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CAPÍTULO SEIS
La final del Fútbol Frontier

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Hace un año

Ciudad de Inazuma

Si algo odiaba Abigail Sharp era estar con aquellas estúpidas muletas. Desde su operación, el doctor Blaze le había ordenado no moverse demasiado y que cuando lo hiciera, usara las muletas. Abigail las odiaba. Parecía una tortuga caminando con ellas, y las burlas de Axel no lo hacían mejor. AL menos eran útiles para pegarle al delantero de fuego cuando este se reía de ella.

Aunque, Abigail debía reconocerlo, Axel hacía que todo fuera más llevadero. La acompañaba a casa, le llevaba sus cosas e incluso se ofrecía a pasar tiempo con ella cuando Celia y los señores Hills no estaban en casa. De hecho, Abigail había conocido a la pequeña Julia y al ama de llaves Diddi. Esta última parecía escandalizada cada vez que veía a la joven delantera andando en muletas como si intentase ser un coche de carreras.

Estar lesionada tenía algo bueno, por increíble que pareciera, y era que podía estar más tiempo con Celia. Los entrenamientos de fútbol solían separar a ambas hermanas, pero el entrenador le había indicado que no era necesario que fuera mientras tuviera que usar muletas. Por lo tanto, Celia tenía a su hermana mayor en casa todo el tiempo que quería. Y eso las hacía felices a las dos.

Invertían su tiempo libre en cientos de cosas diferentes, pues Celia era bastante hiperactiva. Pero, en lo que más lo invertían, era en las pasiones que ambas compartían, como era el fútbol. Los señores Hills tenían un amplio repertorio de partidos gravados de distintos años, de lo más variados y abundantes. Ambas hermanas veían los vídeos hasta que sus ojos se cansaban, y se ponían a analizarlos. Desde las jugadas a los planos de cámara, pasando por detalles como los uniformes o incluso los estadios. Se entretenían, y a ambas les gustaba compartir tiempo juntas de aquella manera.

Poco a poco, el tiempo fue pasando. Abigail se recuperaba perfectamente de su lesión gracias a los cuidados de su hermana pequeña, los señores Hills y la familia Blaze. Esta última parecía haber desarrollado un complejo de adoración por la joven delantera, siendo Axel el que más horas pasaba con ella, e incluso con Celia por el medio. Julia parecía ver en Abigail a la hermana mayor que siempre quiso, y Celia estaba más que encantada de tener a una niña más pequeña que ella con la que poder jugar. Eso hacía que ambos hermanos mayores las miraran con sonrisas en los labios.

Abigail por poco gritó de emoción en el momento en el que Katsuya Blaze le sacó la escayola. Si no fuera porque la regañaría, y Axel le echaría un sermón de película, se habría puesto a bailar como una loca. Se limitó a sonreír de forma algo lunática, mientras miraba su blanca pierna como si fuera de oro. Obviamente eso hizo reír al doctor, quien le dio las correspondientes indicaciones. Ahora podía caminar como una persona normal, pero no hacer ningún tipo de esfuerzos.

Celia acompañó a su hermana a ver el entrenamiento infinidad de veces, mostrándose encantada de poder ver a los jugadores del Kirkwood. El entrenador se sentaba con ambas hermanas para discutir posibles formaciones y estrategias, algo que no podría hacer con cualquiera persona. Cuando pasaba eso, Axel se quedaba mirando la escena con una sonrisa, hasta que Malcolm o Alfred le pegaban en la nuca, haciendo que volviera a la realidad.

Aquella mañana, Abigail se levantó de lo más animada, hasta que su mirada voló al calendario. Era el día de la final del Torneo de Fútbol Frontier. El partido era nada más y nada menos que el Instituto Kirkwood contra la Royal Academy. Por ese mismo motivo, seguir lesionada le parecía una bendición. Vomitaría de solo pensar en enfrentarse a sus excompañeros... y a su hermano.

