CAPÍTULO QUINCE.
CAPÍTULO QUINCE:
Michelle.
Freya Flirth alzó las cejas cuando notó a una nueva chica sentada con su grupo de amigos. El cabello de la chica era de un oscuro color rojo, pero eso no era lo que captaba la atención. Al contrario, sus pechos, enormes y redondos, era lo que provocaba que todos los chicos en el grupo le observaran embobados.
—Hola—, saludó Freya, sentándose al lado de Anwar.
— ¡Hola!—, exclamó la chica de los grandes pechos, con emoción —. Soy Scarlett.
La pelirroja asintió, sonriéndole por modales —. Freya—, se presentó —. Entonces, ¿de qué hablaban?
— ¡Vamos a acampar!—, anunció Scarlett, alzando los brazos y provocando que sus pechos saltaron, lo que automáticamente contentó a los hombres.
Freya rodó los ojos ante el comportamiento de sus amigos antes de mirar a las chicas —. ¿Acampar? ¿Por qué?
Michelle bajó la vista y sus labios se torcieron en una mueca. Jal miró a su amiga hasta que fue ella quién tomó la palabra, mirando con pena a la pelirroja —. Por el cumpleaños de Michelle.
—Oh—, balbuceó Freya, comprendiendo todo ahora. Michelle no quería invitarla, y no la culpaba. Puesto que ninguna de ellas había hablado desde la última vez que pelearon. Antes que la chica pudiera decir algo, el timbre sonó y ella se levantó tan rápido que no le dio tiempo a nadie de decir nada más.
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La pelirroja negó, su cabello danzando a su alrededor mientras se giraba a su amigo —. No lo sé, Chris. ¿Cómo sé que no me estás mintiendo?
— ¿Cuándo te he mentido?—, señaló el chico y, cuando Freya le envió una mirada, suspiró —. Está bien, pero no te estoy mintiendo esta vez. ¿Qué ganaría?
La chica se encogió de hombros, cerrando su casillero —. Si Michelle quisiera que vaya, me lo hubiera dicho ella.
Chris miró al cielo, casi cansado de tener que discutir con la chica sobre el tema. El chico tomó los libros de Freya, sosteniéndolos con su brazo derecho mientras que pasaba su brazo libre por sobre los hombros de la pelirroja. Próximamente tenían literatura juntos, por lo que se estaban dirigiendo al salón a un paso lento –ninguno de ellos era fanes de la materia–.
—Michelle no quiere disculparse contigo porque es muy orgullosa para eso. Pero me insistió en que te convenciera para que vayas, es su forma de disculpa. ¿Puedes aceptarlas, por favor?—, pidió y, cuando la chica no respondió, agregó —. Además, vamos todos. ¿Qué vas a hacer el fin de semana aquí sola?
—Tony no va—, murmuró en respuesta, su mirada fija en el pasillo.
Chris bufó —. ¡Por favor! Siempre estás con Tony, ven con nosotros—, insistió, estirando su mano izquierda para hundir su dedo en la mejilla de la chica —. Nos tienes olvidados.
Freya rodó los ojos, finalmente mirándolo con una suave sonrisa que jugaba en sus labios —. ¡Bien! Iré.
— ¡Eso es lo que quería escuchar!—, exclamó Chris con una gran sonrisa, alzando la voz un poco más de lo necesario y atrayendo la atención de las personas en el pasillo.
La pelirroja rió —. Será mejor que no me ignores por la chica de los pechos grandes.
—Su nombre es Scarlett, Frey. Por favor.
—Como si te importara su nombre—, se burló Freya justo cuando se cruzaron con Maxxie. Ella le brindó una animada sonrisa —. ¡Maxxie!
El rubio sonrió a ambos —. ¿La convenciste?
Chris asintió —. ¡Sí! ¡Irá!
— ¡Genial!—, sonrió Maxxie, pasando su brazo por la cintura de la pelirroja y comenzando a caminar —. ¿Listos para literatura?
—Ugh, no—, negó Freya, aunque una sonrisa decoraba sus labios puesto que adoraba la atención que estaba recibiendo. No sólo por la que le daban sus amigos, sino que también por las miradas que recibía de las personas en el pasillo —. ¿Por qué no faltamos?
—Mala influencia, me encanta—, sonrió Maxxie.
Chris sacudió la cabeza —. ¡Creí que yo era la mala influencia!
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Freya creía que Scarlett era un completo dolor en el trasero. No obstante, tenía que admitir que ella los había salvado por tener una carpa en el baúl. (Claro que todo podría haber sido evitado si no fuera porque Chris era un completo idiota que creía que las tiendas sobre el techo del auto se sostendrían por sí solas.)
La pelirroja sabía que Michelle no la estaba pasando bien en su cumpleaños debido a la chica. Y para ser sincera, ella tampoco estaba teniendo el mejor fin de semana de su vida. No podía evitar pensar que Tony faltaba allí, y se sorprendía a sí misma pensando en qué estaría haciendo él.
Pero ella no podía hacer eso. No tendría que hacerlo.
