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CAPÍTULO TREINTA Y TRES
La Royal Academy Redux
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SI ALGUIEN LE PREGUNTABA A Jude Sharp como era que habían llegado a aquella situación, seguramente no tendría una respuesta clara. Él, que siempre parecía tener una respuesta para toda pregunta que se le fuera formulada, realmente no tendría palabras que responder. Ni siquiera un mínimo, mísero, monosílabo saldría de sus labios, pues su mente se había cerrado en banda a reaccionar ante lo que tenía delante. Solamente su cuerpo se había tensado.
Lo cierto era que Jude sujetaba a su hermana por un brazo, impidiendo que se echara sobre aquel chico que ambos tenían delante. Él ni siquiera recordaba cuando había sido la ultima vez que sus ojos rubíes habían visto a aquel joven, y deseaba que verdaderamente no lo tuviera delante. Después de todo, no era de su agrado.
La menor de los mellizos no estaba mejor que él.
Abigail echaba chispas por los ojos, y eso podría verlo hasta alguien que no se enterara de la mitad de lo que pasaba delante. Su cuerpo temblaba por la ira acumulada, siendo retenida por el agarre de hierro de su hermano mayor. Verdaderamente ella quería saltar sobre aquel chico y darle una buena tunda.
Lo detestaba. Profundamente.
—Stonewall...—siseó, exactamente igual que lo haría una serpiente antes de atacar; Jude afianzó su agarre al escucharla.
—Vaya, vaya, vaya—silbó el mencionado, sonriendo de forma ladeada. Sus ojos verdosos brillaron con diversión, aparentemente disfrutando de la reacción de los hermanos—...pero que ven mis ojos. ¡Si es su majestad, Abigail Sharp!
Ella retuvo un gruñido al escucharlo, mientras Jude analizaba seriamente las consecuencias de soltarla. Después de todo, él mismo detestaba que se refirieran a ellos de aquella forma. Y realmente estaba considerando el soltar su agarre.
Los jugadores del Raimon los miraban extrañados. No era habitual para ellos ver a los dos estrategas perdiendo la compostura de aquella manera.
—No me esperaba que te unieras a un equipo como el Raimon, majestad—se burló el chico de cresta, aquel que respondía al nombre de Stonewall, sin borrar la sonrisa divertida de sus facciones—. Te recordaba más... inteligente.
Maldito intento de gallo..., pensó la menor de los mellizos, tensando la mandíbula.
Jude la miró durante unos segundos. No caigas en sus provocaciones, hermana.
—¿Sabes? No eres, precisamente, el más indicado para hablar, Stonewall—replicó Abigail, irritada. La presencia de aquel chico la irritaba desde que lo había conocido, era superior a ella. Había sido diseñado para molestarla—. Dejamos de obedecer a ese hombre para que tu comiences a ser su perrito faldero. ¿En serio eres tan sumamente idiota o es el tinte que te afecta al cerebro?
—¡Que rápido vuelan las noticias, eh! —exclamó Stonewall, fingiendo una aniñada risita. Pasó sus ojos verdosos al mellizo mayor, como si nada—. Hola, Jude, ¿tú no me vas a decir nada?
Jude cuadró la mandíbula, molesto.
Antes de cualquiera de los hermanos pudiera decir algo, Aquilina se acercó a ellos.
—Tú perteneces a la supuesta nueva Royal Academy, ¿verdad? —habló la mujer, mirando al chico de cresta con seriedad—. Mira que enviarnos un mensaje falso y aparecer aquí...
—Espere, entrenadora, ¿sabía que el mensaje era falso? —preguntó Mark, confundido.
—Sí, lo acabo de comprobar hablando con el señor Hillman. ¿Ahora nos dirás lo que quieres?
—Oh, ¿es que acaso no lo puede adivinar? La verdad es que es muy simple—habló Stonewall, con su habitual tono burlón. Se encogió de hombros, como si no fuera con él, mirando a los hermanos con malicia—. El Comandante quiere a sus dos joyitas de vuelta.
Esas palabras provocaron que un escalofrío recorriera la espalda de Abigail. Jude se tensó como un palo.
Ninguno parecía estar respirando en aquel momento.
—Pero la nueva Royal Academy si existe—prosiguió Stonewall, observando de reojo la reacción de los mellizos. Pareció recordar algo, clavando sus ojos verdes en los Sharp—. Ah... En el estadio os esperan unas personas muy especiales para vosotros, hermanitos Sharp.
—¿Qué?
—Maldito intento de gallo, deja que te...
Jude afianzó el agarre en su hermana, tirando ligeramente de ella.
Abigail chocó contra el pecho de su hermano mayor, pero no se inmutó. Estaba demasiado ocupada intentando aniquilar con la mirada al chico Stonewall.
—¡Eso es imposible, maldito impostor! —exclamó la delantera, irritada, aunque no hizo amago de intentar librarse del agarre de su hermano—. ¡Ellos lo odian tanto como nosotros! ¡Deja de decir tonterías!
—¿Eso crees? Pero has acertado de lleno, Abigail—se burló Stonewall, disfrutando internamente de su reacción—. Son vuestros queridísimos amigos de la Royal. —Sonrió divertido al ver como ambos perdían un poco de tono de piel—. Pero si no me creéis, ¿Por qué no vais a comprobarlo vosotros mismos?
Jude tensó la mandíbula.
Abigail apretó los puños como si le fuera a pegar a alguien.
—Demuestra tus palabras, cretino.
🔥🔥🔥🔥
Caleb Stonewall estaba sentado en uno de los asientos de la Caravana del Raimon de lo más tranquilo, como si estuviera sentado en un sillón de masajes con un vaso de refresco en una mano. Solamente hablaba para dar indicaciones al señor Veteran pero, por lo demás, parecía tan tranquilo como si estuviera tumbado en una tumbona. Como si aquella situación no fuera con él.
Ni siquiera se inmutaba por la constante mirada de los mellizos sobre él.
Ojalá hacerlo picadillo, pensó Abigail.
Realmente esperaba no tener que volver a verlo, pensó Jude.
—Hemos llegado—informó Caleb de repente.
Todos se bajaron del vehículo algo confundidos, puesto que estaban en medio del puerto y no en un estadio. Aquello no tenía el menor sentido, teniendo en cuenta que se trataba de un equipo de fútbol. ¿Qué tenía que ver el puerto de la ciudad con un equipo?
Abigail se giró hacia el chico de la cresta con la furia ardiendo en sus ojos.
—Como esta sea una de tus artimañas—lo amenazó, apuntándolo con un dedo—, te juro que te tiro al mar.
—Aquí te espero, su majestad.
Abigail gruñó. Estaba deseando partirle la cara.
Jude la agarró del codo, por simple precaución. Yo también quiero tirarlo al mar, pero no es lo mejor...
De repente, de entre las oscuras aguas, comenzó a emerger un gran submarino, con unas señales como banderas. Los presentes, salvo el chico de la cresta, observaron aquello con los ojos más abiertos de lo normal, sorprendidos con lo que estaban viendo. Cuando aquella nave estuvo completamente fuera del agua, se abrió una puerta y un puente comenzó a deslizarse hacia el muelle. Una alfombra roja se extendió por todo el puente, haciendo que los mellizos sintieran un leve deja vu.
Todos eran capaces de ver como del submarino sobresalía un estadio de futbol. Y eso solo hacía que se preguntaran cuanto dinero debía de costar aquello. Sin duda, muchos más ceros de los que estaban acostumbrados a ver.
En aquella puerta abierta, apareció Rai Dark. Como siempre, sonreía de forma algo psicópata.
—Mis queridos Sharp.
Ambos se tensaron.
—¡Rai Dark! —chilló Jude, con rabia.
—¿Acaso ya no soy comandante, Jude? —preguntó Dark, con falsa inocencia.
—¡¿Pero que rayos estás tramando ahora!? —lo encaró Abigail, irritada—. ¡Como les haya pasado algo, te juro que...!
—Jamás seríais capaces de entender mis planes, y lo que significa esta nueva Royal Academy. Yo os entrené diferente, si habéis llegado a donde estáis es por mi, ¿y así me lo agradecéis? Pues ahora entenderéis el verdadero poder de las personas que sí me han sido fieles. Y, que sepáis que, aún estáis a tiempo de volver.
¿Qué?
Por fortuna, la voz de Aquilina los hizo reaccionar:
—Señor Dark, ¿tiene algo que ver con los ataques de la Academia Alius?
—Entrenadora Lina Schiller, —Rai Dark sabía su nombre, por supuesto. Y tomó por sorpresa a la mujer—... Digamos que, me estoy limitando a tomar prestada la fuerza de su majestad, el emperador de la Academia Alius.
—¿El emperador de la Academia Alius? —repitió Mark.
—¿Y quién rayos es ese? —preguntó Kevin.
Rai Dark los ignoró, centrando su mirada en los tensos mellizos.
—Adelante, mis queridas joyas, ¿por qué no vamos a ver a vuestros antiguos compañeros?
No, no, no, no.
Se dio la vuelta y desapareció de su vista.
Abigail no reaccionó hasta que vio la capa de su hermano salir disparado detrás de Rai Dark, como alma que lleva el diablo. Mark también corrió, y eso la hizo saber que más de ellos intentarían ir.
—Como entre alguien más, vuelve de vuelta de un balonazo—amenazó con voz seria, sin mirarlos—. Luego no digáis que no os avisé.
Abigail entró en el submarino y recorrió aquellos pasillos, que se parecían tanto a los de su Royal, aquel instituto que tantos significaba para ella, para bien y para mal. Estaba claro que aquel submarino estaba diseñado a partir de los mismos planos que el instituto en el que ella había crecido, pues tenía la misma estética y seguramente el mismo trazado de pasillos. No tardó en llegar al campo de fútbol y se quedó congelada en el sitio, sin poder creerse lo que veían sus ojos.
Joe y David. Su Joe y su David, estaban allí, con Rai Dark. Justamente lo contrario que habían acordado, justamente rompiendo lo que ellos habían hablado luego del arresto de aquel hombre.
No puede ser....
Y Jude les estaba gritando.
—¡¿Por qué lo habéis hecho?! ¡¿Por qué estáis siguiendo otra vez a ese hombre?!
—Por el poder—respondió King secamente.
—¿¡Como que por el poder?! ¡Tú no eres así! —Jude estaba fuera de sí, pues se sentía traicionado—. Prometimos que comenzaríamos un camino distinto a ese.
—¿Y qué sabrás tú? —escupió Samford, sin sentimientos—. Nos abandonaste por el Raimon.
—No nos viniste a ver ni una sola vez. Y puedo decir lo mismo de Abigail—habló Joe, con una sonrisa cínica—. Os dejamos de importar.
No, Joe, tú no eres así...
—¡Eso no es así, yo no os abandoné!
—No lo adornes, Jude—reclamó Joe, alzando la voz más de lo que era habitual en él—. Reconoce que solo querías ganar al Zeus
Con mi hermano no te metes.
—Ah, ahora resulta que os habéis vuelto unos completos cobardes.
Todos giraron la cabeza al escuchar la voz de Abigail, quien los observaba como si no los reconociera. Y en cierto modo así era; aquellos dos chicos no eran sus excompañeros, por mucho que se parecieran a ellos, eran completos extraños. Su Joe y su David jamás volverían con el hombre que tanto daño les había hecho.
Aterrizó de un salto al lado de su hermano. Su melena se ondeó como una capa, para luego caer sobre su espalda con suavidad. Sus ojos bicolores se clavaron en los chicos frente a ellos, en aquellos que pensaba que realmente conocía. Aunque, al parecer, se habían vuelto unos desconocidos...
—¿Pero sabéis qué? Aunque seáis unos cobardes, tenéis razón en una cosa, por increíble que parezca. Sí, os abandoné, y tenéis todo el derecho a reclamármelo, a gritarme, a odiarme—habló con tranquilidad, ignorando las miradas sorprendidas de Jude y Mark. Su mirada estaba clavada en los otros dos chicos. Su ceño se frunció con molestia—. Pero mi hermano no os abandonó. Él no lo hizo. Sabéis perfectamente que lo hizo por vosotros, para ganar en vuestro maldito nombre y hacer que os sintierais mejor. Lo sabéis tan bien como decir que el cielo es azul. Y no voy a permitir que habléis así de él cuando no tenéis ni idea.
—Tienes agallas para decírnoslo a la cara—graznó Joe, con las cejas temblando de ira.
—Las tengo—replicó Abigail con seriedad—, a diferencia de aquellos que corren hacia la persona que más daño le ha hecho, solamente por que es el camino fácil. Yo tengo agallas, y por eso puedo decir que vosotros sois unos malditos cobardes. Al final, todo sale a la luz, y no es oro todo lo que reluce.
Joe y David fruncieron levemente el ceño al escucharla.
Mark parecía sorprendido de escuchar a su amiga hablando en ese tono. No la recordaba ser tan seca con nadie.
—¿Es que no recordáis todo lo que ha hecho ese hombre? —Jude parecía a punto de perder la cabeza—. Joe, David, reaccionad.
Jude iba a poner una mano en el hombro de Samford, pero este la apartó de un manotazo.
—No tenéis ni idea de cómo se sentía. La humillación de estar postrados en una cama de hospital sin poder hacer nada—habló David, con ira contenida—. Nunca lo podréis entender porque estáis en el Raimon y no habéis dejado de ganar.
—¡Eso no es verdad! —exclamó Mark, sin poder aguantarse callado—. Jude y Abby se unieron porque... —Jude colocó un brazo delante de Mark, para que se callase.
El de rastas hizo una reverencia, mientras que su hermana se mantenía erguida, negándose a hacerlo. Por ese mismo motivo, observó a su hermano mayor con algo de impotencia, apretando ligeramente su mandíbula.
Por mucho que adorara a los dos chicos que tenía delante, que le doliera aquello que estaba viviendo, no pensaba arrastrarse por nadie. Ni siquiera por aquellos con los que había crecido, tanto en sentido de edad como futbolístico. Mucho menos por aquellos que habían vuelto corriendo junto a Rai Dark, junto a la persona que más daño les había hecho en el mundo.
No iba a dejar que aquel hombre ganase ninguna guerra psicológica contra ella. Ya no.
Ella ya no era su títere.
—Perdonadme, no pensé en como podíais sentiros—murmuró Jude, mientras su hermana parecía enfadarse cada vez más—. Actúe de forma muy egoísta y me disculparé todas las malditas veces que haga falta. Pero, por favor, no volváis de nuevo con ese hombre.
Las carcajadas de Caleb resonaron por todo el lugar.