Jude no había intentado ponerse en contacto con ella en ningún momento. Incluso David y Joe le habían mandado flores cuando se enteraron de que estaba en el hospital, pero nada por parte de cualquiera de los Sharp. Ni una ramo de flores, ni una triste tarjeta. Nada de nada. Y eso, le ardía a Abigail como si se hubiera comido una brasa de la barbacoa. Se sentía algo traicionada, a pesar de tener a su hermana pequeña con ella. Seguía necesitando a su hermano mayor. Hermano que parecía haberse olvidado de que existía.

Celia y la señora Hills acompañaron a Abigail al partido, sabiendo el impacto que aquel evento tendría en la chica. Ella estaba agradecida de que ambas fueran con ella. Celia era su pequeña luz brillante, el motivo por el que no se venía abajo y jamás lo haría. Y la señora Hills... era lo más parecido a una madre que tenía. A pesar de no haberla adoptado, Karen Hills la trataba como si fuera su hija, algo que tenía a Celia loca de felicidad. Y algo que hacía que el corazón de la chica Sharp se estrujara levemente.

Abigail bajó al campo a darle suerte a sus compañeros del Kirkwood, procurando no mirar al lado de la Royal Academy lo máximo que pudiera. Incluso animó a los trillizos, quienes se sorprendieron y tardaron en reaccionar. Pero algo fallaba. Faltaba alguien. Y Abigail se sintió confundida al no ver la inconfundible cabellera color crema de Axel por ningún lado. No estaba. El capitán el Kirkwood parecía haberse volatilizado. Y eso los ponías nerviosos a todos.

Luego de tratar de animar a los chicos, Abigail se dispuso a ir a las gradas con ambas Hills. Al menos esa era su intención, hasta que unas figuras que conocía muy bien aparecieron en su trayectoria. Por poco se atragantó al ver a David Samford y a Joseph King observándola con los brazos cruzados. Quiso que la tierra la tragara y la escupiera en la otra parte del mundo.

—Ya no llevas muletas. —observó David, algo incómodo.

—No... eh, el doctor me quitó la escayola hace dos semanas...

—Pues no se nota, caminas como una persona normal. —habló Joe, casi golpeándose al darse cuenta de lo que había dicho. Había sonado realmente estúpido. —Digo... me refiero a que caminas como...

—Ya te entendí. —lo cortó Abigail, de forma suave.

Los tres se quedaron en un incómodo silencio. ¿Qué les pasaba? Ellos nunca tenían esa clase de silencio. Eran del tipo de amigos que siempre tenían un tema de conversación con rapidez. Pero estaba claro que las cosas estaban cambiando, por mucho que a los tres no les gustara.

—Me ha gustado veros, chicos. —murmuró ella, intentando marcharse.

—Espera, Abby. —la frenó David.

—¿Cómo...? —Joe tragó saliva e intentó parecer casual y no preocupado. —¿Cómo estás?

—Bien, estoy bien. Y supongo que vosotros también. —ambos asintieron ante la indirecta pregunta, haciendo que ella también asintiera, procesando la información. —Vale, genial entonces...

De nuevo, silencio.

Ninguno de los tres sabía cuál se sentía más incómodo.

—Escucha, nosotros no te odiamos. —soltó David, de golpe.

—¿Ah?

—David. —lo regañó Joseph.

Samford lo ignoró totalmente.

—El comandante nos dijo que deberíamos odiarte porque nos abandonaste. —explicó, al ver la mueca de la chica. —Pero nosotros... no podemos odiarte. Eres nuestra amiga.

—Y creemos que tienes tus razones. —añadió el portero.

—Chicos...

—No, está bien. —la interrumpió David, ofreciendo una suave sonrisa. —No tienes que pedirnos disculpas ni nada.

—Si te odiáramos, no te habríamos mandado flores, ¿no te parece? —bromeó Joe, esbozando una sonrisa ladeada.

Abigail asintió, permitiéndose sonreír de forma leve, sintiéndose aliviada al saber que sus dos amigos no la odiaban. Los dos chicos ladearon las cabezas al escuchar sus nombres desde el final del túnel de vestuarios.

—Tenemos que irnos. —musitó David.