Freya Flirth tenía que concentrarse en Romeo Pando. Su novio. Ella tendría que pensar todo el tiempo en él. Ella tendría que estar feliz porque el chico se había hecho el tiempo para venir con ella a la playa. Ella no tendría que perder el sueño cada noche por pensar en Tony Stonem, no. Eso estaba mal.
Por lo que mientras todos se encargaban de armar la tienda, Freya aprovechó el momento para escaparse de la situación e ir en búsqueda de Michelle (además, ella no sería de ayuda. Siempre había sido mala para armar tiendas.). Y pronto se le unió Maxxie, quién le envió una media sonrisa cuando notó lo que ella estaba por hacer.
Ella fingió no saber a qué se refería.
—Oye, Chelle—, llamó Freya —. ¿Te importa si nos unimos?
Michelle se encogió de hombros —. En lo absoluto.
El silencio los abrumó por unos momentos. Maxxie pasó un brazo por sobre los hombros desnudos de Freya y ella se apoyó sobre su pecho, sus brazos cruzados para cubrir un poco su cuerpo del viento puesto que sólo llevaba su bikini.
— ¿Qué está mal conmigo?—, soltó Michelle.
Maxxie sonrió antes de mirarla —. ¿Cuánto tiempo tienes?
Las dos chicas rieron y Freya estiró su mano hacia Michelle. La ojiverde la miró un momento antes de sonreír y aceptar su mano, levantándose. El trío comenzó a caminar, alejándose del grupo.
—Realmente no quiero dormir en la tienda de Scarlett—, habló Freya cuando sintió que ya había pasado demasiado tiempo en silencio —. ¿Alguna sugerencia?
—Podríamos dormir en la arena—, opinó Maxxie —. No creo que pase nada malo.
Michelle rió —. O, podríamos robar su auto. Marcharnos y no volver.
Freya rió —. Eres malvada, Chelle.
Fue entonces cuando la alarma de un auto comenzó a sonar y los tres se giraron para notar que el agua había subido y ahora la camioneta se encontraba hundida por la mitad.
—Bien—, sonrió Michelle.
— ¡Realmente eres mala!—, rió la pelirroja, y la chica se encogió de hombros, dedicándole una mirada angelical. Freya rió —. Como si fuera a creerte.
Los tres empezaron a reír a carcajadas, observando cómo Scarlett intentaba sacar la camioneta pero sin tener éxito alguno. Pronto Sid intentó ayudarla pero, como era usual, no hizo nada realmente útil.
Ahora sí la estaban pasando bien. O al menos, así lo fue hasta que se giraron y se encontraron con Anwar cogiendo con Sketch.
—Ugh, ¡son asquerosos!—, exclamó Freya, rápidamente cubriéndose los ojos y dándoles la espalda. No podía creer que estuvieran cogiendo en el medio de la playa, donde cualquier persona podría verlos. Además, ¿en la arena? ¿En serio?
Y así fue como otra discusión comenzó.
Freya no se molestó en volver a girarse, sino que bajó y volvió con el resto.
Vaya fin de semana de mierda.
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Freya estaba sentada en el suelo, apoyando su espalda contra el pecho de Romeo. El chico la envolvía entre sus brazos mientras ambos miraban el fuego. Como música ambiental, tenían la discusión de Maxxie y Anwar, cortesía de Sketch.
La pelirroja prestó atención a la disputa cuando Sketch comenzó a hablar, pidiéndole disculpas a todos —. Lo lamento, realmente lo siento. Por favor, todos... ¿me disculpan, por favor?
—Como sea—, Maxxie fue el único que contestó, alejándose de Anwar y sentándose al lado de Freya y Romeo.
Freya aclaró su garganta —. No sé los demás, pero si crees que te voy a disculpar porque te estás cogiendo a Anwar, estás equivocada—, negó y, cuando Sketch abrió la boca, ella entrecerró sus ojos, lo que bastó para que la chica volviera a callar —. Envenenaste a Michelle. Entraste a la casa de Maxxie. ¿Realmente crees que voy a disculparte porque digas que cambiaste?
Silencio otra vez.
Romeo acercó más a la chica a su cuerpo, posando su barbilla sobre el hombro de la chica y dándole un adorable beso en la mejilla. Freya cerró los ojos. Se sentía culpable.
—Bueno, no tengo idea de lo que pasó, pero creo que debemos levantar esto, ¿no?—, habló Scarlett. Freya podía jurar que su voz se volvía cada vez más irritante —. Chris, habías sacado la guitarra antes que el auto se cagara tanto que mi padre va a asesinarme, ¿cierto?
—Sí, creo que está bien—, asintió Chris, pasándole el instrumento a la chica.
Freya gimió cuando Scarlett comenzó a tocar la guitarra. En ese momento creyó que nada podía ser peor que esa tortura. Pero podía ser peor. Claro que podía ser peor. Y eso lo descubrió cuando Scarlett y Sketch comenzaron a cantar juntas.
La pelirroja se giró y escondió su cabeza en el pecho de Romeo, y él simplemente la envolvió en sus brazos y comenzó a repartir besos sobre su cabeza. Eso la relajó, siempre la había relajado. No obstante, en el fondo de su estómago podía sentir el peso de la culpa.
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