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CAPÍTULO DOCE
El espía de Jude

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Ciudad de Inazuma

Zona Este

Residencia de los Hills

La chica de melena castaña cobriza se encontraba tumbada en la cama. Desde el partido del día anterior no había salido de la casa, y de la habitación solo para tareas humanas y que las dos Hills no se preocuparan por ella. Realmente había pasado bastante tiempo desde la última vez en la que se había divertido tanto jugando al fútbol.

Al haber estado casi toda su vida en la Royal Academy, le habían metido que diversión y fútbol no iban de la mano. Por supuesto eso cambió cuando conoció a Axel Blaze y al Kirkwood. Aunque al principio ninguno se fiara del otro, por la competencia entre ambas escuelas, el chico de color crema le había mostrado el fútbol que había olvidado. El verdadero fútbol. Y no solo eso, le había dado el apoyo y la valentía que necesitaba para salir del equipo liderado por el comandante Dark.

Ella se preguntaba si todo lo que había hecho por aquel equipo había servido de algo. Se sentía mal al pensar en toda la destrucción que había causado su bota bajo la batuta de Ray Dark. Cuantas escuelas habían sido cerradas por no ser capaces de vencer a la Royal Academy. Cuantos niños habían acabado en el hospital. Cuantos sueños se habían roto por su culpa...

Dio una vuelta en la cama y tomó el mando de la televisión, intentando quitarse aquellos pensamientos de su mente. Con su dedo índice presionó el botón de play y se reprodujo un partido. Ya lo había visto, seguramente era la enésima vez que lo hacía, pero le daba igual. Necesitaba mantener su mente analizando cosas o se volvería loca. El partido era la Royal Academy contra el Instituto Wild. ¿Masoquista? Quizás.

Sabía que habían hecho trampas, porque así era como jugaban, ese era el estilo de la Royal Academy. Usar cualquier método, por rastrero y mezquino que fuera, simplemente para asegurar la victoria. Y, teniendo en cuenta que su racha de victorias era aplastante, significaba que tarde o temprano el Raimon se enfrentaría a ellos.

Aún con ese pensamiento rondando su mente, volvió a repasar el partido. Y no solo ese, sino muchos más. Se pasó buena parte de la tarde delante del televisor, buscando hasta el mínimo detalle que ayudara a su equipo. Ni siquiera se dio cuenta de la entrada de la noche, pues seguía absorta en al pantalla. Fue en la madrugada cuando acabó de analizarlos todos y se encontraba tan exhausta que ni siquiera fue capaz de apagar el dispositivo.

Puntual como siempre, su despertador sonó a las siete de la mañana. Seguía cansada, demasiado, pero se obligó a ponerse de pie. Cuando llegó al cuarto de baño, un largo suspiro se escapó de sus labios al ver las tremendas ojeras que había dejado de sus ojos. Buscó maquillaje para echárselo y ocultar las evidencias de su desvelo, pero lo cierto era que no tenía ni la menor idea de dónde estaba. No le quedó más remedio que buscar otra forma de ocultarlas.

Se pasó las horas de clase intentando por todos los medio posibles que no se dieran cuenta que se dormía cada poco. Llevaba puestas unas gafas de sol negras que eran capaces de tapar las bolsas debajo de sus ojos, y que también le aseguraban que nadie se diera cuenta de cuando se dormía. Se había inventado una excusa cualquiera, un orzuelo o algo así, para que los profesores no la regañaran.

Cuando por fin terminaron las clases, las cuales se le hicieron mortalmente largas, se dirigió a la caseta del club. No tenía ni idea ni de qué hora era, pero apostaba a que llegaba tarde. Pero estaba tan cansada que ni intentó echarse a correr. Sin darse cuenta, llegó a la sede del club. Antes de que pudiera abrir la puerta, esta se abrió e impactó contra ella, mandándola al suelo.

—¿Abby? —cuestionó Silvia, al verla en el suelo y quejándose.

