Capítulo 3: El traje (Parte II)
Quien también lucía irreconocible aquella noche era Kimberly. Reemplazó los lentes ópticos por lentes de contacto, dejó de lado su eterna trenza para llevar el cabello suelto con ondas y su vestido era entallado, color verde esmeralda. No fue hasta entonces que noté que tenía curvas. El tiempo que la vi en la escuela las ocultaba con suéteres anchos y faldas de largo hasta la rodilla.
—¡Au! —me quejé al sentir un golpe en mis costillas.
—Strike uno —dijo Rachel—. Agradece que fui yo quien te vio mirándola de esa forma y no su pareja, o habrías recibido un golpe peor.
Le sonreí. Aproveché la oportunidad para recordarle que ella era la chica más bella de la noche.
—Quienquiera que sea es un chico afortunado, pero no tanto como yo.
—Ay, cielo. Pensé que entenderías la ironía. —Rodeó sus brazos alrededor de mi cuello—. Que estés tan desactualizado con estos temas me causa una ternura tremenda. —Me entregó un fugaz beso en los labios antes de soltar—: Kimberly vino con Dylan.
Una pausa se formó.
—Todos en la escuela siguen creyendo que ellos tienen una relación —finalizó al notar mi lucidez.
¿Cómo iba a saberlo? Dejé la escuela hace siete meses y Dylan no me hablaba.
Lo último que supe fue que Kimberly y él tenían un acuerdo: ella lo ayudaba a estudiar y hacía sus tareas, y él debía fingir en la escuela que tenían una relación.
Decidí desviarme de ese tema y enfocarme en la estrella de la noche.
—Mi ignorancia te causa ternura. —Coloqué mis manos alrededor de su cintura—. Es bueno saberlo.
—Strike dos.
—¿¡Y eso por qué!?
—Porque quieres usar eso a tu favor. En cualquier discusión te harás el desentendido y apelarás a que no lo sabías para sacar ventaja sobre mí, aunque sepas que tengo razón. Tu macabro plan te dio otro bien merecido strike.
—Exijo un abogado.
Me entregó una sonrisa amplia, una que hasta hoy recuerdo muy bien. No imaginé que podría verse más bella y me alegré de haberme equivocado.
—Te voy a extrañar muchísimo. —De imprevisto me envolvió con sus brazos a la altura de mi cintura y escondió su rostro en mi pecho.
La próxima semana viajaríamos junto con la banda a otra ciudad para tocar en un pub similar al de Insomnia, el bar en donde nos presentábamos cada tres semanas a brindar un show.
Sería la primera vez que nos separaríamos con Rachel.
—Tengo curiosidad sobre qué pasará al tercer strike —dije con la intención de cambiar el tema. Quise animarla. Era su noche y ella podía hacer lo que quisiera, pero no iba a permitir que se entristeciera.
—¿Por qué no me sorprende? —Me miró con sus ojos pícaros y la comisura de su labio arqueada. Era su expresión bandida, esa misma que le otorgó su apodo—. Siempre estás buscando meterte en problemas.
Le sonreí con holgura. Me conocía muy bien.
Posé junto a ella en todas las fotos que quiso tomarse. De las únicas que me excluyó fueron de las que se tomó junto a las chicas de su clase. Los chicos también intentaron hacer una sesión similar, sin conseguir tantos adeptos.
Brad se paró a mi lado, sosteniendo un vaso que en su interior combinaba jugo con alcohol. Ambos mirábamos divertido cómo los chicos del equipo de fútbol trataban de organizarse para tener una foto grupal.
Me hubiese gustado tener una foto de esa noche junto con él y Dylan. Creo que Brad también lo deseó mientras mirábamos a otro grupo de chicos posando ante el fotógrafo que contrató la escuela.
—¿Qué hiciste para convencer a Dylan de venir? —Miré a mi amigo sin poder ocultar lo intrigado que me hallaba con respecto a ese asunto.
—Yo no lo convencí. —Brad se mostró confundido. Le conté que eso fue lo que Jake me dijo—. Me llamó muy temprano el lunes para preguntarme si iría. Le dije que sí y eso fue todo. Yo no llamaría a eso como convencer a alguien.
—Entonces... ¿Quién lo hizo?
—Ni idea. —Levantó los hombros—. Aunque si lo analizamos por un segundo, creo que es bastante sencillo deducir quién fue.
