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CAPÍTULO CINCO
Nuevo equipo
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Hace un año y medio
Ciudad de Inazuma
Instituto Kirkwood
Axel Blaze observaba en silencio a la chica a su lado, estudiando su expresión. Parecía a punto de echar a correr en dirección opuesta, sus ojos lo decían. Como siempre, su mueca estaba vacía, con la perfecta expresión de un jugador de cartas, pero sus ojos... ellos delataban el pánico que sentía en el fondo. Por eso Axel apoyó una mano en uno de los hombros de ella.
—Esta es una pésima idea, Axel. —recalcó.
—Es la décimo quinta vez que lo dices, Abigail. —replicó él, rodando los ojos. —Deja de ser tan pesimista.
—Si llevas la cuenta, deberías de darte cuenta de que este plan apesta. —señaló ella, girando la cabeza para verlo. —Me van a odiar.
Axel bufó, mirando hacia el cielo para contener sus ansias asesinas.
—¿Necesitas otro balonazo?
Abigail hizo una mueca. Sabía que él no bromeaba. No con los balonazos.
—No, pero....
Axel la calló con una mirada.
—¿Pero?
—No, nada.
—Vamos.
Axel tomó a la chica del brazo y la obligó a caminar. Lo cierto era que Abigail tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para seguirle el paso al chico, pues este parecía tener prisa.
—Como esto salga mal y me maten, pienso volver en forma de espíritu y hacerte la vida imposible, Blaze. —amenazó Abigail.
—Que sí, que sí. Si sale mal puedes hacer lo que te dé la real gana. —gruñó Axel, irritado con tanto pesimismo. —Ahora, si no vas a decir algo positivo, cierra el pico.
Abigail obedeció al ver el ceño fruncido el chico. Apostaba que la vena de su frente estaba algo más hinchada de lo normal, y que la del cuello no tardaría demasiado en sufrir el mismo destino. Lo que menos quería era que el chico le diera otro de sus balonazos terapéuticos. Con uno había sido más que suficiente.
Por poco tropezó con sus pies al ver a los jugadores del Kirkwood en el campo, hablando entre ellos con tranquilidad. Incluso el entrenador estaba allí, sentado en el banquillo, sonriendo ampliamente. Axel tuvo que obligarla a caminar, ignorando por completo las amenazas y quejas que la chica le hacía en susurros. Tuvo que reprimir una sonrisa; era divertida.
—Hasta que llegas, capitán. —se burló Malcolm, hasta que reparó en la chica y abrió los ojos como platos.
Oh, demonios, me van a comer con patatas, se lamentó ella.
—¡¿Qué significa esto, Blaze?! —exclamaron los trillizos a la vez.
Axel los ignoró olímpicamente, clavando su mirada en su entrenador. Este había borrado su amplia sonrisa, pero ofrecía una amable a la tensa chica. Se levantó y se acercó a ella.
—Tú debes de ser Abigail. Axel me ha hablado mucho de ti. —le ofreció una mano, sorprendiéndola. —Soy Seth Nichols, el entrenador del Kirkwood. Bienvenida, Abigail.
—¡¿Qué?!
—Silencio. —gruñó Axel, dándoles una mirada irritada. —Entrenador, ¿está listo lo que le pedí?
—No te preocupes, Axel, está todo listo.
—Bien. —se giró hacia los demás. —Chicos, ella es Abigail y a partir de este momento es jugadora del Instituto Kirkwood.
—¡¿QUÉ?!
—¿Se puede saber que pretendes, Sharp? —le gruñó Marvin
—Sí, seguro que está infiltrándose para conseguir información para la Royal Academy. —siguió Thomas.
—¡Confiesa ya tu plan malvado! —exclamó Tyler.
—Te dije que era una pésima idea, Axel. —farfulló Abigail, dándole una mirada al mencionado. —Lo siento, ya me retiro.
Estaba a punto de hacerlo, pero de un movimiento, Axel la subió sobre un hombro, como si fuera un saco de patatas. Aquello causó un gritito sorprendido de la chica, sorpresa en algunos de los jugadores y alguna que otra risita. Axel ignoró los golpes que ella le daba en la espalda, mientras intentaba no perder la paciencia. Seth Nichols los observaba intentando no reírse.
—¡Bájame, Blaze! —demandó Abigail.
—Déjame pensarlo... No.
—¡Blaze!
—¡Sharp!
Abigail soltó un gruñido irritado. No pudo ver la sonrisa ladeada de Axel; parecía disfrutar el molestarla.
—Malcolm, —lo llamó, haciendo que el chico le prestara atención. —Ve y trae el dorsal que está encima de la mesa del entrenador, por favor.
El chico asintió con la cabeza y salió disparado hacia allí, ignorando los chillidos de los trillizos ante la orden del capitán. Los demás observaban la escena como si fuera alguna especie de partido de tenis. A alguno le faltaba sacar una bolsa de palomitas y sentarse en el suelo.
—¿Me vas a bajar, Axel? —preguntó la chica.
—¿Vas a intentar volver a escapar?
—No prometo nada.
—Entonces no te bajaré.
—¡Axel!
—¡Abigail!
Seth Nichols soltó una risa, haciendo que sus jugadores lo miraran algo sorprendidos. El adulto parecía realmente entretenido con la escena. Aceptó el dorsal que Malcolm le tendió, para luego centrar su mirada en la pareja.
—Axel, baja a Abigail, por favor. —indicó, recibiendo una mirada significativa del chico. —Hazme caso, venga. Bájala.
Axel refunfuñó por lo bajo, mientras inclinaba su cuerpo hacia delante y bajaba a Abigail. Se quejó cuando ella le pegó un golpe en la cabeza, algo irritada. Fue lo suficientemente rápido como para atrapar la muñeca, pues ya estaba a punto de recibir otro golpe.
—Idiota. —lo insultó Abigail.
—Llorica.
—Chicos, por favor. —los paró Seth Nichols, bajo la divertida mirada de Malcolm. —Axel ya me ha contado tu situación, Abigail. No debes preocuparte por nada.
—¿Qué? —Abigail tardó unos pocos segundos en reaccionar. —¿Qué tú qué, Blaze?
—¡Ay! Que agresiva eres, mujer.
—¡No tenías derecho a contar mis problemas, idiota! —replicó, intentando volver a golpearlo. —Suéltame, bote de gomina con patas.
—Yo insistí, Abigail. —intervino Seth Nichols, salvando a su delantero de la ira de la chica, pues esta se quedó algo estupefacta. —Axel me contó una versión corta, pero yo insistí en que me contara todo. No te enfades con él, por favor.
Abigail se quedó de piedra, sin saber qué hacer realmente. Nunca antes un adulto le había pedido algo con tanta amabilidad. Estuvo tentada de echarse a llorar.
—Oh... yo... lo siento, Axel. —musitó, dándole una sonrisa de pena.
—Ya, ya... Caray, deberías meterte en lucha libre y no en fútbol.
—Qué gracioso.
Seth le tendió el dorsal a la chica, quien pareció dudar. Al menos, hasta que el rubio le pegó un codazo en el costado y eso la hizo reaccionar. Sintió la textura de la camiseta más suave de lo que se esperaba, mientras la admiraba en silencio. Hasta que reparó en cierto detalle.
—Exactamente el mismo número. —musitó, mirando al entrenador.
—Ah, no, no. A mí no me mires. —Nichols alzó las manos en señal de paz, aunque se le escapó una pequeña sonrisita. —Fue cosa de Axel.
El rubio no se inmutó por la mirada curiosa de la chica, ni de los demás. Estaba de brazos cruzados y sonreía de lado.
—Pensé que quizás te gustaría. —se encogió de hombros.
Abrió los ojos como platos cuando Abigail se lanzó sobre él. Durante una milésima de segundo, creyó que le pegaría una tunda, pero se equivocó. Lo estaba abrazando. Y se quedó de piedra.
—¡Gracias! —Abigail parecía genuinamente encantada. —Es mi número favorito.
