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CAPÍTULO OCHO
El Delantero de Fuego

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Ciudad de Inazuma

Instituto Raimon

Recinto del Instituto Raimon

Abigail observaba la sede del equipo de fútbol con la nariz algo arrugada. Aquel edificio de color marrón madera no tenía buena pinta. De hecho, parecía que en cualquier momento se iba a caer. Además, olía horriblemente mal, como si nunca hubieran abierto las ventanas. La combinación le estaba dando algo de claustrofobia.

Los miembros del equipo tenían su mirada clavada en Abigail, poniéndola algo nerviosa. La misma pregunta rondaba sus mentes, pero ninguno se atrevía a hacerla, pues ella imponía a pesar de su apariencia de muñeca de porcelana. A su derecha, Nathan luchaba por no reírse de la situación, aunque no fuera la mejor opción. A su izquierda, Silvia Woods parecía casi tan incómoda como ella.

Abigail ya conocía a Silvia de antes. La chica Woods había sido la encargada de enseñarle el instituto cuando llegó, y eran compañeras de pupitre. Le agradaba, pues era una chica bastante tranquila y realmente amable.

—¿Se puede saber por qué me miráis así? —preguntó la chica Sharp, posando sus manos en sus caderas, por debajo de donde acababa su camiseta del Raimon.

Silvia había insistido en que se pusiera un dorsal, aunque no fuera a jugar por su lesión. Mark también había intervenido, tan insistente como la gerente del equipo. Al final, no le había quedado más remedio que aceptar, prácticamente reclamando el número.

—¿Dónde has aprendido a jugar así? —preguntó Steve, sacando osadía de donde no sabía que la tenía.

Nathan quiso golpearlo, pues había sacado un tema demasiado delicado y podía acabar de varias maneras, todas malas. Pero su mejor amiga no mostró que aquella pregunta le afectara. Su expresión, sin embargo, cambió a una de completa seriedad.

—En el orfanato, con seis años. —soltó con voz seria, mientras los demás cambiaban su mueca al escucharla. —Estuve en el equipo de fútbol del Instituto Kirkwood y...

Y en la jodida todopoderosa Royal Academy, pensó pero no lo dijo.

En el fondo, no quería admitirlo. Sí, aquel instituto la había ayudado a mejorar en muchos aspectos del mundo del fútbol. Y sí, su hermano seguía allí —quién, continuaba sin mostrar intenciones de dirigirle la palabra—. Pero, los métodos que Ray Dark usaba eran horribles. Y no sentía orgullosa de haber ganado torneos de aquella manera.

—¿Y? —insistió, Mark, algo ansioso.

Abigail suspiró, algo incómoda por lo que iba a decir. Sintió la mano de Nathan en su hombro, dándole apoyo. Aquello la hizo sentir mejor, aunque solo un poco.

—Fui la capitana y delantera estrella de la Royal Academy. —soltó, mientras sus ojos bicolores centelleaban unos segundos.

Observó a los chicos frente a ella. Salvo Nathan, soltaron un enorme "¿¡Queeee?!", e incluso Silvia se giró a mirarla impresionada. Se removió incómoda, mientras el peliazul la rodeaba con un brazo.

—No es algo de lo que le guste hablar. —farfulló, dirigiéndole una mirada irritada al que había hecho la pregunta que había desencadenado aquello.

Abigail miró a su mejor amigo, agradeciéndole con una pequeña sonrisa, a lo que él le respondió con un pequeño guiño. Ambos giraron las cabezas para mirar a los demás, dándose cuenta de que sus muecas estaban llenas de preocupación.

—Chicos, ¿Qué ocurre? —preguntó la chica, al ver que nadie parecía atreverse a decir nada.

—Es que el partido que tenemos es contra la Royal Academy. —soltó Silvia, casi sin filtro.

Abigail notó como se le secaba la garganta y como un nudo comenzaba a formarse en ella. Sintió como las paredes de aquella caseta se le echaban encima, bajo la mirada de los chicos, quienes parecían realmente incómodos. Le empezaba a faltar el aire, lo notaba. Ahora, más que nunca, la situación le daba claustrofobia.

