Capítulo 4: Somos cinco
Jake me recibió con el entrecejo arrugado una vez que abrió la puerta. El motivo de su molestia se debió a mi retraso de treinta minutos. Aquel día debíamos organizar los últimos detalles de lo que sería nuestro primer show fuera del Estado.
Brad también me entregó una mirada de reproche cuando entré al garaje. Su primo, Cristopher, bromeó con que debí llegar con algo para comer y así habría compensado la tardanza.
—Dos clientes cambiaron sus citas para la próxima semana. No podía marcharme sin reestructurar toda la agenda —expliqué.
Me encogí de hombros antes de fijar mi atención en Dylan, quien estaba sentado en un taburete con la guitarra sobre su regazo. Al lado de él había una pequeña mesa que sostenía una botella de cerveza. Si mi visión no me engañaba, la botella se encontraba con el líquido hasta la mitad, a diferencia de las cuatro vacías que se hallaban en el piso, a un costado de él.
No quise sacar conclusiones apresuradas y me convencí de que él había llegado hace algunas horas, porque era imposible que bebiese toda esa cerveza en menos de treinta minutos.
—Este sería el itinerario —comentó Cristopher colocando una hoja sobre la mesa ubicada en el centro—. Nos juntaremos a las cinco en mi casa para cargar las cosas en la van. Salimos a las seis de la tarde. Si andamos bien de tiempo, comeremos algo a mitad de camino. De ahí seguiremos hasta llegar al local.
Cristopher era como el quinto miembro de la banda. Era el dueño de la van y nos ayudaba con los temas administrativos, esos que no involucraban pararse frente al público. Él mantenía un contacto directo con el dueño del bar donde tocábamos y administraba nuestra página en internet. Como si eso no fuera poco, él también nos ayudaba a transportar los instrumentos desde la van al escenario, y viceversa.
—¿Y el alojamiento? —Jake tomó la hoja para revisarla.
—Las averiguaciones que hice no llegaron a buen puerto —dijo Cristopher—. Estando allá buscaremos algo. Si nos va mal, tendremos que dormir en la van.
—Olvídalo. Jake ronca muy fuerte —reclamó Brad en un tono divertido.
—No es tiempo para bromas. —Se defendió el aludido dejando la hoja sobre la mesa.
—Es cierto —volvió a tomar la palabra Brad—. La verdad es que no me molestaría dormir abrazado a ti. —Guiñó un ojo en dirección de Jake—. Pero en la van no hay espacio para todos juntos con los instrumentos.
—Estoy seguro de que sí lo hay. De alguna forma lo haremos funcionar —comenté—. Quien conduzca de vuelta será el que descanse mejor esa noche. Priorizaremos eso, ¿de acuerdo?
Nos miramos entre todos. Cristopher lucía dubitativo. Brad y Jake cargaban una expresión seria. Por otro lado, Dylan seguía tocando su guitarra sentado sobre el taburete.
—Me tendrán que disculpar, pero necesito insistir con este tema. —Cristopher agarró la hoja y empezó a doblarla en partes iguales—. La paga que recibirán alcanzará para costear solamente el combustible. ¿De verdad quieren hacer esto?
—La paga que nos darán —corrigió Jake con énfasis—. Eres parte de la banda. Ya te lo hemos dicho.
Hace un poco más de cuatro meses habría pensado que Jake estaba de mal humor. La sequedad con la que soltaba sus comentarios y su actitud tan imponente confundirían a cualquiera. En el último tiempo he aprendido que él se expresaba así cuando estaba conversando sobre algo que le importaba demasiado.
—Hay que estar agradecidos de que, al menos, nos pagarán —respondió Brad.
—Pero vamos a tocar con afiches de Insomnia —dijo Cristopher—. Ese local recibirá publicidad a costa nuestra. El pago debería ser mayor. —Un extenso silencio se formó—. Aún estamos a tiempo para renegociar. ¿Qué opinan?
No dije nada, pese a que me parecía una mala idea.
Martin, el dueño de Insomnia Bar, ha tenido, aparte de paciencia, mucha fe en nosotros. Él nos consiguió un cupo para tocar en un popular local de Atlanta, donde otras tres bandas también se presentarían. Era una gran oportunidad y debíamos estar conformes. Exigir más solo por una noche me parecía descabellado.
Estuve a punto de romper el silencio diciendo lo que pensaba, pero Dylan se me adelantó:
—Atlanta es una de las ciudades más pobladas del país. El hecho de tocar allá es por sí mismo una ganancia para nosotros. Si Martin pudiera darnos más dinero, estoy seguro de que lo haría. Él no es una persona avara y, si nos consiguió esta oportunidad, es porque confía en que traerá beneficios, para ambas partes. —Dejó la guitarra a un lado—. En vez de estar discutiendo sobre detalles, deberíamos estar debatiendo sobre las canciones que tocaremos. No sé ustedes, pero a mí eso me preocupa, no dónde nos alojaremos. —Se acercó a nosotros—. Creo que deberíamos agregar un cover. Es una carta segura en caso de que los ánimos estén decaídos. El público de Insomnia conoce nuestras canciones. Acá iremos a terreno desconocido.
Mis labios se curvaron en una sonrisa satisfecha. Asentí convencido, al igual que los demás que lo escuchamos.
Cada uno de nosotros aportaba a la banda en diferentes aspectos. Nosotros cuatro nos complementábamos para crear algo único, sin embargo, el elemento más importante era, sin duda alguna, Dylan. La visión de lo que éramos y queríamos ser como banda provenía de su mente. Nadie estaba tan claro en ese asunto más que él.
Es por eso que siempre se negó a que me fuera de la banda. De hecho, el día en que se decidió mi continuidad, Dylan fue el único que votó a mi favor.
Sabía que no lo hizo por mí, sino que por un bien mayor.
Desde que retorné al puesto de vocalista, me esforzaba el doble para evitar que nuestro distanciamiento se notara sobre el escenario.
Era nuestro deber entregarle al público un buen espectáculo.
Sin embargo, siempre terminaba preguntándome hasta qué punto era sano no mezclar los temas personales con la banda.
¿Cuánto más podía estirarse el globo?
___
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro