
Capítulo 1
La suerte es algo divertido. Las personas creen tenerla según su estatus social, nivel económico y el tamaño de sus casas, pero había personas como Noah Miller que a pesar de tener todo lo anterior, realmente eran unos marginados. Unos omegas.
Cuando se trataba de suerte, el caso de Noah era único. El joven chico había nacido en una familia adinerada, con un padre tan frío que a lo largo de su vida pensó que era mudo y una madre que parecía ser la madrastra de los cuentos de hadas que solía leer. Noah era un buen niño pese haber nacido en una familia unida por un contrato matrimonial, pero eso no lo salvaba de su triste destino.
El pequeño vivía en un mundo cruel, en un mundo dividido por un segundo género, uno que con el pasar de los siglos había evolucionado desde el instinto animal de los lobos hasta llegar al del humano. Un género que dividía al mundo en Alfa, Beta y Omega. Era en la edad de los doce años, cuando el cuerpo entraba en la adolescencia se desarrollaba este segundo género, y para Noah haber salido omega en el examen médico, solamente había sentenciado su triste vida.
La madre de Noah no pudo estar más decepcionada de que su primogénito hubiera resultado un concubino de nacimiento, el juguete sexual de cualquier enfermo y la basura de la sociedad. Ella venía de un gran linaje de alfas y su hijo era una jodida mancha en su perfecta descendencia. A los ojos de aquella alfa, Noah Miller no era más que un capricho sexual y una máquina para dar a luz a bebés como si de pan caliente se tratara.
Ser omega era el peor pecado cometido en el mundo, un pecado de mayor calamidad al nacer en una clase baja, donde la mayoría de los padres eran desertores de sus hijos y los pequeños se veían en la necesidad de vender sus inocencias a manos de alfas lujuriosos. Algunos omegas no podían con el dolor que cada noche les provocaba en sus cuerpos y terminaban por hundirse en las drogas de la misma forma en la que se hundían en las sabanas de los monstruos que llamaban clientes. Eventualmente esos omegas llegaban a quitarse la vida por la depresión, una vida que desde el principio no debió ser suya como dictaba la sociedad.
A pesar de que Noah Miller no era un chico cuyos padres lo habían dejado a la deriva por su bajo nivel económico, no dejaba de ser un esclavo que solamente serviría para ayudar a hacer a sus padres más ricos.
A diferencia de los omegas de clase baja, los nacidos en bandeja de plata eran obligados a contraer matrimonio con alfas poderosos a cambio de acciones o jugosas cantidades de dinero para los padres el omega, y aunque parecía ser un método arcaico, no era más que la realidad de nuestro protagonista.
Al volver a casa fue víctima de toda la crueldad verbal que pudo desatar su madre contra él, de golpes que su diminuto cuerpo no pudo soportar que trataba de aliviarlas con lágrimas de cristal. Ambos padres de Noah eran orgullosos y admirables alfas, esto volvía a Noah en un omega de élite y sangre pura, por lo que su madre no lo mataría pues sabía perfectamente lo valioso que podría ser para cualquier gordo adinerado con ganas de una buena puta.
—Eres lo peor que nos ha pasado— exclamaba su madre mientras acomodaba su cabellera azabache con una sus manos, manos entumecidas por los golpes que había plantado en su hijo — Espero que valgas la pena, maldito adefesio— escupió severa. Con el tiempo Noah iría acostumbrándose a su palabrería, pero para un niño era como una grieta enorme en el corazón y Noah no pudo hacer más que llorar mientras sobaba sobre donde había recibido los golpes en su pequeño cuerpo.
—Perdóname madre— lloró sin poder de levantarse del suelo y apretando con una de sus manos un pañuelo que limpiaba sus lágrimas y sangre— No quise decepcionarte, te prometo que seré tan eficiente como un alfa y mantendré en pie a esta familia, lo prometo madre— apenas y podía verla a los ojos y ver la cara de desagrado que tenía su madre.
—Oh claro que lo harás maldita cucaracha, da gracias que tu inepto padre tiene amigos cuyos hijos no han decepcionado a sus padres. Nada más que alfas de alta clase que necesitan de un omega al cual preñar. Supongo que tienes suerte, de lo contrario ya te hubiera vendido a un burdel en donde pagaran lo suficiente por una desgracia como tú— añadió entregándole un sobre amarillo lleno de fotografías— Estúdialos bien Noah, cualquiera de esos alfas será tu prometido.
—S-Si madre...— susurró decaído, ninguno de esos rostros se me hacía familiar, ninguno despertaba en el tan famoso amor a primera vista que tanto le habían leído las sirvientas antes de dormir y con el que soñaba el pequeño Noah poder conocer y enamorarse. Como los príncipes de los cuentos de hadas.