—¡Increíble! ¡El gran Jude Sharp agachando la cabeza como un cobarde ante personas que ahora lo odian! —exclamó, claramente burlándose—. ¿Qué quieres conseguir con eso? ¿Su compasión? ¡Ya es muy tarde!
—¡Cállate! ¿Acaso no sabes tener el maldito pico cerrado, estúpido intento de gallo? —le gruñó Abigail, casi matándolo con la mirada—. ¡Vete a opinar de algo que sepas, Stonewall!
Caleb tembló en el sitio, sin poder evitarlo. Se sintió intimidado por aquella mirada, lo admitía, aunque no lo fuera a decir en voz alta. Pero su expresión se mantuvo igual, pues debía seguir con el plan.
—¡Demasiado tarde! —exclamó Samford, mandando un balonazo contra el estómago de Jude.
Joe hizo lo mismo, pero mandándoselo a la chica.
Abigail ni siquiera pestañeó al recibir el balonazo.
—¿Ah? ¿Eso es todo lo que tienes, Joseph? —lo provocó, con tono ausente. Sabía que el chico realmente detestaba que lo llamaran por su nombre completo. Desde siempre. Y, por eso, lo estaba diciendo—. Os dais muchos aires para seguir siendo igual que antes. Exactamente iguales.
El chico frunció el ceño al ver como ella parecía estar riéndose de él, y por eso le volvió a lanzar un balonazo. Su mirada naranja refulgía de ira.
Abigail se mantuvo firme, sin dejar de sonreír.
—¡Abby, déjalo! —exclamó Mark preocupado al ver cómo iba a seguir provocándolos. No necesitaba ser un genio para saberlo—. Jude, ¿estás bien?
—Eh, Samford, ¿por qué no tiras tu uno? —lo provocó Abigail, mirando al de parche como si nada de aquello estuviera pasando—. ¿Acaso tienes miedo de hacerme daño? Ay, si es verdad que sigues siendo un llorón....
David frunció el ceño con molestia al escuchar aquella palabra, para luego lanzarle un balonazo a la chica. Abigail soltó una carcajada, algo lunática a oídos ajenos, mientras paraba el tiro con el estómago. Joe se lo lanzó a Jude, quien se había levantado, lanzándolo de nuevo al suelo como si no fuera más que una saco de arroz.
—Otro más, venga, venga. —Abigail casi parecía estar en una tómbola como si fuera una niña. Le faltaba ponerse a dar saltitos de la emoción, pues su sonrisa se había vuelto algo macabra—. Al menos haced que me mueva o algo por el estilo, porque esto empieza a aburrirme.
Recibió otro balonazo, y este solo la hizo fruncir las cejas. Por eso, siguió sonriendo como si nada. No sabía que era lo que estaba haciendo exactamente, pero en cierto modo le estaba mostrando a Rai Dark que era mucho más fuerte. Y eso, le gustaba demasiado.
Mírame, cretino, no puedes superarme. Ni con el néctar de los dioses ni usando a mis antiguos compañeros. Soy más fuerte que tú, Rai Dark.
Mark se acercó a ella pero lo apartó de un empujón.
—No, capitán, no te metas—lo regañó, mirándolo de reojo durante unos segundos. Esto es entre ellos y yo, pensó, no queriendo que su capitán saliera perjudicado—. Voy a hacer que estos idiotas vuelvan a ser los dos llorones de siempre.
—El comandante es el único que puede hacernos más fuertes—gruñó Joe, de forma automática, como si fuera una especie de mantra ensayado.
Oh, por el amor de....
—¡Já! ¡No me hagas reír, Joseph! —Abigail se echó a reír, como si aquello le hiciera muchísima gracia. Y, en el fondo, se lo hacía—. Llevo más de dos años sin entrenar con Dark y mírame, no eres capaz ni de tumbarme de un simple balonazo. ¿Y dices que él os hará fuertes? Sí, claro, en el mundo de yupilandia.
Recibió otro balonazo, pero quizás era la adrenalina o el ardiente deseo de recuperar a los idiotas de sus amigos, porque no se inmutó. Ni siquiera pestañeó. Simplemente se quedó mirando como el esférico caía al suelo, viendo a cámara lenta cada bote.
Jude estaba a su lado, luciendo bastante peor. Por eso, se puso delante de su hermano.
—¿Qué ha pasado con nuestro fútbol, eh, señores? —preguntó, más seria. Tanto, que a su capitán le dio un escalofrió—. Digo, el de verdad. No esta basura...
—¡Murió!
Abigail esperó el impacto del balón, pero este jamás llegó.
—Capitán...
—¡Los que siguen a Rai Dark no tienen derecho a hablar de fútbol! —afirmó Mark, enfadado. Mucho más de lo que los mellizos lo habían visto nunca—. Hasta ahora pensaba que si disfrutábamos todo daba igual. Perder, ganar... era lo de menos. —Su ceño se frunció por encima de sus ojos marrones—. Pero ahora tenemos que ganaros cueste lo que cueste, para que os deis cuenta de que estáis cometiendo un grave error. Así que os lo vamos a enseñar. Os enseñaremos... ¡Que es el fútbol de verdad!
—Seréis vosotros los que probaréis el sabor de la derrota—rio David; era como si todo le entrara por un oído y le saliera por el otro.
Los tres jugadores se fueron.
Abigail soltó un suspiro, frotándose la cara con algo de irritación. Estaba sorprendida, por todo en realidad. Aquello era un cúmulo de emociones que no estaba acostumbrada a sentir y que le hizo pensar en algo.
En cuanto necesitaba un abrazo de Axel.
🔥🔥🔥🔥
La tensión se respiraba en al aire.
O eso era lo que los jugadores del Raimon pensaban.
Lo cierto era que nadie en las filas del ganador del Frontier habían visto a los mellizos tan serios. Eran bastante serios de naturaleza, por supuesto, pero nunca habían sentido la atmosfera tan pesada a su alrededor. Era como si, de repente, el aire pesara lo mismo que una maleta de una familia rica. Como si un elefante se hubiera sentado sobre sus hombros y los aplastaran contra el suelo.
Aquilina realmente esperaba que saliera algo bueno de allí, a pesar de que Abigail y Jude estaban más que tensos. Más tensos de lo que ella los había podido observar. Y ella realmente no los culpaba. Después de todo, no eran extraterrestres, sino sus excompañeros de equipo, chicos con los que habían crecido.
Abigail no dejaba de darle vueltas al mismo asunto. A como era posible que todo se hubiera puesto patas arriba. Como era posible que Axel se hubiera marchado y que ahora tuviera que enfrentarse a sus demonios del pasado. Ya lo había hecho varias veces, ¿por qué estos insistían en volver a amargarle la existencia? ¿Acaso no era suficiente?
Por su parte, Jude no dejaba de preguntarse el como era posible que sus viejos amigos hubieran cambiado. Como habían sido capaces de romper su propia promesa, la de jamás volver a seguir a aquel hombre que tanto los había hecho sufrir. ¿Cómo era posible? ¿Por qué no parecían ellos? Eran preguntas que circulaban su mente, haciendo que le doliera la cabeza al no encontrar la respuesta. De hecho, esperaba que el partido fuera capaz de darle las respuestas que necesitaba.
—Jude, Abigail—los llamó la entrenadora, haciendo que ambos salieran de sus pensamientos de forma abrupta—. King y Samford fueron vuestros compañeros de equipo, ¿cierto?
Abigail asintió con la cabeza, de forma algo ida.
¿Cómo han podido volver con él?
—Sí, lo fueron—respondió Jude, sin siquiera pestañear, con tono algo vacío—. Y sé que, tanto para mí como para mi hermano, lo siguen siendo. Siempre lo seguirán siendo...—añadió en tono bajo, en uno que ninguno de sus compañeros pudo escuchar.
Hermano..., Abigail no dijo nada, solamente observó a su hermano mayor por el rabillo del ojo.
—Bien—soltó Aquilina, con aire serio, luego de pasar su mirada por ambos hermanos—, vosotros dos os encargaréis de ellos.
—Gracias, entrenadora.
—Se acabó la tontería—dijo Abigail, mirando a su hermano con expresión seria, luego de darse unas palmaditas en las mejillas—. Nuestro rival es Rai Dark. Hemos convivido con él durante años y conocemos bien a Joe y David.
O eso creíamos.
—Que no se nos olvide —añadió Jude, con la misma expresión—, que hay una alta probabilidad de que use trucos sucios.
—¿Alta probabilidad? —se burló su melliza, arqueando las cejas de forma escéptica—. Vamos, Jude. Yo estoy cien por cien segura de que los va a usar.
Lo sé, pensó Jude, conteniendo las ganas de suspirar. Pero prefiero no pensar en eso...
—¡Da igual que clase de trucos use! —exclamó Mark, sonriendo, logrando que los hermanos lo mirasen al instante—. Nosotros ganaremos limpiamente, os lo aseguro.
Este chico..., pensó Jude, negando con la cabeza.
Menos mal que el capitán siempre mantiene su energía positiva, pensó Abigail, mientras una pequeña sonrisa amenazaba con deslizarse por sus labios. Sin embargo, no era el momento ni el lugar para sonreír.
Kevin se fue al banquillo casi a regañadientes, luego de que la entrenadora casi lo amenazara con la mirada para que se estuviera quietecito. Después de todo, el chico era terco como una mula. Eso significaba que en esa ocasión no usarían tres delanteros, algo realmente extraño en su modo de jugar. Desde que Abigail había entrado en el Raimon, no habían vuelto a ser solamente dos.
A pesar de lo que alguien ajeno pudiera pensar, la entrenadora Schiller consideraba que era indispensable que Abigail jugara ese partido. Sabía que no se dejaría llevar por las emociones mundanas, pues no había sido entrenada de ese modo. Después de todo, la delantera conocía a dos de los jugadores rivales desde que habían empezado a jugar en la Royal Academy. Aquello era mucho más personal que un partido contra extraterrestres. Era una guerra, tanto psicológica como de fútbol.
Si consigue salir de esta con éxito, será un triunfo, no solo para ella sino para todo el Raimon, pensó Aquilina, mientras observaba a la chica Sharp. Será su evolución como delantera.
La heredera de los Sharp se encontraba en medio de un ejercicio de respiración que se había autoimpuesto. Además de calamar sus demonios internos, también ayudaba a que su mente se despejara. No podía caer en el error de dejarse dominar por sus emociones, o perderían el perderían el partido. Y no podía tolerar la derrota en ese contexto.
Estos no son chicos con cabeza de helado, pensó Abigail, soltando un leve suspiro. Son Joe y David... a los dos los he visto crecer...y no voy a dejar que Rai Dark se salga con la suya.
Abigail veía un brillo anormal en los ojos de David. Sabía que había algo, algo que se les estaba escapando. Debían de tener alguna clase de plan no muy bueno, de eso estaba segura. Siendo Rai Dark era imposible que jugaran un partido sin hacer ninguna clase de trampa. También estaba segura de que iban a jugar brusco, de que se podían hacer mucho daño... Abigail realmente quería protegerlos, pero también quería salvarlos de Rai Dark de nuevo.
Pero, ¿recurrir al juego bruto era realmente su única opción?
Observaré el partido y tomaré una decisión, se dijo a sí misma. Los sentimientos pueden ser peligrosos en casos como este, así que debo tomar precauciones...
—¡Está a punto de comenzar el partido! ¡El Raimon contra la Royal Academy Redux!
La Royal sacó de centro y Caleb se la pasó de inmediato a David. Al instante estaba frente a la portería. Su comportamiento era extraño, pero la posición que estaba tomando...
Era terriblemente familiar.
—¡David no! —exclamaron Jude y Abigail a la vez.
Corrieron hacia él pero ya era tarde.
—¡Pingüino Emperador Numero 1!
—¡No seas idiota, David! —exclamó la delantera, en el fondo horrorizada por lo que veían sus ojos—. Vas a hacerte daño, ¡es una estúpida técnica prohibida!
—¡No lo hagas! —exclamó Jude, desesperado.
En el momento en el que chutó, a Abigail se le desconectó el instinto de supervivencia y agarró a David para que no acabara en el suelo. Evidentemente, eso no le hizo gracia al chico, pero era mejor a que se retorciera en el suelo de dolor.
—¡Pero serás imbécil! ¿¡Es que tienes cera en los oídos?! —le gritó, regañándolo—. ¿¡Cómo se te ocurre hacer una estupidez como esa!?
Fue gol, pero no le importó.
Si David volvía tirar con una super técnica prohibida, no podría jugar al fútbol nunca más.
—Suéltame. —David la empujó—. No me toques.
Cayó en el suelo de rodillas, jadeando.
Abigail lo observó desde arriba, con impotencia. David siempre le había importado mucho, y no poder ayudarlo le dolía.
—David... ¿Por qué? —murmuró Jude, triste.
Tenía un aspecto horrible, pero él sonreía.
Sonreía como un auténtico maníaco.
—¿Habéis visto que potencia? Este es mi Pingüino Emperador Numero 1.
—No vuelvas a usar es técnica—exclamó Jude.
—¡Está prohibida por algo, Capitán Genio! —le recordó Abigail, mientras su ceja derecha parecía tener espasmos—. ¿O es que quieres dejar de jugar al fútbol para siempre?
—¿Qué pasa? ¿Tengo una súper técnica que puede superaros y me pedís que no la use por miedo?
—Pero... ¡¿Quieres usar el maldito cerebro, mendrugo?! ¡Te puedes usar mucho daño con ella, Samford! —Abigail trataba de hacerlo entrar en razón, mientras hervía de ira. Sabía perfectamente que Dark estaba viendo el partido, y eso solo la hacía ponerse de peor humor—. ¡Por eso la creamos! ¿¿Recuerdas?! ¡Por eso creamos el jodido Pingüino Emperador Número 2!
Pero David no le estaba haciendo ni caso.
No parecía estar escuchándolos.
—Con esa super técnica tenemos todas las de ganar. Borraré la humillación de la derrota y usaré esta súper técnica para que vosotros la sintáis.
—Samford...—susurró Jude.
—Será terco...
Mark corrió hacia ellos. —¿Por qué decís que está prohibida?
—Rai Dark la creó, por supuesto, pero era demasiado potente para nosotros—le explicó Abigail, mientras apretaba los puños con tanta ira que los nudillos se le pusieron blancos—. No éramos capaces de ejecutarla, y si lo hacíamos, solíamos terminar en la enfermería. Al ver que era una súper técnica demasiado dura para una sola persona, decidimos dividir los daños entre tres jugadores, y de ahí salió nuestro famoso Pingüino Emperador Número 2. Prohibimos el Pingüino Emperador Numero 1 porque produce tantos daños que...
—Si la usas muchas veces en un partido es posible que jamás puedas volver a jugar al fútbol—siguió Jude, haciendo una mueca. Miró al portero con las cejas fruncidas por encima de sus gafas—. Y si la paras otra vez, tú tampoco podrás jugar más, Mark. El plan es que no le pasen el balón a Samford.
Mark sintió un escalofrío ante el aura que emanaba el mayor de los hermanos, así que optó por permanecer en silencio. A veces Jude le daba muy mal rollo.
—Hermano, si Samford no ejecuta la técnica estará bien, pero—habló Abigail, con el entrecejo hundido—, ¿y si Joe está pensando en hacer lo mismo? No podremos tirar a puerta.
—El Colmillo de Pantera... Tenemos un gran problema si también la usa.
—De todas formas es una super técnica muy difícil, ningún portero de la Royal fue capaz de realizarla bien—comentó Abigail, mirando al portero de aspecto felino. Frunció los labios y apartó la mirada—. Quizás me equivoco y no la sabe hacer...
—La única forma de saberlo es probando—afirmó Jude, viendo de reojo la reacción de su hermana.
—Espero que no la sepa hacer...
De verdad espero que no la sepas hacer, Joe...
—¡Erik! Abby y tu ejecutaréis el Pingüino Emperador Número 2—indicó Jude, mirando al estadounidense, quien asintió con la cabeza—. ¡Vamos a remontar esto!
—¡Si!
Se lanzaron al contraataque con rapidez.
Jude llevaba el balón y lo fueron pasando entre ellos para regatear a un par de jugadores de la Redux, mostrando un gran trabajo en equipo. Aunque claro, siendo el Raimon, era algo que se esperaba de ellos. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca de la portería, Abigail le dio un pase de tacón a su hermano, mientras le hacía una seña a Erik para que corriese a la par.
—Pingüino Emperador...
—... Número Dos
—Colmillo de Pantera.
¡No, no, no!
Igual que había hecho con Samford, Abigail agarró al portero antes de que acabara en el suelo.
—Mira que puedes llegar a ser idiota, King—murmuró, mirándolo con los ojos entornados e aguantó las lágrimas de pura frustración—. Me lo esperaba de Samford, porque tiene medio cerebro, pero tú...
—No me digas que...—comenzó Erik, observando la escena.
Abigail ayudaba a Joe a mantenerse de pie, quien había tirado el balón fuera del campo y no oponía demasiada resistencia.
Joe...
—Sí, Erik. Es otra super técnica prohibida.
Levantó la mirada hacia la ventana por la que Rai Dark la observaba sonriendo, no podía verlo pero estaba segura de que lo estaba haciendo. Le entraron muchas ganas de subir y mandarle un mamporro.
King la apartó cuando recuperó las fuerzas. Aunque fue menos brusco que David, siguió siendo bastante seco para tratarse del portero.
—¡No podemos permitir que Joe la vuelva a usar! —exclamó Jude, volviendo a su posición.
—¿Qué? —Abigail pestañeó al entender entre líneas.
—Pero entonces no podemos lanzar a portería—murmuró Tori, poniendo una mueca extraña.
—Ya me dirás como carajos pretende ganar sin tirar a puerta—refunfuñó Abigail mientras corría por el campo.
Caleb sacó de banda y se la fue a pasar a Samford.
Shawn y Erik lo cubrieron con rapidez.
—No vamos a permitir que te vuelvas a hacer daño—señaló el estadounidense, recibiendo el balón—. ¡Abby!
La delantera recibió el pase con el pecho y Caleb le fue a plantar cara. Ambos lucharon por el balón, casi con los mismos movimientos, dejando claro que habían sido entrenados por el mismo hombre. Pero el fuego de la ira brotaba con fuerza desde las entrañas de Abigail, y fue el que la impulsó. El que la guio y le mostró cual era el camino. Pasó el balón entre las piernas del chico con un suave toque y saltó por encima suya para pasar.
Abigail se encontraba frente a la portería, frente a Joseph King. Sentía que no podía tirar, pero la imagen de Rai Dark sonriendo la hacía querer golpear a todos a balonazos. Elevó la pierna y chutó el balón, sin supertecnica, hacia Joe. Un jugador de la Redux se interpuso, llevándose el balonazo pero robando el balón.
Abigail chistó la lengua. Tenemos que ganar, pero no sé cómo hacer para que Joe no use el maldito colmillo...
No dejaba de preguntarse cómo iban a ganar el partido sin hacerle daño a nadie. Era imposible, realmente imposible puesto que ya iban un gol por detrás. La única solución que tenían para ganar, y la evidente tratándose del deporte, era marcar goles.
Pero ahí el dilema moral. Joe iba a usar aquella técnica prohibida todas las veces que fueran necesarias, lo sabía perfectamente. Y ella le apreciaba lo suficiente como para no querer ser la causa de que dejara de jugar al fútbol. Y podía acabar muy mal parado si lo hacía.
—¡Abre los ojos, David! —Jude trató de hacer que entrara en razón, y su voz sonó como si fuera un eco en la cabeza de su melliza—. ¡¿De qué sirve ganar si os sacrificáis vosotros?!
Abigail tenía la mirada fija en Joe, observando. Nadie de su equipo lo ayudaba y él apenas podía mantenerse de pie por sí solo, pues se apoyaba en el palo de la portería. ¿Qué clase de equipo era ese, entonces? Ni siquiera en sus peores momentos en la Royal habían sido así. Siempre habían hecho una piña, ¿Cómo demonios habían llegado a esos límites?
Sus dos excompañeros estaban totalmente para el arrastre y, sin embargo, nadie los ayudaba. Nadie se acercaba siquiera a preguntarles como estaban o si creían que podrían aguantar todo el partido. A nadie de aquella Royal Academy Redux parecía importarle el prójimo. Eran como, una compañía de soldados en vez de un equipo.
Sin pensarlo, subió la mirada nuevamente, tratando de ver que tramaba ese hombre despreciable. ¿Qué conseguía ganándoles de aquella manera? ¿Destrozar a los mejores jugadores de su nuevo equipo? ¡No tenía el menor sentido! ¡Ni siquiera para una persona tan mezquina como Rai Dark!
—¡Joe, David, reaccionad! —estalló Jude.
—Tú eres el que no lo entiende, Jude.
—La victoria lo es todo.
Abigail se dio la vuelta, con ganas de darles un balonazo a los dos, y agarró el brazo de su hermano para arrastrarlo a su posición.
Caleb la miró de forma burlona y le pasó el balón. Probablemente pretendía pararlo con su cuerpo, pero ella le dio una patada tan fuerte que retrocedió y el balón volvió a sus pies. Se lo pasó a Jude y echó a correr como si le fuera la vida en ella hacia el campo rival. Jude tuvo un duro duelo con Stonewall y el balón salió disparado hacia arriba como ella esperaba. Saltó, girando su cuerpo para golpear el balón, pero tuvo un error.
El error de mirar a Joe, viendo como él la miraba de vuelta.
—¡Oye, Abby! ¿Has visto a Samford?
La mencionada giró la cabeza, dejando de prestar atención a su libro, viendo a su amigo de aspecto felino mirándola con algo de preocupación.
—No—negó, sonando algo confundida—. ¿Qué ha hecho ahora?
—Le ha escondido la capa a tu hermano—respondió Joe, negando con la cabeza. Soltó un leve suspiro—. He conseguido que los chicos lo entretengan con los deberes de álgebra, pero Jude es demasiado rápido resolviendo ecuaciones... lo va a pillar, y no va a ser gracioso.
—Este chico...—Abby puso mala cara, negando—. ¿Y tú para que le dejas andar haciendo el indio? El comandante va a hacernos picadillo por perder el tiempo.
—¿No crees que lo he intentado? David no hace caso cuando algo se le mete en la cabeza. Deberías saberlo mejor que nadie, capitana.
Abby puso mala cara de nuevo. Joe, por su parte, esbozó una sonrisita ladeada.
—Creo que ya sé dónde puede estar...—comenzó Joe, sonriendo amplio.
—¿Eh? —Abby lo entendió—. ¡La zona de zoología de la biblioteca!
—Los libros de fauna marina, estante de los pingüinos.
—Eres un genio, Joe.
—Bueno, alguien de los dos tiene que usar la cabeza—murmuró el chico, con tono divertido, mientras se señalaba el cerebro—. ¿No te parece?
Abigail soltó una risita como respuesta, para luego acompañar a su amigo en busca del chico del parche. Sin duda, iban a necesitar su ayuda para librarse de la ira de Jude.
No fue capaz de chutar a puerta.
Mientras aquel recuerdo circulaba por su mente, recordando una de las tantas pequeñas aventuras con los chicos en la Royal, su pierna se negó a patear el balón. Su cuerpo no obedeció a la orden de su cerebro. No podía hacerlo, no cuando sabía que el portero usaría la técnica prohibida para detener el tiro. No cuando sabía que aquello le podría hacer daño. No cuando había una enorme probabilidad de que no pudiera jugar de nuevo.
Abigail acabó cayendo el suelo, soltando una maldición.
—¡Abigail Sharp ha fallado su supertécnica y ha caído! ¿Se habrá lesionado! ¡Oh! ¡Ese pitido ha marcado el fin del primer tiempo!
Jude corrió hacia ella y la subió a su espalda para llevarla al banquillo. Allí, las preocupadas gerentes se pusieron a rebuscar entre los botiquines.
—Estoy perfectamente—articuló, apartando a su hermano con suavidad—. Lo único que merezco es un balonazo de Axel...—se le apagó la voz.
La peor parte se la había llevado en la moral.
El saber que Rai Dark estaba consiguiendo lo que quería. Había fallado una vez, pero no habría una segunda. Se negaba en redondo a aquel hombre se saliera con la suya. No, él no iba a seguir usando a adolescentes a su antojo. Debía pagar de una vez por todas por todo lo que estaba haciendo.
—Hermana...
—Jude, ¿te acuerdas de cuando David te robó la capa y se escondió en la biblioteca? —cuestionó Abigail en voz baja, logrando que su hermano enmudeciera de golpe—. Se subió a lo alto de la estantería en cuanto te vio aparecer, y no bajó hasta que Joe le prometió uno de esos helados con forma de pingüino que tanto os gustan...—Desvió la mirada hacia el banquillo rival—. Me cuesta creer que sean los mismos...
Jude miró en la misma dirección, apretando los labios en una línea.
—Son ellos, pero no exactamente—masculló el estratega—. Joe y David no usarían las técnicas prohibidas en sus plenas facultades.
—¿Entonces? ¿Crees que Dark los chantajea?
—Seguramente. —Jude miró de nuevo a su hermana—. La madre de David nunca ha tenido buena salud. Y Joe haría cualquier cosa por sus hermanitos...
Abigail puso mala cara, mirando sus zapatillas.
Me da igual lo que les haya prometido él... No dejaré que se lesionen de por vida...
No tenía nada roto ni ningún esguince, así que no le hizo falta rogar a la entrenadora para que la dejara seguir jugando. Aquilina podía ver como el fuego de la ira brillaba en los ojos bicolores de la chica y quería ver de lo que era capaz. Si se manejaba bien en aquella situación tan delicada, crecería como jugadora.
—A lo mejor tendríamos que suspender el partido—propuso Silvia.
—Eso sería como darle un caramelo a un niño—refunfuñó Abigail, apretando la botella de agua con tanta ira que le dio mala espina a sus compañeros—. No podemos hacer eso. No lo hicimos contra los extraterrestres, no vamos a hacerlo contra Dark.
—No permitiré que se suspenda el partido—recalcó Aquilina, más seria de lo normal. Las palabras de la delantera le habían gustado, a pesar del matiz de rencor que había detectado—. En el segundo tiempo, Shawn volverá a la defensa, Abigail será la única delantera y os dedicáis a la defensa. Kevin, jugarás este tiempo.
—Pero entonces, Abby dañará a King, y si no cubrimos a Samford...
—¡Son ordenes de la entrenadora!
—¡Pero entrenadora! —reclamó Jude, preocupado.
—Mi único objetivo es derrotar a la Academia Alius, y no entra en mis planes perder ningún partido—habló Aquilina. Desvió su mirada hacia la delantera, quien le mantuvo la mirada—. Abigail, ¿estás preparada?
Lo siento, chicos, pero tengo que traeros de vuelta.
—Sí, entrenadora—asintió, cambiando su mueca a una fría—. Si lo que quieren es que nos enfrentemos a ellos, eso haremos.
Se dirigió al campo.
—¡Pero les harás daño! —exclamó Mark, haciendo que se detuviera.
—Ellos lo decidieron así.
No quería dañarlos, y por esa misma razón debía ser rápida. La única manera que tenía para que entraran en razón de una vez era venciéndoles. Si tiraba rápido, King no tendría tiempo de usar la técnica, y no se haría daño. No podían abandonar, porque si lo hacían, sería como decir que Rai Dark había ganado.
—Bien, sigamos jugando. —Jude se puso serio, comprendiendo a su hermana—. Si no siguiéramos, no saldrían heridos, pero, puede que entren en razón mientras jugamos.
Erik puso una mano en el hombro de Jude y la otra en el de Abigail, sonriendo.
—Relajaos. No permitiré que el balón llegue a Samford. Y si Abby usa su velocidad, estoy seguro de que ninguno se hará daño.
—Muchos jugadores en el campo de fútbol dejan la amistad aparte—señaló Mark, en una extraña forma de alentar al equipo—. Así que, a jugar.
Jude y Abigail intercambiaron una larga mirada. Luego, ambos chocaron los puños.
—Traigámoslos de vuelta.
—Traigámoslos de vuelta.
—¡Comienza el segundo tiempo de este emocionante partido! ¡Royal Academy Redux contra Raimon!
—¡No pasarás tan fácilmente!
Comenzaba el segundo tiempo y Caleb ya se estaba tirando para hacerle una segada a la delantera.
—Hay que tener un poco de paciencia, Stonewall—se burló, mientras levantaba el balón con un simple movimiento. Se la pasó a Kevin—. ¡Vamos!
Ignoró el peso de la responsabilidad que tendría al llegar a la portería y se centró en jugar el partido.
Dark también se la jugó a Axel, pensó, mientras corría por el césped. No solo es por David y Joe, sino también por Julia. Alguien tiene que poner a este enfermo en su lugar.
Kevin se encontró acorralado entre los defensas y ella frunció el ceño ante la intervención de Caleb.
—Dejadle tirar—sonrió.
Maldito intento de gallo...
Kevin siguió el plan de la entrenadora y se la pasó.
Joe y Abigail se miraron a los ojos, desafiándose silenciosamente. El portero estaba en posición para detener el tiro, mientras que la delantera tenía la bota encima del balón. Los músculos de ambos estaban listos.
Lo siento, Joe...
—Remate Eléctrico.
Abigail aterrizó en el suelo, sonriendo de lado, viendo como el tiro se desviaba hacia Shawn, quien había subido a la delantera con rapidez. Y, con su Ventisca Eterna añadida al tiro, a Joe no le dio tiempo a reaccionar.
Gracias por ser como el viento, Shawn.
—¡Gol del Raimon! ¡A Joseph King no le ha dado tiempo a reaccionar! ¡Empatan el partido!
Abigail chocó la mano con Shawn, quien le guiñó un ojo mientras sonreía de forma suave. El peligris sabía que había sido de lo más oportuno en la jugada, que su velocidad había sido de lo más oportuna, y que le había quitado un gran peso de los hombros a la delantera. Estaba más que encantado de haberla ayudado.
—¡Vamos a ganar esto!
Kevin tuvo el balón rápidamente. De la misma manera en la que Shawn y Abigail habían combinado sus técnicas, él haría lo mismo. Ese era su plan. Sonaba perfecto en su mente, de hecho.
Pero algo salió mal.
Caleb le hizo una entrada, pero sus intenciones se veían desde lejos. No había ido a por el balón, sino a por su pie. El resultado fue una tarjeta amarilla para el de cresta y Kevin lesionado.
—¡Estoy seguro de que lo has hecho a propósito! —exclamó Shawn, enfurecido, y dispuesto a pegarle un puñetazo—. ¡Ahora te vas a enterar!
Pero Abigail lo detuvo, sujetando su brazo.
—No lo hagas, Shawn, —lo paró Kevin, haciendo una mueca de dolor—, si le pegas te expulsarán del partido.
—No merece la pena con escoria como esta—le dijo Abigail, conteniendo el mal humor.
—No va a poder seguir jugando—canturreó Caleb, mientras se alejaba sonriendo de manera burlona.
—¡Willy sal! —exclamó Mark.
—N-no puedo, no estoy recuperado—replicó él, levantando su pierna vendada.
—N-no me cambiéis—pidió Kevin, hablando entre dientes—. En el primer tiempo no he jugado y quiero ser de ayuda.
—No seas loco, Kevin.
—¡Puede que no sea de ayuda, pero por favor! —suplicó Kevin, en una de sus tantas escenas en las que era más terco que una mula—. Déjame seguir en el campo. No quiero que Rai Dark vea que me ha vencido.
—Pues que siga, ¿no? —intervino Shawn, sonando calmado. Quizás demasiado—. Podemos volver a meter un gol con la técnica de antes y ya está.
—No creo que sea tan fácil—musitó Abigail, haciendo una mueca.
La entrenadora estuvo de acuerdo con aquella decisión, como si realmente se la esperara. El partido continuó sin haber cambio en las filas del Raimon.
La entrenadora siempre trama algo... pero no sé si esto será buena idea...
De repente, el ambiente se puso tenso. En apenas unos segundos, se comenzó a sentir una presión en el campo, como si fuera una niebla psicológica. Los jugadores de la Redux cubrían mucho a Abigail para que no fueran capaces de ejecutar la técnica de nuevo, pero la chica era mucho más rápida y astuta que ellos.
Había robos de balonazos constantes entre ambos equipos y el tiempo se agotaba. Todos eran conscientes de ellos.
Entonces, Caleb tumbó a Erik de un balonazo. Y él era uno de los que cubría a David.
—Oh, demonios—blasfemó Abigail, echando a correr.
—Pingüino Emperador Número 1.
Aunque no podían ayudar a Samford, había otra persona que no podía tocar ese balón.
Jude saltó y se interpuso entre el balón y Mark. El capitán no podía tocar aquel balón con las manos, era plenamente consciente. Cuando él no pudo más y cayó al suelo, Abigail tomó su relevo. Y logró restarle la potencia suficiente como para que Mark fuera capaz de pararlo sin usar super técnica.
—¿Abby, estás bien? —le preguntó Jude.
—Lo mismo podría preguntarte, hermano.
—Yo estoy bien, pero...
—Demonios, Samford.
Abigail se levantó y corrió hacia él, quien estaba algo encogido sobre sí mismo. Estaba claro que se estaba haciendo daño con cada disparo que lanzaba.
—No... No necesito tu compasión—logró decir entre jadeos David, haciendo aspavientos con una mano para que no lo tocara—. La... la próxima vez... marcaré.
—¡No va a haber próxima vez si sigues así, mendrugo! ¡Entiéndelo de una vez, David!
—No voy a parar.
La alejó, pero al dar el primer paso se tambaleó.
Abigail apretó las manos en puños para no agarrarlo. Después de todo, sabía que le apartaría las manos de un golpe.
—¡¿Pero es que no lo entiendes!? —exclamó Jude, alzando la voz más de lo que era habitual en él—. ¡No volverás a jugar al fútbol, David!
—Vosotros sois los que no lo entendéis—replicó David, en un hilo de voz—. Siempre he sentido envidia de vosotros. Siempre fuisteis los que lo conseguíais todo con vuestra técnica y juego. Los capitanes, los estrategas, las mentes del equipo, y dos de las grandes creaciones de las que el comandante se sentía orgulloso. Yo nunca era capaz de ponerme a vuestra altura. Aunque jugáramos en el mismo equipo, jamás podría llegar a vuestro nivel...
—¿Q-qué? —logró articular Jude.
Samford lo apartó de un manotazo. —Con el Pingüino Emperador Numero 1 puedo llegar a vuestra altura... ¿Qué digo? Puedo superaros.
Este cabeza de chorlito...
Y el partido se reanudó.
Caleb soltó un grito mientras le hacía una entrada bastante brusca a Tori, robándole el balón. Con un gran pase, logró burlar a la defensa y llegar a David.
—¡David no! —Jude corrió pero Caleb lo placó.
—¡Esta vez sí que no! —exclamó Abigail, corriendo.
—Pingüino Emperador Numero 1...
Abigail lo placó, como si fuera un partido de fútbol americano, y logró frenar un poco el tiro. Terminó en el suelo, rascándose las rodillas. Pero era lo de menos.
Kevin fue el que, a pesar de estar lesionado, metió su rodilla para frenar el tiro. Jude lo socorrió pero su hermana solo podía mirar a David con los ojos llenos de lágrimas de ira. Se estaba retorciendo en el suelo de dolor, como una culebrilla.
—¡Maldito idiota! ¡¿Por qué demonios chutaste!? —le reclamó, chillando. Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos al ver a su amigo de la infancia retorcerse de aquella manera—. ¡Reacciona de una vez, maldita sea!
El pitido final sonó, pero era lo de menos.
—¡Samford!
Kevin fue socorrido por los jugadores del Raimon, mientras que Abigail estaba de rodillas al lado de David. Hacía unos pocos segundos que el chico había cerrado los ojos, perdiendo el conocimiento. Aquello la había preocupado, por supuesto.
—Mierda, David, maldito idiota...—musitó Abigail.
—¡Rai Dark! —exclamó Jude, llamando su atención.
Abigail le dio una mirada a Joe, quien parecía algo más entero. El portero hizo un gesto con los labios, y ella lo tomó como una señal. Luego corrió junto a su hermano.
—¡¡Estarás satisfecho!? —le reclamó Jude.
Se empezaron a escuchar explosiones.
—¿Satisfecho? Solo lo estaré cuando cree a un equipo implacable, juntando a todas mis creaciones—respondió Rai Dark con tranquilidad, como si estuviera hablando del tiempo—. ¿Pero sabéis cuales son mis mejores creaciones? Vosotros dos, mis queridos hermanos Sharp. Así que disfrutad de la vida de futbolistas que tenéis gracias mí.
Una explosión más fuerte sonó justo antes de que la chica fuera capaz de intervenir, de reclamarle a aquel demente por sus palabras. El detective Smith, salido de la nada, los agarró a ambos y los subió a un helicóptero. Se elevaron en el aire y se pusieron a salvo.
Aquel submarino explotó. Con Rai Dark dentro.
Abigail abrazó el torso de su hermano y hundió la cara en el hueco del cuello, intentando tranquilizar su mente. Jude, de forma casi automática, rodeó a su hermana con los brazos y apoyó el mentón en la cabeza ajena. Ninguno dijo palabra alguna, a pesar de que estaban pensando en las palabras que Rai Dark les acababa de decir.
Les había afectado, para que negarlo cuando era evidente. Pero debían mantenerse fuertes, pues no podían dejar que él ganase la batalla mental.
🔥🔥🔥🔥
—Lo siento muchísimo, a los dos. Os he provocado muchos problemas y yo... Hacía tiempo que no nos veíamos y ni siquiera puedo daros la mano como es debido... Yo... yo... Gracias a los dos he abierto los ojos. perdonadme...Lo siento...
—Samford, —Abigail esbozó una pequeña sonrisa, a pesar de que todavía le picaban los ojos—, sabes que es imposible enfadarse contigo, Capitán Garfio, aunque seas un completo idiota. —Vio como el ojo visible del chico brillaba al escuchar su viejo apodo—. Estás perdonado, aunque me den ganas de pegarte un buen mamporro.
—Cuando me recupere... volveremos a jugar al fútbol. Todos juntos...
—Claro—susurró Jude, con la voz algo temblorosa—. Os estaremos esperando, chicos.
Abigail pasó su mirada al portero, quien sonreía con suavidad. Sus ojos anaranjados reflejaban perfectamente lo que pensaba.
—Joe...
—Abby... todo eso... de que nos abandonaste...
Realmente lo hice...
—Lo siento por eso, no era mi intención, Pantera Rosa—interrumpió ella, con tono bastante suave—. Nunca he querido abandonar a ninguno de mis compañeros de la Royal, solamente quería dejar de sentirme una maldita marioneta. Dejar de permitir que aquel... hombre... machacara sin remedio mis principios. En verdad, lamento haber sido tan egoísta con vosotros, porque a diferencia de Jude no os expliqué mis motivos—se disculpó a su manera, usando el viejo apodo de su amigo. Jude la miró de reojo—. Creo que eso compensa el que os hayáis comportado como unos energúmenos, ¿no?
—Sí, lo compensa—afirmó Joe, esbozando una sutil sonrisa.
No es tu estilo, pero tienes cosas más importantes por las que preocuparte—señaló Abigail, algo más tranquila al saber que sus dos amigos estarían en buenas manos sanitarias—. Recupérate y cuida del idiota, porque os estaremos esperando para jugar—le chocó los cinco.
—¡Oye! —reclamó David, indignado, sabiendo que se refería a él.
Pero, al final, los cuatro acabaron riéndose.
Jude y Abigail observaron cómo los enfermeros metían a sus amigos en las ambulancias, camino al hospital, donde serían atendidos por el mejor equipo sanitario gracias a la presión que habían ejercido los hermanos Sharp. No les gustaba abusar del poder de su padre adoptivo, pero en ese momento era de lo más útil. Podían asegurarse de que, tanto Joe como David, se recuperaran bajo una buena supervisión.
El chico pasó un brazo por encima de los hombros de su hermana y dejó un suave beso en su sien. Abigail giró la cabeza. Ambos intercambiaron una mirada, sin decir absolutamente nada.
Seguramente ambos estaban pensando lo mismo. En que, a pesar de todo lo que había pasado aquel día, habían logrado librar a sus viejos amigos de aquello que los estaba controlando. Era una pequeña, pero importante, victoria.
¡Hola, hola! ¿Qué tal están? ¡Espero que bien!
La verdad es que este capítulo me ha quedado un poco más largo de lo que tenía planeado, pero esta temporada es algo larga en cuanto a acontecimientos. Tampoco quiero que me queden muchas partes y luego no tener algo de margen para el mundial (si es que lo hago, porque la verdad es que me da pereza mental volver a vérmelo). En fin, cositas de mxgicsarcxsm...
Mentiría si dijera que no me gustó escribir este capítulo. Desde el primer momento en el que me puse a manejar a Abigail tuve en mente todo lo que pasa con Rai Dark, desde el principio mismo de crearla. Hacerla una Sharp implicaba muchas cosas, y fui plenamente consciente cuando tomé la decisión. Y es que, como todos sabemos, Rai Dark aparece en las tres temporadas, dispuesto a dar por saco sin remedio. En otras palabras, hacer a la Oc como hermana de Jude significa tener drama por un tubo [verdaderamente tiene mucho drama y me extraña lo tranquilo que es mi niño].
Tengo que confesar que para escribir esto me basé en lo que opinaba mi yo del pasado de Caleb. Cuando era pequeña, realmente no lo soportaba. ¿Por qué? Porque Jude era uno de mis favoritos [lo sigue siendo, para que mentir], y que Caleb lo molestara todo el tiempo hacía que no me callera nada bien. Cambié de opinión poco a poco, aunque tengo que admitir que me costó un poco. La línea de Ares me ayudó un poco, aunque eso no quita que el Caleb canon no me saque algo de quicio. (Realmente lo hace, así que no digo nada).
¿Cada vez que Abby habla de Axel? Me dan ganas de llorar. Lo admito. Me hace sentirme mal, pero luego recuerdo el anime canon y pienso que realmente me sentía mal igualmente. No tienen nada que ver que esté mi OC por el medio, es que la trama de Axel fuera del Raimon duele un poquito...
Bueno, ¿Qué os ha parecido?
¡Espero que os haya gustado!
Para desbloquear el siguiente capítulo necesitaremos 30 votos y 30 comentarios. No creo que necesite volver a repetirlo, pero lo haré de todas formas. Os recuerdo que los comentarios que sean monosílabos o emojis sin venir a cuento no serán contados como parte de los treinta que hacen falta. Quien avisa no es traidor, como diría Jordan.
Me gustaría recordaros que en mi perfil podéis encontrar mi fic de Levi Ackerman y mi fic de Shoto Todoroki. El de Levi tiene varios capítulos publicados (sobre seis o así), mientras que el de Shoto apenas acabo de publicar la introducción y la ficha de personaje. Me haría muy feliz que le deis amor a Cassie y a Bridget, pues las dos tienen mucho parecido con Abby. No digo nada más, lo veréis si vais jiji.
Como no sé si todos los que leéis este fic me seguís, os pregunto algo: ¿Os gustaría que publicara algún fic de Tokyo Revengers? Si la respuesta es 'sí', ¿De qué personaje (o personajes) os gustaría? Os estaré leyendo.
Nada más por mi parte pero, ¡nos leemos en comentarios!
—👑
|Publicado|: 16/02/2023
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