Malcolm soltó una risita al ver la mueca de su capitán, ganándose un codazo de Alfred Meenan. Este parecía disimular, a diferencia de Toby Damian y Zachary Moore, los cuales se reían levemente.
—¿Enserio vais a dejar que se una así por las buenas? —cuestionó uno de los trillizos, bastante irritado. —Es demasiado fácil, más o menos.
Los otros dos hermanos prácticamente repitieron la misma frase, con muecas de fastidio. Malcolm rodó los ojos al escucharlos, mientras Alfred les daba una mirada exasperada. Ninguno del equipo acababa de aguantar los caracteres de los trillizos; eran realmente insoportables.
—Si estáis pensando en hacerle una prueba, —habló Axel, alzando una ceja. —, me parece la idea más estúpida del mundo.
—¡¿CÓMO DICES?!
—Bueno—intervino Malcolm, pensativo, y por esa razón no se inmutó por las miradas envenenadas que le dirigieron los trillizos. —, Abigail era la capitana y delantera estrella de la Royal Academy... así que lo que dice Axel es verdad: hacerle una prueba a alguien que ya se sabe que es bueno es una pérdida de tiempo.
Abigail observó como los trillizos se enfurruñaban a la vez y sintió un deja vu. En vez de los tres insoportables hermanos, vio a Jude, David y Joe. Por eso tuvo que tragar saliva y controlar sus emociones para disimular. Pero Axel había visto perfectamente su reacción, así que soltó un suspiro.
—Tenemos más cosas que tratar, Marvin, Thomas, Tyler... dejad de hacer un berrinche, por favor, no tenéis tres años. —ni se inmutó por los chillidos que obtuvo de los tres, demasiado cerca de su cara para su gusto. Se alejó unos pasos y los observó de brazos cruzados. —Debemos pensar en cómo afrontar el siguiente partido.
—Espera, Axel, —lo detuvo Alfred, haciendo un gesto de parada con una mano. —si Abigail era estratega en la Royal, eso nos sirve, ¿no?
—Por supuesto que nos sirve, lelo. —lo atacó Toby, poniendo los ojos en blanco.
—No empecéis. —los detuvo Axel, pues conocía perfectamente a sus compañeros. —Alfred, tienes razón, desde luego. —se giró a mirar a la chica, quien parecía más tranquila que antes. —¿Podemos contar contigo en eso, Abigail?
Dudó unos segundos. Nunca había dirigido el juego sin su hermano Jude, pero él ya no estaba. Estaban separados y debía hacer las cosas por sí misma.
Soy una Sharp, no necesito a nadie que me ayude, se dijo a sí misma.
—Por supuesto, capitán. —esbozó una sonrisa burlona.
Axel decidió ignorar por completo el tono con el que lo había llamado, así como la sensación que generó en su estómago.
—Bien, en esto es lo que haremos...
[...]
Adecuarse al Kirkwood le había costado a Abigail mucho menos de lo que se esperaba. Había tenido a Axel para apoyarla cuando lo necesitaba, quien se tomaba muy enserio el labor de capitán y le pedía opinión en casi todas las decisiones. Malcolm había sido uno de los que mejor la habían recibido, junto con Alfred. El entrenador Nichols estaba realmente encantado con su presencia, pues aseguraba que había mejorado al Kirkwood notablemente. Eso la aliviaba.
No podía decir lo mismo de los trillizos. Ellos parecían totalmente en contra de que ella estuviera en el equipo, aunque nadie les hacía ni el menor caso cuando se quejaban de que era una supuesta espía o las demás estupideces que soltaban. Por eso, le hacían la vida un poco más difícil. No cooperaban con ella y siempre que podían, estorbaban en su camino. Eso por poco había provocado peleas en el Kirkwood, peleas que Axel y Nichols habían tenido que frenar.