No era de extrañar que a esa edad Noah soñara con encontrar a un príncipe encantador, en este mundo existían almas gemelas que se autonombraban 'Destinados'. Sin dudar alguna eran difíciles de encontrar y se les asociaban más a la fantasía, pero para cachorros como Noah, no eran más que un sueño que deseaban que se volvieran realidad; poder encontrar a su pareja destinada, enamorarse y cabalgar hasta el atardecer para vivir felices por siempre.
───── ❝ Fire on fire ❞ ─────
Y tal como había prometido la madre de Noah, le fue asignada una pareja alfa de clase social alta y de sangre pura. Finalmente, y después de largos meses de preparación y guardar un profundo silencio para no recibir los golpes de su madre; Noah pudo conocer a Nicholas, el alfa con el que tendría que casarse.
Noah jamás olvidaría ese día, en donde el sol golpeaba con su blanca piel y la brisa del verano era escasa. Noah había tenido una agradable mañana en el spa y de compras, lo único que le había disgustado era que toda la ropa que había comprado su madre eran vestidos, para Noah no eran de su gusto, él era un niño y los niños se suponían que no usaban vestidos. Volteaba a ver a su padre quien como siempre se mantenía en silencio y con rostro serio, sin mostrar expresión alguna, también miró a su madre y a su pequeño hermano menor y todos tenían pantalones. Noah se sentía excluido de su familia.
Las cosas no terminaron de aclararse cuando llegaron a una enorme casa. Las amenazas de su madre de dejarlo con otra familia aparecieron en la pequeña cabeza de Noah y no pudo evitar querer llorar, pero si se daba el lujo de derramar una sola lágrima sabía que su madre lo golpearía ahí mismo.
—Pasen por favor— Noah había pasado tanto tiempo en su mente que no se había dado cuenta de cuando un mayordomo salió a darles la bienvenida. La familia Miller se adentró a la gran mansión hasta llegar a una habitación donde los esperaba y como era de esperarse, ninguno traía vestido.
—Un gusto finalmente conocer al primogénito de los Miller— habló un hombre que no conocía, y que le hizo temer ante su gran presencia.
—Para nosotros es un gran placer que la familia Ivanov acepté este compromiso— confesó la madre de Noah con una sonrisa que el niño nunca había visto—. Como lo dije en los documentos, Noah es un omega de raza pura, nacido de padres alfas, virgen y sin ningún problema médico. Tiene doce años, así que su edad fértil comenzará en cuanto tenga su primer celo.
—Una verdadera joya para Nicholas— habló la cabeza de la familia Ivanov—Hijo, preséntate ante los Miller— detrás de él salió un joven, alto y apuesto de cabellera roja y ojos verdes. Era apuesto, pero eso no evitó que Noah dejara de temblar de miedo. Se veía imponente y aterrador. Era un lobo a punto de comerse a su presa.
En cuanto el joven se acercó a Noah, este fue empujado por su madre para quedar frente al pelirrojo, quien no dejaba de verle con un rostro crítico, como si analizara cada pestañeo que daba el pequeño Noah
—Mi nombre es Nicholas Ivanov, tengo diecinueve años de edad y soy un Alfa de raza pura, nacido de dos amorosos padres alfas. Será un honor tomarte como esposo— sujetó la pálida mano depositando de Noah, plantando un beso en ella.
—¿Es-esposo? — apenado y podía hablar. Estaba en shock al enterarse de esa forma. Su joven corazón se había roto al saber que ese mozo no era su prometido, pero no su destinado.
Nicholas era mayor que Noah, pero no tanto como los otros pretendientes que su madre había descartado, incluso en eso había tenido misericordia con el pequeño. Aún así, los siete años de diferencia hacían parecer a Noah un bebé en comparación a Nicholas; por más que trataran de entablar una conversación para conocerse mejor, Noah se limitaba a las respuestas que daba su madre, como si esta lo conociera tan bien como aparentaba. El resto de esa tarde, ambos jóvenes caminaron por el extenso jardín de los Ivanov, en completo silencio y atmósfera pesada. A los jóvenes ojos de Noah el pelirrojo era bien parecido, sin duda era como los príncipes en los cuentos de hadas que tanto amaba, pero aun siendo tan puro e inocente sabía que Nicholas no era su príncipe. Apenas y podía respirar a su lado sin tener ganas de llorar por saber que sería el esposo de alguien que no conocía.
—¿Pu-puedo hacerte una pregunta? — Noah quiso iniciar una conversación, pero los nervios le hicieron titubear y a medida que terminaba la oración su voz se apagaba.