—Claro, tenéis que jugar un partido. —murmuró Abigail, haciendo una mueca. —Esto... ¿podéis decirle a mi hermano...? —se le quebró la voz. —Que...

Ambos jugadores quisieron ir junto al de rastas y traerlo a la fuerza al ver como los ojos de la chica se llenaban de lágrimas.

—Que lo echo de menos...—logró decir Abigail, intentando no quebrarse. —Y que lo quiero...

—Se lo diremos. —asintió Joe.

—Aunque ya lo sabe. —añadió David.

Abigail asintió, mientras su anterior sonrisa se convertía en una triste. Agitó una mano y se alejó de ambos chicos, tragando saliva para no echarse a llorar. Aparentemente, su hermano no la quería ver, porque si David y Joe habían ido a verla, él también podría haberlo hecho. Pero no lo había hecho. La odiaba.

Su hermano la odiaba. Su otra mitad, la persona con la que había compartido absolutamente todo... la odiaba. Y Abigail se sentía como una piedra que podían patear a su gusto, pues era su hermano mayor. No era cualquier persona. Y eso le dolía. Estaba claro quiénes eran sus tendones de Aquiles.

Ni Celia ni la señora Hills dijeron nada al ver la mueca con la que Abigail llegó a las gradas, y ella lo agradeció internamente. La pequeña peliazul tomó una de las manos de su hermana mayor y le dio un apretón, ofreciéndole una amplia y dulce sonrisa. La señora Hills le ofreció un paquete de regalices rojas, sabiendo lo mucho que le gustaban aquellos dulces. Esos dos gestos hicieron que Abigail se sintiera mucho mejor.

Quizás no tenía a Jude con ella, pero las tenía a ellas. Podía ser fuerte por su hermanita, después de todo, era lo que siempre había hecho. Y lo que se había prometido que haría siempre. Celia ahora estaba con ella, después de años separadas, y era en lo único en lo que debía centrarse. El lado bueno de las cosas que le pasaban.

El partido comenzó y Abigail se preguntaba dónde estaba Axel. Era la misma pregunta que el comentarista tuvo la decencia de prácticamente gritar, y el tema principal de los murmullos de las gradas. ¿Dónde estaba el Delantero de Fuego? ¿Dónde se había metido? ¿Por qué no estaba liderando a su equipo en el partido contra la Royal Academy?

Abigail no sabía la razón de la ausencia de Axel, pero tenía claro que debía ser algo muy específico. Estaba convencida de que algo grave e importante había tenido que pasar. Axel no era del tipo que se saltaran los partidos por miedo o por cualquiera otra de las estúpidas razones que comentaban en las gradas. No, ella sabía que Axel era valiente. Él nunca se rendía. No había ido al partido por alguna razón importante.

Sin saber por qué, su mirada voló a Celia, quien animaba al Kirkwood con entusiasmo. Al ver a su hermana pequeña tan contenta, una idea cruzó por su mente. ¿Acaso Axel no había ido por...? No, no podía ser eso. La simple idea la espantó. Que algo malo le hubiera pasado a Julia, la comenzó a aterrar. Pero una posibilidad que debía manejar. Axel haría cualquier cosa por su hermanita, igual que ella hacía por Celia... era lógico que faltara a un partido si algo malo le pasaba.

Y fue cuando aquella idea se volvió más intensa al recordar una de las conversaciones que había tenido con él acerca de sus hermanas.

Estaba claro.

Algo le había pasado a la menor de los Blaze.

Holiiii :D

Este capítulo es el último de los que narran el "pasado", por decirlo de alguna manera.

Al menos, Joe y David medio arreglaron las cosas con Abby. ¿Y que hay de Jude? Bueno, eso tendrá que esperar, ups.

Bueno, ¿Qué os ha parecido el capítulo?

¡Espero que os haya gustado!

Nada más por mi parte, pero...

¡Nos leemos en comentarios!

PD: el próximo capitulo será el sábado, sobre las 22pm (hora europea)

~I 👑

|Publicado|: 18/08/2021

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