Salió corriendo, ignorando los gritos de Nathan, Silvia y los demás llamándola. Movió sus pies con rapidez hasta que llegó al verde sendero que llevaba a las pistas de atletismo. Se sentó en el césped, apoyando la espalda en un árbol.

La idea de enfrentarse a la Royal la enfermaba. Pensar en que Ray Dark la viera después de tanto tiempo le ponía la piel de escarchas. Por no hablar de ver a Jude Sharp, su hermano, después de tanto tiempo sin que él le hablase. Estaba más que claro que estaba enfadado con ella.

Conocía perfectamente a la Royal y su fútbol, si es que a eso se le podía llamar fútbol. No era para nada disciplinado, sino que realmente iban a hacer daño. Una vez marcaban un determinado número de goles, no tardaban demasiado en recibir la orden de destrozar al equipo. Y eso hacían, a balonazos. Todo, hasta que no quedara nadie que fuera capaz de volver a ponerse de pie.

Sin darse cuenta, apretó los puños con fuerza. Lo recordaba perfectamente, y la enfurecía. Como Ray Dark la había manipulado prácticamente toda su vida para hacerle creer que aquel era el mejor método para conseguir la victoria y aquel fútbol, su único futbol. Como ella como capitana junto a su hermano habían coordinado a todos los jugadores, llevando a cabo aquellos horribles métodos. No, desde luego que aquello no era fútbol.

Abigail elevó la mirada al notar una sombra sobre ella. Silvia la observaba con una pequeña sonrisa comprensiva. No parecía enfadada ni nada por el estilo.

—Lo siento, me he agobiado. —murmuró en forma de disculpa la delantera.

La gerente se agachó a su altura.

—Créeme cuando te digo que casi he tenido que atar a Nathan a un poste para que me dejara venir a hablar contigo. —ambas soltaron una pequeña carcajada. —Pero lo que te voy a decir, puedo asegurarte que lo digo en nombre de todo el equipo. —su sonrisa amenazó con hacerse más grande. —Da igual lo que hayas hecho en el pasado. Ahora estás aquí, Abigail, y puedes ayudarnos.

Abigail la observó, preguntándose de donde había salido un ser tan lleno de luz como ella. Silvia notó como la observaba, por lo que se puso algo roja y soltó una pequeña risita nerviosa.

Silvia le tendió una mano, para que ambas caminaran de vuelta con el equipo. La chica Sharp siguió observándola, para luego mirar su mano. La aceptó y la chica Woods la ayudó a levantarse.

Ambas caminaron de vuelta con los demás jugadores, quienes no tardaron demasiado en darse cuenta de su presencia. Lo cierto es que los zapatitos de ambas las delataron.

Abigail soltó una risa cuando el cuerpo de su mejor amigo impactó contra ella, mientras era rodeada por los brazos de este. Le devolvió el gesto, mirando a los demás con una pequeña sonrisa en los labios.

—Ni se te ocurra volver a hacer algo así, ¿me oyes? —la regañó Nathan, preocupado, tomándola de ambos hombros luego de haber roto el abrazo.

—Estoy bien, Nath. —trató de tranquilizarlo, ampliando su sonrisa.

—Me vas a sacar las canas, idiota. —se quejó el peliazul, provocando risas entre los demás jugadores.

Mark se acercó a la delantera, con un balón debajo de su brazo.

—Oye, Abigail, no te preocupes por lo que haya pasado. Lo importante es que estás aquí y quieres jugar al fútbol con nosotros, aunque eso tenga que esperar un poquito. —expresó, alzando el balón como si fuera alguna especie de trofeo.

Sus amigos lo miraron como si estuviera completamente loco, aunque estaban acostumbrados a sus ataques de emoción. Nathan disimuló una risa lo mejor que pudo. Silvia sacudía la cabeza, pensando que el capitán realmente no tenía remedio.

—Abby. —dijo la delantera, provocando un "¿Eh?" por parte de Mark. Se tragó una risa. —Mis amigos me llaman Abby, Mark.