<<No, la reina de Inglaterra, si te parece...>>.

—Hola, Silvia, ¿te importaría ayudarme?

La chica Woods se acercó y la tomó de un brazo con suavidad, ayudándola a levantarse.

—Pero, ¿Qué te pasa? —preguntó Silvia, preocupada, mientras cargaba con el peso de la chica y entraba en la caseta.

Al ver la escena, Axel se acercó rápidamente a ellas, tomando a la castaña en brazos. La tumbó en una colchoneta que Nathan había extendido con rapidez, mientras el resto de los jugadores los rodeaban. Tanto el pelicrema como el peliazul compartían la misma expresión, aunque una era más pronunciada que la otra. Ella no abría los ojos, agotada, pero sabía perfectamente que la estaban mirando.

—¿Creéis que ha muerto? —preguntó Jack, ganándose al instante las malas miradas de Axel y Nathan.

—Yo creo que es un zombie. —saltó Sam, sin darse cuenta de que ahora él recibía las malas miradas.

—Creo que Sam tiene toda la razón. —susurró Todd.

—Oh, pero qué bonitas palabras, chicos. Me han llegado al corazón.

Las miradas volvieron a la castaña cobriza en cuanto escucharon el sarcasmo en su voz.

—Ha sido sarcástica...—intervino Nelly, mientras miraba a con preocupación a la chica tumbada. —¿Eso es malo o bueno?

Ella se incorporó y la miró por encima de las gafas. Nelly fue capaz de ver un poco de las ojeras y abrió la boca de par en par.

—Código rojo. —soltó la chica Raimon; había entendido perfectamente por qué había llevado gafas todo el día.

—¿Código rojo? —preguntó Mark, confundido, al igual que los demás.

—Código de chicas. —aclaró Celia, mientras comenzaba a echar a jugadores de la sede. —Vosotros a entrenar. ¡Venga, fuera, fuera!

Ellos fueron desapareciendo, soltando quejas por los empujones de la gerente. Menos cierto chico de coleta azul y cierto chico de cabellera color crema. Ambos parecían reacios a abandonar los laterales de la delantera.

—Axel, Nathan. —los llamó, haciendo que la miraran. —Id con los demás.

—Pero...—Axel estaba dispuesto a replicar, pero la mano del peliazul en su hombro lo hizo callar.

—Seguro que no es nada. —murmuró Nathan, aunque no sabía si estaba tratando de convencer al chico o a sí mismo. —Vamos a entrenar, anda.

Axel suspiró, mientras volvía su mirada oscura a la chica frente a él. Ella estaba esbozando una sonrisa de lado, divertida por su terquedad. El chico se levantó, dejando un fugaz y rápido beso en la frente de ella, para luego desaparecer junto a Nathan.

Las tres gerentes miraron a la castaña con la boca abierta. No estaban para nada acostumbradas a ver al chico Blaze siendo cariñoso con alguien. Aunque la pequeña peliazul estaba tratando de controlarse para no empezar a dar pequeños botes.

—Ni una sola palabra sobre eso. —murmuró Abigail, intentando que sus mejillas no se pusieran rojas. —Ni una sola.

Tras unos segundos de duda, pues aquello era demasiado para ellas, las tres asintieron. La castaña frente a ellas se sacó las gafas y ellas soltaron una exclamación.

—Es peor de lo que imaginaba. —se lamentó Nelly, mientras hacía una mueca.

—Ha sido por una buena causa. —se defendió la delantera.

—Anda, Silvia, pásame el maquillaje que tengo en mi bolso. —indicó la chica Raimon, mientras hacía un gesto con una mano.

La mencionada se acercó al bolso que le indicaban y tomó el maquillaje. Luego, las tres gerentes comenzaron a echárselo en la cara a la jugadora.

—¿Y qué es eso tan importante que has estado haciendo? —preguntó Celia con curiosidad, pues había mantenido la puerta cerrada todo el tiempo.

