellas como una amistad real.

—Por favor no me digas que es el viejo, será triste si tu pareja es tu único amigo.

—Tú. —Ash parpadea sin comprender a lo que quiere llegar, a veces su hermano tiene formas extrañas de decir las cosas—. Eres tú, Aslan. Mi único amigo.

—¡Eso es aún más triste, Griff! —El nombrado frunce el ceño con falsa molestia—. No puedes ser amigo de tu hermano menor, quien además es un enfermo mental traumatizado.

—Sí puedo. —Es terco—. Y no te permito hablar así de ti, jovencito.

—Hablo de mí como quiera.

—No te permito hablar así de mi único amigo real en ese caso. —Ash se jala el flequillo, ¿acaso se puede razonar con esta clase de lógica? Cree que no, que es sumamente ridículo y absurdo.

Pero en el fondo, lo agradece.

Puede que los ajenos encuentren extraña su relación, tienen diez años de diferencia, no son ni siquiera hermanos de sangre al 100%, no tienen gustos en común y los escasos recuerdos que comparten de manera grata se remontan a una época repleta de disociación, aun así, más que un amigo o un hermano lo considera como esa persona indispensable, no se imagina qué sería de su vida sin Griffin, probablemente no estaría acá y no tendría sentido estarlo, así que a pesar de sus constantes pensamientos negativistas ansía escucharlo con claridad, a la comprensiva voz de su hermano, no al trauma que lo contamina.

—Estará bien. —Entonces le repite—. Confía en mí, Aslan.

—Pero...

—Además vas a acompañarlo a comprar algo, no le vas a proponer matrimonio, es una chance para conocerlo, puede que no te agrade lo que veas, puede que sí te agrade pero solo lo sabrás estando allí, dándole esa chance a Eiji. Dándote esa chance a ti.

—¿Y qué sucede si yo no le agrado? —El miedo es un niño pequeño escondido bajo una manta.

—Ese es un riesgo que también debes estar dispuesto a correr.

—Pero da miedo.

—Cómo todos los riesgos, Aslan. —Su hermano se levanta, lo toma de los hombros, lo impulsa a verse en el espejo, le cuesta sostener una mirada pues las cicatrices cubren el resto—. Y solo para que conste, te ves muy guapo hoy.

—Gracias. —Un riesgo que correr, ¿eh?—. Tienes razón, Griff. —Pero no tiene nada que perder.

༺❀༻

Estar con Eiji se siente irreal, no porque vayan a un sitio especialmente extraordinario, de hecho le pidió que lo acompañara a ver repuestos para una cámara de fotografía, la salida tendría que ser jodidamente tediosa, es la clase de cosas que evita por más que su terapeuta le insista que salir de la casa le haría bien, Ash sabe que es verdad, que el encierro alimenta la semilla de sus síntomas, no obstante, estar en un mundo en donde cualquier estímulo de pronto tiene chance de reactivar un recuerdo doloroso o un trauma sangrante le da mucho más miedo que el seguir paralizado, sí, claro, el cambio es aterrador, más, ¿quedarse estancado? Eso es mil veces peor.

Aun así, nunca se vio capaz de salir por él mismo. No lo hizo en la cabaña del entrenador Wilson y no lo hace ahora.

—¿Ash? —Pero acá está—. Lo siento, ¿me demoré mucho en llegar?

—No. —Haciendo cosas que son impropias—. No te tardaste, yo igual llegue recién. —Estando con un chico con quién no debería estar.

—Grandioso, me preocupé de que te pudieras haber marchado.

—¿Por qué haría eso? Te dije que te acompañaría.

—No sé... —Eiji se encoge de hombros—. Fue un pensamiento que apareció, no es importante.

Por donde se vea Eiji es su antítesis y probablemente lo odie apenas lo vislumbre por quién es, Ash es capaz de sostener una máscara y de engañar al espectador con un talento digno de los teatros más ostentosos de Nueva York, más en este punto se encuentra drenado. Un lado suyo desea lastimarse, necesita confirmar las creencias negativistas e injurias internalizadas o sino perderá todo sentido el sufrimiento que ha aguantado, Eiji es perfecto para la tarea, si alguien tan bueno como él lo repudia no le queda esperanza, así de simple, no tiene caso, está agotado de tener que forzar una sanación que no parece llegar porque no merece nada distinto, alguien tan sucio no es digno de algo mejor y lo sabe. Pero otro lado suyo, uno ínfimo y apenas audible, ansía que Eiji le demuestre lo equivocado que está sobre sí mismo, ¿será muy codicioso? Cree que sí y a pesar de eso, lo anhela.

