Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo II

El beso nos sorprendió a ambos. Devuelta en la cabaña ninguno de los dos dijo nada al respecto, pero la tensión se instauró entre nosotros. Sabía que lo habíamos hecho estuvo mal.

—¿Quién hizo esta porquería?—Gritó Magnus a la hora de la cena, señalando el estofado.

—Fui yo.—Respondí.

—¿Quieres envenenarme?, Esta mierda es más romero que estofado. Vuelve a hacerlo.

Lo probé y efectivamente, no sabía como algo comestible. Mi cabeza estaba en otra parte, específicamente en los labios tibios y suaves de Han Jisung.

¿Por qué lo había besado?, Aún no lo sabía con esa actitud. Quizás, fue porque estábamos muy cerca y porque su calor era reconfortante. Tal vez, porque sus ojos brillaban con la luz que se filtraba a través de las hojas y muy probablemente porque llevaba tiempo queriendo probar sus carnosos labios.

El beso fue lento y torpe, ninguno de los dos sabía muy bien lo que estaba haciendo, pero para mí resultó increíble. Y por supuesto, estaba prohibido.

Si alguien se llegara a enterar de lo que había pasado entre nosotros podía darnos por muertos, para la iglesia era pecado y una abominación, para la ley, un delito. Y ser hijos de casas importantes no nos aseguraría que saliéramos de algo como eso.

Jisung seguía durmiendo al lado de Felix, notaba como comenzó a huir de mí desde aquel roce en la fragua, puede que fuera lo mejor para ambos que se mantuviera alejado. Sin embargo, una punzada en mi pecho molestaba cada vez que lo miraba acurrucado junto a mi amigo rubio a media noche. Me entraban unas irracionales ganas de apartarlo de él y colocarme en su lugar.

A medida que pasaban los días las cosas no parecían mejorar para ambos, a veces teníamos que interactuar por orden de Magnus, pero quedarme a solas con él era una tortura. Solo quería volver a besarlo y al mismo tiempo salir corriendo lejos.

—¿Por qué estás tan serio?—Preguntó Changbin interrumpiendo mis pensamientos.

—Solo estoy pensando.

—¿En qué?

—En cosas.—Respondí fastidiado.

—¿Pasó algo entre tú y Han?

—¿Qué?, Por supuesto que no.—Dije, un poco alterado. Era imposible que Changbin supiera lo había sucedido.

—Ah, solo preguntaba. Ya casi ni se hablan.

Me relajé con su respuesta. Era cierto, incluso empezamos a evitar la comunicación.

Pero todos los esfuerzos fueron en vano.

Nos encontrábamos en la fragua; una pequeña cueva cerca de la cabaña. En todo este tiempo no había mejorado mis dotes para moldear metales, cada 1 de 10 me salía bien a la primera. Golpeaba el martillo contra la espada exasperado, ese día ni una sola lámina había quedado decente. En un descuido mi dedo se resbaló y el martillo lo impactó. Aúlle de dolor.

Por suerte el daño lo había recibido la piel y no el hueso, lucía más caótico de lo que era por la sangre, pero seguía doliendo bastante. Jisung corrió hasta mí preocupado, tomó mi mano de inmediato para inspeccionar el incidente.

—¡Por los Dioses, Minho!, ¡Ten más cuidado!—Exclamó. Salió de la fragua, en unos segundos ya estaba de vuelta con un pedazo de tela, lo rompió en una tira fina y luego lo amarró en mi dedo para detener el sagrado.

—¿Te duele mucho?— Sonaba preocupado.

—Un poco, pero se ve peor de lo que realmente es.

—Ven, volvamos. Le diré a Felix que suture tu herida.

—Con la venda lo está controlando, tranquilo.

—Pero sigue saliendo sangre, en serio Minho, volvamos.

—Ya te dije que estoy bien, Han.— Lo miré fijamente en modo de advertencia. Se dio la vuelta y caminó hacia su mesa.

—Bien, entonces quédate allí.—Dijo secamente. Yo suspiré, se había molestado.

Me dirigí a dónde estaba acomodando sus materiales y me posicioné detrás de él. Pose mis manos en la mesa a ambos costados dejándolo atrapado. No lo estaba abrazando, pero nuestros cuerpos se encontraban tan pegados que así parecía. Se tensó.

