⬆Chocolate⬇
Lean el capítulo anterior a este.
⬆Hoseok⬇
—Siéntate dónde quieras— he adoptado una actitud neutra, en vista de que estoy aterrado y no sé que esperar— puedes dejar eso en la mini nevera de allá.
No dice una palabra y sólo hace lo que digo, tocan la puerta, la gente es definitivamente muy eficiente en este hotel, entran con el carrito lleno de lo que pedí, se despide amablemente y empiezo a preguntarme si sería prudente preguntarle a Sewan si quiere que tomemos el chocolate en la cama, como usualmente hacíamos.
Decido sentarme en la cama y así ella tendrá que hacerlo.
—Hoseok-ah— me llama, e incluso con el calor de la habitación, siento que tiemblo apenas se dirige a mi— ¿Puedo poner tu chaqueta en cualquier lugar?— asiento lentamente, por supuesto que puede.
Baja el cierre, ese suéter felpudo de nuevo a la vista y tomo de mi chocolate para intentar disimular una sonrisa, le queda enorme.
Luego estoy ahogandome porque el suéter va parar al mismo lugar que mi chaqueta y Sewan queda con una básica blanca, sus brazos descubiertos y su cuello tambien a la vista.
No mires, no seas guarro, no es el jodido momento.
—Siéntate— palmeo el colchón frente a mi, camina y se sube con gracia, sentándose de piernas cruzadas y recibe la taza de chocolate, sonriendo un poco— te cortaste el cabello, se te ve muy bien.
—G-gracias— suelta una risita— Hyeji es muy buena con las tijeras— ve la incógnita en mi rostro— Hyeji es amiga mía y de Ryuka, es estilista.
Sonrío.
—¿Ella te hizo esa trenza bonita que traes?— asiente, sonrojandose de nuevo y se toca la cabeza— siempre te has visto bellísima con trenzas.
Baja la cabeza, tiene la taza agarrada con ambas manos, toma un sorbo pequeño y luego otro más grande una vez comprueba que le gusta el sabor, sus pestañas siguen siendo naturalmente largas y sus uñas no tienen una sola pizca de color, hay esmalte, pero transparente.
Sewan siempre fue demasiado sencilla, le gustaban los colores pastel, la ropa deportiva y andar descalza todo el tiempo, callada, sumisa y muy, muy dulce, una dulzura tímida y llena de vergüenza.
—Te extrañé— suelto, así nada más, la expresion triste que cruza su rostro me arde en el alma.
—No pareció que lo hicieras— duele— no regresaste, nisiquiera una sola vez para al menos saludar— se encoge en su lugar— aún así, te esperé.
—Dije que regresaría cuándo tuviese éxito.
—Lo tuviste, lo tienes— suspiró— pero para ese entonces, ya me habías olvidado, supongo que está bien, estabas ocupado y yo ya no era parte de tu mundo— no es así— pensé en ir, una de esas veces en las que estaba pensándote, creí que tal vez era muy egoísta de mi parte esperar a que volvieras cuándo yo podía hacer algo y buscarte— se mordió el pulgar, en un gesto nervioso— pero cuándo terminé de empacar la maleta y estaba a punto de comprar el viaje... me sentí ridícula, habían pasado varios años y... simplemente tuve que aceptar que me volví parte de tu pasado.
Miré a otro lado, dolía, quién diría que dolería tanto.
—Me obligué a olvidarte a ratos— relamo mis labios, dejo el chocolate a un lado y me concentro en mirarla— cuando me fui, lo hice condenadamente enamorado, encendía mi teléfono y tu estabas ahí, el setenta por ciento de mi galería eras tú y el otro treinta restante éramos los dos— tragué, el nudo no se iba— cuándo empecé mi entrenamiento, veía tus mensajes animandome, te amé mucho más y llegó a un punto en el qué extrañarte dolía, entonces poco a poco fuí alejándome, tuve menos tiempo y los pocos instantes libres que los chicos y yo tuvimos, los dediqué a tus fotografías —Sewan estaba atenta, rascándose los ojos para no llorar, aunque yo ya lo hacía— entonces me sentí egoísta, las esperanzas de volver a verte iban esfumándose pero irónicamente yo me enamoraba aún más, te extrañaba aún más y no importaba a quién me pusieran en frente, yo seguía queriendo tenerte a ti a mi lado, quería volver a besarte, quería salir contigo de la mano al parque y comer helado para después bailar contigo aquella canción— sollozó y me atreví a mirarla, aún su nariz enrojecía cuando comenzaba a llorar y sonreí triste— así que tuve que volverme fuerte y dejarte ir, fui ingenuo, creí que estarías muchísimo mejor sin mi y pensé que ya no tendrías que esperarme.
Se arrodilló en la cama y aún llorando, pude ver rabia en sus ojos, se acercó y cuándo estuvo lo suficientemente cerca, empezó a golpear mi pecho, sin fuerza, Sewan jamás ha sido fuerte físicamente, sin embargo, la dejé descargarse.
—Eres un idiota— golpe— te extrañé la mitad de mi vida, te esperé— golpe— lloré por ti, confié en tus promesas, mi corazón no pudo querer a nadie más que a ti— tres golpes— te recordé cada día, guardé tus fotos, tus cartas y cada maldita cosa que pudiera mantenerte presente en mi vida.
Se detiene apenas pierde fuerzas y llora otro poco, la observo fijo, sé que está enojada, sé que está triste, yo también lo estoy, estoy odiandome, pero aún así acuno su rostro en mis manos, limpio sus mejillas y acaricio su nariz roja, incluso así, mi Chae siempre es hermosa y brilla de manera única.
—No puedo odiarte— susurra— no puedo hacerlo.
—Sewan, lo-
—No lo digas— siento su tacto en mi cuello, entonces mis manos caen a ambos lados— si lo haces, sé que te perdonaré y no puede ser tan fácil.
—Pero Chae-
Entonces, me besa.
Diablos, cuánta intensidad.
Besitos rojisimos para ustedes.
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