—Puedes hacerla— contestó tan frívolamente que Noah pensó por un instante que se trataba del invierno en su voz.
—¿Por qué sólo yo uso vestido? No soy una niña y no quiero ser una niña, todos usan pantalones, hasta mi madre, pero yo no quiero usar vestido— sus mejillas se sonrojaron ligeramente por la pena de confesarlo a un desconocido, pero ya no confiaba en los adultos como debería de hacerlo.
—Eso es porque eres omega Noah, y están en una presentación ante la sociedad, por si no lo sabías es una tradición que cuando el omega se presenta a su prometido tiene que usar un vestido hermoso que resalte su belleza— expresó mientras fijaba su vista en una de las flores del jardín, flor a la que arrancó para ponerla en el cabello de Noah— Y tu eres muy hermoso Noah, no puedo esperar para que tengas a mis hijos. De seguro serán alfas tan hermosos como tú.
El silencio reinó ante tal respuesta que denigraba al pobre de Noah, ¿eso sería por el resto de su vida? Sólo un hombre sin voz, sin voto, que espera ansiosos el regreso de su esposo para darle de comer y dar a luz a un montón de bebés que no quería tener, eso obviamente no le parecía, odiaba el pensar eso a una edad tan corta.
El silencio se vio interrumpido por un sutil susurro de Noah, expresando respuesta ante lo que había dicho Nicholas.
—Quisiera no ser omega...
Volvió a guardar silencio en la espera de que nadie lo hubiera escuchado. La tarde prosiguió hasta que el sol se puso y la luna se hizo presente en el oscuro cielo, la familia Miller se quedó para la cena, en donde terminaron de arreglar los papeles para el futuro compromiso.
Las leyes estipulaban que el matrimonio se daría en cuanto el omega quedara marcado o embarazado por el alfa que se le había asignado. Hasta entonces, Noah y Nicholas pasarían una tarde a la semana para poder conocerse mejor y donde Noah aprendería de las necesidades de su futuro esposo.
En cuanto terminó la cena, ambos jóvenes se sentaron uno al lado del otro y se les puso un papel en frente, Noah estaba tan nervioso, toda la noche había querido reprimir su llanto y frustración, ni siquiera escuchó cuando el padre de Nicholas hizo lectura del documento.
—Pon tu nombre en la línea Noah— le susurró su madre poniendo un bolígrafo negro en su pequeña mano.
—S-Si madre— se apresuró a contestar y a escribir su nombre donde indicaba su madre, su manita no dejaba de temblar como una hoja en un viento otoñal, cuidaba de que su letra fuera legible para no recibir una reprimenda de su madre, y pudo volver a respirar cuando terminó. El pobre de Noah no sabía que se trataba de su contrato matrimonial.
El trayecto a casa fue silencioso, casi mortal, y cuando cruzaron el umbral la madre de Noah lo detuvo antes de que se dirigiera a su cuarto.
—Cielo, por favor lleva a Cameron a su habitación, necesito hablar con Noah— se dirigió al padre de Noah, quien tomó en sus brazos al menor de sus hijos y subió las escaleras. La madre de Noah caminó en silencio hasta llegar a la sala, Noah la había seguido mientras trataba de calmar sus nervios apretando la falda del vestido.
Su madre quedó frente a él, viendo como su hijo temblaba de miedo, como trataba de ahogar sus lágrimas y sus mocos bajaban por su nariz. Le daba asco, no toleraba la idea de haber tenido en su familia a un omega como hijo.
—¿Qué hiciste mal hoy, Noah? — cuestionó con la poca paciencia que le quedaba, con una voz dura y respiración pesada.
—Y-Yo...— la voz de Noah salió casi en un chillido, se quebró antes de poder contestar la pregunta—No lo sé madre— comenzó a llorar, sacando todo lo que había resistido en todo el día. Se sentía tan estúpido por no saber que lo había cometido mal, había sido cuidadoso a la hora de la comida, no manchó su vestido con tierra cuando caminó por el jardín, se mantuvo en silencio todo el día, no había llorado y no había usado mal los cubiertos y había cuidado cada movimiento. El estrés ya no podía con el pobre niño que sólo pudo llorar mientras trataba de recordar lo que había hecho mal.
