Capítulo 1: La razón
Sentado en el pequeño comedor del departamento, intentaba en vano escribir algo sobre mi cuaderno. Escribir era casi todo lo que hacía en ese tiempo, pero aquella vez mi mente estaba en blanco. Intenté crear algo coherente y sólo conseguí llenar la mesa con hojas arrugadas cuyo destino sería la basura.
No quise levantarme porque Ozzy, el gato negro de Kate, estaba durmiendo sobre mi regazo. Era injusto despertarlo. Preferí hacer bocetos vagos sin ningún otro objetivo más que matar el tiempo.
Era sábado y estaba seguro de que la banda estaría ensayando junto al nuevo vocalista que consiguieron, el segundo después de que me echaron. No sé qué ocurrió con el primero, pero espero que ese chico les dure más tiempo. Aunque no negaré que deseaba con todas mis fuerzas retornar a ese puesto.
Hace dos semanas que Kate me permitió alojar en su departamento. Un par de días después me ofreció trabajo en el Tattoo Studio; ella y sus colegas necesitaban a alguien que hiciera el aseo y mantuviera el local reluciente. Acepté de inmediato con la condición de que no me pagase. Era lo mínimo que podía hacer después de que me permitiese vivir con ella.
La misma labor que hacía en el Tattoo Studio trataba de hacerla en el departamento. Encargarme de los quehaceres del hogar me ayudaba a mantener la mente ocupada.
Otra cosa que me ayudó bastante en eso fue la llegada de Rachel, la media hermana de Kate. Su presencia me incomodaba. Me ponía nervioso y se me dificultaba mucho concentrarme. Ella siempre intentaba comenzar una conversación conmigo apenas me veía. A veces, cuando estaba sentado en el comedor, ella traía sus cosas de la escuela y se sentaba cerca de mí.
Comencé a notar que, cada vez que estábamos solos en el departamento, ella se paseaba por todos lados y me preguntaba por algo, lo que fuese.
Talcual como lo hizo aquel día.
Kate no estaba, debió ir al Tattoo Studio porque iría el fontanero a hacer unos arreglos en los baños. Misma razón por la que no asistí a trabajar.
Por el rabillo del ojo noté a Rachel caminar por mi lado. Pensé que iría hasta la cocina, pero sus pasos se detuvieron en el centro de la sala, cerca de donde estaba sentado. No quise hacer contacto visual con ella y continué trazando líneas sobre mi cuaderno, nervioso.
—¿Has visto a Ozzy? —preguntó—. Tengo la ventana de mi pieza abierta y creo que se escapó.
Levanté la mirada.
Mi corazón llevaba rato latiendo fuerte, desde que ella empezó a pasearse por el pequeño lugar, sin embargo, el maldito se disparó a casi cien latidos por minuto en el preciso instante en que nuestros ojos se toparon. Ella llevaba el cabello recogido con un cintillo color celeste que combinaba con sus ojos y vestía un suéter junto con unos jeans ajustados.
—Kate va a matarme. —Enfocó la mirada hacia los muebles cercanos y comenzó a llamar al animal—: Ven... Ozzy, Ozzy, Ozzy.
—Está aquí. —Alcé la voz—. Está durmiendo.
Me miró con sorpresa. Luego apoyó su mano sobre la mesa y se inclinó para mirar debajo del mueble. Una amplia sonrisa adornó su rostro en el momento en que se incorporó.
—¿Siempre es así contigo? —Percibí verdadero interés en su pregunta—. ¿Qué hiciste para agradarle? Ese gato es muy arisco conmigo.
Me encogí de hombros.
—Tendrás que enseñarme tus trucos —agregó.
Sentí el calor subiendo hasta mi rostro. Bajé la mirada a mi cuaderno, muy seguro de que mis mejillas me habían delatado. Sus pasos se alejaron y un suspiro se escapó por mi boca.
Quise continuar dibujando, pero mi mente estaba en otro sitio. Pronto ella volvería y me preguntaría otra cosa. Estaba seguro de que así sería.
No me equivoqué.
—¿Quieres ir a comer algo? —Nuestros ojos se toparon una vez más—. Estoy harta del menú vegano.
