CAPÍTULO DOCE.
CAPÍTULO DOCE:
Tony y Maxxie.
Después de haber terminado de practicar su presentación, Maxxie se acercó a sus dos amigos con una sonrisa —. ¿Qué les pareció, entonces?
Freya sonrió —. Estuviste increíble.
— ¿Tone?—, se giró, pero el mencionado tenía la vista perdida en otro lado.
—Tony—, llamó la chica, posando su mano sobre su pierna.
El azabache la miró antes de mirar a Maxxie —. ¿Qué? ¿Qué me pareció qué?
—Los movimientos. Jonno y Kel los crearon—, explicó Maxxie, pero se detuvo cuando Freya negó ligeramente su cabeza.
—Están bien—, respondió Tony.
Freya suspiró antes de levantarse —. Ya vamos, ¿no?—, sugirió, tomando las manos de Tony para ayudarlo a levantarse.
El trío tomó el bus para llegar a la casa de Maxxie más rápido. Tony y Maxxie iban sentados uno al lado del otro, mientras que Freya permanecía parada a su lado en el pasillo, agarrándose del respaldo del asiento de Maxxie. Ambos chicos le habían ofrecido su asiento, pero ella se negó porque sabía que el rubio estaba cansado y sabía que el azabache no podría permanecer de pie en el bus. Pero ella no les dijo eso, sino que les inventó que tenía ganas de estar parada y ambos dejaron el tema cuando se percataron que ella no cedería.
La pelirroja mantenía sus ojos sobre el azabache, quién parecía estar a punto de caer dormido mientras miraba por la ventana cuando, de repente, pegó un salto porque un bus pasó al lado de la ventana a toda velocidad. Tony apretó la mandíbula para no gritar al mismo tiempo que tomó la mano de Maxxie.
— ¡Oye! No te preocupes, amigo. ¿Sí?
—Sí—, respondió Tony, volviendo a mirar por la ventana mientras seguía inspirando y expirando aire violentamente.
—Todo está bien, Tony—, aseguró Freya —. Tranquilo.
El chico desvió su mirada de la ventana para posarla en la chica y ella le envió una sonrisa reconfortante. Tony asintió lentamente, aún mirando a la chica por un par de momentos más antes de volver a mirar por la ventana.
Después que se bajaron del bus, el grupo caminó lentamente hasta la casa del rubio. El segundo en que comenzaron a caminar, Tony tomó la mano de la pelirroja. Freya no dijo nada, ya que era costumbre que el azabache buscara sostener su mano siempre que estaban en la calle. Nunca le había preguntado la razón, pero supuso que lo hacía sentir mejor así que sólo lo dejó e intentó no incomodarlo.
—Hola, Maxxie—, saludó un grupo de niñas pequeñas.
Maxxie les devolvió el saludo con una sonrisa —. Hola.
— ¿Quiénes son ellos?
—Ellos son Tony y Freya—, presentó el rubio.
Freya les dedicó una sonrisa a las niñas, pero ninguna de ellas le prestaron atención ya que deseaban recibir la atención del azabache. Al notar que Tony estaba mirando a otro lado, completamente distraído, la pelirroja apretó su mano, causando que él la mirara. Ella apuntó con su cabeza a las niñas y él las observó por un momento.
—Hola—, murmuró finalmente.
— ¿Qué te pasa?
—Sufrí un hematoma subdural traumático con complicaciones motoras y de percepción—, explicó Tony antes que Freya pudiera contestar por él.
— ¿Estás mal de la cabeza?—, preguntó otra niña, más suavemente.
—Sí—, murmuró Tony y Freya suspiró, enviándole una mirada a Maxxie mientras apretaba la mano de Tony con más fuerza.
—Aún así sigues siendo guapo—, sonrió otra niña.
— ¡Totalmente! Tienes un buen cuerpo. ¿No es cierto, Queenie?
—Sí, está bueno.
La misma niña que le había preguntado antes, observó las manos unidas de ambos —. ¿Eres su novia?
Freya sonrió sin mostrar los dientes, realmente estaba cansada de tener que hablar con las niñas —. No, ojalá—, respondió y sintió la mirada de Tony sobre ella, pero no le devolvió la mirada.
Maxxie rió, mirando a la pelirroja con las cejas alzadas —. Vamos. Nos vemos, chicas.
— ¡Nos vemos, Maxxie! ¡Adiós!—, se despidieron a coro.
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Después que terminaron de comer, Freya se encargó de lavar los platos para evitar que la madre de Maxxie lo hiciera. Ella ya estaba agradecida con la mujer porque había acostumbrado a recibirlos y darles de comer, por lo que ella creía que lo mínimo que podía hacer era lavar lo que se ensució. La chica estaba a punto de terminar cuando Maxxie se dirigió a la puerta —. Ya vuelvo.
La pelirroja se giró —. ¿Qué?