Otro de los cambios en la vida de Abigail tenían que ver con su hermanita Celia. Después de tanto tiempo, la había vuelto a ver. Y había conocido a su familia adoptiva. Los Hills eran personas maravillosas, con un corazón de oro que lograron enternecer a la chica Sharp. Fue cuando se dio cuenta de que su hermanita estaría mucho mejor con ellos que con Jude y los Sharp. Celia había encontrado una buena familia que la cuidaba, y para ella era suficiente.
Abigail estaba agradecida con la idea de Axel, pues había recuperado el contacto con su hermanita y volvía a jugar al fútbol que le gustaba. Su carácter también había cambiado. Seguía siendo algo prepotente y su ego a veces parecía estar en lo alto de la Torre Inazuma, pero había salido a la luz su lado caritativo. Tenía una parte amable que había pillado por sorpresa a Axel, pero que la hacía más accesible. El rubio había conseguido abrir la puerta de la sinceridad, aunque solo la abría con él. Eso sí, no podía hacer nada contra su sarcasmo, eso había nacido con él y nadie se lo quitaría.
Lo único que Abigail añoraba era a su hermano. Había estado toda su vida con su hermano, y estar separada de él era difícil. Por eso, lloraba todas las noches, con la cabeza enterrada en la almohada y abrazada a una de las chaquetas de Jude. Añoraba que él la fuera a arropar como si tuviera cinco años, que le fuera a llevar helado cuando estaba de pésimo humor o escucharlo hablar de las frikadas que le gustaban. Jude le hacía mucha falta. Era su soporte, su otra mitad. Y era más difícil de lo que esperaba no tenerlo a su lado, por primera vez en toda su existencia.
Lo que la consolaba, era tener a Celia cerca. Se habían vuelto muy cercanas, pues la señora Hills había insistido en que se quedase en la habitación libre que tenían. Al principio, Abigail se había negado, pero al ver el brillo en los ojos azules de su hermanita fue incapaz de decirle que no. Ella literalmente haría lo que fuera por su hermanita, incluso vivir en aquella casa que era desconocida para ella. Pero los Hills no dejaron que se sintiera mal. La calidez del matrimonio Hills logró llegar a Abigail, quien dejó de sentirse incómoda y pudo disfrutar de estar bajo el mismo techo que su hermana. Aunque la espinita de su hermano siguiera clavada en su mente.
Celia había insistido en que para el próximo curso ambas irían al Instituto Raimon. La pequeña tenía muchas ganas de ir a ese colegio, luego de haber leído que el famoso Inazuma Eleven había nacido allí. Además, tenía uno de los mejores planes de estudio de fotografía de la ciudad, otra de las pasiones de la niña. A Abigail no le pareció mala idea, aunque durante unos segundos, la imagen de Axel apareció en su mente, de forma muy fugaz.
En el Instituto Raimon estaba una chica a la que Abigail había visto varias veces en actos de su familia adoptiva. Según tenía entendido, era hija del director del colegio, familia de la alta élite de la ciudad, como los Sharp. No la conocía demasiado bien, pues en esos actos de limitaba a quedarse en un rincón junto a Jude, David y Joe, pero se decía que ver una cara conocida no estaría del todo mal. Aunque claro, eso aún sería para el curso siguiente, todavía quedaba tiempo. No para Celia, quien parecía querer prepararlo todo, bajo la mirada divertida de su hermana mayor y la enternecida de sus padres adoptivos.
Casi sin darse cuenta, los meses fueron pasando y Abigail mejoró en su fútbol. Se había notado la libertad del peso que las órdenes de Ray Dark habían hecho en su mente, pues ahora disfrutaba del fútbol. Parecía otra persona cuando jugaba, o eso decían Axel y Malcolm, pero ella no lo tenía tan claro. Lo único que sabía era que se lo pasaba bien. Y según el entrenador, eso era lo importante.
En un abrir y cerrar de ojos, había llegado el final de Torneo de Fútbol Frontier. El Instituto Kirkwood había conseguido llegar a la final gracias al trabajo de Axel y Abigail. Claramente la aparición de la chica Sharp en el equipo había conmocionado a medio mundo del fútbol, por no decir a todo, pero ella se mostraba confiada. Al menos, hasta que leyó el rival.
—La Royal Academy...—musitó, tras leer el periódico.
—Ay, no. —dramatizó Alfred, simulando que se desmayaba, haciendo reír a sus compañeros.
Abigail se lo agradeció con la mirada, y el chico se limitó a encoger los hombros. No sabía por qué, pero la mayoría de sus compañeros parecían querer hacerla sentir mejor todo el rato. Su intuición le decía que había sido cosa del Delantero de Fuego, aunque este se hiciera el loco cuando lo insinuaba.
Axel posó una mano sobre el hombro derecho de la chica.
—No te preocupes, todo saldrá bien. —la animó al ver su mueca.
—Te veo muy positivo, Blaze.
—Eso es porque lo soy.
—Sí, claro... no te escuché decir lo mismo del examen de lengua.
Axel abrió la boca, indignado, para luego fulminar con la mirada a Alfred y a Malcolm.
—¡Nosotros no fuimos! —hablaron a la vez.
—Corred.
—Pero Axel-
—He dicho que corráis.
Los dos intercambiaron una mirada, para luego salir corriendo por el campo de fútbol. Axel salió disparado detrás de ellos, haciendo que ambos soltaran grititos suplicando clemencia. Abigail los observó, de brazos cruzados y con una sonrisa en los labios.
—Abigail—la llamó el portero. —¿te importaría lanzarme tiros?
—No, claro que no.
—Espera. —la detuvo Toby. —¿No sería mejor que practicáramos la defensa?
—Podemos hacer un partido, si os parece bien. —ofreció el entrenador.
Aquella idea que al principio parecía buena, no tardó demasiado en ser pésima. Abigail y Axel estaban en el mismo equipo, con los trillizos como línea defensiva. Nada de aquello podía salir bien, eso Malcolm se lo veía venir mientras observaba el comportamiento de sus compañeros. Sabía que ninguno de los dos delanteros les caía demasiado bien pero, no serían tan mezquinos como para hacer nada malo a ninguno de los dos, ¿no?
No tardó en obtener una respuesta al escuchar un grito de dolor, seguido del estruendo que hace un cuerpo cuando acaba en el suelo. Todo había pasado tan rápido que casi nadie pudo reaccionar. Solo Axel salió de su sorpresa y corrió hacia Abigail, quien estaba tirada en el suelo en posición fetal, agarrándose la pierna derecha. Se agachó a un lado de la chica, intentando observar que podía haber salido mal, pero ella no dejaba de quejarse, con pequeños gimoteos.
Seth Nichols abandonó su lugar en el banquillo y corrió hacia donde la joven delantera estaba tirada. Se agachó a su altura y le pidió amablemente que le dejara echarle un vistazo a su pierna. Abigail aceptó, sentándose como pudo hasta que Axel la sostuvo por la espalda, recibiendo una pequeña sonrisa a modo de agradecimiento. Mueca que se borró tan pronto como el entrenador comenzó a examinar la pierna de la joven Sharp, quien emitió un pequeño gemido de dolor.
—¿Cómo está, entrenador? —preguntó Axel.
—No tiene buena pinta. —musitó el adulto, intentando no sonar demasiado brusco. —Deberíamos dejar que lo viera un médico.
La sangre de Axel comenzó a hervir, mientras le pedía educadamente a Alfred que sostuviera a Abigail. Ambos observaron como el capitán se dirigía, echo una furia, hacia donde estaban los trillizos. Ellos no se habían movido de su sitio, los tres con las manos en las caderas y sonrisas burlonas en sus labios. Aquello empeoró el humor de perros del delantero.
—¡¿Se puede saber qué demonios os pasa a vosotros tres?! —bramó, totalmente enfurecido con sus compañeros. La vena de su frente amenazaba con estallar en cualquier momento, y la del cuello no estaba mucho mejor. —¡Debería daros vergüenza comportaros de esa manera! ¡Que no tenéis cinco años, carajo!