Mark abrió los ojos como platos al entenderlo, para luego reír de forma jovial y abrazarla. Ella también rio, de forma algo más suave y menos escandalosa. Le guiñó un ojo a Nathan, quien parecía realmente divertido con las reacciones del capitán.





[...]







Ciudad de Inazuma

Campo de la Rivera

Abigail Sharp observaba como Mark Evans jugaba al fútbol con el equipo de los niños de primaria. Sin ninguna duda, le gustaba ver al chico jugar con tanto entusiasmo. Era como si fuera un niño pequeño, emocionado por todo. Y eso, le hizo recordar a su amigo estadounidense.

Un destello dorado de luz la hizo parpadear de manera confundida. Giró la cabeza hacia la izquierda, el lugar del que el destello había venido. Abrió la boca de par en par, sorprendida.

Abigail reconocería aquella cabellera rubia en cualquier lugar del mundo, era realmente inconfundible. También sabría conocer la mirada oscura que la estaba observando. Y aquella sonrisa, en aquel rostro tan conocido para ella.

—¡Axel! —exclamó, levantándose de un salto.

El chico sonrió más amplio al escucharla, para luego abrir los brazos, recibiéndola en un brazo. Ella rodeó su torso, para luego apretarlo con fuerza, como si temiera que se fuera a evaporar en cualquier momento. Él no se quedó atrás cuando sus brazos rodearon su cintura.

—Te echaba de menos. —confesó la chica, con la cabeza apoyada en el pecho del rubio.

—Y yo a ti, Abb. —admitió Axel Blaze.

Se separaron y él reparó en la vestimenta deportiva de la cobriza. Ella movió un pelo en el suelo, algo nerviosa ante la mirada del chico, quien parecía estar escaneándola. ¿O se estaba preparando para matarla? No lo tenía demasiado claro.

—Antes de que te pongas como un basilisco, no estoy jugando al fútbol. —aclaró, conociendo el temperamento del chico. —Solo me uní como cuerpo técnico hasta que me den el alta por completo.

—Me esperaba que hicieras algo así. —admitió Axel, en el fondo aliviado de que no estuviera haciendo ninguna estupidez.

—Lo echaba de menos. —suspiró, de forma algo melancólica. —No se puede estar mucho tiempo lejos de algos que echas de menos y que adoras tanto.

Axel soltó un suspiro ante aquellas palabras, pensando en lo mucho que a él le costaba estar lejos de la cancha de fútbol. Ella lo tomó de la mano y le dio un suave apretón en cuanto lo vio apartar la mirada.

Abigail sabía que le había pasado a Julia. Había insistido, pero al final, el doctor Blake —el que se encargaba de su rehabilitación—había acabado por contarle el accidente y todo lo que había supuesto para la familia Blaze. La había ido a ver algunas veces, debía admitirlo.

—He ido a verla. —informó, haciendo que los ojos oscuros de Axel la mirasen. —Varias veces.

Una sonrisa intentó aparecer en el rostro del chico Blaze al escucharla. Sin embargo, no llegó a manifestarse.

—Sabía que solo tú serías capaz de llenar su habitación de violetas. —habló, con la voz algo temblorosa, como cada vez que hablaba del tema.

—Sé lo mucho que le gustan.

Axel asintió con la cabeza, para luego dirigir su mirada oscura hacia el acampo. Abigail hizo lo mismo

El balón salió disparado, golpeando a dos chicos que no transmitían demasiadas buenas vibraciones y que se veía claramente que eran mucho más mayores. Mark se acercó a ellos rápidamente con el pretexto de pedirles disculpas por el golpe, pero no parecían por la labor de aceptarlas, pues uno de ellos le dio un balonazo en todo el estómago. El otro escupió en el esférico y le dio una patada, con lo que cayó hacia atrás, demostrando que de técnica de fútbol sabía más bien poco.

La castaña cobriza ahogó una exclamación al ver hacia donde se dirigía la trayectoria del balón, pues este volaba con rapidez hacia una niña de coletas violetas que se encontraba bebiendo en un lateral del campo. Como un rayo, Axel saltó y chutó el balón, impidiendo que el esférico golpeara a la pequeña, haciendo que volviera a los abusones y le pegara a uno de ellos.

