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PRÓLOGO


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PRÓLOGO

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Hace año y medio
Estadio desconocido
Ciudad de Inazuma


—¡Gooool! ¡Han marcado de nuevo! ¡Luego de una excelente táctica creada por los genios estrategas del equipo, la jugada ha acabado en gol! ¡La unión de los hermanos Sharp es sinónimo de victoria! ¡La Royal Academy hace con este su décimo gol!

Jude Sharp se apartó una rasta de delante de la cara, mientras esbozaba una sonrisa cínica. Chocó las cinco con su hermana melliza, Abigail, mientras ambos miraban con suficiencia a sus rivales. Los once jugadores estaban totalmente agotados, luego de que la Royal Academy hubiera estado jugando con ellos desde el primer minuto de partido.

—Eres un genio, hermanito. —Abigail felicitó a su hermano mientras se recolocaba la cinta de capitana en el brazo. —Esa jugada ha sido totalmente inesperada.

—¿Creéis que su ánimo se levantará de nuevo? —preguntó David Samford, el tercer punta del equipo, mientras observaba el panorama con los brazos en jarras. —Ese tiro ha sido más potente que antes, Abby.

—No se levantará. —sentenció la capitana.

—Y si se levanta…—una sonrisa maliciosa bailó en los labios del poseedor de gafas de buceo. —… solo tenemos que volver a tumbarlos.

Abigail se apartó una mechón rebelde de delante de la cara, mientras dirigía su mirada bicolor al árbitro. Este parecía estar dudando sobre qué hacer. Tenía el silbato metalizado entre los labios, pero parecía no animarse a soplar.

—¡Eh, árbitro! —la voz estridente de Jude Sharp por poco hace que el pobre árbitro tuviera un infarto. —Creo que es evidente el siguiente paso.

—Está muy claro que no se van a levantar. —señaló David, mientras se encogía de hombros.

—Quedan veinticinco minutos, árbitro. —indicó Abigail, señalando el marcador con un movimiento de cabeza. —Creo que nos da tiempo a marcar otros diez goles. ¿Verdad, chicos?

—¡Sí!

La afirmación colectiva de la Royal Academy hizo que algunos de los jugadores rivales temblaran en el sitio, optando por quedarse tumbados en el suelo o simplemente sentados. Alguno había estado considerando el levantarse, pero al escuchar a la triple punta de la Royal hablar de aquella manera, les había quitado las ganas de seguir jugando el partido.

Abigail dirigió su mirada hacia el banquillo, donde estaba el cuerpo técnico del equipo. Su mirada bicolor dio con su entrenador, y se puso más recta, esperando una indicación del adulto.

Ray Dark esbozó lentamente una sonrisa malévola, mientras su oscura mirada volaba por el campo, observando como sus jugadores habían ejecutado a la perfección todas y cada una de sus indicaciones. Todo, gracias al poder de dirección que tenían sus estrategas, las joyas de su corona: los hermanos Sharp. Ambos lo miraban, esperando órdenes, con la misma seriedad que si fueran soldados adultos. Pero no eran más que niños. Niños que supieron perfectamente que significaba el asentimiento de su entrenador.

Abigail y Jude intercambiaron una mirada, la chica encogiéndose de hombros ante la pregunta mental de su hermano. Ambos miraron a David, quien parecía esperar a que ambos dijeran algo. El ojinaranja parecía de lo más tranquilo a pesar de que había estado corriendo desde el primer minuto de partido.

—¿Cuál es el plan? —preguntó, al ver como los dos estrategas parecían estar armando algo. —¿Seguimos como hasta ahora?

—No. —Jude sacudió la cabeza, mientras una macabra sonrisa se dibujaba en sus facciones. —Llegó el momento.

—¡Llegó el momento, chicos! —bramó Abigail, haciendo que todos los de la Royal tragaran saliva. —¡Iniciamos, Zona Fatal!

Y luego de aquella indicación, todos y cada uno de los jugadores de la Royal Academy cambiaron las posiciones con gran rapidez. Aquello creó una pequeña esperanza en el equipo rival, pues la delantera estrella estaba en medio del campo y no en la punta. Quizá tenían una posibilidad de pelear por aquel partido.

Pero qué equivocados estaban, pues cuando trataron de traspasar a Abigail, Jude y David, seguidos de sus compañeros, se lanzaron a por ellos. No les dejaban llegar a la mitad del campo de la Royal, donde la capitana se alzaba con la barbilla alta y una sonrisa felina.

—¡David! —llamó al delantero, haciendo que este dejara de intimidar al rival con la mirada. —Acabad con esto.

David Samford asintió con la cabeza, para luego intercambiar una mirada con Jude y Hatch. Los tres salieron disparados hacia el campo rival mientras Joe King les mandaba un pase largo. La defensa trató de pararlos, pero los tres jugadores de la Royal se movían como uno solo, esquivando con gran facilidad. El undécimo gol llegó de la mano de la supertécnica más conocida de la Royal Academy: el Triángulo Letal. Y el portero rival se quedó completamente tendido en el campo, sin ser capaz de volver a levantarse.

—Se acabó el partido. —siseó una voz ronca.

Abigail giró la cabeza, viendo a Ray Dark de pie, junto a la línea del campo. Estaba con las manos en los bolsillos y la miraba fijamente. Llevaba unas gafas de sol oscuras como la boca de un lobo, pero la chica sabía que la estaba mirando a ella. Caminó hacia el árbitro, que parecía de cera en vez de carne y hueso. Lo vio temblar en cuanto se acercó a él, pero no pareció afectarle. Lo miró seria, mientras sentía la figura de su hermano mellizo a su lado.

—Se acabó el partido. —sentenciaron ambos a la vez, poniéndole la piel de gallina al adulto. —Es evidente.

El hombre asintió varias veces con la cabeza, para luego soplar el aire por el silbato. Al principio el sonido sonó algo tembloroso, como si la presencia de ambos niños lo estuviera intimidando. Luego, salió estridente y claro. Tres pitidos. El partido había acabado.

Abigail miró su reloj de pulsera. Veintitrés minutos. Veintitrés minutos eran los que faltaban para que la primera parte del partido hubiera acabado. Aquel equipo había aguantado más de lo que los jugadores de la Royal habían esperado. No esperaban que aguantaran más de un cuarto de hora. Sin duda había sido una grata sorpresa. Una que no había durado demasiado.

Ambos hermanos se acercaron al entrenador nada más salir del campo. Ray Dark continuaba en la misma posición, con las manos en los bolsillos y una sonrisa malvada en sus labios. Observó a ambos niños por detrás de sus oscuras gafas.

—Bien hecho, Sharp. —los felicitó, aunque su voz salió como si estuviera siseando una cobra. —Ha sido entretenido.

—¿Le ha gustado el partido, comandante? —preguntó Abigail, arqueando una ceja.

Ray Dark fingió pensárselo.

—Ha estado mejor de lo que me esperaba.

Los hermanos asintieron una vez, pues sabían que no obtendrían mucho más del hombre. Lo observaron alejarse de ellos, sin decirles ninguna palabra más. Jude se cruzó de brazos y Abigail puso las manos en sus caderas, ambos todavía observando la espalda trajeada de su entrenador.

—¿Qué ha dicho el comandante? —preguntó David, confundido.

—Que el partido ha sido entretenido. —respondió Jude, pero no lo miró. Su voz sonaba algo vacía, como si nada le importase. —Ha estado mejor de lo que esperaba, aparentemente.

—Eso es bueno, ¿no? —inquirió Derek Swing, con algo de cautela.

—¿Bueno? —Herman Waldon soltó un bufido divertido. —El comandante se ha aburrido como una ostra. De eso estoy seguro.

—¿Creéis que trama algo? —preguntó King a los mellizos.

Jude miró a su hermana, quien todavía tenía la mirada clavada en donde estaba el entrenador Black. Parecía estar hablando con su asistente, quien no dejaba de tomar notas en una tablet.

