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CAPÍTULO VEINTICUATRO 

Instituto Kirkwood

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Instituto Raimon

Instalaciones del Instituto Raimon

Campo Centella

Celia llegó al entrenamiento del equipo como si fuera alguna clase de torbellino, haciendo que todos los presentes se giraran a mirarla al instante, algo sorprendidos por su forma de irrumpir en el lugar. Ella jadeaba, apoyada en sus rodillas descubiertas, tratando de recuperar el aire. Había corrido bastante para ser ella, en un intento de ser capaz de que su equipo se enterara de la noticia por ella y no por otra persona. Por eso, sus orbes azules brillaban con preocupación y algo de nerviosismo, puesto que temía la reacción de ciertas personas a aquella noticia.

Abigail frunció el ceño, sabiendo que aquel mismo día se había jugado el partido que decidía su rival en semifinales. La expresión casi sombría de su hermana la hizo saber que era muy posible que aquel equipo al que tenían que enfrentarse no era demasiado de su agrado. O, quizás, que el simple hecho de decir su nombre iba a provocar una reacción entre sus compañeros.

—Han dado los resultados del partido—informó Celia cuando hubo recuperado el aliento, mientras los demás se agolpaban delante suya. Sabían que iba a darles una noticia, pues siempre se las arreglaba para enterarse de todo siendo de las primeras, algo que apreciaban para preparase con más margen—. Ya sabemos quién es nuestro rival en semifinales.

—¿Y quién es?

—Es... El Instituto Kirkwood.

Nada más decir aquello, todas las miradas volaron a Axel y Abigail, pues ellos eran exjugadores de aquel instituto. Aunque la delantera notó perfectamente la mirada de todos, ella tenía la suya clavada en su novio, comenzando a preocuparse por su reacción. Y, no era para menos, pues su rostro estaba crispado en una mueca de seriedad demasiada compacta. Como era evidente, la noticia lo tenía de todo menos feliz.

Abigail había dejado el Kirkwood de buenas maneras, a pesar de que tres de sus compañeros habían sido los causantes de su lesión. Incluso algunos de sus compañeros la habían ido a ver al hospital, o le habían mandado bombones por medio del entrenador. Pero Axel no había tenido demasiado tiempo para despedirse de ellos propiamente, pues había dejado el fútbol de forma repentina tras el accidente de su hermana. Por ese mismo motivo, el rubio estaba completamente seguro de que el partido iba a ser un verdadero suplicio, por el odio que los jugadores le debían de profesar.

Por ese mismo motivo, Abigail lo vigilaba. Porque sabía perfectamente como funcionaba la mente de su novio, y como podía llegar a comerse la cabeza si alguien no lo detenía. Además, ya le había contado en más de una ocasión, que sentía que se había comportado como un crío cuando dejó el Kirkwood, que aquellas no habían sido las formas de hacerlo. Y, aunque Abigail le había dicho que lo entenderían cuando supieran que había sido por Julia, Axel era un terco con aquel pensamiento. Él realmente estaba seguro de que lo odiaban, y nada de lo que Abigail le dijera podía hacer que él cambiase de opinión.

<<Espero que Malcolm y los demás hablen con él>>, pensó Abigail, sin quitarle la mirada de encima a su novio. << Que le digan que no lo odian, que lo entienden. Vamos, ellos conocen a Julia, saben lo tierna que es. Es imposible que se lo tomen mal... o que no lo sepan>>.

Porque esa era otra. Abigail estaba segura de que era imposible que no supieran nada del accidente de Julia. Era decir, los Blaze eran conocidos por toda la ciudad, gracias al trabajo de Joshua en el hospital. La noticia del accidente había salido en todos los medios, por tratarse de la final del campeonato y por una menor de edad siendo atropellada. Era imposible, realmente lo era, que no lo hubieran leído o escuchado en alguno de los jornales de noticias. Así que, también era imposible que lo odiaran.

<<Salvo los tres mosqueteros>>, pensó Abigail, conteniendo un suspiro. << Pero ellos no cuentan, porque no funcionan como lo hace una persona normal>>.

Axel, Abigail, Mark y Jude se alejaron de los demás una vez el entrenamiento llegó a su fin, caminando juntos sin ningún tipo de rumbo aparente. Cada uno de ellos iba sumido en sus pensamientos, aunque al final todos acababan en el mismo punto: pensaban en su partido contra el Instituto Kirkwood. Era su rival en semifinales, lo que significaba que, si ganaban, estarían en la final. El Raimon no había vuelto a pisar una final en más de cuarenta años, y que ellos lo consiguieran sería todo un logro. Uno, que los cuatro realmente querían conseguir costase lo que costase.

El chico de rastas llevaba su libreta en una mano, como si no fuera capaz de desprenderse de ella, puesto que estaba centrado en la información que sabía del Kirkwood. Lo había estado investigando con Celia, además de todos los datos que ya tenía de cuando su hermana melliza estaba en aquel equipo.

—No ha cambiado demasiado con respecto al año pasado—comentó Jude, haciendo que su hermana lo mirase de reojo. Delante de él tenía un montón de gráficas que una persona encontraría de lo más agobiantes, pero que para Jude eran muy interesantes—. Nuestro rival se centra en el ataque.

—Entonces hay que trabajar en la defensa—expresó Mark, mientras la delantera se mordía la lengua para no decir nada irónico.

—Axel, Abby, tenéis que estar muy atentos para saber cuándo pasar a la defensiva—les indicó Jude, todavía mirando su libreta, como si no hubiera nada más interesante a su alrededor.

—Sí—exclamaron los dos, aunque el de Axel era con mucho menos entusiasmo.

Los tres lo miraron preocupados. Abigail rodeó un brazo de su novio con una mano, haciendo que los ojos obsidiana del chico se centraran en ella. No brillaban como siempre hacían cuando la miraba. Parecían opacos, sin brillo. Y eso la preocupó más.

