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CAPÍTULO TREINTA Y UNO
Adiós, Tormenta de Géminis
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EL DÍA SIGUIENTE ERA EL señalado como aquel en el que los extraterrestres iban a desafiar al Instituto Alpino, aunque no fueran ellos lo que iban a jugar. El Raimon estaba decidido a ser quien jugara el partido, deseando desde lo más profundo de su alma que fuera el último que tuvieran que jugar contra aquella gente.
Después de todo lo que había pasado desde la llegada de los mensajeros de las estrellas, tenían muchas ganas de ser capaces de vencerlos de una vez por todas. De colgar el cartel de completo y enviarlos de nueva al planeta del que habían venido a molestar. De que dejaran de usar el fútbol para algo tan horrible como destruir cosas y amenazar a personas. Deseaban defender el deporte que tanto amaban.
Abigail tenía buenas vibraciones al pensar en aquel partido. Algo en su interior le decía que todo iba a salir bien, y realmente quería seguir a ese pensamiento tan positivo. No eran habituales en ella, sobre todo después de lo que había pasado con Axel, así que era una pequeña motita de esperanza entre todo lo negro.
Tormenta de Géminis llegó con su característico balón negro.
¿No era que los extraterrestres tenían naves?, se preguntó Abigail, mientras observaba a aquella gente con gesto aburrido. Estos son extraterrestres de poco nivel, al parecer.
—Ya están aquí—murmuró Mark, para luego girarse hacia el nuevo jugador—. Shawn, hay que esforzarse al máximo.
—Ojalá tu Ventisca Eterna les mande a volar por los aires y no vuelvan nunca—opinó Steve, diciendo lo que todos sus compañeros pensaban.
—Claro. —habló Shawn, sonando tranquilo, quizás demasiado teniendo en cuenta lo que se jugaban—. No perderé contra esos extraterrestres.
—De fuerza creo que estaría a la par con el remate de Janus—razonó Abigail, recibiendo un asentimiento de su hermano.
—Froste, quiero que juegues en la defensa central—indicó Aquilina, de repente.
Mark, Steve, Jack y Tori se sorprendieron al escuchar a su entrenadora.
Abigail, por su parte, miró de reojo a la entrenadora.
Está claro que trama algo...
—Escucha, debes saber que tienes que concentrarte en la defensa. Ni se te ocurra subir a la delantera.
—Se llama delantero legendario, no defensa legendario—murmuró Willy, sonando realmente contrariado.
Aquilina lo ignoró olímpicamente, como si no existiera.
—Ganaremos con esto. ¿Entendido, Shawn?
—Claro.
—Pero, ¿por qué? —intervino Erik, sorprendido por la decisión táctica. Su sorpresa solo crecía al ver que los estrategas del equipo estaban optando por permanecer en silencio—. ¿No podríamos aprovechar la velocidad de ataque que ha desarrollado Shawn para jugar contra ellos?
—No os he pedido vuestra opinión—dijo Aquilina con simpleza.
—Pero, ¿Qué mosca le ha picado a la entrenadora? —murmuró Tori, confundida. Su ceño estaba levemente fruncido sobre sus ojos oscuros, mostrando que realmente no entendía nada de aquello—. Eso no tiene ninguna lógica.
—Yo creo que debemos hacerle caso.
—Pero Mark...—murmuró Kevin
—Este partido no es solo para proteger al Instituto Alpino—señaló Nelly, con seriedad, observando al equipo con los brazos cruzados—. Recordad que el destino de miles de personas depende del resultado.
—Pero sin presiones, eh—murmuró Abigail, con sarcasmo.
—Si, seguro que la entrenadora sabe lo que está haciendo—opinó Jude, asintiendo con la cabeza.
—Es una estrategia un tanto extraña.
—Si pone a Shawn en la defensa es para ganar.
—Seguramente quiere ver lo que hemos conseguido con el entrenamiento.
Todos miraban a los mellizos como si fueran un partido de tenis, mientras ellos no dejaban de hablar, especulando sobre aquella estrategia tan extraña. Cuando se ponían en modo estratega, no había quien los parara.
Por fortuna, sus palabras hicieron que los demás decidieran seguir con el plan. Aunque no lo acabaran de entender de todo.
—Ahora yo soy el delantero estrella—dijo Kevin, decidido.
—¿Ah? ¿Y eso desde cuándo? —preguntó Abigail, arqueando una ceja.
—Desde que le gané a Shawn.
—Pero, ¿ibas enserio? —preguntó Willy.
—Si, ¿algún problema, Willy?
—Discúlpame, pero creo que Abby es la más indicada para el puesto.
—Bah, no pienso pelearme por eso—masculló Abigail, como si no fuera con ella—. Es una tontería como una casa.
—¿No será que no quieres ocupar el puesto de Axel?
Mala idea, lamentaron Jude y Nathan a la vez.
¿Qué ha dicho el cabeza de chicle?
Abigail giró sobre su propio eje lentamente, como si fuera a cámara lenta. Clavó sus ojos bicolores en él, casi congelando al delantero con su mirada.
—¿Qué dices, Dragonfly? Creo que me estoy quedando sorda y no te escuché—habló con voz seria, pero haciéndose la tonta—. ¿Podrías volver a repetirlo?
El chico palideció de golpe.
Abigail se acercó.
—Que sea la última vez que te pasas de listo—lo advirtió, con tono realmente oscuro, poniéndole la piel de gallina—. La próxima vez, te tragas el esférico. No digas que no te avisé.
Aquilina los observaba con una pequeña sonrisa sutilmente dibujada en sus labios. La chica le gustaba, porque tenía carácter. Eso era algo que buscaba en un jugador.
Decidió intervenir para evitar que uno de sus delanteros sufriera un pequeño infarto:
—Venga, chicos, va a empezar el partido.
Salvado por la entrenadora.
Abigail se dirigió a su posición en el campo, crujiendo el cuello con molestia para no pensar en lo que Kevin había dicho. Su compañero era bueno jugando, pero pésimo con las palabras. Era mejor que se mantuviera bien calladito.
—Esto es el tercer enfrentamiento entre el Instituto Raimon y la Academia Alius. ¿Habrá mejorado el Raimon desde entonces?
—Por supuesto que hemos mejorado—refunfuñó por lo bajo Abigail—. Somos el Raimon, nosotros siempre mejoramos.
Por su parte, los extraterrestres no habían apartado su mirada del otro equipo desde que habían llegado. Era obvio que les gustaba observar sus interacciones, como si fueran algo realmente extraordinario.
—Parece que tienen a alguien nuevo—observó Janus, aunque su mirada estaba en la delantera.
—¿Qué hace con ellos el delantero estrella del Alpino? —preguntó Galileo, a nadie en concreto.
—Y, ¿Qué hace en la defensa? —preguntó esta vez Pandora.
—Eso da igual—los frenó Janus, temiendo que alguien los escuchara—. Vamos a aplastarles de todas formas. —Observó a los del Raimon, como si fueran realmente diminutos—. Si pensáis que vais a derrotarnos es que sois muy estúpidos.
—¿Qué has dicho? —preguntó molesto Kevin.
—O puede que tú y tu galáctico trasero os lo tengáis muy creído. Además, ¿Qué clase de peinado es ese? Parece un helado.
—Que digan lo que quieran—añadió Jude, intentando no reírse del comentario de su hermana, aunque algunos de sus compañeros estaban haciendo verdaderos esfuerzos por ocultar sus risitas—. Ya les cerraremos la boca.
Abigail observaba al de pelo verde como si fuera a matarlo, aunque el extraterrestre parecía de lo más tranquilo; en el fondo, aquella comparación había despertado su curiosidad en ella, si es que eso era posible. Ella entrecerró los ojos, con aire peligroso, decidida a que aquel fuera la ultima vez que viera la cara del extraterrestre con aquel pelo verde.
Los tres pitidos del árbitro sonaron en aquel preciso momento, dando inicio al partido. Esperaban, el último entre el Raimon y el Tormenta de Géminis.
Abigail se la pasó a Kevin.
—Abigail saca de centro y comienza el partido. Kevin Dragonfly avanza fuertemente.
Se la pasó a Jude.
—Ahí te quedas—indicó Rihm, y le quitó el balón.
—Cielo santo, a pesar de la velocidad del Raimon, le han robado el balón a Jude.
Rihm se la paso a Janus y este tiró.
—Mano Mágica.
Ahora sí, lo paró.
—¡¿Qué?!
—¿Cómo es posible que un simple humano haya parado el tiro—murmuró Janus, frunciendo el ceño, como si no lo entendiera—. Es imposible.
—Jude.
Mark se lo pasó.
—Abby.
Pero Abigail estaba sumida en sus pensamientos, y no lo escuchó. Parte de su cabeza veía el reflejo de Axel corriendo por la otra banda, despistando sus sentidos por completo. No llegó al pase y el balón salió por banda, ante su vacía mirada.
Janus clavó su mirada en ella, y contuvo una sonrisita.
—Abigail a estado demasiado lenta a ese pase de Jude y el balón ha salido por banda.
—Entrenadora, debemos cambiar a Abby por Steve—indicó Silvia, preocupada por el partido.
—No, con solo un delantero no ganaremos—replicó la entrenadora, con la mirada clavada en la delantera. Observó su lenguaje verbal, captando que ella misma se estaba regañando por su fallo. Estaba claro que con ella no tenía que hacer mucho—. No te preocupes, estará bien.
Maldita sea, Abby, Axel te molería a balonazos si te viera así de despistada, se regañó Abigail a sí misma, recordando que debía asegurarse de que aquel fuera el último partido. Tú misma lo hiciste en su último partido, aplícate el cuento. Lo que pasa fuera del campo, se queda allí.
Charon sacó de banda. Se lo iba a pasar a Coral pero Jude cortó el pase. Se lo mandó a Abigail, quien lo recibió con el pecho y empezó a correr como si le fuera la vida en ello. En cierto modo, así era.
—Abigail avanza por el campo como un rayo, regateando a todos los defensas hasta que esté enfrente del portero.
—Adelante, tira si te atreves.
—Ahora verás, idiota galáctico. Remate Eléctrico.
—Esa luz...—murmuró Janus, abriendo los ojos más de la cuenta—. No es la misma fuerza...
Galileo, el portero del Tormenta de Géminis, intentó parar el tiro con una mano. Como no podía, puso las dos. Aunque fue totalmente en vano.
—¡Gol! ¡Abigail ha marcado el primer gol! ¡No solo eso, sino que su Remate Eléctrico se ha reforzado!
—¡Já! —Abigail sonrió con prepotencia—. ¿Qué te ha parecido eso, enano galáctico?
Todos sus compañeros se acercaron a ella con rapidez, sorprendidos.
—¿Cómo has mejorado el Remate Eléctrico? —le preguntó Erik, confundido.
—Gracias a los entrenamientos de Shawn—respondió Abigail, sorprendiendo al mencionado—. Gracias a la velocidad a la que iba en la pista, pude visualizar las cosas mucho mejor y ser más precisa. Además, no olvidéis de que mi Remate Eléctrico es un chut de precisión...—Ignoró una punzada en el pecho al recordar a Axel diciendo aquello—. Al aumentar mi precisión en la puntería, también ha mejorado la calidad del remate. Todo va enlazado.
—Lo principal de tu remate es la precisión—asintió Jude, comprendiendo—. Al ver mejor las cosas, la precisión de las habilidades de una persona aumentan considerablemente. Es lógico...
—Por eso ha aumentado—entendió Jack—, por los entrenamientos.
—Estos humanos se han vuelto más rápidos y ahora nos igualan en velocidad—murmuró Pandora, algo preocupada—. Debemos tener cuidado, Janus.
—Es el único gol que marcarán—gruñó Janus, irritado.
Se la pasó a Diam y este avanzó. Luego, se lo devolvió a Janus.
—Acabemos con esto de una vez. Astro Remate.
—Uy, ¿pero ya lo lanza? —Abigail sonrió de lado, divertida, mirando al peliverde como si acabara de hacer una travesura. Él la miró con el ceño fruncido—. Parece que alguien ha perdido la paciencia.
—¡Defensas! —exclamó Jude.
—Torre Inexpugnable.
Nada más tocarla, la torre se rompió.
—El Muro.
Ocurrió lo mismo que con la torre.
—Cuidado, Mark—indicó Tori, con el corazón latiéndole a toda velocidad.
—Paisaje Helado.
El balón rompió el hielo de Froste.
—Mano Mágica.
A pesar de sus esfuerzos fue gol.
—¡Gol! El remate de Janus ha entrado de inmediato, ni los tres defensas han podido con él... Termina el primer tiempo con el uno a uno. Esta vez el Raimon no va tan por detrás, ¿podrán ganarles?
Janus giró la cabeza para mirar a Abigail con prepotencia, pero se topó con la mueca indiferente de la chica. Eso lo puso de peor humor.
Todos los jugadores se dirigieron a sus respectivos banquillos.
—Oye, ¿Qué demonios te ha pasado antes? —le preguntó Kevin a la delantera, algo confundido—. ¿Tú fallando un pase? Anda que...
Abigail miró al chico inexpresiva.
—Nada.
—Yo también te he visto cara rara—indicó Mark, preocupado.
—No es nada...
Nadie quiso insistir, recordando los ataques de ira que había tenido en apenas unos días. No les apetecía que les mandase un balonazo en toda la cara.
—Shawn, en este segundo tiempo podrás subir a la defensa—indicó Aquilina, luego de haber estado observando a ambos equipos. Tenía claro que la estrategia estaba marchando bien, así que era el momento de poner en marcha el siguiente paso para la victoria—. Nathan, pasarás a la defensa.
—Está bien—asintió el peliazul.
—Comienza la segunda y decisiva parte entre la Academia Alius y el Instituto Raimon.
Diam se lo pasó a Janus y él a Pandora.
—Diam inaugura el segundo tiempo pasándosela a Janus y él da un pase atrás a Pandora.
—Están tramando algo—señaló Abigail, observando su juego—. Está claro que los ha molestado que hayamos marcado.
Shawn se adelantó.
—Paisaje Helado.
Congeló a Pandora.
Aquello fue una piecita más del puzle mental de los hermanos.
—La entrenadora puso a Shawn en la defensa para que marcáramos gol...—comenzó Jude.
—...y ahora, en el segundo tiempo, los sorprendemos—finalizó Abigail.
—Impresionante.
—Ya decía yo que tramaba algo.
Shawn parecía realmente dispuesto a perforar la portería rival.
—Ahora veréis mi poder. Ruge con fuerza. Ventisca Eterna.
—Agujero Negro.
Marcó gol.
—¡Gol! Shawn Froste ha conseguido el dos a uno.
Pandora estaba enfrente de Erik, se lamió los labios y le pasó a Grengo. Este se lo pasó a Diam, quien lanzó, pero Mark lo paró.
De nuevo, Erik estaba delante de Pandora. Ella volvió a lamerse el labio y le mando el balón a Grengo. Pero Erik cortó el pase y se lo envió a Kevin.
—Remate Dragón.
Galileo lo paró.
—Eh, Froste—Abigail se acercó al chico, con su mente estratega funcionando a toda velocidad—, ¿probamos un tiro combinado?
Shawn giró la cabeza para mirarla, con sus ojos ámbar.
Otra vez los tiene ámbar...
—Claro, contigo merece la pena—contestó el chico, haciendo que arqueara las cejas.
Abigail no dijo nada, simplemente salió corriendo, preguntándose como era posible que aquellas dos personalidades fueran tan diferentes. El habitual era suave, pero esta, de ojos ámbar... le daban ganas de golpearlo.
—Ventisca Eterna.
—Shawn hace un tiro a larga distancia.
Todos se sorprendieron, pensando que al de cabello gris se le había ido la cabeza por completo al hacer una jugada como aquella. Todos, menos Aquilina, quien sonreía de forma casi imperceptible. Su estrategia estaba saliendo mejor de lo que ella se esperaba, y todo era gracias al gran potencial de los mellizos estrategas.
Ella había visto a la delantera corriendo por la banda contraria, como si fuera un coche de carreras.
—No era un tiro, ¡era un pase para Abigail!
Abigail saltó para recibir el tiro del chico Froste.
—Remate Eléctrico.
—Agujero Negro.
—¡Gol! Ya vamos tres a uno. ¿Remontará la Academia Alius!
Abigail aterrizó en el césped, aliviada de haber conseguido tener más ventaja sobre aquella gente.
—Y un cuerno, —gruñó, para luego girarse en dirección a su campo—: ¡Mark, no me hagas darte un balonazo!
Aunque la mayoría de los presentes no entendió aquello, especialmente los del equipo rival, el portero sí. Mark realmente captó el doble sentido de aquellas palabras. Era su extraña forma de pedirle que parara el tiro, fuera como fuera.
—Disparo Cósmico—ejecutaron Janus y Diam.
—Mano Mágica.
—¿Parará Mark el tiro?
Por favor, líbranos de esta gente....
Mark acabó con el balón en la mano, sonriendo de lado.
¡Lo hizo! ¡Lo hizo!
—¡Lo ha parado! Mark ha parado el tiro de Janus y Diam de la Academia Alius.
—Parece que lo del balonazo ha sido efectivo—comentó Abigail, sonriendo alegremente.
Jude negó con la cabeza, como si no tuviera remedio.
—Deberías dejar de amenazar a la gente—la regañó.
—¡Pero si ha sido efectivo!
Jude no objetó nada, pues sabía que su hermana tenía toda la razón.
—Y ese es el pitido final. Termina el partido tres a uno, ganando el Instituto Raimon.
Todos comenzaron a celebrar la victoria contra el equipo de la Academia Alius, aliviados de que se hubiera acabado de una vez. Por su parte, los extraterrestres parecían estar perdiendo tono de piel.
—No sabéis lo que habéis hecho...—musitó Janus, con un nudo comenzando a formarse en la boca de la garganta—... nuestra fuerza no tiene nada que ver con la de Épsilon... solo somos un equipo de segundo rango...
¿Eh?
De repente, apareció de la nada otro balón negro, exactamente igual a los que habían visto anteriormente. Exactamente al que el Tormenta de Géminis había usado para aparecer antes del partido. Estaba claro lo que estaba pasando. Otro equipo acababa de llegar al estadio, vestido con ropas similares, mostrando que eran de la misma Academia, aunque de distintos equipos.
Los jugadores del Tormenta de Géminis se asustaron al verlos, como si aquella gente fuera la reencarnación del mal. Eso llamó la atención de Abigail.
—Lord Dvalin...—musitó Janus.
—Habéis perdido. Ya sabéis las consecuencias. Vais a ser exiliados.
Janus cayó de rodillas, bajo la mirada impasible de aquel al que había llamado Dvalin. Lo observaba como si fuera una diminuta hormiga, mientras el peliverde parecía temblar en el suelo.
—Por favor, gran Dvalin, tenga piedad...
¿Pero qué...?
Pero Dvalin no hizo ni caso a las súplicas del peliverde. Chutó el balón negro que los había traído, creando una extraña luz, y el equipo del Tormenta de Géminis desapareció en un parpadeo. A Janus solo le dio tiempo a darle una última mirada de reojo a la delantera, para luego desaparecer como si no hubiera estado nunca allí.
Luego, Dvalin se giró a mirar al Raimon.
—Somos Épsilon, —dijo simplemente. Aquello parecía ser suficiente explicación para él—: equipo de primer rango de la Academia Alius.
Luego, desaparecieron tal y como habían aparecido: en unos pocos segundos.
Se formó un tenso silencio luego de que ambos equipos de la Academia Alius hubieran desaparecido. Pasaron bastantes segundos antes de que alguien se viera capaz de romperlo, pues todavía estaban intentando procesar lo que acababa de pasar. Era demasiado surrealista, como si hubiera sido sacado de una película barata de ciencia ficción, de esas que no tienen suficiente presupuesto para hacer algo decente.
Pero, aparentemente, aquello era la realidad.
Y la Academia Alius todavía seguiría dando por saco un poco más.
—Así que hay más equipos...—suspiró Abigail, con aire decepcionado; ella realmente esperaba librarse de los extraterrestres al derrotar a los del Tormenta.
—Me da que esto solo acaba de empezar—señaló Aquilina, omitiendo las ganas de poner mala cara.
—Pero, ¿A dónde han ido Janus y los demás? —preguntó Mark, confundido.
Eso era algo que todos se preguntaban. Después de todo, no habían entendido nada de lo que había dicho el tal Dvalin, ni por qué Janus parecía tan aterrado.
—Por lo que dijo el tal Dvalin, han abandonado la Academia Alius—murmuró Abigail, ladeando la cabeza—. Exiliados, según he entendido.
—Sí, pero a la fuerza... que me parece muy bien, pero...—habló Erik, haciendo una mueca extraña—, si Tormenta de Géminis ya era fuerte... no me imagino como será Épsilon.
—Tendremos que seguir luchando para proteger el mundo—habló Jude, soltando un suspiro.
Eso acaba de sonar a algo que dirían los superhéroes.
—Parece que tenemos un nuevo rival—masculló Abigail, solo que sonrió de lado.
—Debemos derrotar también a Épsilon.
—¿Cómo se encuentra a esta gente?
—Ni idea, pero debemos encontrarlos rápidamente—señaló Aquilina, de brazos cruzados.
¿Cómo se encuentra a unos extraterrestres? Era lo que todos se preguntaban en aquel preciso momento, con teorías circulando por sus mentes, cada una más inverosímil que la anterior. ¿Había que mandar señales de humo? ¿Un cohete?
—Lo que no acabo de entender—habló Nathan, con algo de molestia en la voz, rompiendo el silencio que se había formado—, era esa extraña vigilancia de Janus sobre Abby.
—También te diste cuenta, ¿eh? —murmuró la aludida, luego de hacer una mueca de disgusto con los labios. Una parte de su cabeza realmente esperaba que nadie se hubiera dado cuenta, pero evidentemente eso no había pasado—. Me ofreció unirme a la Academia Alius y, obviamente, me negué.
—No se lo tomaría demasiado bien—observó Erik, negando con la cabeza.
—No, no parecía molesto—insistió Nathan, quien ya sabía aquella información.
Y, por eso, no le cuadraba con la actitud del peliverde. Había algo que no encajaba en aquel rompecabezas, y no sabía lo que era.
—Bueno... lo cierto es que su cara se me hace familiar—comentó Abigail, ladeando la cabeza hacia un lado, haciendo que su coleta se moviera en el acto—. Como si la hubiera visto en otra parte...
—¿Cómo se te va a hacer familiar? —preguntó Erik, confundido—. Si es un extraterrestre.
—Es imposible que un extraterrestre se te haga familiar—se rio Tori, negando con la cabeza.
Nadie lo notó, pero Aquilina había mirado a la jugadora con aire preocupado.
Su ceño se frunció por encima de sus ojos azules, recordando a los jugadores del Tormenta de Géminis. Permaneció en silencio, pero decidió seguir escuchando la conversación, mientras esperaba recibir instrucciones por mensaje o llamada. Estaba claro que el señor Raimon o Hillman no iban a tardar demasiado en poner en contacto con ella.
—Ya, bueno, supongo que tendrá una cara muy normal—murmuró Abigail, encogiéndose de hombros, como si no fuera con ella—. Aunque ese peinado...
—No puedo creer que le dijeras que parecía un helado—musitó Jude, negando con la cabeza.
—¡Pero si es verdad!
Aquello logró que los chicos y las gerentes se echaran a reír.
Estaba claro que el humor de Abigail era un poco extraño.
—Bien, chicos, se ha localizado la próxima parada de la Academia Alius—habló la entrenadora, luego de consultar su teléfono, haciendo que todos se centraran en el tema—. Es el Claustro Sagrado.
🔥⚽🔥⚽
De vuelta en la Caravana, Celia se encontraba buscando información sobre el Claustro Sagrado, para intentar entender las intenciones de la Academia Alius. Pero una noticia de última hora, hizo que se tensara de pies a cabeza. Las otras dos gerentes lo notaron al instante, e incluso la entrenadora.
—Celia, ¿va todo bien?
La peliazul salió de su sorpresa. Negó con la cabeza varias veces, mientras tragaba saliva.
—Y-yo...—balbuceó, sin saber que decir—. Hermanos, tenéis que ver esto.
Los dos fruncieron el ceño a la vez pero se levantaron de sus asientos para acercarse a su hermana, queriendo saber el motivo por el que se encontraba tan tensa. El resto de los jugadores había dejado de prestar atención a sus cosas para clavar la mirada en los tres hermanos.
—¿Qué ocurre, Cece? —le preguntó Abigail.
—Mira.
Celia le mostró la pantalla:
"Hoy tuvo lugar un accidente en la nieve. Se trata de la furgoneta que transportaba a un preso, Rai Dark, el exentrenador de la Royal Academy y el Instituto Zeus. Dentro del vehículo solo han sido encontrados los dos guardias que conducían, y todo indica que el preso anda suelto en este momento. Esta es la tercera vez que Dark escapa de la cárcel. Solo esperamos que lo encuentren pronto y pague por sus delitos. Pasando a otras noticias..."
—Rai Dark anda suelto...—gruñó Jude, molesto.
¿Por qué será que no me sorprende demasiado?
Por su parte, Abigail se había quedado totalmente bloqueada, como si su cerebro se hubiera desconectado en aquel preciso momento. Que el hombre que le había hecho pasar por tantos experimentos, tanto dolor, estuviera libre, no era nada de sorpresa para ella. Realmente sabía de lo que era capaz aquel hombre, que era imposible que se dejara encerrar con tanta facilidad. Pero no podía reaccionar. Era como si su cerebro se hubiera sumido en una especie de viaje astral, y no fuera capaz de volver.
Erik se dio cuenta de que algo iba mal con su amiga, puesto que ella se había puesto tres tonos más pálida. Se levantó de su asiento y la tomó de los brazos con cuidado, temiendo que se fuera a desplomar en cualquier momento. Nathan también había reaccionado, levantándose de su asiento con rapidez, así que entre los dos la devolvieron a su asiento, temiendo que se desmayara o algo por el estilo.
Mientras, ella seguía con la mirada perdida, como si hubiera visto a un fantasma. Y, en cierto modo, lo era. Rai Dark era una parte de su pasado de la que no se sentía nada orgullosa. Era uno de sus demonios internos, una cajita llena de recuerdos horribles, que habían traído pocas cosas buenas a su vida. Y, ahora, luego de leer aquella noticia... la caja se había destapado, y no deseaba que el contenido se desparramara por toda su mente. Ella no quería volver a ser un títere, alguien fácil de manipular por alguien que le había prometido que la haría la mejor delantera de todo el país.
Porque sí, Rai Dark había jugado con los sueños de una niña de seis años. Una niña que lo había perdido absolutamente todo, que solo tenía a sus hermanos con ella. Una niña que deseaba jugar al fútbol como su padre, que disfrutaba del deporte como nada más en el mundo. Que haría lo que fuera necesario para que sus sueños, y los de su hermano mellizo, se cumplieran.
Recordar esa parte de ella, no le gustaba. La hacía sentirse débil, usable, como una muñeca de porcelana, atrapada en una vitrina de exposición sin posibilidad de salir de allí. Era un sentimiento horrible, si alguien se lo preguntaba, pero estaba dispuesta a enfrentarse a sus demonios si la ocasión lo requería. Empuñaría la espada de la justicia y vengaría a aquella niña que solo soñaba con ser una estrella.
Se lo debo... la he hecho pasar por mucho...
Jude dejó de mirar la pantalla para prestar atención a su melliza. Suspiró de forma inaudible al leer las emociones de Abigail en su rostro, —pues era algo muy fácil para él—, y volvió a su asiento. Rodeó la anatomía de su hermana y la acercó a él, en un intento de hacerla sentir mejor. Pero también para él sentirse mucho mejor, para no pensar en que se sentía exactamente igual que ella. Quizás peor porque ella había tenido la voluntad de dejar a aquel hombre en cuanto había podido, mientras él se había empeñado en no querer abrir los ojos.
Jude tampoco quería sentirse como un muñeco de trapo que alguien había usado durante mucho tiempo, abandonado en una caja cualquiera y que ahora deseaba recuperarlo. No, no era tan débil como para permitir eso. No era la persona más fuerte del mundo, ni mucho menos, pero tenía el suficiente coraje como para enfrentarse a sus demonios.
Cuando la cabeza de Abigail estuvo cerca del corazón de su hermano, reaccionó.
—Jude...
—Lo sé. Yo también.
¡Hola, hola! ¿Qué tal están? ¡Espero que bien!
La verdad es que el Raimon no sale de un problema para meterse en otro. Justo cuando acaban de despedirse, por fin, de Tormenta de Geminis va y aparece Epsilon. Si es que Mark y compañía no tienen suerte en la vida alv.
En mi humilde y sincera opinión, esta temporada es un estrés constante, pero literalmente. La Academia Alius es un estrés en sí misma (motivo por el cual prefiero la línea Ares, ajá).
Y, como si Epsilon no fuera suficiente, Ray Dark vuelve a la carga. Si es que este hombre no sabe estarse quieto, dios mío. Es peor que una mala hierba.
Que conste que todo lo relacionado con el Claustro Sagrado, para mí, sobra completamente. No sé, son una panda me ponen un poco de los nervios con tanta serenidad. Pero, en fin, son canon y no puedo hacerle nada alv.
Bueno, ¿Qué os ha parecido? ¡Espero que os haya gustado!
Para desbloquear el siguiente capítulo, el primero del año 2023, necesitaremos la friolera de 30 votos y 30 comentarios. Ya sabéis como va, hasta que no llegue a esa cifra exacta, no habrá nuevo capítulo. Y reitero que no me hagáis trampas con los comentarios, que nos conocemos.
Quiero aprovechar para dar las gracias por leer a Abby durante este 2022. De verdad que es una historia con la que no dejo de tener dudas sobre si continuar o no, por lo muerto que a veces parece este fandom. Por eso, todos vuestros comentarios, todo vuestro apoyo es tan importante. Gracias a vosotres es que la historia sigue publicada.
En 2023 me gustaría seguir avanzando con la trilogía. Sería genial que Play with fire y Burn estuvieran publicadas en el año que viene. No quiero ser ambiciosa, pero tengo metas mentales sobre cuando acabar y publicar todo. Solo falta que no se me vaya la inspo.
Y tengo muchas ganas de escribir algo de alguno de mis husbandos de Ares!/Orion, porque el mundial de este año me ha hecho volver a verme la temporada varias veces. Ya es una necesidad al casi ni haber fics de ellos.
Nada más por mi parte pero, ¡nos leemos en comentarios!
PD: Feliz y próspero año 2023
—👑
|Publicado|: 28/12/2022
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