—¿Qué encuentras bien, pequeña? —le preguntó Abigail, preocupada, obteniendo como respuesta un asentimiento de la niña.

Luego, giró a mirar mal al abusón que quedaba de pie, pues parecía querer vengarse del tiro que había recibido su compañero. Pero, ante las miradas penetrantes de ambos exjugadores del Kirkwood, tomó a su compañero como pudo y salió corriendo como alma que lleva el diablo. En sus planes no estaba meterse con dos adolescentes que tenían aquella fuerza en la mirada.

El rubio crema miró a su amiga, luego de soltar un suspiro. Pero ella miraba a Mark Evans, quien estaba completamente maravillado con lo que había visto, como era obvio. El chico Blaze se dio cuenta del error que había cometido en cuanto miró al chico Evans, pues este parecía más que dispuesto de ir en su dirección.

Axel hizo una mueca, para luego besar la mejilla de la chica, murmurando por lo bajo una despedida. Se alejó rápidamente, mientras ella soltaba un inaudible suspiro. Sabía por qué se marchaba de aquella forma tan precipitada y también por qué había salvado a la niña de aquel balonazo. Después de todo, ella también había tenido la misma reacción.

Mark llegó junto a ella cuando ya no podía darle alcance al delantero rubio, algo que lo desanimó. Pero, como siempre, no lo manifestó en su expresión facial, pues seguía emocionado.

—¿Ese era Axel Blaze? ¿El Delantero de Fuego?

Abigail quiso reírse del entusiasmo de Mark, ya que de algún modo le recordaba a un niño pequeño en el día de Navidad. Simplemente sonrió cuando los ojos marrones de su capitán la miraron.

—Si, el mismo. —respondió. Esperaba de todo corazón que el chico de cabello color crema volviera a jugar al fútbol algún día.

—¿Es tu amigo?

—Sí, claro. —Abigail se preguntaba si el chico frente a ella sabía algo de los equipos de fútbol del torneo o si solo le importaba pegarle patadas al balón. —Jugamos juntos en el equipo del Instituto Kirkwood.

Mark soltó una exclamación, expresando que aquello era genial, mientras daba saltitos emocionados alrededor de ella. Abigail lo observaba con una sutil sonrisa cruzando sus facciones, pues sus reacciones la divertían. Estaba segura de que eran más propias de un niño de primaria que de un adolescente.

De lo que no tenía ni la menor duda era de que Mark Evans era un verdadero loco del fútbol.







[...]


 

Ciudad de Inazuma

Instituto Raimon

Clase A

Abigail Sharp quiso reírse de Mark Evans cuando Axel Blaze apareció en su clase al día siguiente. El chico de apellido Evans se levantó de su asiento como si le hubiera dado una descarga eléctrica, mientras balbuceaba cientos de cosas sin sentido y apuntada al chico pelicrema, todo bajo la mirada impasible de este.

—¿Es que lo conoces, Mark? —preguntó el profesor, al ver la reacción del castaño de cinta naranja.

—Hombre... Conocer lo que se dice conocer...—murmuró Mark, mientras bajaba la mirada.

Axel desvió su mirada del chico al escuchar una tenue risita que conocía bien. Casi esbozó una sonrisa al ver a Abigail tapándose la boca con una mano para no echarse a reír a carcajadas.

—Siéntate, Mark. —indicó el profesor, haciendo que el pelicrema desviara su atención de su amiga. —Axel, toma asiento junto a la señorita Hills, haz el favor, ¿sí?

Que usara el apellido Hills había sido tanto idea de Karen como de Celia. Abigail no se había podido negar ante las muecas de cachorrito que ambas le habían puesto. Después de todo, en el fondo le parecía una buena idea. No quería que la gente le preguntara si era la hermana de Jude Sharp, pues todavía le ardía su indiferencia.

Y aunque ambos sabían quiénes eran, Abigail alzó la mano mientras ocultaba una sonrisa de lado. Axel asintió ante lo que el profesor le había dicho, para luego sentarse al lado de su amiga.

Durante toda la clase, Abigail pudo sentir la mirada del chico de cabello color crema sobre ella. Pero hizo lo imposible para no girar la cabeza para mirarlo, y prestó toda la atención que pudo a la lección.









[...]








Ciudad Inazuma

Instituto Raimon

—Así que, otra vez compañeros, ¿eh? —murmuró Abigail, sonriendo de forma sutil, mientras caminaba por los pasillos junto al pelicrema.

A ella le gustaría decir que no solo fueran compañeros de clase. Sería genial volver a jugar al fútbol con el chico a su lado, como el año anterior. Pero ella todavía no se había recuperado de la lesión y seguía teniendo prohibido jugar al deporte. Además, sabía por qué Axel no jugaba al deporte que más amaba de todos, y al tener a su hermana entendía que su decisión. Al menos, hasta cierto punto.

—Este instituto está cerca del trabajo de papá. —y de donde está mi hermana, pensó, pero no lo dijo en voz alta. —Además, echaba de menos estudiar contigo.

La chica rio ante la mirada que el chico Blaze le dio, algo divertida.

—Dirás que echas de menos asaltar mi casa para leer mis apuntes. —señaló con diversión, mientras ambos ignoraban las miradas de los demás alumnos sobre ellos. —Y que Karen te haga galletas mientras mi hermana te cuenta sus batallitas.

—Touché.

Abigail volvió a reír, provocando una sutil y efímera sonrisa en el chico. No era demasiado expresivo, pero ella siempre lograba arrancarle gestos como aquel, a pesar de que siempre duraban poco tiempo.

La castaña cobriza se giró al escuchar como la llamaban, viendo a Nathan observándola desde el final del pasillo, mientras agitaba una mano. Asintió, asegurándole que lo había escuchado, para luego girarse hacia el de cabello color crema.

—Tengo que irme a vigilar el entrenamiento. —murmuró, algo apenada porque el chico a su lado no entrenara con el equipo. —Nos vemos después, Axel.

El mencionado asintió con la cabeza, pero luego sus músculos se congelaron cuando la chica dejó un suave y cálido beso en su mejilla. Recibió un guiño de ella, para luego observar como su melena castaña cobriza se mecía, al tiempo que caminaba a buen paso hacia el chico peliazul que vestía el dorsal del equipo de fútbol. Este la recibió con una amplia sonrisa.

Por un motivo que desconocía, Axel Blaze apretó los puños con fuerza.









[...]










Ciudad de Inazuma

Parque de Inazuma

Abigail había ido a ver el entrenamiento con la rueda de Mark. Le gustaba ver la pasión que el chico le ponía para ser capaz de llegar a ser mejor portero. Además, quería asegurarse de que con aquel entrenamiento no se hiciera daño.

—¿Esto es realmente necesario? —preguntó Mark, alzando las manos, refiriéndose a la protección que la chica le había colocado.

—Mark, eres el portero del equipo, tienes que asegurarte de que tus manos y brazos estén protegidos. —lo regañó, mientras colocaba sus manos en sus caderas.

Mark soltó un suspiro, sabiendo que no tendría sentido discutir con ella sobre el tema. Después de todo, había sido capitana del equipo más fuerte del país, y una de las máximas goleadoras del segundo más fuerte. Sabía de lo que hablaba, sin duda alguna.

Abigail giró su cabeza, dejando de mirar a Mark, sorprendiéndose ligeramente de ver a Axel apoyado en la barandilla del mirador. Supo que ese fue el error del pelicrema en cuanto el chico Evans también lo vio.

La chica soltó un suspiro, pues sabía que la escena no acabaría para nada bien. Observó en silencio como su capitán se acercaba trotando al chico de cabello color crema.

—Hey, Axel, no sabía que venías por aquí. —habló sonriendo, pero no obtuvo respuesta. —Quería decirte que el chut del otro día, el que hiciste en el campo de la rivera, fue increíble. —hizo un gesto, como si golpeara el balón con un pie, pero de nuevo no obtuvo respuesta. —Alguien que chuta el balón como tú sería genial en nuestro equipo.

