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CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO Técnicas, lesiones y... ¿un parque?

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LUEGO DE TODOS LOS acontecimientos de la Royal Academy Redux, el intento de Rai Dark de volver a hacer de las suyas, los jugadores del Raimon volvían a la ciudad de Inazuma. Después de todo, la entrenadora debía volver a la 'base' junto con el entrenador Hillman y el señor Raimon, con el objetivo de vigilar los movimientos de la Alius.

Y, mientras tanto, los jugadores del equipo se encargarían de entrenar por su cuenta, contando con la ayuda de las gerentes. Realmente no necesitaban ayuda de ningún adulto, y eso era gracias a la unión del capitán y los mellizos Sharp. Ellos eran perfectamente capaces de dirigir al equipo por su cuenta.

Abigail iba sentada con Jude, con la cabeza apoyada en el hombro de su hermano, quien leía tranquilamente. Ella iba muy distraída, pensando en todo lo que había pasado, mirando por la ventana para observar el paisaje.

—Oye, hermana, —habló Jude de repente, aunque sin alzar la mirada de las páginas—. ¿Estás pensando lo mismo que yo?

—¿Qué Rai Dark está vivo y que va a volver? Sí.

—Me preguntó si en algún momento nos libraremos de él....

—Ya sabes el dicho, hermano, "mala hierba nunca muere".

Jude soltó algo parecido a un suspiro, dándole la razón a su manera.

Luego de eso, Abigail le pidió a su hermano que leyera en voz alta, en un intento de dejar de pensar en lo mismo durante cinco minutos. Sabía que, para eso, no había nada mejor que escuchar a su mellizo recitar algo en voz alta. Después de todo, era algo que el chico llevaba mucho tiempo haciendo, prácticamente desde que había aprendido a leer.

Pasaron el resto del viaje de aquella manera: la chica con la cabeza apoyada en el hombro de su hermano y los ojos cerrados, mientras él leía con voz calmada para ambos. En verdad, ninguno de los dos prestaba atención a la lectura, pero les servía de medio para calmar sus tensos pensamientos y cuerpos. Era como una especia de terapia para ellos. Un pequeño remanso de paz luego de la tensión que habían sentido.

Al llegar al campo de la Ribera, vieron a dos jóvenes de su edad, aparentemente esperándolos. Una de ellas era Thomas Felt, el capitán del Brain, y el otro se presentó como Shadow. No tenían ni idea de quien era pero no tenía pinta de hablar demasiado.

—El equipo de apoyo Anti-Academia Alius—aclaró Thomas, ante sus muecas de confusión.

—¿Tú también te has unido? —preguntó Mark, emocionado, mientras miraba al chico desconocido.

—No, en estos momentos, mi técnica no podría con ellos—respondió Shadow, con tono oscuro, mientras parecía mirar a todos lados menos al capitán del equipo—. Me uniré cuando sea perfecta.

¿Ah?

—¿Pero que tiene la gente con lo de ser perfectos? —preguntó Nathan a la chica a su lado.

—Una obsesión poco sana....

—Mark, contáis con todo nuestro apoyo. Así que no podéis perder, ¿sí?

—Sí, muchas gracias—asintió Mark, claramente emocionado, y ambos porteros chocaron las manos—. Muchísimas gracias, Felt

En ese preciso momento, apareció el señor Raimon.

—¡Papá!

—Bienvenida de nuevo, Nelly. Como ves, estamos reconstruyendo el instituto.

—Es genial.

—Quería daros la bienvenida personalmente—habló el señor Raimon, ahora dirigiéndose a todos los miembros del Raimon—. Estáis haciendo algo muy importante para el país y, según me he enterado, lo de la Royal Academy Redux ha sido muy duro y os ha tomado por sorpresa. Sé que el esfuerzo va a ser importante, pero confío en vosotros, conseguiréis la victoria. Ánimo y buena suerte—alentó a todos—. Ah, por cierto, puede que no haya mucho tiempo, pero debéis recuperar fuerzas. Descansad todo lo que podáis.

Sí, claro, eso es justamente lo que están pensando todos, pensó Abigail, mientras observaba a sus compañeros de equipo con los ojos algo entornados.

El equipo se separó para 'descansar', y cada uno tomó el rumbo que le pareció mejor. Mark fue a su lugar favorito del parque de la ciudad, a entrenar con su viejo neumático. Celia le enseñó a Scotty el lugar de entrenamiento del Inazuma Eleven, que ahora era usado por ellos, el Campo Centella. Nathan y Abigail decidieron ir a una heladería a la que solían ir después de los entrenamientos de atletismo.

La chica sentía que no estaba pasando el tiempo suficiente con su mejor amigo.

Y mentiría si dijera que eso no la hacía sentirse algo culpable.

