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Kim Taehyung, BTS
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-Yoongi, ahora vengo. Iré a la cafetería a pedir dos sandwiches y malteadas para nosotros.-me indicó Hoseok.
-Vale. Te espero aquí.-dije y me senté en una banca ubicada en la sombra. Fue difícil hallarla entre tantos espacios vacíos que daban paso libre a los fuertes rayos solares, mis mayores enemigos. Puse un auricular en cada oído y la música comenzó a sonar.
-Hey! ¡Aberración!-Conocía ese tono de voz a pesar de tener la música bien alta. Levanté la vista y mi ojo color azul eléctrico estoy seguro que parece chispear, y el verde lo mira, profundo, airado, de lo mucho que detesto al chico frente a mí. No lo veo enfocado, pero conozco ya su tono y silueta. Lee MinJae de tercer año se volvió mi acosador número uno y el encargado de hacer mi vida más miserable.
-¿Oh? ¿Qué pasa con tus ojos? ¡No me mires de esa forma brujo!-el primer puñetazo voló hacia mi cara y caí al suelo del impacto, mis anteojos también por lo que mis ojos ardieron debido a la claridad insoportable que mi retina no era capaz de bloquear del todo. Los tipos frente a mí aplastaron las gafas. Sentí las lágrimas caer raudas por mis pómulos y el sabor metálico en mi boca. La mandíbula se me tensó del dolor y la piel escoció al haber sido cortada por uno de sus anillos.
-¿Debería quitarte el abrigo y exponerte al Sol vampiro?-rió como villano de películas, o al menos así de siniestra sentí su risa mientras me dedicaba a negar y tiritar con los ojos cerrados suplicando por que no lo hiciera.
-Cielos, miren. El ratón de laboratorio está llorando.-se mofaron de mí y me agarraron del cuello de la camisa de uniforme para levantarme del suelo en contra de mi voluntad.
-Eres el estigma de tu madre, vivirá con tu carga toda la vida. Eres fruto del pecado y debemos destruirte.-
¿Dé qué película de marvel había sacado semejante frase idiota.
Soy capaz de ver con mucha dificultad una de sus comisuras elevarse dedicándome una sonrisa torcida. Me obligó a ir con ellos a empujones. No habían maestros a mi alrededor a los que pudiera pedir ayuda y mi primo se estaba tardando en llegar.
-¡Suéltenme!-chillé exasperado y pataleé cuando me levantaron en peso listos para lanzarme a un tanque de basura ubicado detrás del comedor de la instalación.
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La alarma de mi despertador sonó devolviéndome a la realidad. Las últimas palabras permanecen frescas en mi mente y las siento como ecos en mi cabeza que se repiten una y otra vez sin cesar.
"Eres el estigma de tu madre. Fruto del pecado."
El sudor perla mi frente y recorre mis sienes descendiendo por el costado de mis mejillas. Mi respiración es errática y la visión de mis manos temblorosas es borrosa. Me hice un ovillo en la cama intentando calmar la crisis de ansiedad que estaba a punto de debutar. Mi adolescencia tiene momentos que mi cerebro se encarga de recordarme constantemente. Es una tortura perenne con la que tengo que lidiar a pesar de no ser culpable de mi condición.
El dolor en mi pecho crece y la angustia está latente mientras frente a mí se proyectan los eventos traumáticos. La sensación de ahogo y adormecimiento en manos y pies empeora. Hago el intento de contar hasta cuatro y concentrarme en respirar pausadamente con mi abdomen mientras me veo fuera de mí como si estuviese observando un filme.
Cerré los ojos con fuerza y traté de imaginar algo que me diera paz, mi padre tocando el piano en las mañanas. La melodía llenó mi cabeza acallando mis gritos desesperados y los golpes que me propinaban. El olor de la tarta de manzana recién horneada por mamá me acarició las fosas nasales.
Cuando los síntomas mermaron ya habían pasado cerca de 30 minutos.
-¡Genial! Llegaré tarde el primer día de trabajo.-bufé y me apresuré a meterme al baño.
-¿Qué hora es?-le pregunté a mi celular y cerré la puerta tras de mí sosteniendo la maleta procurando que no cayera de mi hombro.
-Las 8 con 30 minutos.
-¡Mierda! Solo me quedan 30 minutos exactos para llegar.-hablé para mí mismo y troté para adelantar un poco de camino al menos. Con suerte lograría tomar el metro hasta Insadong.
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Casi no alcanzo a subir al metro, pero lo hice gracias a un pelinegro que me haló del brazo antes de que las puertas cerraran.
-Gracias al menos.-lo oí murmurar.
-Oh, sí. Gracias, aunque que recuerde, no te pedí tu ayuda.
Al tenerlo cerca, a causa de la aglomeración de personas, veo su rostro difuso, pero sé que su ceño está fruncido.
-¿Así es como agradeces a la persona que te ayudó a subir cuando estabas teniendo serios problemas para abordar?
Si hay algo que yo detesto son las personas abusadoras, pero más detesto a las que se creen buenos samaritanos y me brindan ayuda por lástima.
-Te repito, no pedí tu ayuda. ¿No te han enseñado a hacer el bien sin esperar nada a cambio?-
Ya me está reventando las pelotas con su habladuría.
-¿Eres testigo de Jehová o algo así? Malagradecido es lo que eres.-gruñó.
-Sí, ya. Déjame pasar falso buen samaritano.
-No quiero.-rodé los ojos ante su negativa.
-Como quieras.
Me encogí de hombros y caminé sin importar que estuviera en frente mío como una estatua, choqué abruptamente mi hombro con el suyo.
Logré que se echara a un lado y avancé hasta el medio del vagón ganándome más de un reproche.ñ del pelinegro, y las personas con las que tropecé. Veo un asiento vacío que al parecer nadie a querido tomar, entonces me siento.
-¡Rayos! Olvidé ponerme el rímel y pintar las cejas.-bufé al revisar mi aspecto en la cámara de mi celular, una llamada de Hoseok entró en ese mismo instante.
-Primo ¿Dónde estás?
-Camino a la escuela, ¿Por?
-Mi madre quiere que pases por acá para darte algunas mandarinas y que te quedes a cenar, te extraña y también mi padre.
-Me estás sobornando usando las mandarinas y a mis tíos. Ahora sí, dime lo que quieres realmente.
-Ash! Ni detallista me dejas ser.
-Si fuera un detalle de verdad, lo apreciaría, pero sé que tu tono de voz excesivamente meloso es el de alguien que necesita un favor. Habla ya que no tengo toda la mañana y voy tarde.-reí.
-Verás...La hija de Yoonha...
-¿Yoonha no es tu amor platónico? ¿Qué tengo que ver yo con eso? No tengo la vocación del bebé en calzones con un tirapiedra. ¿Cómo era que se llamaba?
-Cupido.-resongó.
-Ese, ese mismo.
-¡Déjame hablar hombre! ¡Qué manía de interrumpirme. ¿En serio te graduaste de magisterio?
-Sí, pero no de psicólogo de parejas.
-Como te decía-bufó y en respuesta reí.-La hija de Yoonha irá a estudiar a una beca en Canadá dentro de dos años y Yoonha me comentó que necesitaba un profesor particular que le diera clases de inglés. Te pagará muy bien.
-Entonces necesitas que te ayude en eso. Lo pensaré...Lo más probable es que te diga que no así que ni te crees ilusiones. Ahora es cuando te arrepientes de haber escogido solo chino mandarín.-colgué y me reí de tan solo imaginar la cara estupefacta y enojada de mi primo. Obviamente lo ayudaré, pero es necesario molestarlo porque se me hace muy divertido.
Finalmente bajé mis gafas, saqué el rizador de pestañas y comencé a usarlo.
-Es curioso que te guste pintar tus pestañas, ¿eres transexual?-levanté la vista y ahí estaba de nuevo. Es la misma vestimenta, qué mal gusto en la moda por cierto, y el mismo aroma a pino.
-¿Y eso qué te importa?-Al parecer también es ciego porque ni se fijó en mis cejas blancas.
Desvié mi atención hacia lo que hacía anteriormente, con mi escasa visión intento enfocar mi reflejo en el teléfono.
-¿No te vas a disculpar por el empujón? Casi me caigo. Soy bailarín ¿Qué si me hubiera lesionado?
-Si no te quitas de en medio, tengo que empujarte.-
-No me quité porque, en primera, no te enseñaron las palabras mágicas de pequeño, en segunda porque no me dió la gana y en tercera porque había un pequeño espacio para bordearme y pasar.
-Y restregar mi pelvis con tu trasero, no gracias.-me gané una mirada furibunda de mi contrario.
-Vale, si eso es lo que quieres y así logro que me dejes en paz lo haré. Gracias por ayudarme a subir, perdón por empujarte, por favor ya vete. Listo, ya dije las palabras mágicas.-refunfuñé y lo observé sentarse en el asiento frente a mí.
Inspiré con tranquilidad, saqué el lápiz de cejas y comencé a ocultar su palidez.
-Idiota.-lo escuché maldecir. Sacó su celular y se colocó los audífonos.
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El trayecto se me hizo más largo de lo esperado, pero para mi suerte y placer ya había llegado a mi destino.
Miré al trigueño de reojo cuando estábamos en la puerta esperando a que se abrieran para bajar, revisaba algunas fotos en su celular sin mucha gana. ¿También tiene que bajarse en la misma parada? Ash! ¡Qué día de mierda!
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Ya estando frente a las puertas de la universidad me detuve a mirar la obra de arte hecha a puntillismo en toda la fachada de la edificación, es algo que puedo ver con nitidez y me permite apreciar sus bonitos colores. La obra me transmite esa sensación de que lo imperfecto también puede ser perfecto, solo es cuestión de saberla mirar desde la perspectiva correcta.
Sentí el obturador de una cámara sonar y me volteé a ver a la persona a mi lado.
-No lo puedo creer.-jadeé-¿En serio me estás acosando?
-Me parece que aparte de idiota, maleducado, también eres engreído.-volvió a tomar una foto de la fachada del edificio, mesó su cabello hacia atrás para verificar la imagen y guardó su celular para retirarse camino al interior.
-No me jodas que trabaja aquí.-farfullé y palmeé mi frente.-Al parecer este día será más obstinante.
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Nota: El fanart que sale en la multimedia no me pertenece. Los créditos a su respectiv@ dueñ@. ❤️
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