—Siempre trama algo. —sentenció el chico, con voz ronca.

Ninguno de los chicos pudo objetar nada ante aquella afirmación, pues el chico Sharp tenía razón. Ray Dark siempre estaba tramando algo para conseguir que la Royal Academy siguiera totalmente invicta y ganara el Torneo de Fútbol Frontier cada año. Ni siquiera importaba que acabaran de “jugar” un partido, él ya estaba pensando en las estrategias para el siguiente.

Los jugadores formaron dos perfectas líneas y se encaminaron a su autobús, sin siquiera inmutarse por las miradas que recibían o los murmullos que aquel partido había ocasionado. Siempre era así: jugaban el partido, derrotaban al rival completamente y se iban del campo. Así era la Royal Academy. Así llevaba siendo desde que Ray Dark era su comandante y así sería mientras él estuviera en aquel puesto. Y ninguno de los jóvenes jugadores podía decir nada en contra, pues todos tenían algo por lo que seguir acatando sus órdenes.

Nada más llegar a la Royal Academy, los jugadores se dirigieron a la enorme sala de reuniones. Debían rellenar un formulario de datos luego de haber jugado un partido, siempre. Estaban acostumbrados a recoger toda la información posible sobre sus rivales, antes, durante y después del partido. Lo llevaban haciendo desde que entraron en el equipo y seguirían haciéndolo hasta que dejaran la escuela y, por ende, el equipo.

—¿Hermanita, vienes? —la pregunta de Jude pilló a Abigail con la guardia algo baja. —Ya sabes, vamos a la heladería de siempre…

Estaba de pie, mirando hacia uno de los ordenadores con el ceño fruncido. Ante la pregunta de su hermano, alzó la mirada. Jude no estaba solo, pues a sus lados estaban David Samford y Joseph King. Los tres miraban confundidos a la chica, aunque uno de ellos no lo exteriorizaba.

—Aparentemente tengo otro entrenamiento. —respondió Abigail, reteniendo un suspiro al recibir la orden de su entrenador. —Id sin mí y saludad a la señora Potts.

—Abby, no deberías entrenar luego de un partido. —le recordó Joe, de forma suave, pellizcando a David en un costado al ver su mueca contrariada. —Puedes lesionarte.

—Y sería una desgracia perder a nuestra delantera estrella. —exclamó David, aunque su voz salió tan aguda como un chillido.

—Relajaos. —Jude los calló con solo una palabra, aunque él tampoco estaba demasiado entusiasmado con la idea. —Ten cuidado, ¿sí?

—Siempre la tengo, hermano.

Jude asintió, todavía no muy convencido, para luego hacerle una señal de sus amigos. Los tres chicos abandonaron la sala de reunión de la Royal Academy, dejando a Abigail Sharp sola entre todos los ordenadores. Ella suspiró, cerrando los ojos unos segundos y sintiéndose culpable por mentirle a su hermano y a sus mejores amigos. Pero ella era la capitana, y solo ella debía meterse en problemas por el equipo.

—Señorita Sharp, —la voz del comandante sonó como un siseo, como siempre. —¿está lista? Ellos ya te están esperando.

—Yo siempre estoy lista, comandante.

¡Hola, hola! ¿Qué tal estáis? Espero que bien.

¡Estamos de vueeeelta!

Tenía muchas ganas de traer de vuelta FoF, luego de todos los cambios que he hecho. Estoy muy muy emocionada de que podáis leeros. Ya os aviso que están desde el principio, es decir, el siguiente capítulo ya tiene muchísimos.

Espero que os gusten y os hagan la historia más amena. ¡Ah! Y que las canciones de la playlist os ayuden a crear buen ambiente, aunque todavía estoy reformandola. Por si no lo sabéis, está el link en la parte anterior, en un comentario.

Nada más por mi parte pero...

¡Nos leemos en comentarios!

~I 👑

|Publicado|: 28/07/2021

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