—Claro que no te diste cuenta, eres un inútil— escupió su madre tomándolo de su cabellera. Noah se quejó del dolor y suplicó porque su madre se detuviera, y cuando lo soltó fue para lanzarlo al suelo—¡Te diré lo que hiciste mal, Noah, no dejabas de titubear cada vez que abrías tu estúpida y asquerosa boca! — la mano de su madre impactó contra su mejilla, rasguñando a la par gracias a las filosas uñas de su madre—¿¡Acaso quieres que tu futuro esposo piense que tienes dislexia o un jodido problema en tu cabeza!? —esta vez el impacto no fue por parte de su mano, si no de una patada que le sacó el aire a Noah y amenazó con devolver la cena de esa noche—¡Contesta hijo de puta! —lo tomó nuevamente del cabello para que pudiera verlo a los ojos—Yo no parí a un retrasado mental ¿no puedes hablar bien?, ¿no puedes contestar una simple pregunta? ¡Habla de una vez antes de que te rompa la boca!
—¡No madre, no tengo ningún retraso! — contestó en un exclamó lleno de lágrimas y gemidos de dolor, apenas y podía llorar como era debido por la falta de aire.
—¡Entonces metete esto en tu estúpida cabeza! —lo tomó con brusquedad y le gritó al oído mientras Noah suplicaba en silencio que su pesadilla terminara—¡No quiero que vuelvas a titubear, la próxima vez que hables lo harás fuerte y claro!, ¿¡Entendiste bien, escoria!?
—¡Sí señora! —la voz de Noah se quebró junto con su respiración. El miedo de lo que su madre podría hacerle. Su madre lo dejó caer al suelo y estando ahí le plantó tres golpes a puño cerrado.
—Tu próxima cita con Nicholas es dentro de dos semanas, busca arreglar esos moretones y más te vale que hables con modulación la próxima vez— se limpió las manos con un pañuelo que convenientemente siempre traía, volteó a ver nuevamente a su hijo, quien se retorcía del dolor en el duelo—De lo contrario, tú y yo seguiremos teniendo esta conversación hasta que quedes preñado y seas el problema de Nicholas.
───── ❝ Fire on fire ❞ ─────
Noah no pudo dormir esa noche, sabía bien que si se le ocurría cerrar los ojos la imagen de su madre se apoderaba de él. Temblaba envuelto en las sábanas blancas que comenzaban a mancharse de sangre por las heridas abiertas que los golpes le habían causado.
Todo su pequeño cuerpo le dolía, pero tomó la poca fuerza que le quedaba para levantarse de su cama y caminar hasta el librero que aún conservaba. La mayoría de los libros que tenía eran cuentos de hadas, Noah era un gran fanático de esas historias y los conservaba con cariño desde la niñez y se notó cuando del polvo pudo extraer el cuento de Rapunzel, y vaya que era acertado ese cuento, se trataba de uno con el que Noah se podía identificar fácilmente.
—'Atrapada en una torre, en la espera de su verdadero amor'— leyó con voz baja mientras sentía como las lágrimas se derramaban por sus mejillas. Noah sabía que Nicholas no era su verdadero amor y claro que era un cliché, pero todo pensamiento se limitaba al de un infante desesperanzado e inocente.
Noah tuvo una revelación conforme devolvía el libro a su lugar, él no era una princesa, por ser varón se suponía que debía ser más independiente y valiente, el usar vestido esa tarde no lo hacía una persona frágil, él podía ser tan valioso como un beta o un alfa. Y con eso en mente, tomó una muda de ropa, los pocos centavos que tenía en una alcancía de porcelana y lo puse en una mochila.
Él mismo se encargaría de salvarse, él encontraría al amor de su vida sin ayuda de nadie y no dejaría que alguien más le dijera que hacer sólo por ser omega, Noah estaba decidido a escapar de su torre. Abrió una de las ventanas de su habitación que daban con el patio trasero y se sujetó bien a una de las ramas que daban cerca de su ventana, al instante sus pequeñas manos se llenaron de astillas y sus mejillas de raspones. Noah no era un niño atlético, y era de esperar que se lastimara al momento de querer escapar de su castillo.
Aun así, prefería mil veces caer desde lo alto del árbol que caer en los brazos de su abusiva madre.
Noah pudo escapar con éxito, pero esa noche Noah aprendería algo nuevo, aprendería que el mundo real no era un cuento de hadas.
¡¡¡VOLVÍ !!!
Esta historia la he estado planeando desde hace mucho tiempo y me alegra que finalmente pueda ver la luz.
Los primeros capítulos se enfocarán principalmente en la infancia de Noah, conoceremos personajes importantes y sobre todo sucesos que marcarán a nuestro protagonista. Actualizaré una vez cada dos semanas para que la historia pueda ganar vistas, votos y comentarios.
Nos vemos en el próximo capitulo ‧⁺✧(˶'⚰︎'˵)⁺‧
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro