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CAPÍTULO ONCE.

CAPÍTULO ONCE:
todos.



      Freya Flirth sabía que tendría que enfrentarse a la furia de su madre cuando llegara a su casa. No obstante, no esperaba encontrarse con una patrulla frente a su hogar.

      Una vez que llegó, se encontró con la puerta principal abierta de par en par mientras su madre le gritaba a un oficial, cargando a su hermano entre brazos.

      —Les estoy diciendo que mi hija desapareció, ¿y ustedes dicen que deben esperar 48 horas?—, gritó la mujer, provocando que el niño en sus brazos comenzara a llorar —. ¡No pueden estar hablando en serio! ¡Mi hija podría estar corriendo un grave peligro justo ahora!

      —Lo siento, madam. Pero la ley--.

      — ¡Me importa una mierda su ley! Quiero que encuentren a mi hija. Ella--.

      —Hola mamá.

      La mujer corrió hasta su hija para abrazarla. El oficial cerró la libreta que sostenía entre sus manos y suspiró, molesto por haber perdido su tiempo.

      Después que la policía se fuera, Freya tuvo que explicar todo lo sucedido. Claro que cambió un poco las cosas, de lo contrario ella estaba segura que su madre no la dejaría salir nunca más. En lugar de lo sucedido, ella explicó que Effy se había escapado a una fiesta y, cuando se enteraron, ellos fueron a buscarla y la encontraron en la fiesta desmayada por una sobredosis.

      Definitivamente era mucho mejor que decirle que se habían metido en un extraño lugar a donde los niños ricos van a morir, y donde ella creyó que también moriría por unos sólidos minutos que se sintieron como horas.

      Claro que, igualmente, su madre le gritó por no haberle avisado y por haber olvidado su teléfono. Pero su regaño fue mucho más leve debido a la delicada situación de Effy.

      Una vez que se enfrentó a su madre, Freya optó por pasar el resto del día en su casa. Excepto por la noche, ya que era el cumpleaños de Anwar y había organizado una fiesta. Pero cuando llegó el momento, la chica no quiso salir de su hogar.

      Tenía miedo, no podía negarlo.

      Sin embargo, cuando su madre comenzó a notar que estaba actuando de forma extraña, Freya rápidamente salió de su casa y comenzó a caminar en dirección al lugar. En su recorrido, no pudo evitar sentirse perseguida. Miraba a todos lados y, cada vez que un auto doblaba la esquina, saltaba en su lugar.

      Ella terminó corriendo hasta el lugar.

      Cuando fue capaz de divisar el lugar y reconoció a Maxxie fuera del lugar, se detuvo. Tomó una pausa para recuperar la respiración y se aseguró que estuviera arreglada, eliminando cualquier rastro de que había corrido lo más rápido que podía las pasadas seis cuadras.

      Una vez que ella creyó que estaba lista para hacer como si nada pasara, cruzó la calle después de mirar a ambos lados hasta llegar a su amigo.

      — ¿Qué haces aquí afuera?—, preguntó la pelirroja.

      Maxxie levantó la vista de su celular y le sonrió a su amiga —. Oye, creí que ya estabas adentro.

      —No—, negó, sentándose a su lado —. Recién llego.

      — ¿Viniste sola?—, inquirió extrañado. Tony siempre la acompañaba, todos ya estaban acostumbrados a eso. En una época incluso se burlaban de ellos por no poder estar separados.

      La chica asintió —. Caminando.

      — ¡Diablos, Frey! ¡Deberías haberme llamado y te acompañaba!—, regañó Maxxie.

      Freya se abrazó a sí misma, pasando sus manos por sobre sus brazos de arriba a abajo —. No tengo mi teléfono. Chris va a traérmelo ahora--.

      — ¿Viniste sola y sin teléfono? Algo podría haberte pasado—, alzó la voz el rubio y la pelirroja comenzó a temblar —. Ahora entiendo por qué Tony siempre te persigue como perro faldero, ¡debes tener más cuidado, Frey!

      La chica le dedicó una sonrisa forzada —. Lo siento. No volverá a pasar.

      Maxxie la observó un momento en silencio, dándose cuenta de su estado —. Estás temblando.

      —Es que... ¡me estoy congelando el trasero!—, mintió.

      — ¡Yo también!—, rió Maxxie —. Hace un frío de mierda—, agregó mientras se acercaba a la chica y pasaba su brazo por sobre sus hombros para intentar darle calor.

      — ¿Por qué estás aquí afuera de todos modos?—, preguntó Freya, acercándose a él —. Sabes que hay una fiesta dentro, ¿cierto?

      La sonrisa del rubio se borró —. Anwar no le dijo a sus padres que soy gay. Le dije que si no se los decía no vendría a su fiesta, y aquí estoy.

      La chica suspiró —. Esperando que les diga.

      Maxxie asintió —. Pero tú deberías entrar. Todos están adentro.