—Pues nos dedicaremos un día entero a planificar las estrategias—expresó Mark, intentando que el mal ambiente no llenara sus silencios. Luego, les hizo una seña, sonriendo como era habitual en él—. Seguidme.

—Mark, ¿A dónde quieres ir? —preguntó Jude, confundido.

El mencionado llevó a los tres delante de una tienda de chuches.

—¿Una tienda de chuches...?

—No me digáis que no habíais venido nunca—farfulló Mark, sonando sorprendido, mientras los miraba con el mismo sentimiento llenando su rostro.

—No—respondieron los tres a la vez.

Mark farfulló algo por lo bajo para él mientras entraba en la tienda, en cierto modo sin ser capaz de entender cómo era posible que sus amigos nunca hubieran entrado en una tienda tan genial como aquella, especialmente porque él llevaba comprando allí desde que tenía uso de razón. Axel, Abigail y Jude lo esperaron fuera, a un lado de la tienda, donde había un banco y unas máquinas expendedoras con bebidas y más cosas. El rubio sacó una lata de una máquina, bajo la mirada de su novia, la cual parecía un águila vigilándolo.

—Una tienda de chuches... es como ser un niño—murmuró Jude, y ambos delanteros lo miraron al instante. Pero el chico no los miraba a ellos, sino al suelo cercano a sus zapatillas, como si estuviera centrado en sus pensamientos y no se estuviera dando cuenta de que estaba hablando en voz alta—. Mirando siempre hacia delante, por eso nos convertimos en unos locos del fútbol.

—Y algunos todavía siguen manteniendo esa ilusión—murmuró Abigail, soltando un suspiro al pensar en lo emocionado que siempre estaba el capitán por todo lo que estuviera relacionado con el deporte.

—Sí...—musitó Axel, aunque seguía todavía poco animado.

—¡Oye, no os coléis!

Los tres se asomaron a la tienda al oír la voz de Mark quejándose. Los dos delanteros reconocieron al segundo a aquellos que estaban molestando, puesto que habían compartido bastante tiempo con ellos, para su desgracia. Se trataba de sus excompañeros del instituto Kirkwood, los trillizos Marvin, Thomas y Tyler Murdock.

—Haced el favor de poneros a la cola—les decía la dueña de la tienda.

Axel se tensó de pies a cabeza al verlos. Abigail se dio cuenta al instante, por lo que lo tomó de la mano y le dio un suave apretón.

—Silencio—expresó Thomas.

—Somos tres contra uno, así que ganamos nosotros—habló ahora Marvin—. Más o menos...

—Chicos, no se trata de cuantos más seáis...—expresó Mark, algo enfadado.

—Al contrario, cuantos más seamos, mejor—lo contradijo Thomas.

—Porque nosotros tres es como si fuéramos uno solo—Tyler estuvo de acuerdo con su hermano.

—Axel Blaze —murmuró Marvin al verlo.

—Hacía tiempo que no te veíamos—habló Thomas—, desde que saliste corriendo de la final del Frontier.

—¿Quiénes son? —les preguntó Mark a Axel y Abigail, confundido—. ¿Son amigos vuestros?

<<Si estos son amigos... prefiero irme con los enemigos>>, pensó la delantera, conteniendo una mueca de disgusto.

La chica negó con la cabeza, respondiendo a la pregunta de su capitán.

—Nosotros somos... Marvin Murdock.

—Y Thomas.

—Y Tyler.

—Y cuando nos unimos, ¡somos los trillizos Murdock! —exclamaron los tres a la vez.

Formaron una especie de triángulo entre los tres, y luego se pusieron normal.

—¿Quiénes son estos chiflados? —preguntó Mark, sin saber que mueca poner.

—Son los que el año pasado ocuparon la punta de ataque en lugar de Axel y Abby—le explicó Jude con tranquilidad, aunque parte de él no sabía si reírse o si marcharse para dejar de sentir vergüenza ajena por aquellos tres especímenes—. Los tres puntas del Instituto Kirkwood.

—O resumiendo, los trillizos Murdock—expresó Abigail, con retintín, mientras ponía los ojos en blanco.

—Osea, que son vuestros antiguos compañeros de equipo—razonó Mark, comprendiendo.

—No esperábamos menos de ti, Jude Sharp, parece que tienes los datos de todos los jugadores—habló Marvin.

—No hay muchos trillizos que jueguen de delanteros—habló Jude, con gracia. Incluso se le escapó una sonrisita ladeada—. Es fácil acordarse.

<< Además de que estáis en el mismo equipo en el que estuvo mi hermana, idiotas>>, pensó pero no lo dijo en voz alta. Optó por permanecer en silencio.

—¿Quieres decir que no sabías que este año nos estábamos saliendo? —expresó Tyler, sonando sorprendido—. Con nosotros, el Kirkwood no necesita a Axel Blaze para ganar.

—Más bien no deberíais necesitarle—habló Abigail, con el ceño fruncido con irritación. No era una sorpresa para nadie que ella no los detestara. Después de todo y, aunque lo negaran infinidad de veces, la habían lesionado en un entrenamiento—. Axel no puede hacerlo todo el solo, por mucho que sea el Delantero de Fuego, so patanes.

—Vaya, Abigail, sigues igual de defensora que antes—observó Marvin, con un tono de voz que no les gustó nada.

Ella puso los ojos en blanco, mientras notaba como la tensión en su novio no se iba.

—Se podría decir que el Instituto Kirkwood es invencible, y todo porque tiene tres delanteros que son muchísimo mejor que Axel Blaze—habló Thomas, sonando decidido.

—Que pesaditos sois—bufó Abigail, aunque solo su novio fue capaz de escucharla.

Todos salieron de la tienda de chuches.

—El Instituto Kirkwood debe... no. Nosotros, debemos quitarnos el rencor que llevamos encima—habló Marvin.

—Y es...

—Y es...