Los hermanos miraron al capitán con algo de aburrimiento. Marvin se permitió bostezar, Thomas se estiró como si acabara de levantarse de la cama y Tyler tarareó en voz baja. Axel tuvo que usar todo su autocontrol para no estamparles el puño en toda la cara.
—¿Qué ocurre, Axel? —era la voz del entrenador.
El delantero se giró para mirar como el adulto sostenía un lado de Abigail, mientras ella se apoyaba levemente en Alfred. Malcolm estaba al lado del pelivioleta, con expresión enfadada.
—Lo que ocurre, es que ellos tres le hicieron una entrada muy fea a Abby. —gruñó Axel, casi sin darse cuenta de que la había llamado por un apodo y no por su nombre.
—¿Estás seguro, Axel? —cuestionó el adulto, haciendo que el mencionado comenzara a tener un tic en un ojo. —Esa es una acusación muy fea.
—Eso, capitán. —se burló Thomas.
—Es una acusación muy fea. —siguió Marvin.
—Muy fea, más o menos. —finalizó Tyler.
Axel soltó un gruñido irritado.
—¡Por supuesto que estoy seguro!
—Entrenador, —intervino Malcolm, con el ceño totalmente fruncido por el enojo. —yo también he visto la entrada.
—Y yo. —asintió Alfred, entre preocupado y enfadado. —Desde la última línea defensiva se ve muy bien la jugada.
—¡Horrible, entrenador! —chilló John Neville, el portero, algo horrorizado con la entrada que había visto. —¡Esa jugada fue horrible! —lloriqueó.
Toby Damian y York Nashmith le dieron palmaditas a su compañero, aunque ambos parecían igual de horrorizados. Zachary Moore, Dan Mirthful y Ricky Clover parecían haberse quedado mudos o haber visto un fantasma.
La mueca de Seth Nichols cambió conforme iba escuchando a sus jugadores. En su cara apareció una expresión que nunca le habían visto: la furia. Parecía faltarle pocos segundos para mandar a los trillizos de una patada a cualquier punto de la ciudad. Pero si algo lo caracterizaba, era su infinito autocontrol.
—Eso no está nada bien, chicos. —regañó a los trillizos, callando una queja del rubio con la mirada. —Debéis disculparos con Abigail.
—¿Disculparse? —repitió Abigail, incrédula. Su ceño fruncido tembló, pues estaba enfurecida. —¡Me han lesionado, entrenador!
—Eso todavía no lo sabemos, bonita. —se burló Tyler.
—Sí, igual solo es teatro. —siguió Thomas.
—Puro teatro, más o menos. —asintió Marvin.
Aquello acabó por agotar la poca paciencia de la jugadora.
—¿¡Teatro?! Vosotros sí que vais a saber lo que es teatro cuando os pille, panda de idiotas...
—¡Abby! —Axel la detuvo al verla dar un paso, enfurecida, hacia los trillizos. Parecía haberse olvidado de su pierna. Al menos, hasta que el rubio la atrapó. —No seas tan suicida.
—Luego hablaré con vosotros. —sentenció Seth Nichols, mirando a los trillizos con seriedad.
Abigail pasó un brazo por encima de los hombros de Axel cuando este se lo indicó y la ayudó a caminar. El rubio gruñó por lo bajo al verla hacer muecas de dolor, por lo que intercambió una mirada con Malcolm. Este se apresuró a pasar el brazo libre por encima de sus hombros, ayudando.
—La llevaremos con mi padre. —informó Axel al entrenador. —Es la mejor opción.
Seth Nichols asintió, para luego facilitarles transporte. Llamó a un taxi y se negó rotundamente a que cualquiera de los jugadores lo pagara; él lo haría. Axel y Malcolm acompañaron a Abigail, además del entrenador pues era el encargado de la menor en ese momento. Él llamó a la señora Hills, pues se negaba en redondo a que llamara a su padre adoptivo. No quería ni verlo delante; y estaba segura de que él tampoco quería verla.
