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Capítulo 10: El nexo

Desperté sobresaltado, lanzando manotazos al sentir que alguien me tenía sujetado. La voz y la presencia de Brad me ayudaron a entender que todo había sido una pesadilla.

Dylan también se hallaba allí, en el asiento del copiloto, observándome.

No sabía si debía disculparme con ambos por haberlos despertado. Opté por salir en silencio.

La ciudad de turno era Indianápolis y la furgoneta se encontraba en el estacionamiento del recinto donde tocaríamos esa noche, en veinte horas más. Habíamos dejado los instrumentos en el edificio, de tal forma de hacer espacio para dormir en el vehículo. El dueño nos ofreció dormir en su interior, en donde encontrásemos sitio. Cristopher y Jake aceptaron. Con los demás preferimos a la confiable van. Estaba más fresco allí que en el edificio.

No había ningún sitio para sentarse a la redonda en ese aparcamiento. Limpié el sudor de mi frente con mi camiseta y me senté en el suelo, a la orilla de la acera, con la van a un par de metros de distancia.

Brad me siguió. Encendió un porro y se sentó a mi derecha. No dijo nada por un par de minutos, ni siquiera cuando me negué a su ofrecimiento del porro, solo se limitó a fumar y acompañarme en silencio.

—Lamento haberte despertado. —No oculté lo apenado que me sentía con respecto a eso. Los momentos de calma y completo descanso se habían vuelto preciados para nosotros, y me sentía culpable por haberlo arruinado.

Él no profundizó en el tema, como queriendo dejar atrás la anécdota, que al fin y al cabo se transformaría en eso, una simple anécdota.

—No voltees... Dylan está espiándonos —advirtió con una mueca graciosa—. Estoy seguro de que se muere de ganas de saber cómo estás.

Le sonreí ligero.

—Debería dejar el orgullo de lado y venir a averiguarlo por sí mismo —continuó—. En un par de horas me lo preguntará. Es cansador hacer de intermediario, ¿sabes?

Lo miré con pesadumbre. Fue desolador comprender que mi distanciamiento con Dylan afectaba al resto de los chicos mucho más de lo que imaginé.

—¿Crees que Dylan pueda perdonarme algún día? —me atreví a preguntar.

—No lo sé... —Botó el humo por su boca—. Pero espero que por su bien lo haga.

—¿Por su bien? ¿A qué te refieres?

Brad no contestó. Deduje que se calló porque sus palabras me iban a caer como jugo de limón en una herida abierta.

—Dylan te quería —comentó luego de que lo obligase a continuar—. Te estimaba muchísimo y tú le rompiste el corazón. No creo que merezcas su perdón, pero él necesita hacerlo para avanzar. Para madurar. El perdón sería un regalo para ti y un logro gigante para él. Pero Dylan jamás lo conseguirá si no lo habla. Necesita soltarlo, y no me refiero a dar puñetazos o lanzarte insultos, sino que a exponer cuánto le duele.

Me enmudecí, perplejo.

Por el otro lado, Brad se percató del impacto que estaba causando en mí con sus palabras. Y no se calló. Al contrario, continuó como si hubiera esperado por ese momento durante mucho tiempo.

—Cuando mis padres se separaron, me enfadé mucho con ellos, en especial con mi madre. Tenía tanta rabia. Odiaba al mundo. —Caló del porro, otorgándole una pausa a su relato, como si estuviese transportándose al pasado—. Un día exploté y le dije a ella lo decepcionado que estaba por verla tan resignada. Por no luchar. Le dije todo lo que sentía y todo lo que creía que debió haber hecho para recuperar a mi padre. Fue tan liberador. Ella me escuchó. Me sentí escuchado y comprendido. Claro, mis padres después se reconciliaron y todo continuó como siempre, pero...

—Pero tú ya los habías perdonado.

—En paz —corrigió con rapidez—. Yo ya estaba en paz. Sin ningún tipo de resentimiento hacia ellos.

Sus palabras se incrustaron en mi interior. De igual forma lo hicieron las que soltó unos minutos después:

—La pérdida o separación de un ser querido es difícil para todos, pero a Dylan le está costando el doble. Supongo que por su forma de ser y por su historia. Tú sabes... él siempre ha estado rodeado de las personas que quiere. Nunca le ha faltado nadie. Nosotros, en cambio, ya hemos sufrido alguna pérdida. No tengo siquiera que entrar en detalle con tu caso o con en el de Jake. Yo sufrí por la partida de mi padre que, aunque volvió, cuando era más joven lo vi irse pensando que nunca jamás regresaría. En cambio, la primera pérdida real de Dylan fue la amistad contigo. ¿Entiendes mi punto?

Lo observé enmudecido y asentí.

—Después sufrió por la muerte de su tía y luego debió ver partir a Connie —prosiguió—. Todos esos casos son diferentes; tu pérdida con la mía, con la de Jake y así sucesivamente. Pero pérdidas, al fin y al cabo. Dylan no ha sabido lidiar con todo eso porque no ha logrado siquiera recomponerse de la primera pérdida. En vez de dejarlo salir se está encerrando, y tú y yo sabemos que eso es lo peor que puede hacer.

»He intentado que se desahogue conmigo, sin conseguirlo. No tengo mucho tacto para esas cosas y él está muy cerrado. Casi se puede ver su coraza de cemento. Lo conozco desde antes que tú, pero contigo compatibilizó de una forma distinta. Rápida. Estoy seguro de que le haces falta. La otra persona con la que solía desahogarse está a más de cinco mil kilómetros de distancia.

Brad me observó con atención, de esa forma tan especial que tenía de estudiar la situación para saber si es que podía ser honesto.

Lo animé otra vez a que no se limitara y así lo hizo.

—A veces pienso que nos dejarás. Que te darás cuenta de que con tu familia tienes el futuro asegurado y que nos abandonarás. Te veo muy capaz de hacer eso porque eres traicionero, Matt. De los peores.

Tragué saliva para despedazar el nudo en mi garganta.

—Pero confío en que no lo harás... —prosiguió—. Sé que estás tan comprometido en esto como yo y los demás. También sé que estás arrepentido por lo que hiciste. Lo sé por las canciones que escribiste en ese tiempo. Todos creíamos que te referías a la heroína, y en verdad hablabas sobre Connie y la culpa. Como esa canción, que es mi favorita:

«I would give my best memory away / Regalaría mi mejor recuerdo

I would extend my contract in this hell / Extendería mi contrato en este infierno

I would bear all the sins of the earth / Cargaría con todos los pecados de la tierra

In order to have another chance/ Con tal de tener otra oportunidad»

—«To do things right, to do things right / De hacer las cosas bien, de hacer las cosas bien» —terminé por decir la última estrofa del coro de esa canción.

—Si no fuera por eso, jamás habría dejado que volvieras a la banda. Mucho menos te consideraría mi amigo. Sé que Dylan encontrará la forma de hacer que todo esto funcione para él. Espero que con base en el perdón. Tan solo no lo arruines, Matt. —Eso se escuchó como una amenaza. Volví a tragar saliva—. Ya sabes lo que dicen... Engáñame una vez, la culpa es tuya. Engáñame dos veces, la culpa es mía[*].

Esbocé una sonrisa mientras sentía la nostalgia invadiéndome con fuerza.

Brad fue el nexo entre los cuatro; con Dylan se conocieron en la escuela. A Jake lo conoció cuando buscaba a alguien que le vendiera marihuana. Y a mí me conoció en un antro que tenía música en vivo.

Luego Brad empezó a asistir a ese antro junto con Dylan y fue así cómo me lo presentó. Jake tocaba el bajo en una de las bandas que se presentaban en ese sitio.

Recuerdo muy bien cuando Brad lo señaló mientras Jake estaba sobre el escenario: «¡A él le compré la hierba!», gritó con entusiasmo mientras yo calaba del porro que acababa de facilitarme, con Dylan al lado mío, esperando su turno.

De no ser por Brad, la banda jamás se habría formado. Aunque diría que la marihuana también fue la que nos unió, pero eso no puede quedar en nuestra biografía.

Luego de que formáramos la banda, convencí a mi padre para que me cambiase a la misma escuela que los chicos. Y él siempre me lo reprochó.

—Quiero contarte algo —dijo Brad de pronto, rompiendo mi burbuja del pasado. Su semblante se había vuelto serio, por lo que supuse que era algo personal. Le presté toda mi atención y él continuó—: Rompí con Emily.

Mis cejas se elevaron. Podría haberme dicho que quería estudiar en una universidad, que tenía tres pelotas o que hablaba con los muertos. Cualquiera de esas cosas me habría sorprendido menos. Me dejó boquiabierto.

—Ey, no pasa nada. Fue una buena ruptura. —Intentó tranquilizarme.

—¿Qué pasó?

Me explicó que ya no se sentía a gusto con ella. Que empezó a sentir que ella lo culpaba por estar escogiendo a la banda y que sentía que no lo apoyaba. Las últimas llamadas de Emily las ignoró, y fue ahí cuando supo que algo había cambiado.

—No me siento como lo pintan en las películas —confesó—. No tengo ganas de embriagarme ni de salir a disfrutar de la libertad. No siento que algo haya cambiado. Mi realidad sigue siendo la misma... ¿Qué tan malo sueno al decir eso?

Traté de calmarlo utilizando las mismas palabras que había dicho con anterioridad. Le dije que si se sentía en paz significaba que había hecho lo correcto.