Lo miré con curiosidad, esperando a que continuase.
—¿Quién? —insistí. No podía más con la espera.
—La única persona que se beneficiaría de que viniese él.
Me miró como si la respuesta fuese la más obvia del universo y yo sin ninguna puta idea de quién podría tratarse.
—Brad, ¡dime quién!
—Kimberly.
Pude sentir el clic en mi cerebro al escuchar su nombre. Las piezas encajaron perfecto.
—Ya sabes cómo es él —continuó Brad—. No puede decirle «No» a sus amigos, en especial si es una chica.
Su comentario me hirió. Recordé de pronto todas las veces que Dylan me entregó una negación como respuesta en el último tiempo.
—Misterio resuelto —finalizó—. Ahora es tiempo de bailar.
Lo seguí con la mirada mientras se perdía entre la gente que iba en pareja a la pista de baile. Lucía tan común que desconozco qué hizo después. Antes era sencillo identificarlo entre la multitud gracias a su cabello teñido de rojo.
Necesité de pronto ubicar a Dylan. No lo había visto en toda la noche y eso era suficiente como para preocuparme. Le expliqué a Rachel que iría a buscarlo. Que me tardaría un par de minutos. No sé qué vio ella en mi mirada que no reclamó por nada.
Diablos... Amaba a esa chica. Amaba que no me llenara de preguntas ni me exigiera tantas explicaciones. Tomé nota mental para decírselo en algún momento en el futuro, entretanto caminaba con dirección a la parte trasera del recinto, donde había un bonito jardín.
Dylan estaba sentado sobre un bloque de hormigón de forma cuadrada que era parte de la osamenta del hotel, cuyo interior albergaba un par de arbustos pequeños. Miraba el celular entre sus manos, pensativo. Se notaba que no puso ningún esfuerzo en su apariencia, a diferencia de todos los demás que asistimos al baile. Me imaginaba que, a lo menos, se cortaría el cabello. No fue así.
Cada vez que lo veía, sentía que él estaba más cerca de ser un fantasma que una persona.
Me acerqué.
—Dylan... ¿Cuánto tiempo llevas aquí?
Me miró por bastante rato, sorprendido. Aproveché su silencio y avancé otros pasos hasta que su voz me detuvo.
—¿Tienes un cigarro?
Quise golpearme en la cabeza tan pronto escuché su pregunta. Me excusé de forma breve mientras insultaba para mis adentros a mi yo del pasado por salir del departamento sin la cajetilla.
Él bufó con fastidio, lo que me hizo sentir una punzada en el medio del estómago. Fue una sensación similar a la que experimentaba cuando decepcionaba a mi padre.
—Pensé que esta fiesta era solo para estudiantes de la escuela. —Su tono de voz me corroboró que estaba molesto con mi presencia.
—Hicieron una excepción conmigo.
—Oh... entiendo. —Fingió estar sorprendido—. Por tu apellido, ¿no?
Negué con la cabeza. Le expliqué que me autorizaron asistir gracias a la gestión de Rachel, quien apeló con el discurso de que fui un exalumno.
—Claro... Suena lógico —dijo sarcástico. Hizo una pausa que me pareció más larga de lo que en realidad fue antes de soltar con desprecio—: Es increíble cómo siempre te sales con la tuya.
Sin dirigirme la mirada, pasó por mi lado con la intención de regresar al recinto. Me hubiese quedado solo allí con mis pensamientos de no ser porque abrí mi boca para replicar «Si eso fuera cierto, seguiríamos siendo amigos».
Sus ojos se entristecieron más de lo que ya estaban. Sin soltar otra palabra, retornó al salón donde se llevaba a cabo el baile.
Me arrepentí de lo que dije. Otra vez había dejado que mis emociones tomaran el control. ¿Cuándo iba a aprender?, me regañé.
Desde que le conté de mi aventura con Connie guardé distancia con él. No es que hubiese tenido mayores opciones, él me alejó de su vida y me ignoraba la mayor parte del tiempo. A pesar de eso, cada vez se hacía más difícil mantenerme alejado porque sabía que estaba sufriendo en solitario.
Quizás el viaje que se avecinaba me daría una nueva oportunidad para acortar la kilométrica distancia que se empecinaba en mantener conmigo.
Sería otra oportunidad para intentarlo.
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Muchas gracias por llegar hasta acá ♥
Actualizaré el próximo domingo.
¡Nos vemos!
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