—¡Porque Axel Blaze ya conoce esta historia! —exclamaron los tres a la vez.

—Aquí vamos de nuevo—se quejó Abigail.

—¿Qué Axel ya...? —Mark estaba confundido.

—Sí. El año pasado, el Kirkwood ganó partido tras partido gracias a esas personitas de ahí—explicó Marvin, señalando con un gesto a los dos delanteros.

—Nos da mucha rabia, pero era la pura verdad. Así que, por el bien del equipo, renunciamos a nuestro sueño de ser estrellas—continuó Tyler.

—Creíamos que si estaban en el equipo, no perderíamos—añadió Marvin—. Pero al final...

—¡Él no se molestó en venir a la final! —exclamaron los tres a la vez.

—No, esperad, resulta que Axel...—intentó hablar Mark, pero fue en vano.

—Traicionaste nuestro sueño, Axel Blaze—acusó Thomas.

—Creíamos que si estabas, si ambos estabais en el equipo, ganaríamos—siguió hablando Marvin—. Abigail se lesionó, pero tú solo eras un cobarde que no pudo con el peso de jugar una final.

—No es verdad. Axel no es así, ¿me oís? —lo defendió Mark.

—Déjales—intervino Axel por primera vez.

—Pero Axel...

—Ya es agua pasada, y los hechos no van a cambiar porque se pongan tontos —murmuró el rubio.

Marvin sacó un balón de fútbol de su bolsa.

—Llevábamos tiempo esperando este momento—habló Marvin, como si no le importase lo que el delantero rubio acababa de decir—. Vamos a ver que tal tiene las fuerzas el gran Axel Blaze.

—Lo siento, pero no tengo interés—expresó el mencionado.

Se dio la vuelta y comenzó a caminar.

—¿Qué pasa, es que vas a salir huyendo? —lo molestó Marvin, burlándose. Axel dejó de caminar en seco—. Lo sabía, no eres más que...—hizo una pausa, de lo más dramática, para luego exclamar—: ¡el más cobarde de los cobardes!

—Seres estúpidos—gruñó Abigail, molesta.

Alzó la pierna derecha, parando el balón que iba directo a estamparse contra la cara de Axel. El esférico chocó contra su bota, rebotó y acabó en las manos de Mark. El rubio se giró, mirando molesto a los trillizos, mientras rodeaba la cintura de su novia con un brazo y la pegaba a su cuerpo.

—No aguanto más—expresó Mark, casi temblando en el sitio—. Si queréis ver algo, yo os lo enseñaré. Yo ocuparé el lugar de Axel.

—Mark—murmuró la pareja de delanteros a la vez.

—¿Qué has dicho? —preguntó Marvin.

—Creo que no acabo de pillar lo que has dicho...—murmuró Thomas—, más o menos.

—Sois delanteros, ¿os gustaría conocer la fuerza del portero contrario?

—Ah, bueno, si las cosas están así...—masculló Marvin.

—Entonces, ¿queréis o no? ¡Venga! —Mark estaba realmente molesto.

—Demostraremos que somos mejores que Axel Blaze—expresó Thomas.

—Mira que sois pesados—murmuró Abigail, sin inmutarse por recibir las malas miradas de los trillizos. De hecho, para ella, era como si unas hormiguitas quisieran enfrentarse a un oso hormiguero—. ¿Acaso el gobierno os da una paga por ser tan insufribles?

—Seguidme—indicó Mark.

Todos lo siguieron, aunque sus compañeros ya sabían adónde los iba a llevar. Se cumplieron sus pronósticos cuando llegaron al campo de la Ribera.

—Si me marcáis un gol, habréis ganado—expresó Mark, con sencillez.

—Allá voy—anunció Marvin.

—Bien—contestaron sus hermanos.

Marvin saló para hacer el Tornado de Fuego de Axel, pero se giró en dirección contraria prácticamente en el último segundo.

—Esta es nuestra técnica definitiva que supera al Tornado de Fuego. Chúpate esa, Tornado Inverso.

Despeje Explosivo.

Mark lo despejó con éxito, como esperaban de él. Pero los otros dos hermanos también habían chutado con la misma técnica, por lo que acabaron marcando.

—¿Cómo? ¿Qué habéis hecho?

—Parece que ya te hemos marcado un gol—expresó Thomas—, más o menos.

—Eh, un momento. No se puede parar tres balones a la vez—habló Mark, enfadado—. Jugar con tres balones, no sé qué deporte será, pero no es fútbol.

—¡Alto! ¡Quietos! ¡Parad! —la voz de Nathan confundió a los presentes—. Mark, ¡no te pelees!

—¿Pelearme?

—¿No te peleas? —preguntó esta vez Bobby.

—Nos han contado algo de que iba a haber una pelea—añadió Nathan.

—¿Quién ha dicho eso? —cuestionó Mark, aun confundido.

—Pero es que... vi que os ibais con cara de enfado—comenzó a balbucear Sam, con voz temblorosa por los nervios—. Pensé que iba a haber una pelea...

—Te has equivocado un poco, Sam, es un duelo de fútbol.

—¿De fútbol?

—Jo, hemos venido para nada—se quejó Silvia.

—Es verdad. Menudo escándalo se ha armado—intervino la voz de Nelly, quien parecía algo disgustada—. Pero, en fin, es lo que siempre pasa con estos.

—¿Gracias? —Abigail no sabía si ofenderse o reírse.

—¿Qué ocurre? ¿Tú también? —Mark dirigió su mirada a la chica Raimon.

—Si ocurre algo poco deportivo, todos os quedáis sin poder jugar —explicó Nelly, para luego mirar a los trillizos con los ojos algo entrecerrados —. Supongo que los amigos del Kirkwood tampoco quieren eso, ¿me equivoco?

—Tan solo hemos venido a saludar a unos viejos amigos—expresó Thomas.

—Lo del duelo de fútbol ha sido idea de aquí el colega—añadió Tyler, señalando con la cabeza al portero.

Mark frunció el ceño.

—Bueno, parece que ahora tenemos más público que antes—habló Marvin.

—Os enseñaremos la técnica combinada de los trillizos Murdock—exclamaron los tres a la vez.

—¿Qué? —Jude frunció el ceño.

—¿Enserio no se cansan de ser tan sumamente pesados? —se quejó Abigail, ganándose un apretón en la cintura cortesía de Axel.

Thomas se la pasó a Tyler, este a Marvin, y este último tiró.

Despeje Explosivo.

Mark acabó dentro de la portería.

—Esta es nuestra técnica combinada—habló Marvin.

—El Triángulo Z—hablaron los trillizos a la vez.

—¿Qué clase de tiro es ese? —murmuró Bobby, sorprendido.

—Ha mandado a Mark por los aires—murmuró Sam.

En ese momento, otra voz interrumpió. Solo que no era la de un adolescente, sino la de un adulto. Y no un adulto cualquiera, sino la de un hombre que Axel y Abigail conocían muy bien.

—¿Qué hacéis?

—¡Entrenador!

—Un verdadero futbolista lucha limpiamente—los reprendió el hombre, algo molesto pero sin expresarlo realmente, como era habitual en él.

—Lo hemos entendido, entrenador—dijeron los trillizos.

—Y, ¿tú también estás de acuerdo con eso? —se dirigió ahora a Mark.

—Sí, lo siento mucho, señor.

—Hola, señor Nichols—habló la pareja a la vez, haciendo que el mencionado los mirase con una sonrisa.

—Abby, Axel. He visto como habéis vuelto los dos con el Torneo de Fútbol Frontier. Seguid esforzándoos, ¿sí?

—Si, señor Nichols.

El entrenador del Kirkwood se fue, pero repararon en que había otra persona a su lado. Erik se puso de pie de un salto, sonriendo ampliamente.

—¿Malcolm?

—¿Erik, Erik Eagle? ¿Bobby? ¿Silvia? ¿Seguro que no he retrocedido en el tiempo o algo así?

Los tres mencionados rieron al mismo tiempo, mientras los dos delanteros saludaban con un gesto de cabeza a su antiguo compañero de equipo. Aunque los trillizos no eran de su agrado, Malcolm era un gran chico y a los dos delanteros le caía muy bien. De hecho, Axel lo había considerado su mano derecha cuando era capitán del Kirkwood, y Abigail siempre apreció lo mucho que la ayudó a integrarse en el equipo luego de dejar la Royal Academy.

<< Me alegra que Erik pueda reunirse de nuevo con él>>, pensó Abigail, observando a lo lejos como los cuatro amigos de Estados Unidos estaban ahora reunidos de nuevo. << Seguro que Erik lo echaba de menos... y Malcolm, estoy segura de que lo añoraba mucho>>.

Mark, Jude, Axel, Abigail, Nathan y Sam fueron al restaurante Rai-Rai a comer unos fideos. Lo cierto era que Abigail no sabía que tenía tanta hambre hasta que su mejor amigo propuso el plan y escuchó como las tripas de Mark comenzaban a quejarse con insistencia.

—Vaya fuerza...—murmuró Sam, mirando la barra del local como si fuera lo más interesante del mundo.

—El Triángulo Z, ¿Eh? —habló Nathan.

—Al parecer sí que iban enserio cuando decían que habían mejorado —murmuró Abigail, haciendo una mueca de disgusto. Realmente se había esperado que solamente fuera una de las típicas cortinas de humo de los trillizos. Pero, no lo había sido—. Y es raro en ellos, puesto que lo del trabajo en el equipo nunca ha sido lo suyo...

—Creo que de fuerza estaría a la par con el Triángulo Letal de la Royal—opinó Jude, logrando que su hermana gruñera por lo bajo.

—Yo no diría tanto...—refunfuñó Abigail, logrando que su hermano y Nathan rieran. Incluso Axel sonrió, aunque de forma bastante escueta para gusto de su novia—. Eso es insultar a la Royal, hermano.

—También es verdad...

—Tranquilos, hoy me ha pillado por sorpresa porque era la primera vez—intervino Mark, sonando realmente tranquilo para ser el encargado de parar todos los tiros del equipo rival. De hecho, hasta hizo un ademán con la mano derecha, restándole la importancia que sus compañeros le estaban dando—. En el partido conseguiré pararlo.

—¿Y en que te basas para decir eso? —preguntó Jude con curiosidad.

—Practicaré hasta caer de cansancio.

Nathan y Sam se cayeron de la silla de la impresión, creando un gran estruendo. Axel y Jude pusieron mala cara a la vez, como si se hubieran coordinado para ello, mientras Abigail se reía.

—No sé, es una teoría muy sencilla...—murmuró Jude, a la par que una gota de sudor le caía por el lateral de la cara, como si la forma de ser del portero lo sacase algo de quicio.

—Chicos, Mark no se equivoca en nada de lo que ha dicho—intervino Seymour Hillman, sirviendo la comida de cada uno—. ¿Sabéis cómo se obtienen resultados? Entrenando.

—No estoy seguro de que la Mano Celestial pueda pararlo...—murmuró Nathan, pensativo

—Por eso practicaré y practicaré—dijo Mark con determinación.

<< Eso es tan él>>.

—Bueno, no me esperaba otra cosa viniendo de ti, capitán—admitió Abigail, logrando que el portero riera de forma avergonzada, mientras los demás asentían con la cabeza.

Luego de acabar de comer y pagar, se despidieron del entrenador. Salieron del restaurante minutos después, comprobando que ahora en el exterior hacía un poco más de frío, en comparación con cuando entraron.

—¿Amor? —Abigail seguía notando a Axel algo tenso—, ¿qué pasa?

—Los trillizos tienen razón...—murmuró Axel, con la boca pequeña.