Porque Ash quiere valer la pena, realmente quiere valer la pena, más, está cansado y atrapado en el mismo ciclo de autodestrucción, cualquiera con media neurona lo notaría y se apartaría.

—Gracias por acompañarme. —Y aquí está Eiji caminando por las mugrientas calles de Nueva York a su lado con una bufanda enrollada a su cuello y una polera que no impresiona protegerlo del frío, se cuestiona si aún no se acostumbrará al clima y se ríe—. Es una tarea tediosa.

—¿Por qué el anciano barbón no compró sus repuestos?

—Está muy ocupado. —Ash rueda los ojos—. Yo me ofrecí para no ser una carga.

—¿Ser una carga? —Eiji se tensa—. ¿A qué te refieres?

—Ah... —Eiji ríe y se rasca nerviosamente el cuello, Ash nota ese mismo segundo que algo anda mal, más, ¿acaso tiene derecho a preguntar?—. Me gusta ayudar, es un viejo hábito que tengo.

—Vaya.

—Es cosa de hermanos mayores, no lo entenderías.

—¿Eres un hermano mayor? —Eiji asiente más alegre—. Igual que Griff, con razón le agradaste.

—¿Le agradé?

—Bastante. —Chista—. No sé porqué siendo honesto, eres tan aburrido y te me haces un poco patético, pero porque eres raro, no porque seas un inadaptado. —Ash se muerde la lengua, de nuevo el filtro entre su cabeza y su boca no funcionó, claramente esta no es la forma de hacer amigos.

—¿Gracias? —Eiji frunce el ceño, dolido—. Es un cumplido agridulce.

—Perdón.

—No. —Pero esboza una sonrisa ligera—. No pasa nada, estoy bien. —Y sigue charlando como si nada cuando evidentemente el insulto le dolió, ¿qué ocurre con ese chico?

Ash decide no darle más importancia, se dio la tarea de salir y de intentar entablar una amistad con el japonés sin embargo está fuera de su control el que las cosas resulten o no, sin prestarle verdadera atención a los balbuceos del contrario posa sus jades en los labios curvados en una media sonrisa, le molesta, hace un instante Eiji lo vio como si hubiera untado sal en una herida que todavía sigue abierta, le gustaría creer que se recuperó rápido al no darle importancia pero el nipón es demasiado franco para su propio bienestar y él es capaz de leer a través de su farsa.

¿Qué le importa? De todas formas Eiji es un desconocido.

No se quiere involucrar.

Clic.

—¿Qué diablos...?

—Perdón.

Eiji baja la cámara con una mirada avergonzada, ni siquiera se percató de cuándo llegaron a la tienda, no obstante, el flash en sus ojos y el inconfundible sonido del disparador le erizaron los pelos. Cape Cod. Tenía siete años. Una cabaña. Un año entero. Bang.

—No vuelvas a tomarme fotos sin mi permiso. —Ash cruza a través de los pasillos de la tienda, ni siquiera es una cadena comercial grande, es un local polvoso y tan antiguo que puede oír el susurro de las paredes—. O las pagarás.

—Perdón, es que te veías hermoso.

—Me lo han dicho antes. —Le arrebata la cámara de las palmas—. ¡Y nunca es algo agradable! Voy a eliminarla.

Pero apenas ve la imagen queda sin aliento. «Infantil» es su primera impresión. La fotografía no evoca nada que haya vislumbrado, no tiene sentido, ni siquiera estaba consciente de la cámara enfrente, por ende la visión debería mostrarlo tal cual es. Roto. Feo. Sucio. Usado. Pero en lugar de mostrarle lo que él ve a diario en el espejo le presenta algo diferente, ¿qué será? Ash intenta desglosar la imagen pedazo a pedazo, no es la forma en que el sol se cuela por el ventanal para envolver su silueta generando un contraste angelical, tampoco es su cabello revolviéndose con la tenue brisa dentro de la tienda, no son sus facciones duras aunque finas, ni su boca apretada mientras atraviesa un laberinto mental, son sus ojos. Sí. Eiji supo capturar una especie de brillo que juró extinto, uno que le recuerda a su inocencia, bondad y a todas esas cosas que murieron el instante en que decidió confiar.