—Ya vuelvo—, repitió Maxxie, creyendo que la chica no le había oído. Pero no era eso, ella le había escuchado perfectamente.
—Maxxie, te dije que tengo que irme.
—Será un minuto—, prometió el rubio —. Además, Sid no debe estar muy lejos.
—Pero Max--.
—Suenan como un viejo matrimonio peleando—, bromeó Jackie, la madre de Maxxie, al ingresar a la cocina —. No tendré problema en estar con Tony mientras Sid llega. Puedes irte Frey.
Las mejillas de la chica se encendieron en un tono rosado mientras miraba a la mujer, apenada —. Está bien, gracias. Igualmente puedo quedarme un rato más, es sólo que nunca sé si cuando Maxxie dice que será un minuto, realmente se refiere a un minuto o a un par de horas.
El chico rió, mirando a su madre —. Tienes razón. ¡Sonamos como un matrimonio!
Freya terminó de guardar el último plato antes de girarse al rubio —. Vete o voy a pedirte el divorcio, Oliver.
—Esta es mi casa, Flirth—, bromeó Maxxie, haciendo su voz más grave antes de cruzar la puerta —. ¡Será sólo un minuto!
—Bueno, llámame cuando tengas que irte—, anunció Jackie antes de levantarse y la chica volvió a darle las gracias antes de sentarse al lado de Tony.
— ¿A dónde tienes que irte?—, preguntó el azabache.
—Mi mamá ya volvió a trabajar, ¿recuerdas? Los miércoles siempre trabaja de tarde y como se peleó con su novio anoche, y la niñera ya está ocupada, tengo que cuidar yo a Matty—, mintió. Se sentía mal por tener que mentir.
Tony asintió, tomándose unos minutos para entender —. ¿Puedo ayudarte?
Freya se sintió más culpable todavía.
—Uhm, Tony... no--.
—No, tienes razón—, negó el chico —. Sólo tendrías que cuidar de nosotros dos en lugar de sólo a tu hermano.
—No, ¡Tony! Eso no es cierto. Es sólo que ya arreglé con Anthea que estarías devuelta antes de las seis y... sabes cómo es tu madre, no se conformaría con una sola llamada. Y si vamos hasta tu casa y luego de vuelta a la mía, haría llegar tarde a mi madre al trabajo.
—Está bien. Sólo quería pasar más tiempo contigo.
Freya quiso llorar en ese mismo momento. Pero no lo hizo. Por el contrario, ella tomó la mano de Tony y comenzó a acariciarla.
—Mañana pasaremos todo el día juntos si quieres.
Tony alzó la cabeza para mirarla —. ¿En serio?
La pelirroja sonrió y asintió —. En serio.
Una sonrisa se expandió en el rostro de Tony, contento otra vez —. Genial.
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Freya emitió un quejido cuando Sid no contestó el teléfono. Ella volvió a marcar y posó nuevamente el móvil sobre la mesa mientras seguía maquillándose frente al espejo.
— ¿Freya?
— ¿Por qué no fuiste?—, preguntó de inmediato en cuanto escuchó su voz, hablando más alto de lo normal ya que lo había colocado en altavoz —. Chris me contó todo, ¿cuál es tu excusa ahora?
—No puedo hacerlo, Frey. Yo--.
—Eres un cobarde—, culminó la pelirroja, terminando de colocarse la máscara de pestañas para, entonces, tomar el celular y llevárselo al oído —. Tony necesita todo el apoyo que pueda tener, y tú pareces no poder siquiera acompañarlo a su casa.
—Lo siento--.
Ella ya ni quería escuchar su voz —. Eso no sirve de nada. Me hiciste mentirle a Tony, hiciste que le dijera que finalmente irías a verlo, para que solamente lo volvieras a dejar esperando. Estás siendo un idiota.
—Lo sé, voy a--.
Freya le cortó. No quería realmente tener una conversación con él, sino que quería decirle todo lo que pensaba sin tener que lidiar con sus excusas. Ya habían tenido esta discusión millones de veces. Él le diría que era muy difícil ver a Tony así, y que siempre repitiera lo mismo sólo la hacía querer abofetearlo. Era duro para todos ver a Tony así, de eso no había duda. Pero aún peor era para Tony, quien es realmente quién está pasando por todo eso.
La pelirroja arrojó su móvil sobre su cama antes de girarse y acercarse a su ventana. Ella miró hacia abajo, recordando cómo, si el accidente no hubiera ocurrido, Tony estaría esperándola abajo.
Si el accidente no hubiera ocurrido... si él no le hubiera dicho que la amaba.
Con una mueca, se alejó de la ventana y cerró las cortinas. La chica volvió a girarse al espejo y prosiguió a terminar de maquillarse, colocándose un oscuro color en los labios.