—Pero es que no es verdad—replicó Mark.

—No, lo cierto es que les fallé a mis compañeros. Es muy lógico que todos los del Kirkwood me odien—insistió el rubio—. Abby estaba lesionada, pero yo estaba perfectamente entero...

—Pero Axel...—musitó Jude.

—Yo digo que no es verdad—insistió Mark.

—No digas estupideces, Axel—regañó Abigail, ganándose la mirada del mencionado al instante, puesto que lo había llamado por su nombre—. No huiste, si es lo que estás pensando. Es tu hermana de la que estamos hablando, y es algo de lo que no debes avergonzarte bajo ningún concepto—hizo una pausa, para luego añadir—: Tienes sentimientos más profundos que los de darle patadas a un balón, solo que ellos no lo saben.

Axel sonrió levemente, mientras la pegaba a su cuerpo. Nathan le pegó un codazo a Jude para que este se guardara su comentario; el rubio necesitaba el apoyo de su novia, y no era el momento para que el de rastas se pusiera en modo "hermano mayor celoso".

Axel y Abigail se separaron de ellos, rumbo a la casa de los Hills. Ella seguía vigilando la mueca de su novio, aunque este parecía de mejor humor. Sin embargo, todavía había algo de melancolía brillando en sus ojos obsidiana.

—Deja de darle vueltas—lo regañó Abigail.

—Supongo que no lo puedo evitar—suspiró Axel, intentando sonreír.

Realmente amaba que Abigail se preocupara tanto por él, lo hacía sentirse mucho más cálido de lo habitual. Pero, al mismo tiempo, se sentía culpable de preocuparla tanto por algo que seguramente no era más que unos tontos pensamientos de lo más pesimistas. Era una arma de doble filo, por así decirlo.

Abigail lo observó con preocupación, claramente visible en sus ojos bicolores. Esos ojos que Axel tanto amaba.

—Amor...

—No te preocupes—Axel sonrió esta vez de forma más convincente—, se me pasará.

Pero Abigail conocía a Axel lo suficiente como para saber que él le estaría dando vueltas y vueltas al tema, probablemente hasta que le acabara doliendo la cabeza. Por eso, cuando llegaron a su habitación, empleó uno de los métodos que Axel siempre usaba para que ella dejara de pensar. Y, aunque no estaba segura de que fuera a funcionar, al menos también sacaba un pequeño beneficio personal.

El de sentir el calor de Axel directamente contra el suyo.
























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Instituto Kirkwood

Instalaciones del equipo

Campo del Kirkwood

La delantera de melena cobriza lanzaba miradas de advertencia a los trillizos. Tenía claro que estaban planeando algo en contra de su novio, pero no iba a dejar que lo hicieran bajo ningún concepto. Estaba plenamente consciente de que, si llegaban a tocar una de las hebras color crema de Axel, les mandaría un balonazo tan fuerte que acabarían en la estratosfera. Y ese pensamiento era el que se reflejaba en sus ojos bicolores, los cuales parecían llamear como si tuvieran el mismo fuego dentro de ellos, al mismo tiempo que no apartaba su mirada de los hermanos que conformaban el tridente de ataque del equipo rival. Ellos ni se inmutaban, o fingían no hacerlo. Ella sabía perfectamente que por dentro estaban muertos de miedo.

Después de todo, la fama de dar miradas gélidas la seguían conservando.

—¿Estás lista, hermanita?

Jude puso una mano en uno de los hombros de su melliza.

—Si, lo estoy.... Pero, quien más me preocupa es él—confesó, mirando a Axel.

—No te preocupes, hermanita. Estamos para ayudar, ¿no?

Jude sonrió y ella afirmó con la cabeza, feliz de que su hermano también estuviera pendiente de su novio. Seguramente si fuera otra persona, dejaría que Axel se comiera la cabeza él solo. Pero Jude no era así. Era demasiado bueno para ser real.

—En la semifinal se enfrentarán el Instituto Kirkwood, que no puede perder este partido si quiere vengarse de la oportunidad perdida del año pasado, y el Instituto Raimon, que hacía 40 años que no llegaba a una semifinal—comenzó a hablar Chester, el comentarista, el cual parecía realmente entusiasmado por ser el encargado de comentar aquel partido. O simplemente era su forma habitual de narrar cualquier partido en el que estuviera el Instituto Raimon—. Está claro que será un partido realmente apasionante. El Kirkwood saca de centro.

Tyler se lo pasó a Marvin para ser capaces de evitar a Abby. Éste se lo devolvió a Tyler, pasando esta vez a Kevin. Axel se acercó con rapidez, pero Thomas lo tapó para que Marvin pasase.

—Os enseñaremos de lo que somos capaces—habló Thomas.

—Steve, Timmy, cerrad el centro del campo—ordenó Jude.

Thomas saltó y Marvin se la pasó.

Tornado Inverso.

—Eso no va a conseguir nada, Despeje Explosivo—habló Mark, pero frunció el ceño—. No es la misma fuerza...

—¡Mark! —exclamaron a la vez Abigail, Axel y Jude.

El balón se coló en la portería.

—¡Toma ya! —exclamaron los trillizos.

—¡Gol! El Instituto Kirkwood abre el marcador. Ya se han adelantado.

Todos los jugadores del Raimon se acercaron a Mark.

—¿Qué ha pasado aquí? —murmuró el portero, con confusión—. No se parecía al Tornado Inverso del otro día...

—Se han contenido—adivinaron los mellizos, al mismo tiempo.

—Pues claro—masculló Marvin.

—¿Creíais que os enseñaríamos toda nuestra fuerza antes del partido? —cuestionó Thomas, con burla.

—Ya habéis visto...—comenzó Tyler.

—El poder de los trillizos Murdock—hablaron a la vez.

<<Me estresan. Estos tres me estresan>>.

El centrocampista Toby Damian está subiendo al ataque.

Pero Thomas le quitó el balón.

—¿Qué haces?

—Lo de atacar es cosa nuestra, tú vete atrás—ordenó Thomas.

Abigail observó aquello con la cabeza ladeada, para nada sorprendida.

<< Se ve que el trabajo en equipo sigue sin ser lo suyo>>, pensó, puesto que no era nada normal robarle el balón a alguien que estaba en tu propio equipo.

Marvin estaba siendo marcado por Bobby y Steve.

—Pasa, pasa, pasa, pasa.

Se libró del marcaje, dio un paso pero el balón salió fuera del campo.

—Lo siento, la próxima vez será—masculló York Nashminth, ante el regaño de los trillizos.

—Tienen muy vigilado a Axel—observó Abby, con el castaño estadounidense a su lado—. Como me imaginaba...

—Bueno, habrá que aprovecharse de esa vigilancia, —habló Erik, sonriendo con malicia, a la par que le daba un pequeño golpe con la cadera—, ¿no te parece?

—Claro—afirmó Abigail, mientras sonreía también con malicia—. Chicos, ya sabéis.

Todos sus compañeros asintieron con la cabeza.

Mark se lo pasó en corto a Bobby.

—¿Qué? Pero, ¿enserio? —Thomas Murdock estaba sorprendido.

—No estás dando una oportunidad muy clara—comentó Tyler.

Axel y Abigail subieron al ataque con velocidad.

Abigail Sharp y Axel Blaze están subiendo al ataque.

<< No se te escapa una, eh>>.

Para ser honesta, y aunque llevaba toda su vida jugando al fútbol, algunos comentaristas la ponían realmente nerviosa. Era como si tuvieran la necesidad de narrar lo que obviamente estaba pasando en el campo. Y aunque sabía que en muchas ocasiones también lo estaban haciendo para la radio, donde no había ninguna imagen, eso no quitaba que le crisparan los nervios. De hecho, no entendía porqué era necesario que los jugadores escucharan al comentarista, puesto que tenía la constancia de que en otros deportes eso no pasaba.

Como había predicho Abigail, los trillizos se lanzaron detrás de Axel como si él tuviera el remedio del éxito o algo por el estilo. Bobby le dio un pase en largo a Abigail, quien asintió en dirección a Erik, siendo la señal de que comenzarían con el plan de aprovecharse de la vigilancia sobre el delantero. El estadounidense volvió a sonreír con malicia, mientras asentía de vuelta.

—¡Vamos!

—Esto sí que es valor. Mark Evans deja su puesto de portero y se suma al ataque.

Abigail observó como sus tres compañeros ejecutaban la técnica con mayor facilidad. Estaba claro que la práctica hacía el maestro, y que luego de entrenarla varias veces como ella les había indicado, el Pegaso que salía era más increíble que en el anterior intento.

TriPegaso—exclamaron Bobby, Erik y Mark.

—¿Eso es el TriPegaso? —murmuró Malcolm, sorprendido. No se esperaba que tres personas, que no fueran él y sus amigos, fueran capaces de ejecutar aquella técnica tan compleja—. ¿Será cierto lo que me contó Erik?

Evidentemente, lo era.

El balón entró en la portería rival.

—¡Gol! El Raimon empata el partido.

—¿Qué clase de tiro ha sido ese? —cuestionó Thomas al aire.

—Jamás había visto algo parecido—añadió Marvin.

—Eso es el Tripegaso—habló Malcolm, haciendo que los trillizos se quedaran mirándolo—. No permitiré que marquen más con él.

—Buen tiro, Mark—lo felicitó Axel.

El mencionado le sonrió y ambos chicos chocaron los cinco. Abigail sonrió al verlos más animados, en especial su novio,

—Acaba la primera parte con un empate a 1. El partido se decidirá en la segunda parte.

Abigail trotó hacia Axel.

—¿Estás bien?

—Sí, lo estoy—le sonrió para tranquilizarla—. Mark, Bobby y Erik han hecho un tiro genial, ¿no te lo parece?

—Ya, pero no debemos confiarnos—replicó ella, volviendo a su mueca seria—. No olvidemos que el Kirkwood siempre tiene algo en mente.

—Cierto, todavía no han empleado la otra técnica.

—El Triángulo Z—murmuró Nathan, mientras la pareja de delanteros se acercaba a sus compañeros—. Está claro que van a usarla en la segunda parte, ¿no?

—Se están reservando, igual que hicieron con la disminución de potencia del Tornado Inverso—masculló la delantera, observando a los trillizos riñéndoles a unos de sus compañeros. Apretó los labios, molesta porque los tres hermanos no hubieran cambiado absolutamente nada. El Kirkwood era un gran equipo, pero no podían exprimir su potencial porque aquellos tres no colaboraban con el resto—. Seguramente lo lancen en cuanto saltemos al campo.

—A veces son demasiado evidentes—masculló Axel, negando con la cabeza.

Y tenían razón, puesto que los rostros de los tres hermanos les dejaban saber, a la perfección, que iban a usar la técnica en un pestañeó. La paciencia no era, precisamente, su mejor virtud.

—Entrenador, ¿cree que Mark podrá pararlo? —preguntó Silvia, preocupada.

—Creo que, cuando se trata de Mark Evans, su espíritu es capaz de mover montañas—respondió el hombre, con tono serio, mientras observaba al nieto del gran David Evans—, así que creo que sí será capaz.

Comenzó la segunda parte.

—Tengo que lograr pararlo—masculló Mark, más para él que para los demás.

—Ánimo, Mark—lo animó Abigail, aunque parte de ella trataba de encontrar un plan de emergencia.

—¿Qué equipo pasará a la final del torneo? ¿Será el Raimon o será el Kirkwood? Estamos en la decisiva segunda parte y la tensión entre los equipos va en aumento.

Le pasaron el balón a Marvin.

—Ha llegado la hora.

<<Era evidente>>.

Thomas y Tyler asintieron. Se adentraron en el campo del Raimon.

Triángulo Z.

Mano Celestial.

Mark intentó poner la otra mano para parar el tiro, pero fue en vano. Los trillizos marcaron gol.

—¡Gol! El Instituto Kirkwood marca el segundo gol gracias al Triángulo Z, la super técnica definitiva de los trillizos Murdock.

La Mano Celestial... la han roto—murmuró Mark, mientras miraba su mano.

—No puede venirse abajo ahora—musitó Abigail para sí misma—. Tiene que haber alguna forma de parar ese tiro...

—¿Qué? ¿Habéis visto? —pinchó Marvin.

—El Triángulo Z es la super técnica más fuerte—siguió Tyler, lanzándole una mirada al Delantero de Fuego, claramente a modo de indirecta.

Abigail observaba como su novio parecía echar chispas. Se mordió el labio inferior, preocupada.

—No permitiré que os salgáis con la vuestra—gruñó Axel.

—Enséñanos como piensas hacerlo, nos morimos de ganas—se burló Thomas.

La expresión del Delantero de Fuego empeoró. Abigail suspiró.

—El Kirkwood va ganando 2-1. ¿Podrá el portero del Raimon detener la super técnica definitiva de los trillizos Murdock?

—Erik, Timmy, marcadlos bien—ordenó Jude.

Ambos marcaron a Thomas.

—Que rápida ha sido la reacción del Ramon, han logrado frenar su avance.

—Marvin...—masculló Thomas.

El balón le llegó, pero Jude le hizo una entrada para despejarlo. Marvin tiró a puerta pero Abigail lo controló con la pierna.

—Vamos, el Tripegaso—indicó Mark.

—Sí.

Abigail se la pasó a Erik.

—No lo permitiré—habló Malcolm, corriendo hacia ellos—. Corte Giratorio.

Tiró a los tres, —Bobby, Erik y Mark—, al suelo.

—El pegaso ha perdido sus alas, Erik—comentó Malcolm, como si fuera lo más habitual

—Malcolm... que defensa más buena...—murmuró Erik, sonriendo, con la misma expresión que pondría Mark—. No podía esperarme otra cosa.

—No es momento para hacer cumplidos, Eagle—lo regañó Abigail, logrando una sonrisa apenada.

—Ha sido capaz de parar el Tripegaso—se lamentó Mark.

Abigail posó una mano en el hombro de su capitán.

—No es tu estilo deprimirte de esta manera, capitán.

Mark rio levemente, asintiendo con la cabeza, puesto que la delantera tenía razón. Axel clavó su mirada en su novia.

—¿Me ayudas?

—No tienes ni que preguntarlo.

Axel retuvo su sonrisa todo lo que pudo.

—El balón está en el campo del Raimon. Los trillizos buscan la portería de sus rivales.

Abigail estaba frente a Marvin, con expresión tan relajada que el trillizo se puso algo nervioso.

York se la pasó pero Axel cortó el pase con rapidez. Él y Abigail subieron al ataque.

—El delantero Axel Blaze ha bajado a su propio campo para ayudar en la defensa y, junto a Abigail Sharp, se suman al ataque con rapidez.

—Kevin—llamó Axel, logrando que el mencionado asintiera con la cabeza. Luego, el rubio se giró hacia su novia—. Abby, prepárate.

La chica asintió.

Tornado Dragón.

Bloque Dureza.

Paró el tiro, pero el balón salió volando por los aires. Abigail saltó y fue capaz de agarrar el balón con los pies y dejarlo en el suelo con una pirueta.

—Menudo salto el de Abigail. Ha recuperado el balón despejado por el portero y ahora se lo pasa a Axel.

Tornado de Fuego.

—¿Qué?

Como el portero del Kirkwood no se esperaba una jugada así, el tiro de Axel se coló en la portería.

—¡Gol! Gracias a la rápida recuperada de balón de Abigail, Axel ha rematado de un modo brillante. El Instituto Raimon ha conseguido el empate a dos minutos del final.

El rubio intercambió una mirada con su novia, ambos sonriendo.

Los trillizos soltaron un gruñido cargado de irritación, sin esperarse que los delanteros jugaran de aquella manera. Abigail y York lucharon por el balón, pero la chica no iba a dejar que le ganaran tan fácil. Al tener a Axel tapado, la delantera se apoyó en Timmy, mandándole el balón. Toby se la quitó de un cabezazo a Nathan.

Todos los jugadores estaban usando las súper técnicas que creían necesarias para evitar que el contrario pudiera acercarse a su portería. No había suspiro, ambos equipos pasaban con rapidez del ataque a la defensa, y viceversa. El partido estaba completamente al rojo vivo.

El partido llegó al tiempo de descuento. Aquello significaba que, si no había otro gol, llegarían a prórroga.

<<Me niego a ir a prórroga>>, pensó Abigail, corriendo por el campo. << No me queda más remedio que intentarlo...>>.

Marvin le hizo una entrada a Todd y le quitó el balón.

—No queremos llegar a prórroga.

—Porque no vamos a perder—hablaron los tres a la vez—. Triángulo Z.

Mano Celestial.

—Oh, no—masculló Silvia, casi tapándose la cara para no ver.

<<Ahora>>, se dijo Abigail.

Esta vez se vio un aura distinta a la de la Mano Celestial, la cual era completamente innecesaria en aquel momento. Cuando aquella nube desapareció, todos contuvieron la respiración con algo de dramatismo: Abigail estaba en el aire, con el balón cerca de su pierna derecha, mostrando que había sido ella la que había parado el tiro. Abigail aterrizó en el suelo, posó la bota encima del balón y sonrió con cinismo.

—Sorpresa—canturreó.

—¡¿Cómo?! La delantera Abigail Sharp ha bajado desde su posición y ha parado el Triángulo Z, ¡ELLA SOLA!

Los trillizos prácticamente tenían la mandíbula rozando el suelo, aunque no eran los únicos. Nathan observaba a su mejor amiga como si fuera la primera vez que la veía, Axel como si se hubiera caído del cielo y Jude parecía tratar de controlar su sonrisa todo lo que podía. Conocía a su hermana y sabía de sobras que, gracias a su mente estratega, siempre era capaz de regular su ritmo para ser capaz de dar sorpresas cuando menos se lo esperaban. Ese era su estilo, sin duda.

Abigail le pasó el balón a Mark con un suave toque, para luego salir corriendo hacia su posición. El portero sonreía, pero estaba totalmente sorprendido por aquella jugada. Realmente no se esperaba que su amiga fuera tan fuerte.

—Mark, aquí—la pidió Axel, sacándolo de sus pensamientos.

El portero se la pasó y los trillizos bajaron a la defensa, encontrándose cara a cara con él para cerrarle el paso. Axel sonrió, justo como había hecho su novia, y le dio un pase hace atrás a Erik.

—Vamos, deprisa, El Tripegaso.

Mark y Bobby subieron con rapidez.

—Nunca marcaréis con el Tripegaso—se interpuso en su camino Malcolm—. Corte Giratorio.

Pero algo cambió en el tiro. En vez de ser un Pegaso, el aura formó un hermoso Fénix, con altas llamas de color naranja intenso. El tiro marcó gol y sonó el pitido final.

Abigail se abrazó a Axel, quien todavía sonreía de lado. Los trillizos y Seth Nichols se fueron acercando a ellos.

—Axel Blaze, habíamos jurado que te superaríamos en todo—murmuró Thomas.

—El Triángulo Z tenía que ser la técnica más fuerte, ¿por qué razón no hemos ganado? —continuó Tyler.

<< Porque yo soy mucho mejor, duh>>, pensó Abigail, mientras esbozaba una sonrisita.

—Porque no habéis colaborado con el equipo—habló Seth Nichols, con seriedad—, tan solo os centrasteis en superar a Axel. Nadie decide el resultado del partido, ni aunque sea Axel Blaze—miró a la delantera—. Estoy impresionado, Abigail, realmente has mejorado muchísimo—soltó, impresionado, logrando una sonrisita en la chica. Luego, habló para los dos jugadores del Raimon—: Estoy impresionado con ambos, de hecho. Habéis mejorado con creces.

—Señor Seth Nichols—masculló Axel, inclinándose hacia delante, haciendo una reverencia para pedir disculpas—. Quería pedirle perdón por todos los problemas que ocasioné.

—Si lo dices por el accidente de tu hermana, ya lo sabía—replicó el entrenador del Kirkwood, con su usual tranquilidad. Sonrió al ver la sorpresa en el rostro del rubio—. Axel, pensabas que fuera cual fuera el motivo, sería una excusa, ¿verdad? Gracias al partido de hoy has demostrado que no eres de los que huyen. Se lo has demostrado a ellos—apuntó a los trillizos.

—Axel, perdónanos por lo de antes, ¿vale? —habló Marvin.

—Estábamos equivocados contigo...—siguió Thomas.

—La derrota del año pasado no fue culpa tuya, sino nuestra, por hacerte cargar con toda la responsabilidad al no estar Abigail—finalizó Tyler.

<<Vaya, yo a esto lo llamo una sorpresa>>, pensó Abigail, mientras observaba la escena con una sonrisita ladeada.

Marvin extendió la mano y Axel la aceptó, recuperando su tranquila sonrisa. Estaba claro que ahora sentía que tenía todos los cabos sueltos atados, y eso tranquilizó a su novia.

—Que bien que hayan echo las paces, ¿no? —habló Mark, observando la escena a distancia, sonriendo como era habitual en él.

—Llegó el momento por el que estoy aquí—murmuró Jude, con un tono de voz algo siniestro, logrando que el portero lo mirase al instante—. Vamos a jugar la revancha contra el equipo del Zeus.
















¡HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! ¿Qué tal están? Espero que bien.

Bueno, bueno, bueno. Tengo que decir que este capítulo me ha salido algo más larguito de lo  que esperaba. Normalmente suelo llegar a las cinco mil palabras y me doy más que satisfecha, pero este sobrepasa las seis mil. De nada :)

La verdad es que no sé si habéis tenido el reencuentro que esperabais con los señoritos del Kirkwood, pero siendo honesta en mi cabeza no tenía demasiada importancia. Sí, son viejos compañeros, pero los trillizos son un auténtico coñazo (tanto en esta línea como en Ares, de verdad, yo los golpeaba con una tabla y me quedaba tan tranquila). Además, lo importante es el partido en sí, por ser semifinal, no realmente el rival. Lo único "importante" es que Axel ya no se come la cabeza por pensar que los abandonó el año anterior.

Lo que ha pasado en el partido...

¡Tachán! Si es que Abby adora sorprender a todo el mundo (y yo también, pa' que mentir). Es una de sus características, creo yo. No sé si lo dije en algún lado pero, luego de los entrenamientos con el Raimon, Abby entrena ella sola (a veces la ayuda Axel o Jude, sisi).

Ya llega la final, y con eso, mucho drama (evidentemente, por favor, si es que soy yo jjUAJJA). Seguramente me queden los capítulos mucho más largos, qué se yo. Todo el hilo alrededor del Zeus es demasiado como para que lo ignore, jeje. Ya veréis, ya veréis. Creo que os voy a sorprender (o eso pretendo alv).

Os informo de que, para desbloquear el siguiente capítulo, necesitaremos 30 votos y 30 comentarios. Sigo en la línea del capítulo anterior, que me sorprendió que no llevase más tiempo conseguirlo. Así que, ya sabéis, si queréis leer pronto el próximo capítulo, el feedback tiene que ser muuuuuy importante.

Nada más por mi parte, pero ¡nos leemos en comentarios!

—👑

|Publicado|: 01/06/2022

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