—Puedo borrarla si te molestó, no fue mi intención herirte. —Pero Eiji no podía saberlo porque las personas normales no tienen por qué andar pensando en violaciones o huellas de traumas.

—No. —Ash lo detiene—. No la borres. —No quiere ser duro con él, racionalmente acepta que esto fue un accidente y que seguramente no hubo mala intención—. Es una buena toma.

—Lo siento por no pedirte permiso antes. —Entonces Eiji le explica y se escucha rebalsado por el arrepentimiento—. Me salí de mi lugar, ni siquiera soy un fotógrafo real, soy un contador.

—¿Realmente te gusta eso?

—No es como que sirva para otra cosa.

—¿Cuál es tu afán por encogerte a ti mismo? —Lo pregunta con una leve desesperación detrás de su voz—. No tienes qué hacerlo para que me sienta mejor, ya pasó.

—Pero es la verdad, realmente lo lamento. —Y para rematar, el terco hace una reverencia que llama la atención de los presentes en el local—. No volverá a suceder.

—Los japoneses son extraños. —Suspira—. Se disculpan demasiado.

—Lo siento.

—¿Qué te estoy diciendo?

—Perdón, es un hábito.

—Si te disculpas una vez más. —Lo amenaza—. La pagarás y no quieres saber cómo. —Porque no se le ocurre un ultimátum más convincente, más a juzgar por el sudor corriendo de su cuello y el temblor en sus manos ha sido suficiente—. Ahora vamos a comprar los repuestos para Ibe.

—Claro. —Eiji baja la mirada—. Puedes dejar la cámara, no la llevaré.

—¿Por qué no?

—Porque no tengo el dinero suficiente. —Ni el talento.

—Eiji. —Ash mira la pantalla con su imagen, es el único trozo de inocencia que le queda, es lo más cercano que tendrá a cómo se vería si hubiera sido normal—. Yo te la compraré a cambio de la foto que tomaste.

—Pero...

—¡Nada de peros! —Ash lo detiene—. Puedes pagar la cena si me quieres compensar, pero ya tomé la decisión.

—¿Tienes un lugar en mente? —Al parecer se ha resignado—. Te invitaré a dónde quieras cenar en ese caso.

—Tengo un lugar en mente, te encantará. —Se ríe—. Es el sitio más exquisito de toda la ciudad.

—¡Ah! —Eiji brinca—. ¡Qué emoción! Muero de hambre.

—Es toda una delicatessen.

El carro de perros calientes callejeros resultó ser ese sitio y mierda, la mueca de asco del nipón no tiene precio, Ash carcajea mientras se sientan en los escalones de la biblioteca pública con los que deben ser los hot dogs más grasientos y grotescos que ha pedido en su vida, la mostaza chorrea hasta sus manos y gotea al piso de granita, es curioso, debería estarse esmerando con tal de ganarse la amistad del contrario, no obstante, se está portando como un niño mañoso y lo más extraño es que a Eiji no impresiona molestarle, de hecho, es casi como si lo cautivara y por eso le siguiera la corriente tratando de comerse el perro caliente incluso si se debe apretar la nariz y los ojos le lloran. Adorable, piensa. Es adorable.

¿Cuándo fue la última vez que se sintió... normal? Ash ve al resto de las personas pasear y por primera vez no siente esa brecha irracional con lo que "debería estar haciendo" de lo que hace.

—Debió ser bastante aburrido acompañarme. —Las palabras de Eiji se deslizan como brisa de invierno hacia la bufanda, sus labios están rojos por el frío y sus manos tiemblan a pesar de lo caliente que debe estar el pan—. Tendría que haber pensado en un panorama más interesante, te debes haber aburrido bastante.

—¿Por qué piensas eso? —No lo entiende, usualmente él es el catastrófico en las relaciones.

—Parecías estar en otro lugar.

—Oh. —Sus ojos se enfocan en el perro caliente—. Sí, pero eso no fue tu culpa. Siempre estoy en otro lugar. —Y no es porque me aburra—. A veces desearía que no fuera así.

—Creo que comprendo. —Las zapatillas del nipón se deslizan un escalón hacia atrás mientras que las converse rojas van uno para adelante, dos líneas paralelas en dos carriles opuestos tal como lo haría un eclipse, ¿cuánto más durará?—. Me pasa seguido en clases.

—No debe ser interesante contar dinero. —No es por desprestigiarlo—. No te sienta.

