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Sasha Sloan
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Las personas suelen vivir quejándose por todo lo que les sucede, si es bueno, porque podría ser mejor, si es malo porque es un castigo. En lo personal no suelo quejarme de ser como soy, he aprendido a irme aceptando poco a poco, se podría decir que más bien me he resignado y le he sacado partido a mi situación, pues actualmente soy modelo. Caminar por las calles con mi físico es una mierda, no porque me avergüence el como soy sino, por la de miradas indiscretas que tengo posadas sobre mí cuando transito por la calle de Insadong cada vez que voy de camino a la universidad. Mis ojos son casi inservibles, se mueven en varias direcciones a la misma vez, pero eso no es lo malo, debido a que puedo ver las cosas estáticas a pesar de ello. Lo jodido de mis ojos es la hipermetropía, es un grano en el culo. Me cuesta leer carteles de cerca, pues todo se me hace borroso, es fastidioso cada vez que debo tomar el metro, o leer menús en restaurantes y, ni hablar de leer los libros para estudiar. Termino con fatiga ocular horrible y cefalea por lo que la mayoría del tiempo no me queda de otra que escuchar audiolibros; lo que más agradezco sin embargo es que de lejos veo bastante bien, por ello y mi visión periférica noto las miradas agenas. Como este tipo de cosas me suelen molestar, decidí adoptar la opción de llevar peluca negra y teñir mis cejas del mismo color, así por lo menos paso más desapercibido entre los transeúntes. De pequeño solían hacerme preguntas bien tontas por mi aspecto físico: ¿Y ves a colores? ¿Eres ciego? ¿Por qué usas gafas oscuras? ¿Puedes teñirte el cabello? Hasta los típicos insultos: "Debiste haber nacido con una maldición, no te me acerques." "Desaparece de mi vista paliducho" "Personas como tú no deberían nacer" "Pareces demente" "¿Sabías que se hubieras nacido en África te habrían perseguido y mutilado para ofrecerte en sacrificio a sus dioses? "Te salvaste de nacer en Corea del Sur" "Eres el estigma de tu madre". Esas y muchas atrocidades más escuché durante todo mi trayecto de la niñez a la adolescencia. Recuerdo que de niño solía llorar horas y horas y me odiaba demasiado, a tal punto que en casa tuvieron que quitar todos los espejos para que yo no terminara lesionándome. Sí solía romperlos cuando miraba mi reflejo. La tortura verdadera venía en las vacaciones de verano donde todos los niños podían ir a la Playa y yo no, ni siquiera me dejaban salir de casa. No porque mis padres fueran sobreprotectores o unos seres repugnantes y egoístas que odiaban mi felicidad, nada de eso. No salía porque no podía. Ir a la playa era exponerme demasiado al Sol a pesar de usar ropa que me cubriera entero y bloqueador solar. Me saldrían manchas horribles y terminaría teniendo cáncer más adelante.
Así que en mi niñez aprendí a estar solo, a excepción de la compañía de mi primo Jung Hoseok. Él jugaba conmigo y me hacía reír mucho. Me enseñó muchas cosas buenas y entre ellas a darme el amor propio, claro que eso le tomó bastante tiempo, peleas y cansancio. No sé qué hubiera sido de mí sin su ayuda y la constancia de mis padres en asistir en llevarme a terapias psicológicas y reunirme con más niños de mi tipo.
Tener el gen que provoca el albinismo no es nada lindo. La falta de melanina y pigmentación en la piel, cabello y ojos nos complica la vida en la sociedad e incluso para conseguir trabajo, pero gracias a que no me he dejado derrotar por esta sociedad basura y la ayuda de mis seres queridos hoy es un día grandioso, finalmente lo he logrado.
—¡Min Yoongi! Apúrate hombre. Llegaremos tarde a la graduación.—escuché la voz chillona de mi primo y cerré los ojos con fuerza por la molestia que me causó oír los descíbeles tan altos a horas tempranas de la mañana.
—¡Ya voy joder!—grité exasperado colocándome la peluca negra. Al menos tenía que pasar mi etapa de universidad con tranquilidad y disfrutando de las chicas como cualquier otro joven de mi edad.
Escuché sus pasos hacerse más fuertes al subir las escaleras y supe enseguida que venía en camino a buscarme.
—¡Ahí estás!—abrió la puerta súbitamente.
—No. No fíjate que no estoy. Solo estás oyendo mi voz y soy Slenderman.—comenté con sarcasmo concentrado en usar el rimel para mis pestañas, así no se verían blancas.
—Déjate de ironías y apresúrate. La tía y el tío están hechos un manojo de nervios. Me han reventado el celular con mensajes y llamadas porque tienes el teléfono apagado.¿A quién se le ocurre apagar su teléfono el día de su graduación? Claro a mi primo, por supuesto.—puso las manos en jarra y yo rodé los ojos pero creo que lo que logré fue que se movieran sin control.
Lo ví caminar hacia mi escritorio en forma de ele ubicado en una esquina de mi habitación y abrió la gaveta. Supuse que me ayudaría a no olvidar nada, como tenía ya por costumbre. Él es casi tan quisquilloso como mamá.
—¿Qué tipo de gafas usarás hoy? ¿Te gustan estas? ¿O estas?—cuestionó sosteniendo unas Ray Ban oscuras en una mano y otras de armadura redonda de pasta negra y también del mismo color en la otra. Esas son las que suelo usar para exteriores producto de mi fotofobia. Reduce la luz en un 80% Para interiores tengo otras que suelen ser de colores que reducen la claridad en un 20%.
—Las Rayban están bien.—me encogí de hombros y salí de delante del espejo.
—Yah! Pero no se verán elegantes.—hizo puchero.
—Estás olvidando algo. Soy Min Yoongi, todo me queda bien.—le guiñé un ojo y me apresuré en abotonar el blazer de mi traje formal Giorgio Armani, para que acto seguido Jung me ayudara a colocarme el saco negro.
—A veces me arrepiento de haberme pasado con las clases de amor propio.—suspiró dramáticamente para finalmente bufar. En respuesta me reí alto y tomé mi toga perfectamente aplisada junto al birrete que estaban colgados en el armario.
—Me alegro que por fin hayas superado tu baja autoestima y depresión.—sonrió mostrando su hilera de dientes perfectamente perlados.
—Todavía tengo episodios de depresión. Recuerda que solo me he resignado a lo que soy, eso no quiere decir que en ocasiones suela tener momentos donde me doy asco.—comenté.
Y es algo completamente normal, por el simple hecho de ser un ser humano más con pensamientos y emociones complejos.
—Bueno, al menos ya no es tan frecuente y te controlas mejor.—
—También es cierto.—
—Anda vamos, se nos hace tarde.—habló y palmeó mi espalda.
Tomé por último mi bolsa prada y guardé mi celular, con el bloqueador solar, gafas y artículos necesarios para el día. Acto seguido salimos de mi casa y subimos al auto de Hoseok. Yo tengo prohibido manejar, otra de las cosas que me hacen ver como un inútil incapacitado, pero no me importa si puedo tener chófer personal y ahorrarme el esfuerzo de manejar y forzar la vista. El punto bueno del asunto es que puedo dormir siempre antes de llegar a mis destinos.
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Habían pasado horas desde que hicimos el tan esperado acto de lanzar los birretes . Mamá se cansó de llorar de la emoción mientras tomaba fotos mías y de mi primo en todos los ángulos. De esas solo servirán máximo 4, estoy seguro, porque el resto lo más probable es que le hayan quedado borrosas. Papá me estrechó la mano y lloró diciendo lo orgulloso que se sentía de verme finalmente graduado de lo que yo quería, profesor de Lenguas Extranjeras, con una licenciatura en inglés.