—Te prometo que no es verdad lo que dices, Ab—replicó el de pelo azul con tranquilidad, en el fondo enternecido por la preocupación de la chica—. Yo no me siento desplazado, de verdad. Y, lo cierto es que con todo lo que ha pasado y la cantidad de gente a la que estamos conociendo, pues es un poco imposible querer atender a todo.

—Ya, bueno, pero en verdad siento que no paso el tiempo suficiente contigo—se quejó ella, inflando las mejillas con indignación.

Nathan rio, pasando su brazo por encima de los hombros de ella. —No digas bobadas, anda. Después de todo, yo debería ser el preocupado por ti y no al revés.

Nathan...

Entraron en la heladería y saludaron con una sonrisa a la dueña, quien se mostró realmente contenta de volver a tenerlos por allí. Después de todo, desde que habían ganado el Torneo de Fútbol Frontier no habían tenido tiempo de pasarse por la heladería. Los extraterrestres no les habían dejado mucho tiempo libre, menos aún de volver a sus viejas costumbres.

Los dos adolescentes caminaron hacia una mesa en el fondo del local, en la que era habitual que se sentaran, y se sentaron. Una camarera se acercó a ellos, y no tuvieron que pensar demasiado para pedir. Ya sabían lo que querían.

Era lo mismo de siempre.

—¿Cómo estás? —preguntó Nathan, una vez que la camarera los dejó solos y pudo centrarse en las preguntas que quería hacerle—. Y no me saltes con uno de tus comentarios, que te veo venir. Hablo enserio.

—La verdad es que no sé cómo me siento—confesó Abigail, maldiciendo por lo bajo que el peliazul la conociera tan bien. Se quedó callada mientras la camarera les dejaba los helados—. Creía que lo de Axel iba a ser lo peor que me iba a pasar durante este tiempo, pero luchar contra Joe y David fue muy raro. Era como si tuviera que elegir entre lo que creo correcto y lo que debo hacer... —Paró de hablar, mientras removía el helado con la cucharilla—. Y como guinda del pastel, Rai Dark nos dijo, (a mi hermano y a mí), que somos sus mejores creaciones. Y que disfrutemos de la vida de futbolistas que nos ha dado—puso mala cara sin darse cuenta—. Já, ¿pero quién se cree que es?

—Eres mucho más que eso, Ab—habló Nathan, quien no había dejado de escucharla ni un segundo—. Lo sabes perfectamente, y no creo que necesites que yo te lo diga, ¿verdad? Eres mucho más de lo que ese hombre pueda llegar a decirte.

Ella suspiró, llevando la cucharilla con helado a su boca. Se quedó en silencio, degustando el sabor, mientras observaba a su mejor amigo.

Nathan no dejó que el silencio se formara entre ellos.

—Has intentado hablar con Axel, ¿verdad?

—Sí, lo llamo todos los días—confesó Abigail, soltando un leve suspiro. A pesar de tratarse de su mejor amigo, no toleraba mostrarse 'débil' ante nadie—. Nunca me contesta, pero por lo menos escucho su voz en el contestador. Le dejo un mensaje contándole todo lo que ha pasado. Solo... espero que los escuche.

—Estoy seguro de que lo hace—señaló Nathan, sonando optimista. Bastante optimista para ser exacto—. Y de que te contestará.

—¿Tú crees?

—Vamos, es Axel Blaze, el chico que no puede vivir sin ti. — Nathan meneó la cabeza, luciendo divertido—. Estoy completamente seguro de que se va a un rincón solitario para poder escuchar tus mensajes varias veces. —Observó como ella arqueaba las cejas—. Si no te contesta, es porque teme por tu seguridad.

—¿Mi seguridad?

—No debería decir esto, porque mi deber de mejor amigo sería espantar a todos los chicos que se acerquen a ti, pero él es bueno para ti. se preocupa por ti. y tengo clarísimo que te ama con todo su corazón, aunque a veces parece que no tiene. —Nathan soltó un quejido al recibir una patada en la espinilla—. Agresiva...—se quejó, para luego seguir hablando—: Además, recuerdo que, después de un partido, tuvimos una conversación algo extraña. Parecía algo preocupado y le pregunté qué pasaba. No entendí la mitad de lo que dijo, pero recuerdo que me dijo que, si alguna vez desaparecía... bueno, sería para protegerte a ti, a su hermana o a las dos...

Abigail tragó saliva, preocupada.

—¿Crees que Axel está en peligro?

—No lo sé, pero no sería la primera vez que lo chantajean para que no juegue al fútbol—señaló Nathan, jugueteando con la cucharilla en los dedos—. Puede que alguien lo haya visto de nuevo como una amenaza y te haya usado a ti, o a su hermana, para alejarlo del campo de fútbol.

Nathan se arrepintió de lo que había dicho en cuanto vio la mueca de preocupación de Abigail.

Quiso cortarse la lengua o pegarse un cabezazo contra la mesa, incluso volver atrás en el tiempo para evitar decirlo. Pero, por desgracia, no podía hacerlo.