      — ¿Todos quiénes? Sé que Tony aún no vino porque no pasó por mi casa. Si Tony no está, seguramente Sid tampoco esté. Chris me avisó por el teléfono de mi mamá que recién estaba por salir unos cinco minutos antes de que me fuera de casa... si ellos no están y nosotros estamos aquí, sólo están Anwar, que debe estar muy ocupado al ser el centro de atención, Jal y Michelle. Y ellas--.

      —Chris me contó lo que pasó—, interrumpió el rubio, notando la incomodidad de la chica —. Michelle estuvo fuera de lugar. No es tu culpa.

      Freya sonrió ligeramente —. Aún así deben estar enojadas conmigo.

      — ¿Y qué pasó con Tony, luego? Chris me dijo que Sid y tú fueron con él, pero luego no volvieron. ¿Qué pasó?

      El temblor de la pelirroja empeoró y su amigo la abrazó con más fuerza. Ella vaciló antes de contestar —. Volvimos a casa. Sid me acompañó hasta la mía.

      Maxxie asintió. Él estaba a punto de hablar cuando su teléfono sonó y él lo contestó después de un momento —. Hola, Anwar.

      Freya, no queriendo escuchar su conversación, apoyó su cabeza sobre su hombro y cerró los ojos. Se concentró en su temblor e intentó detenerlo o, al menos, disminuirlo. Pero no había caso.

      Escuchó un auto pasar a gran velocidad por la calle, lo que la hizo abrir los ojos del susto. Ella alzó su cabeza y, por suerte, Maxxie no se percató de su reacción.

      La chica no llegó a calmarse antes que Anwar saliera del lugar, siendo seguido por su padre. El hombre saludó con un abrazo al rubio y, luego, abrazó a la pelirroja. Aunque ella supuso que lo hizo sólo para no incomodarla por la diferencia de calidez.

      Freya dio unos pasos atrás, incómoda. Realmente no quería intervenir en ese momento. Afortunadamente, entonces vio a Chris doblando la esquina. La chica, aprovechando que nadie le estaba prestando atención, casi corrió hasta su amigo.

      — ¡Hola, rojita!—, saludó Chris animadamente, dándole un abrazo a la chica y levantándola ligeramente del suelo.

      Freya rió, repentinamente alegre —. ¿Cómo estás, tonto?

      —Hecho una mierda, ¿tú?

      —Hecha una mierda.

      Chris sonrió, pasando su brazo por sobre los hombros de la chica mientras retomaban su camino hacia la fiesta. Cuando llegaron, Freya se alegró de ver que el padre de Anwar ya no estaba y los dos amigos volvían a hablar como siempre.

      —Casi lo olvido, aquí tienes tu celular—, anunció el chico, sacando el móvil de su bolsillo y dándoselo a la chica.

      —Gracias—, sonrió Freya, encendiéndolo de inmediato y viendo cómo las llamadas perdidas de su madre entraban de a una, recordándole una vez más la noche anterior.

      —Por cierto, tus fotos son muy aburridas—, comenzó Chris —. Quiero decir, siendo pelirroja creí que serían una locura. Pero me decepcionaste... bueno, hasta que encontré tu carpeta secreta.

      Freya abrió los ojos de repente, guardando su celular en su bolsillo e intentando pensar en las fotos que tenía en el aparato, pero su mente estaba en blanco —. ¿Qué diablos viste?

      —Tus lindas tetas. Aunque no es nada nuevo—, le guiñó un ojo.

      Maxxie y Anwar se giraron, prestando atención a su conversación. El que cumplía años lucía perplejo —. ¿Escuchamos bien? ¿Viste los senos de Freya?

      Chris les dedicó una sonrisa ganadora antes de recibir un golpe en la nuca por parte de la pelirroja. Mientras el chico se frotaba el lugar adolorido, la chica explicó —. Él entró mientras me estaba cambiando. Fue un accidente.

      —Un lindo accidente—, sonrió Chris —. Además, se estaba cambiando frente a Maxxie.

      — ¡Él estaba dormido!—, justificó Freya.

      —Claro que lo estaba. ¿No es así, rubio?—, rió Chris, mirando a Maxxie con una sonrisa que le decía que lo había atrapado.

      Maxxie tenía el ceño fruncido, profundamente confundido —. ¿Cuándo pasó esto?

      — ¡Te lo dije!—, gritó la chica, mirando a Chris antes de agregar —. ¡No puedo creer que hayas mirado mis fotos, pervertido!

      — ¡Oye!—, se quejó Chris cuando Freya comenzó a golpearle, tomando sus manos y evitando que continuara —. ¡No es mi culpa! Tendrías que haber puesto una contraseña. No culpes al jugador, culpa al juego.

      Freya negó, indignada —. Tú eres el pervertido, ¿y yo tengo la culpa?