—Lamento si te hice enojar, pero de verdad no fue nada grave.— Hablé muy cerca de su nuca. Él se estremeció ligeramente, sonreí ante su acción. Se fue volteando hasta quedar frente a frente conmigo. Nuevamente estábamos muy cerca.

Observé sus labios, jugosos. Necesitaba volver a probarlos, pero tenía miedo de lo que podía suceder si me convertía una vez más en alguien osado. Él no me apartó, nos quedamos de ese modo unos segundos que parecieron eternos, disfrutando de la cercanía del otro.

Esta vez fue él quien tomó lo iniciativa. Juntó nuestras bocas, mi corazón se aceleró. La experiencia de besar a alguien era extraña, pero el concepto valía la pena. Nos besamos suavemente, deleitándonos con el roce de pieles, yo estaba en llamas, mi cara ardía. Lo besé con más fuerza como si de esa manera su aroma y besos quedaran impregnados en los míos.

Sentí como posicionó ambas manos en mi cuello acariciando esa zona. Me encantaría poder explicar todo lo que experimentaba estando con él en esa situación, pero mis emociones eran un revoltijo que se concentraban en un punto específico de mi estómago, como si un panal de avispas se hubiera alborotado en mi interior.

Tuvimos que parar el frenesí de nuestros labios cuando nos comenzó a faltar el aire, no quería separarme, no quería enfrentarme a la realidad una vez nuestra pequeña burbuja se reventara, pero me vi obligado a hacerlo.

Han me miró a los ojos, brillantes como nunca.

—Está mal, todo esto.— Comentó lo obvio.

—Lo sé.— Respondí intentando mantenerme sereno.

—No puede volver a suceder.— Su voz salió en un pequeño hilo de suspiro. Escaneé su expresión detectando duda en lo que acababa expresar.

—No volverá a pasar.

Pero antes de volver a la cabaña no pude mantener mi palabra y lo volví a besar tiernamente. Él no dijo nada al respecto.

Y así pasaron dos meses más, con esos ya llevaban cinco, casi la mitad del año que pasaríamos con Magnus. Jisung y yo nos volvimos amantes furtivos, buscando cualquier excusa para estar solos y juntar nuestros labios una vez más.

¿Cómo algo que estaba mal podía sentirse tan bien?

Con cada roce de su mano con la mía el corazón me saltaba de goce. Su compañía era reconfortante, siempre lo fue, pero ahora era especial.

Memorice cada facción de su cara, cada expresión y lo que significaba. Sonría secretamente cuando sus mejillas se inflaban al comer, era lo más tierno que había visto. El mejor momento de esos días era cuando bajamos al río por agua, tomábamos un descanso para tomar sombra tendidos en el pasto, bajo aquel viejo árbol.

—Cuando volvamos podremos tomar vino.—Comentó con los ojos cerrados, Jisung.

—Seguramente.—Respondí.

—¿Cómo se sentirá estar borracho?—Preguntó.

—No lo sé. Quizás se sienta como besarte.

Seguimos durmiendo separados para que nadie sospechara de lo que pasaba entre nosotros. Una noche estábamos a punto de dormir, el ambiente caluroso sofocaba por el reciente verano.

—Chicos.—Susurró Changbin. Abrí los ojos.— Chicos, ¿Están despiertos?

—Uhmmm.—Felix se removió, quejándose.

—¿Chicos?—Insistió Changbin.

—¿Qué pasa, Bin?— Pregunté a su lado.

—Quiero llevarlos a un lugar.

—¿Qué? ¿Justo ahora?— Resonó la voz de Jisung.

—Sí...-Contestó dudoso.—Queda en el bosque.

—¿Estás loco? Si Magnus se da cuenta de que salimos a media noche nos dará una paliza— Dijo en voz baja Han.

—Lo sé... Seremos cuidadosos.

—Yo digo que vayamos.— Opine. Mientras no nos atraparan todo estaría bien.

—Minho...—Han empezó, pero luego de unos segundos que pareció meditar la oferta, aceptó.

—¿Qué dices, Felix?— Le preguntó el bajito.

—Por mí está bien, Changbin.