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Una vez en la fiesta, Freya Flirth no pudo evitar separarse de su grupo de amigos cuando notó a Sid alejado de ellos. Tranquilamente, como si ellos no hubieran discutido un par de horas atrás (o más bien ella lo haya insultado mientras él intentaba justificarse), ella se sentó a su lado.
—Perdón.
Sid se movió al lado de la chica, girándose para asegurarse que era ella y no fuera alguien más. Su ceño se encontraba completamente fruncido, y su boca se abría y cerraba como si fuera un pez fuera del agua —. ¿Q-qué?
La pelirroja rodó los ojos —. Me escuchaste, no voy a repetirlo—, negó, girándose para mirarlo a los ojos —. Mira, sé que no es fácil. Pero también sé que, que yo te ande gritando, no va a ayudar en nada. Así que me arrepiento de haberlo hecho.
El chico de gafas asintió, mirando al suelo otra vez y sumiéndose en sus pensamientos —. Yo también lo siento. Se supone que somos mejores amigos—, suspiró, pasándose las manos por la cara antes de volver a mirar a la chica a su lado —. No debería haberte dejado sola.
Una pequeña sonrisa curvó los labios de Freya —. Podría olvidarlo si vienes conmigo mañana, voy a pasar todo el día con Tony.
Sid asintió inmediatamente, volviendo a mirar al frente. Freya le observó, notando que estaba dudando si decir o no algo cuando, de repente, enmudeció. Ella frunció el ceño, pero rápidamente el por qué había guardado silencio fue contestado con la aparición de alguien.
Romeo Pando nunca había sido bueno con su momento para aparecer. Por ejemplo, había aparecido justo cuando Sid parecía estar a punto de confesarle algo. Otro ejemplo podía ser que él había sido el único el brindarle confort a Freya cuando era lo que más necesitaba... lo que puede que los haya llevado a ahora estar saliendo.
—Frey, bombón, te estaba buscando—, exclamó el chico de rulos, una gran sonrisa en sus labios mientras se acercaba a ambos y estiraba su mano hacia la chica.
Como quien no quiere la cosa, Freya estiró lentamente su mano hacia él, y eso fue suficiente para que Romeo la tomara y la hiciera levantarse, rodeando su cintura con sus brazos y acercándola a su pecho.
—Uhm, Ro—, balbuceó la pelirroja, sus mejillas tiñéndose de un ligero rosado aunque no era visible por las luces bajas de la fiesta —. Él es Sid. Sid, él es Romeo.
Sid se levantó rápidamente, mirando la situación con los ojos entrecerrados —. Hola.
—Hola—, saludó Romeo, con su usual tono jovial y despreocupado. Él volvió a girarse a la chica, listo para darle un rápido beso sobre los labios, pero Freya lo detuvo.
—Estábamos hablando de algo importante, ¿no te importaría...?
—Oh, ¡claro!—, asintió Romeo, captando la indirecta. Él la soltó y señaló hacia la derecha —. Todos estamos por allá, ¿bien?
—Bien—, asintió Freya, brindándole una pequeña sonrisa antes que el chico la besara en la mejilla y se marchara. Cuando ella se giró a Sid, ya sabía lo que se avecinaba.
— ¡Me estabas diciendo a mí cuando tú ya tienes un reemplazo!
La voz de la chica tembló —. ¡S-Sid!
— ¿Tony lo sabe?
La vista de la pelirroja bajó un momento al suelo antes de volver a enfrentarse a la mirada de su amigo —. No tiene por qué saberlo.
—No tiene por qué--. ¿Estás bromeando?—, gritó Sid, captando algunas miradas de las personas que se encontraban más cerca a ellos, pero nadie les prestó la suficiente atención ya que estaban allí para divertirse —. ¡Freya! ¡Él te ama!
—No, no lo hace.
— ¡Él te lo dijo! No puedes--.
— ¡Y ya no lo recuerda!—, gritó Freya. Sus ojos se llenaron de lágrimas de un segundo al otro, y algunas de ellas lograban escapar y rodar por sus mejillas. No obstante, a la chica no le importó. Dejó que las lágrimas corrieran, sin importarle cómo lucía —. Ya no lo recuerda, Sid. Y si no lo recuerda es porque no lo hace.
Sid no supo qué responder a eso, por lo que simplemente la miró. Después de unos momentos en silencio, se dejó caer sobre la plataforma en que se encontraba sentado antes. Ambos se seguían mirando el uno al otro cuando los gritos de Chris llegaron a sus oídos, llamando a la pelirroja.
Freya rápidamente retiró las lágrimas de su rostro con la palma de su mano y se giró en dirección a los gritos de su amigo. Una sonrisa se expandió en su rostro cuando cruzó miradas con Chris —. ¡Ya voy!—, gritó en respuesta y no se molestó en mirar de vuelta a Sid antes de correr en dirección al grupo.
jorge lopez como
ROMEO PANDO.
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