Abigail tragó saliva al ver cómo Axel giraba la cabeza para mirar a Mark, con el ceño fruncido. Estaba molesto, ella lo sabía.

—¿Es que no te cansas? —aunque el tono de Blaze fue algo tosco, pareció no afectarle al chico Evans. Seguía sonriendo como si nada.

—No, claro que no. Quiero jugar al fútbol. —expresó el portero, y la chica supo que volvería a la carga. —Sería genial jugar contigo en el equipo.

Axel cerró los ojos unos segundos, contando lentamente hasta diez para tratar de calmar su mal genio. Los abrió, viendo a Abigail detrás de Mark, quien parecía no tener en sus planes el rendirse con él y el temita del equipo de fútbol. El chico Blaze miró con disculpa a su amiga, y esta supo que aquello era una señal de que le soltaría una bomba al chico de la cinta naranja.

—No vuelvas a dirigirme la palabra. —gruñó molesto Axel, saltando la barandilla de un solo movimiento.

—Vale, ¿entonces por qué chutaste el balón el otro día? —insistió el capitán del Raimon, pues no acababa de entender del todo la constante negativa del delantero.

—Mira que eres pesadito...—farfulló el Delantero de Fuego, mientras comenzaba a alejarse.

Mark lo observó irse, frunciendo el ceño. Se preguntó en voz alta que rayos le había pasado al que llevaba el nombre de delantero de fuego para que no quisiera jugar al fútbol.

—Como a todos... un momento de tu vida da un giro y no te da tiempo a reaccionar.

Mark se giró al escuchar la voz de Abigail cerca de él, pero ella no lo miraba. Continuaba mirando en la dirección por la que el rubio se había ido.

—Tú sabes por qué no juega al fútbol, ¿verdad? —cuestionó Mark.

—Claro que lo sé. —murmuró ella, pasando su mirada al chico a su lado. —Pero no puedo contarte nada, Mark, es cosa de Axel.

Para su sorpresa, Mark asintió, sin insistir en saber más del tema. Supuso que el chico había sentido que era un tema delicado y que era complicado, de esos de los que solo podían hablar los afectados. Aunque este no parecía estar por la labor de hacerlo.

Abigail colocó su mano derecha en el hombro del portero al verlo alicaído y sumido en sus pensamientos, mientras le ofrecía una pequeña sonrisa.

—No te preocupes, Mark, estoy segura de que pronto jugará con nosotros.

Holiii :D

¡Ya está aquí! ¡Ya está aquí! ¡Por fin ha aparecido Axel de nuevo!

Espero que os estéis dando cuenta de que este capítulo y el anterior ya están ambientadas en lo que sería la primera temporada de la serie. La trama no la voy a cambiar, así que si habéis visto la serie más o menos sabréis que partidos hay y como acaban. Sí he hecho algunos cambios en lo que estaba escrito anteriormente, así que espero que la historia quede mejor.

Realmente adoro escribir escenas de Abby y Axel, porque sus caracteres son muy fáciles de trabajar con ellos. Se parecen en algunas cosas pero en otras difieren mucho, aunque ya lo iréis viendo. Reitero que he hecho algunos cambios en Abby teniendo en cuenta la posterior línea de Ares y Orion, aunque algunos de ellos ya los hayáis visto todavía quedan algunos por ahí escondidos.

En la anterior versión me hizo gracia que algunas personas vieran a Nathan como un rival de Axel pero luego lo descartaran. Os recuerdo que porque sea un Axel X OC no significa que no vaya a tener algún que otro rival, más o menos escondidos. ¡Que no digo que Nathan sea uno de ellos! Simplemente os aviso, para que no os confiéis.

Bueno, ¿Qué os ha parecido el capítulo?

¡Espero que os haya gustado!

Recordad que la única forma que tengo de saber que os ha gustado es que me lo digáis, mediante voto, y algún comentario tampoco está mal. ¡Es gratis, lo prometo! Las estrellitas me animan mucho a seguir, pero los comentarios me hacen sonreír mucho, la verdad.

Nada más por mi parte, pero...

¡Nos leemos en comentarios!

~I 👑


|Publicado|: 25/08/2021





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