—Puedes ir a casa ahora— la mujer me sonríe en grande— cuida muy bien ese boleto y el pase, felicitaciones.

Asiento, reverencio y doy una breve sonrisa, abandonando el lugar y dispuesta a irme a buscar a Ryuka y a Hyeji, pues comienzo a sentir la ansiedad por no tenerlos cerca, no me gusta cuándo me veo rodeada de personas que no conozco.

Pero por supuesto yo tenía que perderme, eso me pasa por no fijarme bien que caminos tomo.

—¡Sewan!— exclaman detrás mío, parece que no tengo que buscar a nadie— ¡Te dije que lo lograrías!

Hyeji y Ryuka comienzan a gritar conforme corren hacia mi, me río cuando soy levantada cuál saco de papas y dan vueltas conmigo, pasan unos segundos antes de que mis pies toquen el suelo de nuevo y Ryuka atrape mis mejillas y bese mi cabello repetidas veces, luce muy feliz, Hyeji no suelta mi cintura y así emprendemos camino a la salida.

—Deberíamos ir a comer a tu restaurante favorito y celebrar— propone Hyeji— tu hermano invita.

—¿En qué momento te dejé disponer de mi dinero?— resopla, pero sonríe al instante— de todas formas, si, yo invito.

Y aún con este vestido puesto, decidimos ir a celebrar, y yo aunque quisiera negarlo y mi resentimiento fuese más grande, estaba muy feliz.

Hoseok no me había olvidado.

📼📼📼

—Quién tenía que terminar borracha era yo— resople apenas dejé caer el a Hyeji en mi habitación— sabía que tenía que haber dicho que no— apagué las luces y cerré la puerta.

Aún era temprano, apenas el reloj marcaba las seis de la tarde, tenía tiempo de ir a la tienda y comprar ingredientes para hacer alguna sopa.

Ryuka con resaca era insoportable, y Hyeji ni se diga.

—Vaya forma de celebrar mi triunfo— niego con la cabeza, cerrando la puerta detrás mío, observo mi suéter y mis leggins negros, hace algo de frío, pero puedo soportarlo— puedo sobrevivir con esto hasta la tienda y de regreso.

Bajé la cabeza, era mejor observar mis propios pies mientras camino, pensar un poco y aprovechar la soledad de las calles, era tranquilo, relajante y me hacía sonreír cuándo en medio del camino levantaba la mirada al cielo, pues era ese momento perfecto en el que no era de noche, pero tampoco de día.

No sé si me hago entender, pero, me gustaba esta precisa hora.

Como siempre ha pasado, al llegar a la tienda, suena una campanita que anuncia la llegada de alguien, la encargada me sonríe en grande, pues me conoce desde los quince, me señala el pasillo al que siempre recurro y como siempre yo sigo su dedo encontrando la sección de verduras, como siempre, tomo algunas cebollas, tomates y dos manzanas para Ryuka.

Luego, voy al fondo, casi terminando el pasillo están los alimentos refrigerados, Hyeji ama el yogurt de fresa, así que tomo los últimos tres que quedan, en casa hay fideos, así que creo no necesitar nada más, por lo que procedo a la caja, dónde pago mis productos mientras la señora me hace conversa y por milésima vez me cuenta acerca de sus cinco gatos y como el más viejo de ellos resultó embarazada, así que está muy sorprendida pues no era un él, era ella, así que en medio de risas me despido y como siempre, ella me regala un paquete de gomitas sabor cereza con la condición de que no le comparta a mi hermano.

Cuando salgo, hay algo que no es como siempre suele ser.

Al otro lado de la calle, justo por dónde debo seguir mi camino de regreso, hay una figura de cabellos claros, está vestido de pies a cabeza con negro y aunque lleva un cubrebocas puesto, yo reconozco esos ojos, y los reconocería incluso si estoy a millas de distancia.

Como siempre solía ser años atrás, Hoseok está observandome con ojos anhelantes.

Hola, este es RedKuino, no Redkuin.

Jaja, para informarles que su escritora se quedó atascada en la fila del supermercado, así que me pidió que les subiera el capítulo yo mismo, ella siempre dice lo mismo al final así que también lo haré yo.

Besitos rojos.