El doctor Blaze estaba en la recepción mirando unos papeles cuando entraron en el hospital. Abrió los ojos como platos al ver como la chica tenía que ser ayudada por los dos niños para andar, por lo que rápidamente ordenó que le trajeran una silla de ruedas. Axel se apresuró a explicarle lo que había pasado, y para Katsuya Blaze no pasó desapercibido como los ojos de su hijo brillaban al hacerlo. No comentó nada, no era el momento.
Seth, Axel y Malcolm se quedaron en la sala de espera, pues habían decidido que Abigail necesitaba pasar por quirófano. Se necesitaron las cuatro manos de ambos para sentar a Axel en cuanto se lo dijeron, pues el rubio había vuelto a sentir aquella furia abrasadora de nuevo. Se había quedado sentado en el sillón, con expresión asesina y la sangre hirviéndole.
No tardaron demasiado tiempo en aparecer otras dos personas. Una de ellas era una pequeña niña de cabellos azul intenso, junto a unos enormes ojos del mismo color. Estaba abrazada a un osito de peluche de color marrón avellana y parecía buscar algo con la mirada. Venía de la mano de una mujer de intenso cabello marrón y ojos azules, con expresión preocupada. Ella se acercó a Seth Nichols, confirmando sus sospechas; era la señora Hills.
Katsuya apareció unas horas después, pues la operación no había sido tan sencilla como se esperaba. Fue prácticamente asaltado para saber cómo estaba Abigail, y la noticia les calló a todos como un balde de agua fría: se había roto la pierna y le esperaban largos meses de recuperación. La señora Hills contuvo un sollozo, mientras Axel apretaba los puños con ira.
La pequeña niña se acercó al doctor, quien clavó sus ojos negros en ella con curiosidad. La pequeña le sonreía de forma leve, mientras sus intensos ojos azules brillaban llenos de lágrimas.
—Gracias por curar a mi hermana mayor. —musitó, con la voz algo quebradiza.
El doctor Blaze asintió, palmeando la cabeza de la niña varias veces para luego desaparecer. Axel había clavado su mirada en ella cuando había dicho aquello. Tenía delante de él a la mismísima Celia, la razón por la que Abigail había sacrificado su fútbol. Y pudo comprenderlo. La niña destilaba ternura por cada poro de su piel.
—Así que tú eres la famosa Celia. —pronunció, antes de darse cuenta.
Celia giró la cabeza al escuchar su nombre y miró con curiosidad al rubio. Hasta que abrió sus ojos como platos y pareció emocionarse.
—¡Ala! ¡Eres Axel Blaze! —exclamó, sonriendo de oreja a oreja. Lo siguiente que dijo, pilló con la guardia baja al chico: —¡Mi hermana siempre habla de ti!
—Celia. —la reprendió la señora Hills, imaginando el bochorno de la niña cuando se enterara.
—¿Qué? Pero si es verdad.
Axel retuvo una sonrisa, bajo la mirada divertida de Malcolm.
—¿Ah sí? Espero que cosas buenas.
—Bueno... esto...—Celia pareció pensárselo. —...Más o menos.
—Celia. —insistió su madre.
—Bien, bien. Ya me callo...
Los tres rieron por lo bajo, mientras la señora Hills miraba a la niña en forma de reproche. Celia sonreía con falsa inocencia, mientras movía un pie contra el suelo como si no fuera con ella.
—Pero estoy segura de que serás mi cuñado.
—¡Celia!
Holii :D
Aquí tenéis otro capítulo que creo que era necesario que tuvierais y que en la otra versión no estaba.
Ver a Abby en el Kirkwood y como se lesionó y no pudo estar en la final es muy importante para toda la historia.
Axel amenazando con balonazos es algo para tener miedo uhu.
Y Celia shippeando a su hermana con Axel es lo mejor osi osi. Fight me si pensáis distinto jsjsjs
Bueno, ¿Qué os ha parecido el capítulo?
¡Espero que os haya gustado!
Nada más por mi parte pero...
¡Nos leemos en comentarios!
PD: el próximo capitulo será el miércoles sobre las 22 p.m (hora europea)
~I 👑
|Publicado|: 14/08/2021
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