—No creo que haya algo que me siente.

—Ese sentimiento sí lo entiendo. —Ríe y muerde el hot dog, un dulzor indescriptible inunda su boca y se pregunta si los condimentos estarán pasados o si la presencia de Eiji tiene algo dulce que lo mantiene expectante—. Por eso te quise acompañar y por eso te busqué, he pasado un buen tiempo solo y estoy bien con eso, no me gusta ser dependiente de las personas pero creo que hasta un introvertido como yo tiene sus límites.

—¿Te abrumó? —Ash deja de lado su cena—. Me refiero a la soledad.

—Sí. —Sería más fácil mentirle—. Me ahogó. —Y por eso no lo hace—. Pero a veces me ahoga aún más pensar en entablar una relación con alguien y ser traicionado. —No, más que traición lo que Ash teme es el abandono, es a mostrar su alma desnuda para recibir asco, por eso alejó a Shorter antes de que fuera demasiado tarde, ya era muy importante y sabía demasiado.

—Traicionado. —Eiji repite—. ¿En qué sentido?

—En el sentido de que odie lo que vea. —Se sincera—. No es que esté en obligación de aceptarlo pero no puedo evitar pensar en lo doloroso que sería sentir ese rechazo.

—Qué aterrador. —Eiji se abraza a sí mismo, haciéndose un bulto—. Qué aterrador tener a una persona tan cerca como para que te pueda provocar esa clase de daño, pienso que sufrir un golpe así te puede desarmar, ya sabes, dejarte tumbado en el piso sin chance de levantarte.

—¿Cierto? —Está contento de compartir su negativismo—. Por eso no hay que conocer a nadie importante, debería hacerme ermitaño. —Griffin definitivamente odiaría escucharlo.

—Ahí discrepo. —Los grandes ojos de gacela se clavan en el cielo con tal asombro que parecen estar vislumbrando algo que únicamente es visible para él—. Porque incluso si soy consciente de lo mucho que puede doler igual me arriesgaría.

—¿Por qué? —Ash se atraganta a causa de la irracionalidad—. ¿Por qué harías esa estupidez?

—Porque siempre existe el riesgo de perder.

—Sí, pero... —Ash desvía su mirada—. Pero si te proteges y te llenas de muros no pierdes tanto.

—Tal vez. —Eiji sonríe y es una sonrisa indescifrable, lo único que comprende es que le aprieta el corazón—. Pero si te rodeas de muros no puedes ver lo qué hay del otro lado.

—¿Para qué ver lo que hay del otro lado? Si te quedas quieto te mantienes a salvo.

—Te mantienes a salvo, pero nunca te pasa nada, ni bueno ni malo.

—¿Crees que vale el riesgo?

—Creo que me he quedado demasiado tiempo estático. —Le explica—. Aunque todavía tengo muchas cosas sin resolver y que estoy intentando arreglar o arriesgar.

Y se lo dice con tal determinación ardiendo en sus pupilas que no se siente con el derecho de romper su burbuja de fantasía, Ash sabe que hay riesgos que no valen la pena y que sino anda con espinas las personas lo arrancarán, la filosofía de Eiji le resulta simplemente estúpida y le da envidia puesto que da cuenta de un pasado mucho más agradable que el suyo, aún así, Ash admira que haya tenido las bolas para admitírselo todo sin conocerlo bien, son desconocidos.

—Creo que yo debería ser quién se disculpe. —Entonces se deja llevar—. Yo te pedí tu número, quizás te sentiste presionado a aceptar salir conmigo, debes haber tenido a varios amigos más queriendo acompañarte.

—No realmente. —Eiji se arranca el corazón—. No tengo a nadie. —Y se lo muestra como está.

—¿A nadie?

—Es difícil hacer amigos de adulto ¿verdad? —Asume que no son tan diferentes—. Incluso en la universidad.

—Verdad. —Y que quizás algo pueda funcionar—. ¿Acaso es una invitación, onii-chan?

—Depende. —Eiji esboza una sonrisa juguetona—. ¿Aceptarías si lo fuera? —Ash se la regresa.

—Tendrás que averiguarlo.

Es primavera cuando ellos empiezan.

Yo espero que les esté gustando porque hasta el momento a pesar de los temas inherentemente fuertes como el canon, siento que está muy suavecito, omitamos las defensas de Ash, iremos trabajando en ellas.

Gracias por tanto, se les quiere caleta.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro