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El sabor amargo del Whisky en su boca le desagradaba. Pero que más podría hacer. La mujer que lo es todo para él, y solo pudo dejarle a un niño.. que tenía muchos parecidos a ella, pero a la vez ninguno.
¿Kwan podría hacerle ese favor?
Por un momento se sintió mal, pedirle tal favor a un amigo que no vio en muchos años. Pero quién mejor para proteger a la gente que Kwan... ese era un problema. No era Kwan, y no sabía como proteger a su familia.
Pidió otro trago, aún si terminar el suyo. Pensaba en su esposa y en su hijo, capaz alejarse sería lo mejor. ¿Pero qué gana con eso?; su hijo se sentiría abandonado, y su esposa se enojaría por ello. Dejarlos desprotegidos.
Calculó toda posibilidad, pero ninguna lo convenció tanto como para llevarla a cabo. Pagó y se fue, el alcohol en su sangre no era lo suficientemente fuerte como para alejarlo de toda realidad ni hacerlo perder el juicio. Si bien se sentía un poco ido, aún podía mantenerse de pie.
Su celular vibró.
"¿Vienes? Eun-ho te preparó una sorpresa"
Ahora si tenia motivos para llorar.
Por primera vez después de tanto, sintió que no podía mantener seguro a alguien que esté a su lado. Dolía que ese "alguien" fuera su propia familia.
ᶠⁱʳˢᵗ ˡᵒᵛᵉ
La luz de la luna era su única compañía en la dura noche. Caminó por terrenos conocidos, estaba a un par de cuadras de su casa.
Añoraba estar con su esposa e hijo. Llegar, y por un día, dejar las preocupaciones a un lado. Lejos de él, lejos de ellos, lejos de aquel fuerte al cuál se denominaba "familia".
Suspiró, y giró la llave en el picaporte. Dentro de su casa había un tenué olor a galletas, y otros tanto a ellos. Nunca pensó tener un mal día, al menos, no junto a ellos.
Pero el aroma y el instinto jugaban en su contra esta vez.
-Buenas~- saludó su esposa, trayendo consigo, a su pequeño hijo.
Eun-ho miraba con orgullo la pequeña bandeja que traía, enseñandole el contenido de ésta a su progenitor -¡Papá mira, hice galletas!- mostró el infante de tres años. Los tres mantenían sonrisas cálidas, siempre y cuando, Kang no abriera la boca.
Simplemente no podía.
Miró con cariño al menor, y le agradeció -Muchas gracias, lindo- revolvió sus cabellos. Eun-ho frunció la nariz ante el olor insoportable del alcohol que desprendía. Pero era un niño, no se daba cuenta de qué era aquel olor insoportable que su papá portaba.
Hanae le robó un beso, estaba contenta de tener a las dos personas que más amaba.
Apenas sus labios se unieron a los de su esposo, no le gustó la sensación. Su estómago se revolvió y la duda se plantó en su cara. Bajó al niño que tenía en brazos.
-Ve a mirar televisión. En un rato voy- le acarició la mejilla, viendo como su pequeña criatura asentía, obedeciendo a su mamá. Cuando Eun-ho se perdió en su vista, giró de vuelta a su esposo.
-Hace rato estás raro, vuelves tarde además de traer olor a la casa. Y no cualquiera, -recriminó- olor a alcohol. Y vaya a saber yo cuántas sustancias que desconozco, consumes cuando sales. - su voz se oía nerviosa, y cómo no, si Kang se traía cosas raras desde hace rato.
-Yo.. solo tomé un poquito, jamás se volvería un hábito para mi Hanae. Lo juro; fui a la casa de un viejo amigo, traigo el olor de su casa, pero nunca tendría "otras sustancias" en mi. -se acercó a su esposa.
-Hábito es justamente Kang, porque no duermo hasta que llegas.. siempre que entras a la habitación traes contigo olor a Whisky, tequila y demás. No soy boluda.- susurró para que su hijo no los escuchara.
Después de un silencio incómodo, Kang agregó- No quiero decir algo incorrecto, porque no sé que decir..- la miró. Sus ojos cristalinos le dolían.
-Estás perdiendo mi confianza. No me estas diciendo las cosas como son- sollozó. Le dolía, pero no podía vivir así eternamente.
Kang acarició su hombro, pero lo apartó.
-Hablaremos cuando quieras decirme qué te pasa. Un mes has estado así.. no me gusta.- sin más se retiró de la sala, yendo a dónde su hijo estaba mirando televisión, obligándose a contener las pequeñas lágrimas que amenazaban con salir.
Kang estaba perdiendo a su familia lentamente. La desconfianza es una advertencia de que sus acciones estaban mal. Amorosamente la perdía, nunca pensó; que la perdería... literalmente.
760 palabras
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