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|I{•------» Melifluo «------•}I|
Un sonido excesivamente dulce, suave o delicado.
El sonido del piano llenaba todo el espacio, una meliflua melodía entretenía a los comensales. Como si de un baile se tratara, los meseros iban y venían con lujosos platos de comida elaborados por el mejor chef.
Él se encontraba en una de las esquinas del restaurante, tocando el piano como si no hubiera nada mejor en el mundo.
Amaba su trabajo. Al llegar al restaurante lo primero que hacía era sentarse y tocar las mejores melodías que conocía. Aunque en ocasiones no hubiera ninguna persona, aun así tocaba como si estuviera al frente de una gran multitud.
Nunca miraba más allá del piano, toda su atención se centraba en el gran instrumento de teclas.
Aquella noche, el restaurante se encontraba repleto, Yoongi se esforzaba por tocar lo más perfecto posible, quería que la melodía llegara a todos y cada uno de los que estaban allí.
A pesar del hermoso sonido que desprendía del piano, todos dirigían su atención a un chico en la puerta que parecía estar haciendo una rabieta. No lo dejaban ingresar al lugar.
— ¿Acaso es muy difícil dejarme entrar? —el chico se pasó una mano por el cabello dejando su frente al descubierto. Yoongi dejó de tocar la melodía.
—Disculpe, nuestro restaurante no está ambientado para personas discapacitadas —él vigilante se excusó.
—Mi silla no es tan grande, si usted me ayuda a entrar no seré un estorbo para nadie —el chico hablaba suavemente sin perder autoridad.
—No se me permite aceptar la entrada de personas en su estado —él vigilante destilaba incomodidad.
— ¿No existe la posibilidad de que se me permita pagar para ser la excepción? —el chico sacó de su bolsillo un fajo de billetes e hizo ademán de dárselo al guardián del restaurante.
—Joven, le pediré amablemente que se retire. Este restaurante no es para personas inválidas. Simplemente no es bienvenido aquí —el gerente hizo una rápida aparición con un único propósito, expulsar al chico que incomodaba a los comensales.
El rostro del chico fue decorado por un suave tinte, rojo propio de un sonrojo, la vergüenza le consumía.
Antes de retirarse, su mirada se ubicó detrás del vigilante. Contempló un hermoso piano negro en la esquina del lugar, pero había algo más: el pianista, rígidamente sentado sobre la banqueta, con un traje planchado y sutilmente ajustado.
Sus ojos conectaron momentáneamente con los del intérprete, fueron largos segundos en los que pudieron ver sus almas.
Un primer amor.
Thighs~
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