—¿Sabes lo que sí tengo ganas de hacer? —preguntó con un atisbo de rebeldía—. Tengo ganas de ir donde un tatuador. ¡Quiero tatuarme! —Levantó la barbilla al mismo tiempo que elevó la voz.

Su expresividad me hizo reír.

—¿Tienes algún diseño en mente? —Quise indagar.

—Quiero algo estúpido. Algo como una caricatura o un dibujo con trazos imperfectos. No quiero nada muy elaborado ni con un significado profundo. Sin ofender.

No me sentí atacado en lo absoluto. Mis tatuajes tenían un significado especial y era así como me gustaban. Por mi experiencia trabajando en el Tattoo Studio, podría asegurar que la mayoría de las personas escogían tatuajes con un significado. Brad se escapaba de la regla.

—¿Por qué? —Moría de curiosidad por saber su respuesta.

—Para recordarme que la vida no debe tomarse muy en serio. Así es como quiero vivir. Carpe diem.

Le sonreí.

En ese momento su mirada se fijó en un punto a mis espaldas. Me volteé con rapidez, asustado. Ambos vimos la silueta de Dylan haciéndose cada vez más pequeña. Se estaba alejando de la van, del recinto y de nosotros.

—¿Lo has visto dormir? —La pregunta de Brad me confundió. Me aclaró que se refería a Dylan—. Desde hace días que no lo he visto pegar los ojos.

—Abusa de la cocaína.

—¿Estás seguro?

—No me digas que no lo has visto. —Arqué una ceja.

—Antes de los shows... Sí. Lo he visto.

—No se detiene ahí —dije con pesadumbre—. Yo no soy quién para decirle que debería moderarse.

—¿Te importa? —Su tono de voz se volvió seco—. Dime, ¿Dylan te importa? De ser así, deberías decírselo. Hazle saber que le importas. Y no te detengas ahí, demuéstraselo. —Se levantó con energía—. Piensa en eso. Iré a ver si se encuentra bien.

La presencia física de Brad fue tras Dylan, pero sus palabras se quedaron conmigo.

Entendí que lo estaba haciendo todo mal, pensando solamente en mí, como siempre. Dylan no necesitaba que lo dejaran solo, aunque pidiera eso a gritos. Necesitaba hablar. Expresarse.

Me propuse conseguir que lo hiciera. Quizás no conseguiría que hablara conmigo, pero sí trataría de que lo hiciera con alguien.

No dejé pasar mucho tiempo.

Esa noche seguí a Dylan tras bambalinas, antes de comenzar con el show. Ignoré sus insultos y su hostilidad, pues lo interrumpí a segundos de inhalar su próxima dosis de cocaína.

No tenía preparado decirle nada en específico. Y mentiría si dijera que su mirada repleta de odio no me amedrentó.

—¿Eres tú el que tiene la situación bajo control o es esa mierda que tienes entre tus manos? —dije lo primero que se cruzó por mi mente.

Me alejé sin escuchar una respuesta. Sabía que el hecho de ser yo el que le dijera esas cosas tenía un doble peso para él.

Durante el inicio del espectáculo estuvo esquivo conmigo. Los escenarios donde tocábamos eran pequeños en superficie y se había vuelto rutinario que en cada show chocásemos entre nosotros, con Dylan y Jake. Este último, al menos, se lo tomaba con humor.

Me tomó dos canciones darme cuenta de que Dylan no había inhalado la cocaína, y que estaba esforzándose más de la cuenta por hacerlo bien y disfrutar del momento sin una pizca de droga en su sistema.

Opté por darle su espacio y evité ingresar a su lado del escenario, el de mi derecha. En su lugar, me dediqué a interactuar con la audiencia que estaba frente de mí o en el sector izquierdo.

Sus rostros eufóricos alimentaron mi deseo de ir cada vez por más. De darlo todo en cada canción.

Éramos la banda de apertura. Unos simples teloneros, dirían algunos.

Nuestra labor no era entretener a la audiencia mientras la banda de fondo se preparaba para salir a tocar. Ni mucho menos estábamos ahí solo para conformarnos con algo de visibilidad.

Nuestro trabajo era calentar los motores. Dejar la barra tan alta que la banda de fondo sintiese miedo de que le fuesen a quitar su lugar. Obligarlos a dar lo mejor de sí para que cada persona que pagó su entrada para verlos a ellos se fuese a casa con la sensación de que fue el mejor show de su vida.

Esa noche sentí que cumplimos con creces nuestra labor. Y ayudar a que Dylan evitara drogarse se sintió como otro logro. Uno mayor.


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[*]Fool me once, shame on you. Fool me twice, shame on me : Engáñame una vez, la culpa es tuya. Engáñame dos veces, la culpa es mía.

Este es un dicho muy conocido en los de habla inglesa. Le di una traducción más libre para que se entendiera el mensaje.

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¡Próximo domingo actualización!

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