—Solo estoy especulando, no digo que lo crea con firmeza—se apresuró a decir.

—No, Nath, la verdad es que tiene mucho sentido—replicó ella, con el ceño fruncido, pensando en algo bastante concreto—. Me recuerda mucho a algo que me dijo cuando se fue. Me dijo que recordara que hacía todo eso para protegerme. —Hizo una pausa, abriendo los ojos más de la cuenta. Las palabras de Axel estaban sonando tan claras en su mente que lo había visto bien—. Demonios, ahora lo veo. Es eso. Está siendo chantajeado. Está clarísimo.

Dios mío, Axel...

—Pero, ¿Quién querría apartarlo ahora del fútbol y del Raimon? —preguntó Nathan, sonando confundido—. No tiene sentido. Es decir, estamos intentando salvar el planeta.

—Pues está claro que alguien que no quiera que el planeta sea salvado—señaló Abigail, tras haber tomado un bocado de helado—. Como por ejemplo... los extraterrestres.

—¿Crees que la Academia Alius chantajea a Axel?

—Todo concuerda, Nath. Janus me dijo que la Academia Alius podía mejorar mis habilidades, pero me negué a unirme a ellos—habló ella, mientras cada pieza del puzle parecía encajar en el mental que estaba armando en su mente—. Seguro que se dieron cuenta de mi relación con Axel, o ya la sabían de antes. Aunque no acabo de entender el por qué lo apartaron a él y no a mi.

—Puede que te estén poniendo a prueba.

Abigail puso una mueca extraña. —¿A prueba? ¿A mí? ¿Por qué?

—Si te querían en su academia, es muy probable que lo sigan haciendo. Deben de haberse dado cuenta de que jamás a dejarías el Raimon si Axel estaba allí. Así que, chantajean a Axel para que deje el Raimon y observan como eso afecta a tu fútbol.

—Pero no es solo Axel por lo que no dejaría el Raimon—replicó Abigail, con el ceño algo fruncido—. También es por Jude, por ti, por Mark, por los chicos en general.... Y porque me gusta el fútbol del Raimon.

—Ya, lo sé, pero creo que es evidente para todo el mundo que Axel es tu tendón de Aquiles, tu criptonita. Seguro que te observan para saber si eres tan fuerte como ellos...

Abigail bufó, preguntándose porque todo el mundo siempre la usaba como si fuera alguna clase de experimento. Debía de tener una diana en la frente que todavía no había visto, o no se explicaba aquella fijación con ella.

—Hey, no estás sola—hablo Nathan, sonriéndole de forma cálida—. No pienso dejarte sola, ni los chicos. Si te caes, te levantaremos. Puedes estar segura.

—Gracias, Nath, pero casi prefiero que os tiréis a mi lado.

Nathan se echó a reír. Una sutil sonrisa apareció en los labios de Abigail, quien observaba como su mejor amigo se reía de su pobre chiste.

Siguieron disfrutando de sus helados, mientras recordaban viejas anécdotas del club de atletismo. Aquel deporte lleno de adrenalina que los había juntado; Nathan dando gracias de que ella hubiera aceptado su oferta, y Abigail agradeciendo a su yo del pasado el haberse interesado por aquel deporte. De no haberlo hecho, no habría ganado un amigo tan especial como era el peliazul sentado frente a ella. Y, seguramente, habría tardado mucho más tiempo en volver al deporte que tanto adoraba, el fútbol.

Luego de haber pasado bastante tiempo juntos, Nathan y Abigail salieron de la heladería, y decidieron ir a ver si los demás estaban entrenando. A pesar de que Sonny Raimon les había dicho que descansaran, ambos adolescentes sabían que ninguno de sus compañeros haría caso. Si algo contagiaba Mark Evans eran las ganas de entrenar constantemente. Era el espíritu del Raimon, algo verdaderamente contagioso.

Para su sorpresa, no solo estaban Kevin, Shawn, Thomas y Shadow, —los que estaban entrenando cuando se fueron a tomar el helado—, sino que se habían unido muchos más, de hecho, todo el equipo estaba allí. Incluso la entrenadora estaba sentada al lado de las gerentes, en un banco algo apartado. Y eso hizo que tanto la estratega como el velocista se dieran una mirada confundida, no entendiendo por qué no los habían ido a avisar de que se iban a poner a entrenar.

Jude me va a oír por no haberme avisado, pensó ella, haciendo un pequeño berrinche silencioso.

Ambos observaron como el Remate Guiverno, la versión evolucionada del Remate Dragón, era ejecutada por Kevin. Pero, aquel tiro no tuvo el desenlace que todos esperaban.

—¡Kevin!

El chico cayó al suelo, agarrándose la pierna, mientras sus compañeros lo rodeaban con rapidez.

Abigail se abrió paso entre sus compañeros y examinó la pierna del delantero, con la ayuda de las gerentes. Después de todo, sabía algo de primeros auxilios, —y el padre de Axel le había explicado muchas veces como ocuparse de las clásicas lesiones de un jugador para que los profesionales pudieran ser más rápidos en su trabajo—. Por esa misma razón, no le gustó lo que veía. La mirada de Abigail se levantó para toparse con los ojos del chico, regañándole por su insolencia, mientras él sentía como un escalofrío le recorría la espalda.

La delantera se levantó, sin decir ni una sola palabra, y se giró a mirar a su entrenadora. Abigail asintió lentamente, confirmándole a Aquilina la duda que tenía, y haciendo que esta soltara un inaudible suspiro. Aquello complicaba las cosas. Mucho. Kevin estaba lesionado, Axel no estaba... lo que significaba que Shawn y Abigail eran los únicos delanteros de los que el Raimon disponía.

Abigail estaba acostumbrada a tener presión sobre sus hombros, pues la había sentido desde que había empezado a jugar al fútbol, era una vieja amiga que no le importaba tener cerca. Pero eso no era lo que la preocupaba. No tenía ni idea de cómo se tomaría aquello Shawn. Después de todo, él era el delantero de un equipo considerado como débil, así que no sabía si sería capaz de manejarlo. Y eso, verdaderamente la preocupaba.

Especialmente, teniendo en cuenta el extraño comportamiento del chico.

Si no está acostumbrado a tener tanta responsabilidad, puede venirse abajo fácilmente, pensó la chica Sharp, lanzando una mirada de reojo al chico del Norte, quien observaba al lesionado con expresión triste. Si se viene abajo, dejará de acertar sus tiros... y en las circunstancias en las que estamos, no podemos permitir el no marcar goles. Si queremos ganarles a los extraterrestres, necesitamos marcar tantos goles como nos sea posible.

Aunque el chico Dragonfly luchaba y rogaba por quedarse en el equipo, no había otra opción posible en el catálogo; solo había una opción en el menú. Su pierna no era capaz de seguir el ritmo que quería actualmente. No tenía sentido tener a un jugador lesionado cuando el Raimon se encontraba en aquella posición tan importante, tan delicada. Debía dejar el equipo para que se recuperara y, por tanto, no podría estar cuando luchasen de nuevo contra Épsilon.

—Kevin, lo siento mucho, pero quedas fuera del equipo—la voz de la entrenadora Schiller dijo lo que la delantera ya se esperaba, aunque no evitó que suspirara.

—¡No, entrenadora, Kevin ha dicho que puede hacerlo! ¡Debemos dejar que lo intente!

La seria mirada de Abigail se posó en su mejor amigo.

Nathan no estaba pensando las cosas con claridad, de hecho, dudaba que estuviera siquiera pensando. Era perfectamente capaz de verlo en la manera en la que el único ojo visible del defensa brillaba. Y, de la misma manera que sabía cómo se estaba comportando, también era consciente de que era la única que podía volverlo a la tierra.

—Si dejamos que juegue, se hará mucho más daño en la pierna herida—intervino Abigail, de brazos cruzados y expresión seria. Clavó la mirada en su mejor amigo, quien la miraba con bastante desesperación—. No puede hacerlo, Nath, y da igual como te pongas. No podemos dejar que fuerce su pierna, porque podría acabar en una lesión incurable. Una que lo dejaría fuera del fútbol para siempre.

—Pero... él siempre ha estado con nosotros... siempre nos ha ayudado... es nuestro amigo.

—Ya lo sé, Nath.

—Sí, es vuestro amigo, pero él es capaz de sacrificarse por el equipo—habló la entrenadora Schiller, viendo como la delantera había dado en el clavo—. Y, si él se sacrifica, vosotros lo protegeréis, y no daréis el cien por cien. Kevin no puede quedarse—acabó por sentenciar.

—Está bien, déjalo, Nathan—habló Kevin, a quien las palabras habían llegado, finalmente—. Shawn, Abby...—Dirigió su mirada a ellos—. Vosotros debéis cubrir la delantera hasta que yo vuelva. Confío en vosotros. Cuidad bien el puesto, ¿eh?

—C-claro—tartamudeó Shawn, triste.

Abigail simplemente asintió, con expresión seria.

Todos se quedaron callados, siendo envueltos por un profundo y tenso silencio. Nadie parecía ser capaz de romperlo, pues la situación había quedado muy clara. Perdían a un delantero y los dos que les quedaban tenían mucha presión encima de los hombros.

Era un momento tenso para el Raimon, de eso no había duda.

—¡Quitad esas caras largas, chicos! —Kevin rompió el tenso silencio que se formó—. ¡Esto es solo un descanso temporal! Estaré de vuelta enseguida.

—Sí, Kevin, vuelve pronto. —El capitán se acercó y apoyó su mano en uno de los hombros del chico, brindándole su apoyo.

Los presentes intercambiaron miradas entre ellos, sin saber que decir.

Aquella noticia había llegado totalmente de improviso, y ahora debían saber manejarse únicamente con dos delanteros. Iba a ser algo complicado, eso no había duda. Hacía mucho tiempo que el Raimon no tenía solamente dos delanteros.

Esta vez quien rompió el silencio fue Celia, con una palmada.

—¡Tengo una gran noticia que...!

—¿La super técnica de Scotty? —adivinó Jude, rápidamente, sin dejar que el resto pensara.

—Em...Sí—afirmó Celia, poniendo mala cara por lo rápido que podía llegar a ser su hermano mayor—. Jo, Jude, le quitas la emoción al asunto.

Él se encogió de hombros. —Era deducible.

—¡Eso es fantástico, Scotty! —exclamó Kevin, de buen humor, aunque era totalmente falso.

—Quiero ver eso—habló Abigail, aunque era una especie de orden.

Tenía en mente que, ver lo que el chico había conseguido, quizás quitaba la mala sensación que no dejaba de flotar en el ambiente del equipo. Era como un pequeño destello de luz solar entre las grandes nubes de tormenta.

Algo que, realmente, el equipo necesitaba en aquel momento.

—Si tanto insistís...—el niño sonrió, caminando hacia el campo.

Los demás se pusieron en movimiento.

Se colocaron, rodeando al niño, mientras él asentía con la cabeza, confiado.

—¡Vamos!

Tori lanzó el balón hacia él y Scotty se dio la vuelta.

Para sorpresa de los presentes, se puso a girar sobre sus brazos, haciendo que la pelota quedara enganchada en sus piernas y que el efecto del giro le quitara potencia al tiro. El balón saló volando hacia Abigail, quien no dudó en chutar de vuelta hacia el chico, sin mucha fuerza. Quería ver cuanto era capaz de aguantar haciendo aquello. El balón volvió a salir, en dirección a Bobby.

Se pasaron bastante rato con la dinámica, y cuando Scotty volvió a colocarse sobre sus pies, no estaba mareado.

—No está mal esta supertecnica. —acotó Willy, desde el lugar en el que estaba sentado—. La llamaremos Cierre Espiral...

—Menuda horterada.

—¡¿Horterada!?

—Mi supertecnica se llama Campo Torbellino—Scotty sonrió de forma orgullosa.

Campo Torbellino, ¿eh? —Mark sonrió, como siempre—. ¡Me parece genial!

—Puede ser una gran super técnica para futuras estrategias—señaló Jude, ganándose una mirada de su melliza.

—No está mal para ser de un niño berrinchudo—se limitó a decir Abigail, logrando que su hermano rodase los ojos por detrás de sus gafas.

Kevin, quien estaba apoyado en Nathan, se acercó al niño para felicitarlo por su técnica. Le tendió la mano, mientras la delantera se preguntaba en qué momento su mejor amigo había dejado de estar a su lado.

—Gracias, me alegro de haber entrado en este equipo—la sonrisa que esbozó daba bastante mala espina.

—¡¡¡Scottyyyyyy!!!

Le había puesto un ciempiés en la mano a Kevin.

—¡Bueno, chicos, tenemos que hacer como Scotty...! —empezó el capitán.

—Demasiada charla—lo cortó Abigail, robándole el balón de una patada y echando a correr—. Me he aburrido.

Mark soltó una gran carcajada al ver a la delantera con tanto entusiasmo, aunque fuera bastante repentino, tanto por ser ella como teniendo en cuenta lo que había pasado en tan poco tiempo. Quizás por esa misma razón, Tori la observaba con la cabeza ladeada, algo confundida.

—¡No te distraigas, pelirroja—la regañó.

Abigail dio un salto, pasando por encima de la otra chica, mientras el balón pasaba por el lado derecho. Aterrizó en el suelo, varios pasos por detrás de la de apellido Vanguard, sonriendo con soberbia.

—Tengo que admitir que me encanta cuando hace eso—señaló Erik, quien estaba al lado del peliazul, ambos observando a su amiga—. Es como si se olvidara de todo.

—Es una presumida—señaló Nathan, negando con la cabeza.

—Sí, pero, ese estilo de juego, esa mirada de victoria... ¿no os recuerda a alguien? —preguntó Jude, quien pasaba corriendo por su lado.

Erik y Nathan cruzaron una mirada, antes de echar a correr, con el mismo nombre cruzando sus mentes: Axel Blaze, el Delantero de Fuego.





























🔥⚽🔥⚽🔥






























Había sido duro. Realmente duro.

Y nadie podía negarlo.

Podía ser que Kevin no fuera la persona con la que uno se podía llevar de todo el equipo del Raimon, pero fue realmente duro ver como se despedía de todos ellos, quedándose en el campo de fútbol mientras ellos se subían a la Caravana. Además, por mucho que se molestara en fingir que estaba bien, sus ojos delataban la rabia que sentía por no poder enfrentarse a Épsilon. Era demasiado evidente.

—¿Quieres estarte quieta de una vez?

Abigail dejó de mirar por la ventana, girando la cabeza para clavar su mirada en su hermano, quien la miraba con una ceja alzada.

La chica tenía las piernas apoyadas en el regazo del chico, quien trataba de leer. Aunque era algo imposible, teniendo en cuenta que la delantera no paraba de removerse en el sitio, como si estuviera inquieta.

—Me aburro mucho—musitó ella, haciendo un pequeño puchero—. No hacer nada es aburrida, y tú te pones a leer y te olvidas de mí, hermano. Eres cruel—amplió su puchero—. Podría...

—¿Podrías qué? —preguntó Jude.

—Hacer una llamada. —Abigail se ocultó tras su flequillo—. Ya sabes... esa llamada.

—Hazla.

—La haría, pero mi móvil no tiene batería—volvió a hacer un puchero.

Jude pestañeó varias veces.

A veces dudaba sobre cómo era posible que su hermana fuera tan bipolar.

—Te dejo el mío. —Vio la mueca que ponía—. No quieres llamar a Axel con mi móvil, ¿verdad?

Abigail bajó la mirada, haciendo que su flequillo tapara sus ojos bicolores. Aquella fue una clara respuesta para su mellizo

—Aunque no sé si está escuchando mis mensajes—musitó por lo bajo, haciendo que su hermano tuviera que inclinarse para escucharla—, Axel se preocuparía si de repente llamo desde tu móvil y no desde el mío...

Jude no supo que decir.

Realmente sabía que su hermana llamaba al delantero todos los días, pues no era la primera vez que escuchaba lo que le decía. Sabía que aquellas llamadas eran como una especie de terapia para ella, a pesar de que no recibiera respuesta del otro lado y que solo escuchaba la voz de Axel en el buzón de voz. Pese a eso, era suficiente para ella.

Tiene razón, razonó él, si de repente llama desde mi teléfono, Axel podría preocuparse. Y sé que no quiere preocuparlo....

—Anda, ven aquí—indicó Jude, tomando a su hermana del brazo con suavidad—. Lee conmigo un poco.

Abigail miró a su hermano, quien le ofrecía una pequeña sonrisa.

Sintió el corazón cálido, sabiendo que era un gesto de su mellizo para que se sintiera mejor. Por eso, dejó que él tirase de ella, hasta que estuvieron uno al lado del otro, mirando el libro. Pese a eso, Abigail no le prestó atención a la lectura. Se limitó a estar al lado de su hermano, como hacían cuando eran pequeños y no eran capaces de dormirse por las pesadillas. Era casi lo mismo, puesto que Jude se ponía a leer y Abigail se apoyaba en él, y en su calor, para tranquilizarse y quedarse dormida.

Y eso, fue justamente lo que pasó. Jude consiguió que Abigail se durmiese, apoyando la cabeza en su hombro. Y el estratega retuvo su sonrisa.



























🔥⚽🔥⚽🔥






























Días después...

Los jugadores del Raimon, las gerentes y la entrenadora, observaban con cierto estupor lo que se erguía frente a ellos. Lo cierto era que no acababan de entender del todo por qué estaban allí delante, puesto que les había llegado información sobre la base de los extraterrestres. El único problema, era que no lucía como ellos se esperaban, puesto que era el lugar menos esperado.

Era un parque de atracciones.

—Pues las coordenadas son correctas—afirmó Celia, apagando su portátil.

—Esto es increíble. —Abigail chasqueó la lengua.

¿Qué tenían que ver los extraterrestres con un parque de atracciones? No tenía sentido.

La entrenadora había hecho unas cuatro llamadas nada más llegar. Celia y Abigail habían comprobado las coordenadas varias veces. Pero, las tres habían tenido el mismo resultado.

Estaban exactamente en el lugar correcto, no se habían equivocado.

Esto no tiene ni pies ni cabeza.

—Pues quien lo diría—murmuró Bobby, extrañado, pasando la mirada por el parque.

—Se mire por donde se mire, esto es un parque de atracciones—acotó Willy, decepcionado.

—¡Vamos a investigar! —exclamó Tori, agarrando de la mano a Mark para salir corriendo.

Abigail arqueó una ceja. —¿Soy la única que piensa que lo que le hace ilusión a Tori no es, precisamente, investigar?

Celia le dio un codazo a su hermana mayor. Miró a Silvia y a Nelly, pero ambas parecían no haber escuchado a la defensa.

—Oh, vamos—se quejó la delantera, cuando su hermana la arrastró con ellas—. Ni que fueran tan buenas ocultándolo.

—¿A quien ibas a llamar, Abby? —preguntó Silvia, cuando ambas hermanas las alcanzaron.

La delantera giró la cabeza para mirarla, entrecerrando ligeramente los ojos.

Las demás sintieron un escalofrío recorrerles la espalda, menos Celia. Ella realmente se esperaba aquella reacción de su hermana mayor, así que simplemente soltó un suspiro.

—Antes de que nos comas con o sin patatas, Erik lo escuchó y se lo comentó a Bobby—habló Nelly, temiendo que les fuera a partir la crisma por cotillas—, quienes estaban sentados detrás nuestra. Fue inevitable escucharlos.

Celia le volvió a dar un codazo a su hermana, solo que esta vez era para que hablara.

A veces se parece tanto a Jude que me da dolor de cabeza...

—Bueno, creo que es evidente—masculló Abigail, con voz queda, mientras se encogía de hombros con algo de brusquedad—. Iba a llamar a Axel...

—Así que ibas a llamar a Axel, eh—repitió Nelly, con malicia.

—Nelly—la reprendió Silvia.

—Sí, lo hago todos los días—murmuró Abigail, como si no fuera del todo con ella—. No me responde, pero me da igual. Solo... lo informo de lo que está pasando... para que no se pierda nada...

—¿Ni siquiera se digna a cogerte el teléfono? —preguntó Nelly, asombrada.

Se encogió en el sitio ante la mirada de Celia, quien temía que su hermana se pusiera a llorar por hablar del tema. Pero eso no pasó.

Parecía tan tranquila como si no estuviera hablando del todo, aunque sus ojos brillaban levemente.

—No, nunca lo atiende—murmuró Abigail, y sintió un pequeño pinchazo directo en el corazón. Uno, el cual decidió ignorar—. Me gustaría que me contestara, por supuesto, pero me sirve escuchar su voz en el buzón. Es una estupidez...

—No es una estupidez, hermanita.

—No, claro que no—la apoyó Silvia, mientras esbozaba una pequeña sonrisa—. Es romántico.

—Yo no soy...—Abigail se interrumpió a si misma, recordando todo lo que había llegado a decirle a Axel.

Dios mío, que cursi me hace ser a veces...

—Ya verás como acaba contestando—la animó Celia.

Abigail soltó un pequeño suspiro. Alzó la cabeza para posarla en el cielo azul y llevó una mano a su collar, de forma totalmente inconsciente.

—Eso espero...

Luego de bastantes minutos registrando el parque de atracciones, en busca de algo que pudiera tener algo de referencia de la Academia Alius, volvieron a reunirse. Sin embargo, no estaban todos. Erik era el único que no había llegado, y a pesar de que algunas veces su puntualidad fallaba, desde que habían emprendido aquella misión no había fallado a ninguna hora puesta por la entrenadora.

Esto es muy raro en él, pensó Abigail, mientras le mandaba mensajes. Siempre contesta al momento, y juraría que lo he visto con el móvil en la mano.

—Pues no sé donde se puede haber metido Erik—murmuró el capitán, confundido—. Pero seguro que no tarda mucho en volver...

—Lleva bastante de retraso...

Al instante, la mirada de la delantera voló a Silvia.

Sabía de sobras que estaba colada por el chico, así que debía ser la más preocupada de todas. Evidentemente, ella también lo estaba, pero jamás se podrían llegar a comparar los dos tipos de cariño que una y otra le profesaban al estadounidense de cabello color chocolate.

—Estas amables chicas, —afirmó Shawn de repente, sonriente—, dicen que hace rato que lo vieron salir del parque.

Sin poder evitarlo, Abigail soltó una gran carcajada al ver las muecas de los demás jugadores. Su risa fue a peor cuando el color rosa se apoderó de las mejillas del pálido chico Froste.

Shawn la miró apenado, pidiéndole que dejara de disfrutarlo tanto, pero eso solo causó que la delantera casi llorara de la risa.

—Hermana, ¿vienes o vienes? —le preguntó Jude.

—Ya voy, ya voy.

El de rastas rodó los ojos detrás de sus gafas, tomó a su melliza del brazo y casi la arrastró. Los intentos de la chica por no reírse solo lograban que los demás jugadores sonrieran, teniendo que luchar contra sus propios impulsos para no reírse también. Lo cierto era que, teniendo en cuenta el tímido comportamiento de Shawn, aquellas escenas en medio de grupos de chicas eran bastante cómicas.

—Parece que se ha fumado algo...

Abigail dejó de reír de golpe, mientras Jude pedía una oración por su alma.

—¡Nathan Swift! ¡Más te vale que muevas tu trasero azul antes de que te pille!

El mencionado abrió los ojos como platos, para luego salir corriendo. La delantera se deshizo del agarre de su mellizo, hizo crujir su cuello y luego salió corriendo detrás de su mejor amigo.

—Cinco por Abby—saltó Bobby.

—Entro—afirmó Celia.

Jude puso los ojos en blanco de nuevo.

Luego, se apresuró a ir a buscar a los dos.

De nuevo todos reunidos, y luego de que Abigail le hubiera dado un coscorrón a Nathan, siguieron buscando a Erik. Mark abrió la puerta de un restaurante y vieron allí a su amigo, en compañía de una chica de pelo azul, ojos marrones, piel muy morena y que parecía ser de su edad.

¿Pero qué...?

—Oh, bienvenidos.

—¡Chicos! —exclamó Erik al verlos.

—¡Hey, eso no se vale, Erik! —reclamó Jack, indignado—. ¡No vale comer sin nosotros!

—Seguro que no has masticado las treinta veces—se burló Abigail, con el brazo de su mejor amigo por encima de sus hombros.

—Veréis, es que han pasado muchas cosas...

—¿Estos son tus amigos, cariñín?

—¿C-cariñín? —murmuró Silvia.

Abigail se echó a reír al ver como el rosa teñía las mejillas de su amigo, al mismo tiempo que Tori y Nelly arqueaban las cejas. Celia parecía aguantarse la risa lo mejor que podía, aunque la expresión del centrocampista estadounidense no ayudaba demasiado.

—Bueno, gracias por la comida, pero ya me voy.

Erik se levantó a la vez que la chica, pero ella le frenó el paso. —No te puedes ir, te has comido la crepe. Aquí, eso significa que te tienes que casar conmigo.

—¡¿CASARSE?! —Silvia lo había dicho demasiado alto, pero no pareció darse cuenta.

—Pero eso no me lo habías contado...

—¡Claro! Es que si te lo llego a contar no te la comes—señaló la desconocida, mientras la delantera pensaba que aquella chica estaba como una completa regadera—. Bueno, algo está claro, y es que no tendrás que luchar contra la Academia nosequé ni nada porque te quedarás a mi lado y formaremos una gran familia—se giró hacia los perplejos miembros del Raimon—. Ahora, vosotros. Si no vais a comer nada, fuera del local, que me espantáis a la clientela.

Dicho aquello, los empujó fuera del local y luego les cerró la puerta en las narices.

—¿Pero esa de que va? —se preguntó Abigail, mientras Nathan suspiraba—. Está como un jodido cencerro.

—Pobre Erik...

Los jugadores y las gerentes del Raimon lo desconocían en ese momento, pero pronto se darían cuenta de que aquella chica era peor de lo que aparentaba.













































¡Hola, hola! ¿Qué tal están? ¡Espero que bien!

Tengo que confesar que no tenía pensado subir capítulo el día de hoy, pero por casualidad entré en el anterior y me di cuenta de que se había cumplido el pedido mínimo de votos y comentarios... so decidí ser una buena persona, por una vez, y actualizar la historia. De todos modos, el pedir mínimo me da más tiempo para escribir y corregir, algo que agradezco bastante teniendo en cuenta que en la U no me dejan en paz /llora

Dejan a un lado el lamento de mi vida...

He intentado condensar un poco más los capítulos para que pasen más cosas (no sé si lo habréis notado, pero en los anteriores también lo he hecho). Básicamente es porque me resulta traumático escribir esta historia sin escenas de mis niños, y quiero pasarlo a velocidad 2x JAJAJAJAJJ. . Perdón, soy así.

Soy consciente de que les debía una escena con Nathan, que lo he tenido algo abandonado. Pero con todo el problema de la Royal Redux no se me ocurría una forma de incluirlo, porque juega el partido y poco más. Podría haberle mostrado apoyo a Jude o yo que sé. Pero no, no fue el caso. Lo importante es que ha sacado a la luz su lado de detective y creo que ha sacado conclusiones muy interesantes, ¿no creéis?

La lesión de Kevin es algo que me da pena, lo tengo que admitir. Uno de los primeros personajes que se nos presentan en el anime y que venga el bruto de Caleb y lo lesione... Y eso que Kevin no es santo de mi devoción, (la verdad es que la mitad del tiempo me cae mal y la otra me es indiferente alv). Pero bueno, me dio penita por el contexto en sí. Y por en lo canon le deja todo el problema a Shawn, pobre angelito :(

Y acabamos el capítulo con la aparición de cierta chica.... Yo juro que a mí, esta mujer, no me gustaba nada de nada. Me daban ganas de pegarle cuatro palos por ser tan sumamente pesada. En ese sentido, prefiero a Tori <3, pero bueno, ya veremos como se lleva con Abby jeje.

Bueno, ¿Qué os ha parecido el capítulo?

¡Espero que os haya gustado!

Para desbloquear el siguiente capítulo se necesitan 30 VOTOS Y 40 COMENTARIOS. He decidido subir el número de comentarios porque en anteriores capítulos se llegó a superar los 45. Además, cuantos más comentarios veo, más motivación me llega (y la necesito, porque siempre me estoy planteando el si seguirla o no je).

Nada más por mi parte pero, ¡nos leemos en comentarios!

—👑

|Publicado|: 22/03/2023

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