El chico se levantó emocionado y cogió un saco en la esquina de la diminuta habitación, extrajo dos lámparas de queroseno.

Uno por uno salimos de la cabaña intentando no hacer ruido. Una vez a fuera, el aire azotó mi rostro, era un poco más fresco que dentro de aquellas paredes.

—¿Y si se despierta?— Comentó nuevamente Jisung.

—No será tan fácil, le di uno de sus tés relajantes para dormir.—Respondió el primo del chico.

—Ten.—Me entregó una de las lámparas que había encendido.— Sigan mi paso y tengan cuidado con las raíces en el suelo.

Partimos rumbo al misterioso lugar. Caminamos por unos minutos, a pesar de que la luna y las lámparas nos proporcionaban luz, el bosque era escalofriante.

—Tengo miedo Changbin, ¿Y si se aparece un lobo?— Felix se aferró al brazo del chico.

—Calma, estamos por llegar.

Tenía razón, en un par de minutos las pequeñas luces comenzaron a aparecer, al principio una por una, nos rodeaban.

—Llegamos.— Anunció Changbin con una sonrisa.

Era un campo abierto, sobre el pasto y en el aire revolotearon las luciérnagas, era muchas.

—Miren esto.— Changbin sacó dos frascos de vidrio del saco que había llevado consigo y lo lanzó sobre el pasto.

Miles de luciérnagas se levantaron, haciendo un espectáculo de luces, absolutamente precioso. No por nada se llamaba el bosque de las luciérnagas.

—¡Wow!—Exclamó Felix, encantado.

—Es increíble.—Dijo Han.

—¿Y bien?, ¿Cazamos luciérnagas?— Sugirió el bajito tendiendo a Felix y Han los envases de cristal.— El que recolecte más gana.

Jisung salió corriendo al prado, alborotando con su paso a las luciérnagas, que volaron a su alrededor. El chico reía divertido. Felix y Changbin lo siguieron. Yo no me quedé atrás.

Pequeños destellos brillantes por todas partes, las risas de Felix y Han se mezclaban.

—¡Miren, es una lámpara de luciérnagas!— Dijo Felix enseñando a las luciérnagas atrapadas en el cristal. Su sonrisa era tan grande que las comisuras de sus ojos se arrugaban.

—¡Yo también tengo una!—Mostró Jisung. La luz acumulada iluminó su rostro. Guardé mentalmente esa imagen en mis recuerdos. Hace tiempo que lo sabía, a pesar del miedo, a pesar de que estaba terriblemente mal lo que hacíamos, no podía negarme a mi mismo que me había enamorado.

—¡Auch!, Una luciérnaga me pinchó el trasero.—Se quejó Seo.

—Las luciérnagas no pinchan, Binnie.—Le informó Felix.

—¿Cómo que no?, ¡Me acaba de pinchar una!

—No pinchan, deberías saberlo, tonto.

—¿Tonto?— Se tomó el pecho con las manos en un gesto ofendido.— No debiste decir eso Lee Felix, ¡Ven aquí!

El rubio emitió un gritito y salió corriendo, Changbin lo persiguió.

—Ves esa parte de allá toda oscura.— Jisung señaló un lugar del prado un poco alejado.— Te reto a correr hasta allá.

No me dio tiempo de responder porque arrancó a correr. Yo repetí su acción, lo alcancé fácilmente. Tomó mi mano cuando nos encontramos a medio camino. Sonreí para mis adentros, mi corazón latía a mil por segundo por el esfuerzo. En un momento Jisung tropezó y yo con él, rodamos por el pasto mientras las luciérnagas huían.

"No, no más cosquillas" Escuché la voz de Felix a lo lejos.

El cielo estaba despejado y con estrellas. Y la risa de Jisung era música para mis oídos. Quise detener ese instante, donde nos divertíamos y éramos jóvenes, dónde el amor a pesar de ser prohibido iba más allá de todo pecado, ese instante en el que fuimos realmente felices y la vida era hermosa.

A la mañana siguiente todos hablábamos animados de la experiencia y de como debíamos volver. Obviamente todo esto lejos de los oídos de Magnus.