Estaba seguro de que la nevera se hallaba repleta de opciones para nosotros, los que comíamos alimentos de origen animal; Kate había ido al supermercado esa misma mañana. Yo mismo organicé las cosas porque ella estaba atrasada y debió irse con prisa.
—¿Qué me dices? Yo invito —insistió Rachel.
—No, gracias. Estoy ocupado. —No hice ningún esfuerzo por suavizar mi actitud.
—¿Ocupado con qué? No has escrito nada en todo este rato. Tu hoja sigue igual.
No supe qué responder. No quería ser grosero con ella. No me agradaba la gente en general, pero los desconocidos que no aceptaban un «no» como respuesta me enfurecían. Y Rachel, por muy hermana de Kate que fuese, y por muy bonita que la hallase, era una desconocida para mí en ese entonces.
Pese a eso, me sentí avergonzado al ser descubierto en mi mentira.
—Vivimos bajo el mismo techo y lo único que sé de ti es que te llamas Matt y que no eres vegano. Me gustaría saber más, ¿es acaso eso un pecado?
Ozzy se movió sobre mi regazo antes de bajarse al piso. Ese gato traicionero escogió el peor momento para abandonarme.
Estaba solo. Pocas veces me había sentido así: sin ganas de ser apático y sin ideas para excusarme.
—No tengo amigos en esta ciudad... y tal parece que tú tampoco. —Una sonrisa burlesca se le escapó, una que me pareció llamativa—. Quizás podríamos ser amigos.
—No pierdas tu tiempo. Soy bastante aburrido.
—En ese caso, perderé interés rápidamente y te dejaré en paz. Suena perfecto, ¿no?
—¿Interés? ¿A q-qué te refff-ieres? —balbuceé como un auténtico tarado.
El primer lugar del podio a los más idiotas del año sin duda ya era mío, pese a que estábamos recién a inicios de febrero.
Me descolocó por completo leer entre líneas que estaba interesada en mí. No me lo esperaba.
Rachel se sentó en el puesto frente de mí, con la mesa separándonos. Apoyó los brazos en el mueble y me miró directo a los ojos antes de decir con soltura:
—Casi me caigo de bruces al saber que estabas viviendo con Kate. Me enteré el mismo día que llegué aquí. ¿Sabes lo impactante que fue eso para mí? ¡Te dejó vivir con ella! ¿Tú crees que a mí me aceptó con tanta facilidad? ¿¡A mí!? ¡Que soy su hermana! —Hizo una breve pausa—. Por alguna razón tienes su confianza, y no me preguntes por qué, pero eso te hace extremadamente interesante y quiero conocerte.
—No te ilusiones buscando algo que no existe. —Me levanté con rapidez. Necesitaba sentir que tenía la situación bajo control, por eso quise mirarla desde un punto más alto—. A tu hermana debí de darle lástima, ¿qué otra cosa podría ser? Así que ahórrate todo esto y mejor pregúntaselo a ella. Yo tengo otras cosas en las que...
—Ya lo hice —me interrumpió con superioridad, sin desviar la mirada—. En verdad, ya se lo pregunté. Sé cuál fue su razón y lo que quiero es corroborarla.
Permanecí callado pese a que moría por conocer la respuesta. Me urgía saber por qué Kate se apiadó de mí cuando me quedé sin ningún otro sitio en donde vivir.
¿Cuál era la probabilidad de que fuese porque vio algo bueno en mí?
Me quedé en silencio porque no quería romper mi careta de inquebrantable ante la desconocida chica. No de nuevo. Era muy pronto para eso.
Por otro lado, no sabía a qué aferrarme para rechazar su invitación porque sí quería salir con ella. Quería conocer su historia y quería saber si su alma y su personalidad eran tan bonitas como lo eran su rostro y su sonrisa.
Hay momentos claves en la vida en los que uno debe decidir si continuar en la zona de confort o arriesgarse a transitar el camino desconocido, ese que es llamativo y espeluznante a la vez. Creo fervientemente que ese fue uno de esos momentos para mí.
Acepté su invitación.
—Escoge tú el lugar. Yo no conozco esta ciudad —ordenó guardándose las llaves en su bolsillo mientras caminaba en dirección a la puerta—. Vamos. Muero de hambre.
Seguí sus pasos en silencio. ¿Qué más podía hacer? Ya estaba flechado.
La muy bandida luego me confesó que nunca le preguntó a Kate la razón por la cual me dejó vivir con ella.
Era muy buena mintiendo y no lo negaré, eso me atrajo más.
Con el tiempo, las salidas se transformaron en citas y pronto nos hicimos novios; tres semanas después de esa primera invitación.
Fui el único que me asusté de lo rápido que todo surgió y asumí que gran parte se debió al hecho de convivir bajo el mismo techo. En cambio, creo que ella un día simplemente se despertó de su cama y dijo «Este chico será mi novio», y aceptó con total naturalidad que las cosas se dieran así de rápido.
Mi mundo contaba de cuatro pilares antes de convertirme en el novio de Rachel: mi trabajo, mis amigos, las drogas y mi familia. Los últimos tres estaban tumbados en el suelo. Solo el de las drogas estaba así por decisión propia.
No obstante, cerré las cortinas de ese mundo y caminé de la mano de Rachel a conocer el suyo. De esa forma conocí las cosas que la hacían reír y las que llenaban su alma, como lo era la fotografía. Le encantaba fotografiar objetos cotidianos y lugares desde una perspectiva diferente.
No tardé en llevarla a conocer toda la ciudad.
Fue una experiencia increíble ver su rostro maravillándose por las calles que la rodeaban, esas mismas que yo transité con la urgencia de conseguir dinero para mi próxima dosis.
Involucrarme con ella me hizo sentir privilegiado por cada puta situación que me tocó vivir. Nunca antes había estado tan agradecido por todo el tiempo que pasé deambulando por la ciudad, sólo así pude enseñársela a ella.
Tiempo después le hablé de mi mundo. Le hablé sobre mi adicción y lo orgulloso que estaba de seguir sobrio. Le conté sobre la relación con mis padres y cómo me han dejado a un lado desde que me fui de casa. Le conté del fallecimiento de mi exnovia, sin entrar en detalles. También le dije de mi aventura en secreto con Connie y cómo le oculté todo eso a Dylan, que era mi mejor amigo y quien por mucho tiempo me alojó en su casa.
Rachel no me juzgó. Creo que intuía con anterioridad que algo horrible debí haber hecho como para quedarme sin nadie más que Kate.
«Nadie que quiera enmendar su vida debería estar solo», sus palabras se sintieron como un cálido abrazo hacia el nuevo yo que comenzaba a nacer.
Un quinto pilar se elevó en mi vida con imponencia, uno llamado Rachel.
Jamás entenderé qué fue lo que hice para merecer algo tan bonito como lo era su amor hacia mí. Sólo sabía que haría todo lo posible para que eso no acabase de la misma forma que todo lo demás que se relacionaba conmigo.
Mi relación amorosa no fue lo único que empezó a ir bien, también lo fue mi vida profesional, si es que se le podía llamar así.
En el Tattoo Studio me otorgaron otras labores que requerían mayor responsabilidad, lo que significaba que sus dueños confiaban en mí. Asimismo, los chicos de la banda me pidieron que regresara a mi puesto. No exagero al decir que tardé menos de un segundo en aceptar.
Solo dos cosas me faltaban por recuperar: el contacto con mis hermanos y la amistad con Dylan. Ambas se veían igual de imposibles.
___
¡Hola!
Quise partir la historia explicando un poco el inicio de la relación entre Matt y Rachel. Algo que siempre estuvo claro en mi cabeza y que preferí no mencionar en Entre Canciones, porque su foco era otro.
Esta historia nació así, relatando escenas breves desde el punto de vista de Matt. Sí, sé que es uno de mis personajes más odiados, y créanme que me debatí mucho si seguir adelante con esto, pero en mi cabeza comenzó a surgir una idea tras otra y ya no pude parar.
A veces hay que seguir nuestro instinto.
Espero que les guste este spin-off. Como dije antes, mis chicos todavía tienen mucho que contar ♫
¡Muchas gracias por leer!
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