      —Sí—, asintió el chico antes de escuchar la música que provenía de la fiesta —. ¿Quién es el DJ? Es Starship. Hasta yo creo que eso es una mierda.

      —No puede ser tan malo—, animó Maxxie —. Tienen cordero bhuna picante.

      Freya sonrió al notar el cambio de ánimos del rubio. Chris alzó las cejas, interesado —. ¿El de tu mamá?

      —Sí—, asintió Anwar

      — ¡Vamos!—, exclamó Chris.

      —Eres tan sencillo de complacer—, rió Freya.

      Chris alzó las manos al aire, casi golpeando a la chica en el rostro porque seguía rodeando sus hombros —. ¡Alguien tiene que serlo en esta ciudad!

      Cuando entraron, Anwar se giró —. He recibido el mejor regalo de cumpleaños.

      — ¿Por qué estás de regreso con tu mejor amigo?—, inquirió Maxxie.

      —Aw, Anwar. ¡Eres un dulce!—, sonrió Freya.

      —No, estúpidos, ¡voy a tener sexo esta noche!—, exclamó Anwar.

      Freya arrugó la nariz —. Eres un cerdo.

      —No me importa lo que digas—, contestó Anwar, con una gran sonrisa —. Aún voy a tener acción esta noche, ¿qué con ustedes?

      —Preferiría que no—, negó Freya.

      Chris también negó —. No estoy de humor.

      —Soy el único gay en toda la maldita ciudad, siempre estoy dispuesto—, contestó Maxxie.

      El grupo soltó un par de carcajadas.


──────────────


      El grupo de chicos estaba celebrando en la pista de baile una vez que Kenneth tomó poder del lugar del DJ. Ahora la música era perfecta y se podía comprobar aquello al ver la pista de baile repleta de personas bailando, saltando y gritando.

      Michelle no estaba con ellos, por lo que Freya se sentía más libre. Pero sí estaba Jal, quién se mantenía en un extremo del grupo mientras la pelirroja se mantenía en el otro. La pelirroja estaba bailando entre Maxxie y Chris, los tres animados mientras saltaban de un lado al otro cuando la chica sintió su teléfono vibrar.

      Ella rápidamente se soltó del agarre que tenían sus amigos sobre ella y les señaló que iría a atender una llamada. Miró la pantalla del móvil y vio que se trataba de Tony.

      —Hola, Tony. Aguarda un minuto—, gritó al contestar, apurándose para llegar al baño. Cuando llegó, cerró la puerta detrás de ella, ahogando un poco la música —. ¿Dónde estás? Si estás esperando a que la fiesta se ponga buena, ya puedes venir. Kenneth está poniendo muy buena música.

      Freya frunció el ceño cuando no entendía lo que Tony le decía. La señal se entrecortaba y no podía ni adivinar qué le estaba diciendo.

      — ¿Tony? No te oigo. ¿Me escuchas? Se corta la señal.

      La chica se giró hacia la puerta, a punto de salir fuera del lugar con la esperanza que la mala señal fuera culpa del establecimiento. Pero entonces, la señal se aclaró.

      — ¿Puedes oírme ahora?—, escuchó la voz de Tony perfectamente.

      —Sí, ¿dónde estás?—, contestó la chica, alejándose de la puerta del baño y sentándose sobre la mesada de los lavabos.

      —Tengo que decirte algo.

      — ¿Pasó algo?—, exclamó preocupada, automáticamente pensando en lo peor después de lo que habían pasado —. ¿Estás bien?

      —No pasó nada, no te preocupes—, aseguró Tony —. Pero... soy un idiota. He estado actuando como uno por mucho tiempo, y ni siquiera sé por qué lo hago.

      —Tony—, balbuceó Freya, confundida.

      —Tal vez puedo cambiar. No, no. Sé que puedo cambiar. Y quiero cambiar, Frey. Todo este tiempo me lo estuve negando a mí mismo porque quería evitarlo--. Quería evitar parecer débil frente a los demás cuando todos me idolatraban por ser como soy. Como dije, actúe como un idiota.

      >> Pero ya no voy a negarlo. Ya no quiero negarlo. Tú eres la única, Frey. Ya no quiero esconderlo más, no puedo hacerlo. Basta de juegos, basta de estupideces. Quiero estar contigo y--. La verdad es... la verdad es que te amo.

      Freya estaba al borde de las lágrimas dentro del baño. No podía creer que esto estuviera pasando después de tanto tiempo. Pero entonces escuchó una fuerte bocina, tan fuerte que le dio la sensación que salía de su teléfono.

      Ella se asustó, dando un salto en su lugar —. ¿Tony?

      Nada.

      — ¿Tony?

      Nada otra vez.

      — ¡Oh por Dios, Tony!—, gritó, rompiendo en llanto —. ¡Háblame! ¿Dónde estás? Tony, ¿dónde diablos estás?

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