—Tú, niño ardilla.—Llegó el mayor hasta nosotros.—Limpia la cabaña, tú.—Me señaló.—Te encargarás de la chimenea. Y ustedes dos.—Señaló a mis amigos.— Recolecten vallas.

Jisung y yo nos dirigimos a la cabaña para encargarnos de nuestros deberes. Nos tardamos más de lo debido en ello, la noche casi nos cubría por completo.

—Una vez el perro de Hyunjin se comió una abeja y la cara se le hinchó muchísimo. Se veía chistoso, pero sabía que le dolía. Nunca me ha picado una abeja y...— Estaba con medio cuerpo metido en la chimenea la cual limpiaba, cuando escuché el sonido de vidrio estrellándose contra el piso. Salí inmediatamente de mi lugar.

Me quedé paralizado. Un polvo gris estaba esparcido por el suelo de la cabaña, ligado con los pedazos de un jarrón.

Eran las cenizas de la esposa de Magnus.

Miré a Jisung que tenía el plumero en una de sus manos, con una expresión de asombro y temor en el rostro.

—Y-yo...f-fue un accidente.—Me explicó.

Asentí. Debía pensar rápido o estaríamos en serios problemas. Me levanté rápidamente. Sin embargo, la suerte no estaba de nuestro lado.

—¿Qué fue eso?—Dijo Magnus entrando a la habitación. Sus ojos viajaron de nuestros rostros al suelo. La expresión se le volvió más fría que de costumbre.—¿Quién fue?— Apretó los dientes.

Han y yo nos miramos asustados sin decir palabra.

—He preguntado...¿Quién fue?— Sus orejas adquirieron un tono rojizo.

—¡Fui yo!—Dije con decisión. Jisung me dio una mirada incrédula

—¿Tú?

—¡No señor, fui yo!— Dio un paso al frente el chico.

—¡¿QUIÉN MIERDA FUE?!— Gritó. Felix y Changbin se asomaron por la puerta.

—Fui yo señor, no escuche a Han.— Le di mi peor mirada a Jisung para que entendiera que no debía entrometerse o nos podía ir peor.

—Quítate la ropa.— Ordenó. Yo obedecí. Retiré mi camisa y mi pantalón, quedando en calzoncillos.

—Toda.

Suspiré tratando de no demostrar mi temor. Bajé mis calzoncillos quedando expuesto ante él, Jisung y mis amigos.

El mayor se adentró en sus habitaciones. Han Jisung me miraba con terror, sus manos temblaban.

Magnus regreso con un rollo de hilo y me lo entregó.

—Quiero que camines por el bosque lo más lejos que puedas. No regreses antes de que amanezca o te cortaré uno a uno los dedos de las manos.—Amenazó, él habla muy en serio.

—Señor p-pero.— Empezó diciendo Jisung.

—Si vuelves a decir otra palabra te cortaré los dedos a ti sin siquiera darte la oportunidad de caminar por el bosque.

Me tomó de los hombros y me empujó fuera de la cabaña. Los últimos vestigios de luz se consumían con el atardecer. Até el hilo a uno de los árboles fuertemente. Si se soltaba o se cortaba podía darme por muerto. Solo caminé unos minutos cuando ya el bosque se encontraba en completa oscuridad.

Mis tobillos amenazaban con torcerse en cada paso que daba con las retorcidas raíces de los árboles. Caminaba dando tumbos sin saber a dónde me dirigía. No tener ropa para cubrirme era una desventaja, las ramas azotaban piel cortando. Tenía que ser más cuidadoso o de lo contrario me haría un corte tan grande que no podría pasar desapercibido para los depredadores.

Tenía miedo, mucho miedo. Pero no podía permitirme llorar, debía encontrar un lugar como el prado de luciérnagas, que estuviera despejado de árboles y así poder estar alerta de todo lo que entraba en mi radio. Las ramas crujían y los sonidos de la noche me causaban escalofríos, la luna alumbraba en su cúspide.

Caminé aproximadamente una hora antes de llegar a ese lugar.

Escuché el sonido del agua cerca, pero eso no tenía sentido. El río se encontraba en dirección contraria. Seguí el sonido del agua.

Entonces mis ojos contemplaron aquel lugar. Otro pequeño paraíso oculto en aquel misterioso bosque.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro