The unbreakable bond
Detesta estar en el teatro ya que le recuerda los momentos en los que pudo ser libre y feliz, como todos la aclamaban y ese maravilloso futuro que tenía por delante al ser una de las mejores bailarinas, cientos de miles de propuesta llegaban a diario y la hacían sentir extrañamente importantes, sus padres no estaban muy a gusto con lo que sucedieron pero lo aceptaron, a regaña dientes, porque era lo que su hija más amaba lo que realmente la hacía sonreír, harían lo que fuera para que esa pelinegra tuviera la mejor vida del mundo.
Creen que una de las peores cosas que le pudo pasar es ver la partida de nacimiento de su pequeña hija y darse cuenta que ya no había más chance para encontrar la felicidad tenía que ser aquí o nunca, un dolor que todavía reside en sus corazones pero nunca hablan de ello ya que no la quieren incomodar, así que sólo esperan a que llegue a casa para darle todo el amor posible y luego verla ir a la universidad, siempre con ese rostro afligido y malhumorado que les hace saber que desde el día en el que dejó de bailar todo cambió.
Sus ojos se llenaron rápidamente de lágrimas al recordar que ese mismo día había aceptado la mayor oferta que le habían dado, iba a poder ser feliz y trabajar de lo que ama y hacia a su corazón palpitar de emoción, tal vez por lo que sentía no se dio cuenta del auto y como éste sin siquiera frenar impactaba contra su cuerpo, no lo recuerda tan bien como le gustaría pero a la vez agradece que esas imagines traumáticas se borraran de su mente para así no estar todo el tiempo repitiendolas, le hubiera encantando morir.
Por lo menos iba a hacerlo feliz y con una sonrisa en los labios, ahora casi nunca sonríe porque cree que es hacerle creer a los demás que se encuentra bien cuando es todo lo contrario, apoya las manos en la silla en intentó levantarse un quejido de frustración se escapa de sus labios porque no puede ni siquiera acomodarse, extraña caminar, valerse por sí misma, correr y sentirse libre pero sobre todo bailar, sentir que cada paso que da es un nuevo comienzo, ahora debe depender de ruedas para toda su vida, no le dieron esperanzas, ni siquiera mínimas, ella ya no podría caminar.
Cerró los ojos y solo bastó una exhalación para impulsarse, sonrió al estar unos escasos segundos de pie y luego cayó, golpeando con fuerza su mejilla, ahora sí que estaba jodida, como pudo se acomodó boca arriba tratando de localizar en donde había quedado la silla de ruedas porque escuchó que se rodó, apretó los dientes y la divisó, más rodillas traseras estaban colgando del escenario y su teléfono estaba justo ahí, tuvo que colocarle la cuerda que su madre le regaló con tanta felicidad e ilusión, como si eso no la hiciera sentir más inútil de lo que era,— mierda —, masculló con los ojos cristalizados, golpeó repetidas veces sus piernas buscando la forma de sentir dolor.
Hasta eso lo extrañaba.
— ¡ya! —, gritó, sus sollozos retumbaban en las paredes de ese solitario lugar golpeando su cabeza repetidas veces sin importarle el dolor, así se sentía mejor,— ¡malditos sean los Son! —, una chica que iba pasando se frenó al escuchar eso, frunció las cejas y abrió la puerta, todo estaba oscuro y lo único que tenía luz era el escenario en donde estaba la chica a la que sus padres le destrozaron la vida.
Dejó la mochila en una de las sillas y corrió, al subir las escaleras acomodó la silla y se arrodilló,— ¡detente! —, exclamó y colocó las manos detrás de la cabeza de la mayor quién seguía golpeándose esta vez haciéndole daño,— ¡estás loca! —, dijo mientras lloraba por el dolor en sus dedos,— me lastimas —, eso fue suficiente para que Myoui dejara de hacerlo y abriera los ojos, estos se conectaron con los felinos de una coreana que al verla se sintió mil veces peor.
¿Hay peor cosa que encontrarte a la hija de las personas que te hundieron?.
— vete de aquí —, desvió la mirada, sus ojos tan rojos que ardían viendo directamente hacía los reflectores.
— vengo a ayudarte y eso haré —, Mina no esperaba que dijeras eso,— te llevaré con Tzuyu y luego me alejare de ti lo más que pueda pero por favor no te hagas más daño —, sobra decir que se sentía culpable, como si ella hubiera estado detrás del volante, como pudo la levantó y sentó en la silla, la pelinegra no quería decir absolutamente nada, lo mejor que podía hacer era guardar silencio ya que no quería comenzar una conversación con la menor,— tú mejilla está sangrando —, frunce el ceño y se quita el suéter,— ponlo contra tu mejilla, haremos una parada en la enfermería —.
— yo puedo ir sola —, dice tratando de quitar las manos de Chaeyoung quien solo quería ayudar,— no necesito la lastima de nadie y menos la tuya —, mira sus manos y se da cuenta lo pálidas que están, es una lastima que sienta que se está muriendo cuando solo es obra de su mente que lo único que quiera es descansar,— déjame en la enfermería —, luego de un largo rato la peli corto acepta y no dice más nada solo la lleva un tanto más tranquila.
Sus dedos duelen pero no dice nada porque no la quiere hacer sentir mal siente que ya toda su familia hizo suficiente como para seguir molestando,— lo siento —, siente un nudo en la garganta que rápidamente traga con dificultad.
— no eres la culpable —, era consciente pero no daba su brazo a torcer,— gracias por lo que haces por mí —, eso sí que no se lo esperaba, que alguien que obviamente, y tiene sus razones, la odia con todo su ser le está agradeciendo por una vez en la vida ser buena persona eso la hace sentir extraña pero no mal, sabe que hizo bien.
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