—Verme los partidos de todos los equipos que participaron el año pasado en el Torneo de Fútbol Frontier.

—¿¡Todos?! —exclamaron las tres, sorprendidas.

—Sí, todos. Hay que estar preparados para los rivales, y la única forma en la que puedo hacerlo sin moverme es ver partidos para analizar las jugadas.

—Sí, ya se ve. —murmuró Silvia, pensando en cuanto se parecía a su capitán en ese momento.

—¡Chicas, hay que esforzarse tanto como Abby! —exclamó Celia, con decisión, mientras sus ojos azules brillaban. —Así podremos ayudar al equipo.

Se escuchó un sí por parte de Silvia, pero Nelly se quedó callada. Ella hacía menos tiempo que era gerente, aunque ella no empleaba esa palabra ni loca. Seguramente se sentía la sirvienta de alguien y lo odiaba.

—Dadle tiempo, dentro de poco estará tan loca como todos. —bromeó la castaña.

Celia y Silvia rieron.

—Oye, no conspiréis contra mí.

Soltaron una carcajada ante la queja de Nelly, para luego salir de la caseta del club.

Abigail tenía mejor cara, y ya estaba vestida con la equipación del equipo, por lo que le tocaría entrenar. Llegaron al campo entre risas, pero la jugadora dejó de reír al ver a Bobby Shearer entrenar con el resto de los chicos. Esbozó una sonrisa falsa y se acercó a los demás.

—Si veis que me duermo, pegadme un balonazo. —bromeó una vez llegó junto a Nathan.

Cuando se dio cuenta de su error, sabiendo quien estaba en el equipo, giró la cabeza. Alzó una mano y paró el balón que volaba hacia ella, mientras miraba a Axel con una ceja alzada.

—Oye, que todavía no me he dormido. —se quejó, haciendo que el lanzador y el peliazul se rieran.

El pelicrema se acercaba con una pequeña sonrisa divertida en sus facciones.

—Eres una pequeña suicida, Abby. Te has pasado la noche en vela, ¿O me equivoco?

—¿Acaso me espías, Blaze?

—No, pero te conozco y sé que quieres analizar a cada equipo antes de los partidos. Es eso o...—la sonrisa se ladeó.

—¿O qué?

Los ojos oscuros de Axel chispearon.

—O has estado pensando en mí toda la noche.

Abigail puso los ojos en blanco, mientras su mejor amigo soltaba una pequeña risita. En el fondo, no sabía si marcharse o seguir cotilleando la conversación. La tensión era palpable, Nathan no podía negarlo.

—Te lo tienes muy creído, Axel. —murmuró ella, tirando el balón al suelo.

—Será porqué sé que tengo razón, preciosa. —replicó él, mientras le daba un pequeño guiño.

Ella bufó, mientras se apoyaba en Nathan, quien trataba de no reírse por toda la situación. Abigail decidió dejarlo pasar, básicamente porque la sonrisa de Axel y su mirada le estaba poniendo los pelos de punta. Decidió centrarse en lo importante.

—Supongo que el brillante Axel Blaze os ha informado de la superioridad aérea de los jugadores del Instituto Wild, ¿no? —habló, mirando a todos los demás, quienes se habían acercado al verla.

—Sí, pero, ¿qué hay de tu Remate Eléctrico? —preguntó Steve, al lado de Mark. —Es más alto que el Tornado de Fuego de Axel.

Ella hizo una mueca, mirando al aludido, quien había cambiado su expresión a una de duda. Aunque su remate era más alto, los jugadores del Wild tenían una asombrosa potencia de salto.

—No estoy cien por cien segura de sí serán capaces de saltar por encima. Desde que tengo ese remate, no he jugado ningún partido contra el Wild, así que no tengo ni idea de si serán capaces de saltar más alto. —habló, frunciendo los labios con fastidio. Para su mente estratega, desconocer aspectos de su rival era como un dolor de muelas. —De todas formas, creo que tiene que haber algún tipo de súper técnica que asegura una enorme ventaja aérea. Solo debemos encontrarla lo más rápido posible.

Los jugadores asintieron, algo preocupados. Por la mirada que tenía Mark, Abigail sabía que él estaba pensando en su abuelo, David Evans. Según tenía entendido, David Evans había dejado un cuaderno repleto de súper técnicas. Quizás el capitán estaba tratando de recordar alguna aérea.

Axel y el chico Evans se fueron a entrenar tiros, todavía pensando en una nueva súper técnica. Los demás los imitaron, yendo a entrenar cualquier aspecto de la fuerza física básica, pues todavía no tenían nada pensado para el partido.

Nathan tomó a su mejor amiga del brazo y tiró de ella para que ambos corrieran. La velocidad no era para nada donde fallaban, por todos los entrenamientos de atletismo que habían aumentado considerablemente su velocidad, pero a ambos les gustaba correr uno al lado del otro. Después de media hora dando vueltas sin parar, decidieron tomarse un pequeño descanso.

Abigail maldijo por lo bajo al darse cuenta de que se había olvidado de su botella, por lo que trotó hacia las fuentes. Cuando llegó, vio a Bobby bebiendo.

—Pero mira a quién tenemos aquí. —habló, apoyándose en la pared, aunque su voz sonaba como el siseo de una serpiente. —¿Qué pasa, Shearer? ¿Acaso el bueno de Jude se ha cansado de espiar por sí mismo y te ha enviado para que hagas por él el trabajo sucio?

—No, en realidad me gusta estar aquí. —replicó él con tranquilidad. A pesar de que no tenía nada en contra de ella, imponía. —Así por lo menos ayudo a mi equipo, ¿sabes?

Eso le dolió a la chica, lo admitía, quizás más de lo que estaba dispuesta a admitir en voz alta. Pero si ellos llegaran a comprender por qué había tomado la decisión de dejar la Royal...

—Vas a caer, lo sabes, ¿no?

—¿Y quien me va a hacer caer? ¿Tú, Abigail?

—No, yo no. La pasión que todos estos chicos sienten por el fútbol. La pasión que Mark Evans siente por el fútbol. —sentenció, mirándolo seria. —No se parece en nada a lo que hayas visto antes. —desvió su mirada hacia ellos. En el fondo se preguntaba cómo era posible que fueran tan pasionales. —Espero que cambies de opinión a tiempo, Bobby. Aún no es tarde.

Se alejó lo más rápido que pudo de él. Si llegaba a quedarse, acabaría soltando toda la verdad sobre la Royal. Y era un capítulo que todavía estaba tratando de cerrar y olvidar.

—Ah, por cierto. —se detuvo, ladeando la cabeza para mirarlo. Luego, soltó en tono sarcástico: —Manda saluditos a todos de mi parte, ¿vale?, en especial para mi hermanito.

En ese momento, decidió no apartar el ojo de Bobby, sabiendo que le cantaría a su hermano en cualquier momento. Él era un buen chico, lo sabía, alguien con el que se echaba unas risas luego de cada entrenamiento en la Royal.

Terminaron el entrenamiento y cada uno se fue a su casa. Nathan no se fue con Abigail, sino con Mark a sabe dios donde. Seguramente lo sabría después.

Holiii :D

De vuelta por aquí. De verdad, la universidad me quita las ganas de hacer de todo, menos de publicar jajaja.

Okay, okay, ¿Podemos hablar de la escena entre Abby y Axel? ¿Soy yo o saltaron chispas?

La tensión, hermano, la tensión.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

¡Espero que os haya gustado!

Sí es el caso, no olvidéis hacérmelo saber. ¿Cómo? Mediante vuestro bonito voto y algún que otro comentario.

Nada más por mi parte, pero...

¡Nos leemos en comentarios!

PD: os recuerdo de nuevo que el próximo capítulo será la semana que viene <3

~I 👑

|Publicado|: 15/09/2021

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