Ahora nos encontramos en un karaoke con alguna canción sensual de Chris Brown sonando de fondo en lo que el sonido de la carne cocinándose en la asadora y el de los cristales de los vasos sonando lo acompañan creando una perfecta combinación. Menos mal y no hay nadie al micrófono o sino tendría que escuchar sus berridos hasta altas horas.
Cierro los ojos al inclinar una de las bombas de soju —que mis compañeros de curso prepararon—en mi boca y tragar el líquido de forma seguida mientras se derraman varios hilos por mi cuello y ellos ovacionan eufóricos.
—¡Eso es! ¡El chico del diploma de oro debe pagar hoy por todos.—chilló uno de los integrantes del grupo que ya se encuentra bastante ebrio, y eso que solamente ha empezado la noche.
—¡Oh! Eso ni lo sueñen.—reí y todos hicieron abucheos.
—¡Ah! No seas tacaño.—se lamentó una chica de cabellos castaños.
Quiero responderle algo coqueto pero todavía no tengo mucho alcohol en sangre como para soltar aquello. Soy tímido alrededor de personas que no conozco del todo y no considero cercanas, pero puedo ligar especialmente con chicas cuando estoy bajo los efectos del alcohol.
—No lo pagaré.—seguí negándome y volví a escuchar sus estúpidos abucheos.
—Bueno. ¡Ya! ¡Ya! Dejen de atosigar a Min. Cada cual pagará lo suyo.—se levantó el que fue presidente de la clase Oh WonBin y palmeó repetidas veces.—Comamos y pidamos más cerveza. Emborrachemonos hasta perder la conciencia.—exclamó cual si fuera un grito de guerra y colocó un pie sobre la mesa para agregarle más dramatismo a su discurso.
—¡Sí!—vociferaron todos, incluído mi primo quién ya se encontraba sacando confianzas con una chica de la clase, la que todos suelen llamar nerd, pero yo digo que es la más sexy. Nadie la ha visto bailando en un club nocturno con público completamente masculino, pero yo sí. Mi primo sí que tiene buen gusto.
Me llenaron otro vaso con una mezcla de tres bebidas distintas y bebí tragando el líquido burbujeante y ardiente por mi garganta.
—¡Agh!—acompañé la expresión con un mohín de satisfacción y comí más bulgogi envuelto en hojas frescas de lechuga. La vida misma.
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Pero la fiesta no paró allí. Luego fuimos a por la segunda ronda a un bar. Ni me esforcé en intentar mirar la hora en mi celular porque mi visión ya es el doble de borrosa de lo que normalmente es. La música retumba en mis oídos y el piso baila bajo mis pies. Alguien se acercó a mí y bailamos pegados, en algún punto de la noche terminamos en un sitio desconocido para mí y luego no recordé más nada hasta la mañana, que amanecí envuelto en sábanas y como Dios me trajo al mundo. Me senté sobre la cama aturdido aún por el dolor de cabeza y el despertar reciente y miré a los lados, las paredes color vino y el suelo acolchado con alfombras de motivos café me decían claramente que estaba en alguna especie de motel. Caminé al baño a ver si la chica estaba tomando una ducha o algo, pero estaba vacío. Primera chica que se va antes que yo y no deja notas o algo por el estilo. Me encogí de hombros y procedí a vestirme. Tampoco es como si me importara mucho, la pasamos bien y ya, no le volveré a ver de igual manera.
Traté de hacer memoria aún así, porque tenía la sensación de que había sido el mejor polvo de mi vida, pero sencillamente nada venía a mi cabeza, ni siquiera flashazos momentáneos.
—Supongo que me empedé bien fuerte.—reí y atrapé mi cabeza entre mis manos por el latigazo que dio. —¡Joder! Necesito sopa para la resaca con urgencia.—bisbiseé y coloqué mis zapatos para abandonar el lugar.
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Nota: Hola, hola. Es mi primera vez publicando una historia de shipps. Espero sea de vuestro agrado. Deseo que tengan bonitos días, tardes o noches❤️
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